jueves, 23 de febrero de 2012

Más Textos Perdidos


¿Qué estás haciendo? 
(#yoconfieso: soy @malbixo y soy #twitterasesina) 


(three minutes ago from TweetDeck) 
Metiendo la cabeza en el horno 

(one minute ago from mobile web) 
gameboy RT@malbixo Metiendo la cabeza en el horno <-- jaja ésta sí que es #frasesuicida 

(less than 5 seconds ago from TweetDeck in reply to @gameboy) 
@gameboy No dije que era mi cabeza

Todo comenzó al encontrar esos mensajes en la bandeja de entrada: 

Hi, malbixo. Miguel Ángel Zepeda (gameboy) is now following your tweets on Twitter. 

Hi, malbicho. You have a new direct message.

gameboy: gracias por devolverme el follow, éste es mi mail: maz_01 en gmail, me encantaría platicar contigo “fuera del aire”, ayer te leí todo el día 

Quizá si hubiera vencido la tentación de tener alguien cerca, alguien real, alguien con un rostro y no un avatar, un nombre y no un nick, un aliento y no un conjunto de bytes dándole vida. Quizá si sólo hubiese resistido –otra vez- la necesidad de tener un interlocutor tangible, un espejo de piel y huesos en donde mirarme a los ojos. Pero esta puta necesidad de que unas manos me cubran el cuerpo, de que unos labios me digan: “sí existes”. Y lograr ser, estar a través de la mirada de otro. Del tacto de otro, de la lujuria de otro. Quizá si hubiera cerrado la cuenta en Twitter cuando estaba a punto de hacerlo, harta de no entender qué era eso de socialmedia. Con sólo tres seguidores que promocionaban videos porno y ningún twitstar respondiendo mis mensajes, ningún conocido devolviendo el saludo, había terminado por hacer lo mismo que en la vida offline: hablar sola. 

Y yo, producto de un dios cansado, cuántas vidas sabré agradecer… 
4:36 AM, Jan 1st from web 

Me hubiera quedado en casa ese día, sin hacer ese torpe, ridículo intento de arreglarme, delinear unos labios deformes, agrandar unos ojos diminutos, levantar unos senos derruidos, resquebrajados por la falta de caricias y de besos lascivos… ese absurdo, lastimoso intento de inflar una ilusión por encontrar una mirada capaz de traspasar la barrera de la grasa en la piel, para admirarse de encontrar una esencia luminosa. Quizá si no hubiera pensado: “¿y si esta vez sí?”. 

Me hubiera quedado en casa todas esas horas que estuve parada en la entrada de ese centro comercial de la Zona Rosa, mirando rostros que me ignoraban, o peor aún, que me miraban con esa mezcla de curiosidad morbosa y repugnancia, o con lástima, por aquellos que adivinaban me habían dejado plantada, mientras yo trataba de reconocer una sonrisa de descubrimiento, de gusto por el encuentro. De vez en vez escuchaba las risas de tres jóvenes que todo ese tiempo estuvieron en las mesas externas de Starbucks. Tres jóvenes guapos, de rasgos caucásicos, voces impostadas y risas ofensivas. Porque no lo admití al inicio, pero sabía que se estaban riendo de mí aún antes de comprobarlo, cuando, al alejarme derrotada, uno de ellos dijo de forma muy audible: “¡No mames, si parece mi chacha!”. 

Por alguna razón, al llegar, me había fijado bien en el rostro del que recibió el comentario, un muchacho de ojos profundos, cejas intensas y sonrisa impecable, que pulsaba intermitentemente su Blackberry; quise desear que fuera él pero no terminé de formular el deseo descartándolo por el color de su ropa, que no era el que se me había indicado. Mientras me alejaba perseguida por las risotadas, lo entendí todo. Crucé la calle al distinguir el letrero luminoso de un cibercafé

gameboy 
This person has protected their tweets. 

The page at http://twitter.com says: 
Error|You have been blocked from following this account at the request of the user. 

Qwitter 
Miguel Ángel Zepeda (gameboy) stopped following you on Twitter after you posted this tweet: 

DM gameboy dónde estás? 

Salí apresuradamente, todavía los pude ver despidiéndose con palmadas sonoras en la espalda, y lo seguí esforzándome en darle alcance al ver que se internaba en el estacionamiento, persiguiendo no sólo sus pasos, sino también una respuesta, una explicación, algo que me diera alivio. 

