lunes, 21 de mayo de 2012

Me Gustan los Estudiantes (Yo Soy 132)


"La esencia del poder real que domina en la sociedad mexicana es el odio y el miedo a la juventud". 
José Revueltas



Mucho ruido ha generado el rechazo estudiantil al candidato priísta a la presidencia en la Universidad Iberoamericana. Mucha tinta y mucho espacio se ha dedicado a condenarlo, a elogiarlo, a apoyarlo, a defenderlo y a secundarlo. Muchas secuelas ha tenido hasta llegar a la Marcha Anti EPN del sábado 19 de mayo.

Lo que comenzó casi como un juego ("porque podemos y es divertido", decía en la convocatoria de Facebook del grupo organizador), se ha transformado en un movimiento ciudadano, en donde la sociedad civil toma las calles y los medios (los nuevos, con las nuevas TIC) para protestar, para hacerse oir, para organizarse, y para retar al Status Quo. Sorprendió a algunos por tener de origen el reclamo de estudiantes privilegiados de una universidad privada -de las más caras del país- por los derechos de una de las poblaciones desfavorecidas por los gobiernos, tanto estatales como federales: Salvador Atenco, pueblo reprimido con exceso de fuerza y violencia.


Para poner en contexto: durante la visita de Peña Nieto a la Ibero recibió cuestionamientos nada complacientes, que lo orillaron a responsabilizarse por el operativo policíaco que derivó en la represión brutal del Caso Atenco, lo que avivó la animadversión con que fue recibido (caretas con el rostro de Salinas de Gortari, pancartas con mensajes en contra y expresiones de rechazo). El evento fue transmitido en tiempo real por Internet y Radio Ibero... y la gritería de repudio y rechifla que lo acompañó en su salida por la puerta trasera -previo paréntesis forzoso en los baños, para improvisar la estrategia de huída- fue registrado en videos y testimonios que se compartían al momento en redes sociales. Las primeras reacciones y declaraciones de partidarios de Peña Nieto contribuyeron a la confrontación, pues minimizaron la manifestación de rechazo estudiantil diciendo que eran apenas un puñado de jóvenes intolerantes, e incluso pusieron en duda que fueran verdaderos alumnos de la Ibero; el dirigente del PRI fue más lejos: pidió que se les investigara y castigara, lo que fue interpretado como una intención represiva (circula en las redes sociales esta imagen de un supuesto documento en que oficializa este reclamo, además de un video en que claramente se ve a Peña Nieto revisando el expediente de una estudiante que simpatiza con López Obrador). Algunos medios sesgaron o tergiversaron la información, mientras unos no mencionaron las protestas o lo hicieron restándole magnitud,  los diarios de la Organización Editorial Mexicana fueron todavía más allá: alteraron la realidad haciendo ver como si Peña Nieto hubiera salido avante de la situación, revirtiéndola a su favor. Tras esto la opinión pública, usando las redes sociales, demandaron veracidad en la información e imparcialidad a los periodistas y comentaristas que analizaban el hecho acusando a los estudiantes de agresiones e incivilidad, y de ser instrumento del PRD para hacer boicot. La protesta por la descarada manipulación mediática, así como por la descalificación a la manifestación estudiantil, alcanzó su nivel más alto al conocerse el video en que 131 estudiantes de la Ibero se identificaban ante cámaras diciendo su nombre y su número de matrícula, para afirmar que no eran porros, que no eran acarreados y que nadie los había entrenado. No sólo hubo aplauso y solidario reconocimiento a su valentía, hubo también adhesión. El movimiento Yo soy 132 se dio forma con la suma de alumnos de otras universidades, quienes se identifican con su propia credencial de estudiante (aunque a título personal, no a nombre de la institución, como explican en el nuevo video Voz Universitaria), luego harían lo mismo ciudadanos con su credencial IFE. La Marcha Yo soy 132, que hizo alto frente a las instalaciones