(about 32 minutes ago from TweetDeck) 
Lamiendo la sangre que todavía fluye de las heridas 

(one minute ago from HTC Peep in reply to malbixo) 
sincuates @malbixo qué pex???, tan temprano y tan dolida? 

(half a minute from TweetDeck in reply to @sincuates) 
@sincuates No dije que fueran mías. 

@malbixo, sábado 16 de enero, 2010.

Este cuento participó en el concurso virtual Twitteras Asesinas de la plataforma de microbloggin Twitter, originalmente fue publicado en el blog Twitteras Asesinas, abierto exclusivamente para alojar los textos del concurso, posteriormente yo me desligué del concurso (aquí las razones).

martes, 21 de febrero de 2012

En Busca de Textos Perdidos

ESE MOMENTO EN EN QUE EL AZUL DEL CIELO SE HACE MÁS PROFUNDO

Parecía tan lejano, y de plano inaccesible, el romance en mi vida. Me había acostumbrado a cruzar sola las calles, sin una mano que guiara y sostuviera la mía, sin un antebrazo entrelazado al mío y sin una sonrisa cómplice que se dirigiera a mí. Llegué a aceptarlo con casi resignación, ideando esa absurda teoría de que habemos personas nones, que jamás hallarán un par.

Luego llegaste. Entonces la resignación se desvaneció y dio paso al lamento: ¿por qué no se lograba algo entre tú y yo? Estabas siempre a mi lado, siempre cerca y, sin embargo, siempre tan lejos, con ese muro transparente entre los dos. De nada servía sentarme frente a ti o pasar horas hablando por teléfono, siempre había una distancia insalvable, un abismo profundo o una grieta repentina que se abría justo cuando intentabas tomar mi mano.

Siempre agradecí ser tu amiga, por esa razón no supe mantenerme alejada cuando creí ya no resistir más, cuando el amor oculto y callado parecía que me iba a hacer explotar o cuando los celos de verte con alguien más me envenenaban lentamente. A pesar del dolor, a pesar de la enorme frustración, cuando se trataba de cotejar la balanza tu amistad y tu compañía tenían más peso. Por eso seguía a tu lado, respondiendo a cada llamado que me hacías.

Además, estaban esas veces, esas ocasionales y efímeras veces que parecías estarme seduciendo, que adelantabas tu mano lo suficiente como para rozar la mía, que el beso en la mejilla parecía desviarse y se acercaba riesgosamente a la boca, cuando tu abrazo agradecido se prolongaba o se estrechaba… o cuando tus palabras crípticas parecían guardar un mensaje cifrado, esas veces en que un “si” habría no sólo una suposición, sino todo un mundo majestuoso.

Sin embargo, tú mismo te encargabas de derribar mis sueños, tú mismo elegías las palabras que negaban o contradecían esas suposiciones, toda vez que me permitía soñar calladamente, tú, como si pudieras oir esas ensoñaciones, me arrojabas la realidad a la cara: “sólo somos amigos”, reafirmabas, lapidante.

Por ello esa tarde fue mágica. No era la primera vez que íbamos al cine, que mirábamos una película juntos y salíamos comentándola, continuando su análisis entre sorbos de café y fumadas a un cigarro. Así que no fui preparada para nada que fuera a transformar mi vida. Por eso, cuando llegué con más de veinte minutos de retraso y te vi avanzar hacia mí, saliendo a mi encuentro, sonriente y entusiasta, con pasos apresurados que casi se convirtieron en trote, recibiéndome con un abrazo que me atrajo y me unió a tu pecho, sentí una total y perfecta alegría. “Amo tu locura”, pensé. Tu espontaneidad de niño, tu calidez fraterna, tu adorable impertinencia. Decías cosas tontas, sin sentido. Pero estabas contento, inusualmente contento. Y es que estabas borracho, esa era toda la explicación.

Tal vez te habías bebido todo un bar, o todo un anaquel de una licorería… pero estabas contento, y eso me bastaba en ese momento para que yo también me sintiera feliz por ti. Pero además decías que estabas contento por verme, ansioso de que llegara. Me mirabas de forma rara y no podías dejar de sonreír, lo seguías haciendo aún mientras te dirigías a otra gente, a las taquilleras, a los acomodadores, a los que te hacían a un lado pues caminabas torpe y tropezabas con todos. Pero volvías a voltear a verme con esa sonrisa. Esa sonrisa cómplice. Y entonces fue que me estremecí. No me dejaste salir de mi asombro, te aproximaste a mí y me llevaste a una escalinata, te obedecí sentándome y sin poder creer la forma en que te acercabas a mí, en que te sentabas a mi lado y rozabas mis rodillas con las tuyas, enredándote entre mis piernas, tomándome de las manos. Te oía hablar sin lograr entender, sin lograr escuchar… eran tantas emociones. Algunas palabras se metían en mi cabeza, perdidas sin hallar su sentido: “te amo”… “llevo tanto tiempo enamorado de ti”… “te necesito”… “dame un beso”… no sé cuántas veces repetiste la última frase, pero cuando la entendí ya se había convertido en una súplica.

-No puedo- dije. Y era verdad.

Es que era un paso enorme, el paso que me trasladaba de un universo a otro, de la soledad al amor, de la infelicidad al gozo, de soñarte a sentirte… no me sentía capaz. Afortunadamente tú sí lo fuiste. Y redujiste la distancia entre nuestros rostros, humedeciendo mis labios con la vitalidad de los tuyos.

Es sorprendente como se logra detener el mundo entero en un sólo instante.

También es curioso como puede ser tan difícil dar el primer beso... y los siguientes se desbordan con tanta facilidad, en potente cascada, sin poder detenerse. Tampoco tus manos lo hacían, y sólo mi pudicia logró frenarte, al buscar refugio en la oscuridad del cine para evitar las miradas invasivas. Protestaste y te resististe: “Amo este escalón”, dijiste, negándote a abandonarlo y aprisionándome contigo, pero mi ansiedad por cubrirte con caricias me hizo arrastrarte al interior de la sala en penumbras. Desconocía tu loca impertinencia y creí que podría dominarte, no fue así, y ante tus inapropiadas manifestaciones tuvimos que salir del cine, entre reclamos e insultos. Pero no me diste tiempo a enojarme, me tomaste de la mano y me llevaste a cruzar la calle y la ciudad, haciendo altos constantes entre las iglesias, los restaurantes y las pistas de baile, entre la tarde y la noche, entre el cielo y el mundo, para besarme y acariciarme el rostro:

-¿Sabes lo hermosa qué eres?-, preguntabas.

Y fue hasta entonces que me supe hermosa.

malbicho, agosto de 2010.

Este texto se publicó en otro blog como una participación de uno de los festivales Blogswingers, me di cuenta de que el blog ya no existía y quiser rescatarlo en este, releyéndolo veo que se nota la prisa y la falta de inspiración en él, pero espero no les desagrade tanto. Blogger, como siempre, boicoteó la publicación de esta entrada publicándola con los códigos de HTLM, pero no tuve oportunidad de corregirla hasta ahora. Al igual que este texto, publicaré algunos de los que andan por la red perdidos para conservarlos también en este blog.


sábado, 18 de febrero de 2012

Carta No. 6

Mi muy querido y amante amigo:

Debe ser el abrazo de la soledad que me cobija durante tu ausencia, que me lleva a este ejercicio inútil de decirte lo que siento. Tú no recibirás esta carta que se desbaratará por el fuego, no entenderás jamás la persona que me volví después de ti, la manera en que me afecta tu mirada, el impacto físico que tiene en mí tu sonrisa. Esta transformación violenta que, sin embargo, es insuficiente. Por que no soy lo que tú esperas.

Soy sólo lo que más temo ser.

Explicarme, detallarme, exhibirme ante ti no ha servido. Rendirme, sucumbir, ofrendarme... extender los brazos y dejarme caer, tampoco. No soy la batalla que buscas ganar. Soy apenas un juego de seducción que te sirve de entrenamiento. Un juego que ganaste, por cierto.
Un juego que, parece, te aficionaste a ganar.

Me divido entre la angustia y el deseo, entre la bocanada de aire que atrapo con ansia y la asfixia que me dejan tus palabras cortas y tus pasos largos, entre la dignidad y la oblación, entre el veneno de tus labios y la sutura de la inconformidad.

Entre tú y los caminos que me llevan hacia mí.

Sé de tu conflicto, entre el miedo a herir y la angustia de perder, no es tu culpa mis ojos alienados, mi pulso interrumpido, mi boca trémula... esas son mis fallas,
esas, cariño mío, son culpas mías, errores míos, mis propios flagelos;
pero sí es tu culpa mi mudanza, mi búsqueda falaz, la migración constante, mi eterna errancia. El no hallarme al seguir tus huellas. No estoy yo del otro lado del camino. No soy yo la del reflejo.

No soy lo que buscas. Y ser lo que encuentras es un triste consuelo para mí también.

Las madrugadas están servidas a la mesa, vienen con su propia agonía, su particular manera de cantar al amor (al dolor del amor). Yo las recibo como a tus promesas: resignadamente. Alguien debiera avisarme que ya todo terminó, que no es necesario seguir esperando. Pero sigo como un familiar en la sala de espera de un hospital, manoseando una esperanza marchita.

Anulada, como estoy, sólo imagino los intentos de recuperarme a mí misma, sueño también con que puedo, por fin, olvidarte... pero la consciencia trae el arrepentimiento, siento una traición hacia ti excluirte del sentimiento que inspiraste en mí. Una infidelidad.

Y regreso a sufrirte de nuevo.

Tú permaneces ignorante del mal que me das. Ignorante más no inocente. Tu voz tibia, tu mentón cerrado, tu mirada triste te hacen culpable. No sería yo esto que soy si tú no fueras el que eres. No pretendas la amnistía, no estaría yo escarbando en estas letras a propósito del amor si no fuera por el mar agitado en tus ojos.

Tu mirada y tu voz son lo único que en realidad he tenido de ti. Y mis palabras son la única manera en que sé acariciarte. Quizá por eso hoy recurro a ellas para evocar las tuyas, tan cargadas de promesas, con el anhelo de acercarme un poco más a ti justo en este día.

Tuya.

lunes, 13 de febrero de 2012

Mal de Amores


"Everybody hurts sometimes... sometimes everything is wrong"
REM





Decía Chava Flores que "...para curar el mal de amores, dijeron los doctores que no había solución" (en su divertida canción El gato viudo). Y puede ser cierto. A veces sólo queda esperar a que el mal de amores se acabe... o que acabe con uno. Este padecimiento es uno de los que casi no necesita explicarse, es raro aquel que no sepa cómo es sufrir de esta enfermedad del corazón; bueno, en realidad es del hígado, pero no suena tan romántico decir: "te amo con todas las fuerzas de mi hígado", ni tan poético: "me rompiste el hígado en mil pedazos". Como sea, es el corazón el que palpita, y el que parece resquebrajarse cuando el desamor toca a la puerta.

Tal vez no estén para saberlo, pero como aquí la cuestión es que yo sí para contarlo, les platico que soy una experta en ese asunto del desamor, tanto así que el primer blog que abrí fue uno titulado Desencuentros, y tenía la intención de ser temático, tratando en exclusiva el tema de superar el desencuentro amoroso. Así de grande es mi preocupación por estas cuestiones. De ese blog en la red no quedan ni registros, pues la plataforma Mexiblogs desapareció sin dejar huella, sólo el testimonio de Jaspo puede dar fe de que alguna vez existió un rinconcito en la red que quería aliviar el dolor de un corazón roto (y de que estaba bien chidito, en su corta vida recibió puras felicitaciones y agradecimientos, je). Era un tiempo en que yo misma sufría a toda mi capacidad por un amor no correspondido, y durante esas largas noches de insomnio y tardes tortuosamente eternas, sólo podía articular frases de duelo, anhelos suicidas y desesperadas maniobras por salir de ese estado.

A mi alrededor tenía a personas sufriendo por las mismas cuestiones: en proceso de divorcio, superando una infidelidad, atrapadas en una relación destructiva o hundidas en la desolación por la no-presencia de la persona amada. Platicaba con ellas y a pesar de la particularidad de cada situación, de la diferencia de escenarios para el drama amoroso, los sentimientos eran los mismos. Había siempre un momento en que me identificaba plenamente con ellas, que muy sinceramente podía decirles “te entiendo”. De ahí mi necesidad por buscar y compartir herramientas para superar ese terrible momento emocional.

Autómata

Especialmente me preocupa cómo puede ser tan discapacitante el desamor. No es motivo para una incapacidad médica ni razón para un justificante de ausencia laboral o escolar, pero debiera serlo. Realmente el cuerpo y la mente están tan enfermos durante esa etapa, se hace tan difícil continuar siendo funcional, tomar decisiones acertadas, concentrarse en los asuntos cotidianos, convivir adecuadamente, hacerse responsable de otros… continuar con una vida. Ahora la ciencia ya nos explica todo el proceso neuroendocrinológico del proceso amoroso (del que ya platicamos muy temprano aquí en El Fanzín, en uno de nuestros primeros y más visitados dossieres), pero cualquiera puede explicar cómo ese mariposeo en el estómago pasó a ser asfixia cuando el objeto de nuestro afecto se puso fuera de alcance. No sólo se va el ánimo, el hambre, la energía y el sueño, falta el aire cuando recibes –o intuyes- un “no te amo”.

Un demoledor “(yo/ya) no te amo”.

Los científicos aseguran que el dolor de un desamor es originado en los mismas zonas involucradas en el dolor físico, pero eso lo sabe cualquier adolescente que ha recibido un cortón por teléfono o por mail, cualquier ama de casa que descubre manchas de labial en la ropa de su marido, la oficinista que sufre un desaire de un compañero laboral o el novio que ve cerrarse la puerta con violencia sin dar tiempo ni oportunidad a una explicación: la herida es física y aguda como una puñalada, no importa que no sangre.

Experimentación a la Filosofía

Y también lo sabían los galenos medievales, aunque ellos descartaban que las –frías- mujeres y los pobres, que tenían tan poco acceso al placer, pudieran sufrirlo, el mal de amores, pues, era un padecer de hombres ricos y nobles, y era tomado tan en serio que incluso sus remedios se incluían en los manuales de primeros auxilios que se llevaban a viajes largos o peregrinaciones, a diferencia de los indolentes tiempos modernos, en los que se asegura que “de amor nadie se muere”, entonces sí se consideraba el desamor como causal de muerte –y locura-.

Lo que sí se ha cambiado es la idea de que las mujeres no sufren mal de amores, ahora se piensa que esas debilidades emocionales son exclusivas de nosotras, pues los hombres son más recios e insensibles, otra muestra de cómo los prejuicios y el condicionamiento social dicta nuestra forma de pensar.

El Silenciador

Además de todo ese proceso bioquímico, el desamor también es una enfermedad "aprendida", toda nuestra formación se compone de ideas hechas que asimilamos con docilidad: desde el "no puedo vivir sin ti" que escuchamos en el radio, hasta las incómodas preguntas en reuniones familiares sobre "¿cuándo por fin te casas?", pasando por las cursis películas de Meg Ryan y los poemas de Manuel Acuña, todo orilla a sentirnos incompletos si no tenemos esa media naranja que nos haría plenos. Las convenciones sociales sobre el matrimonio, la fidelidad, la pareja, etcétera, contribuyen a alimentar esa idea de que es necesario no estar solo, y nuestros particulares desajustes emocionales aderazarán ese mal trago que es el amor no correspondido.

Habitación en Nueva York


No se nos enseña a amar sanamente (sin dependencias y sin atavismos), y en cambio, se nos enseña que el desamor es un fracaso total e insuperable, algo de qué culpar a otro, algo que se debe temer y evitar a toda costa, sin hacernos entender que es una etapa más en nuestro proceso de vida, que debemos asumir con responsabilidad, tranquilidad, autoconocimiento y cordura... por más que sintamos que el dolor y la desolación nos vuelve locos.

Dado que el amor se ha reducido -por la ciencia- a un mero ahorro de energía para evitar esfuerzos al buscar nuevas parejas (el cuerpo segrega sustancias que nos hacen apegarnos a la persona elegida), y -por las teorías evolucionistas- al recurso con que se garantiza la preservación de la especia (se atrae a una persona con fines reproductivos y se garantiza el compromiso para la crianza de los hijos), el desamor también se reduce a un síndrome de abstinencia pues se interrumpen los estímulos para generar dichas sustancias hormonales y las sensaciones placenteras que vienen consigo; de ahí se pasa a la protesta, protestamos desde el dolor y desde la ira, y al igual que en el proceso amoroso se incluyen conductas obsesivo-compulsivas, violencia controlada, ansiedad, hormonas desatadas, excitación... y mucha vulnerabilidad. Resistencia, parece ser la única herramienta o el único ingrediente para sobrevivirlo.

Lástima que no es algo que pueda salir a comprarse.

Habitación de hotel

La sensación de que no volveremos a amar, a encontrar a alguien, de estar incompleto y sin motivo de vivir, es tan agobiante... como equívoca. Lo queramos o no, el organismo repetirá este ciclo por lo menos un par de veces: "el amor de mi vida" se nos presentará de dos a cuatro veces en nuestra vida, son las circunstancias en las que lo envolvamos las que harán que se vuelva inolvidable.

Aprender a amar también incluye aprender a soltar, aprender a vivir cada etapa del proceso amoroso, incluyendo su final. La tristeza, la nostalgia, la ansiedad, la desesperación... también son emociones inherentes a él, tal como la ilusión, el apego o la satisfacción afectiva y sexual; no hay negarlas ni saltarlas. Aprendamos que si el amor es el apego y la dependencia por otra persona, el desamor, practicamente, nos libera; es tras él que volvemos a ser una persona completa -y no nada más una media naranja-, listos para volver a entregarnos a alguien más.

Yo, por cierto, en la actualidad estoy irracionalmente enamorada... y por primera vez creo que soy capaz de dejar de negarme a estarlo.

Pinturas de Edward Hooper

sábado, 11 de febrero de 2012

Esto pasa cuando no sirve blogger...

... o Cuentito que pasó desapercibido en tuiter:

@malbixo
salió como salen las canciones de josé alfredo del pecho, atropelladamente; sin maletas ni monedas no pensaron que tardaría tanto su regreso
30 de ene vía web

@malbixo
las semanas que se amontonaban en el rincón de la sala fueron el único indicio de que no volvería por la niñez que olvidó llevar consigo
30 de ene vía web

@malbixo
se supo que prolongaba las noches durmiendo en las mañanas, que cambiaba historias por comida o sexo, que trató de desposarse con la luna...
30 de ene vía web

@malbixo
le hubiera gustado caminar sobre vías, huir sobre el recuerdo del antiguo paso de un tren, pero sólo hubo asfalto bajo el ruido de sus pasos
30 de ene vía web

@malbixo
quizá si el olvido no amenazara su urgencia, habría devuelto más pronto su ausencia al hogar, a los silencios agudos de una vida indigesta
30 de ene vía web

@malbixo
prefería dormir después del frío de la mañana, con la espalda al sol y los pies al aire, así restaba menos para vivir a plenitud la noche
31 de ene vía web

@malbixo
comenzó a sentir nostalgia en las madrugadas heladas, cuando no hallaba a nadie con quien hablar, ese total silencio le recordaba a su madre
31 de ene vía web

@malbixo
se supo que arrastraba su canto por las calles vacías, esquivando zapatos e insultos al celebrar el dolor, porque no eran canciones tristes
31 de ene vía web

@malbixo

...no había llanto en su treno, su canto insomne era un canto de vida, bendecía las heridas que lo hacían despertar, espabilarse, elucidar
31 de ene vía web

@malbixo

el suyo era un duelo sin culpa, sin deudos, su canto de cisne recibía la muerte con suavidad, como la arena al oleaje, como la noche al azar
31 de ene vía web

@malbixo

sus pasos, aunque sin rumbo claro, nunca estaban extraviados, seguía la memoria de la ciudad que lo recogía en su seno maternal
31 de ene vía web

@malbixo
una mañana próxima a la primavera no logró refugiarse en un sueño, y conoció por primera vez sus propias calles bajo el sol
1 de feb vía Mobile Web

@malbixo

se supo que caminaba entre los autos en marcha extasiado con el caos matutino, que sonreía con timidez a niños uniformados...
1 de feb vía Mobile Web
`
@malbixo

...limpiaparabrisas y oficinistas apresurados, parecía bailar con la musica citadina
1 de feb vía Mobile Web

@malbixo
y fue siguiendo el ritmo de claxons y motores encendidos que llegó frente a la puerta de su casa... había terminado de huir de sí mismo
1 de feb vía Mobile Web

@malbixo

su madre lo vio sin sorpresa, ningun gesto deformó su rostro, pero un plato humeante en la mesa le habló de su espera
1 de feb vía Mobile Web

Y bueno, por fin Blogger me levantó el castigo, vaya usté a saber qué hice para merecer el bloqueo pero después de mucho chillar en sus foros me quitaron la ley del hielo. Mientras, Twitter, Facebook y El (micro)Fanzine fueron depositarios de algunos de los traumas que se publicarían aquí, Google+ de plano se me olvidó, supongo que inconscientemente fue por el resentimiento hacia todos los productos de Google, lo más probable es que nos mudemos prontamente a Wordpress, les aviso para que vayan preparando las maletas los que quieran seguirnos en nuestro vuelo errante hacia un mejor lugar donde anidar. También la malbicho ya hizo sus pininos en Pinterest, red social muy adictiva que no sirve para gran cosa, pero que recoge todo lo que te lata en tu diario navegar por la red, como si de un pizarrón de corcho se tratara.

La cosa es que ya estamos aquí otra vez, espero eso les alegre tanto como a mí.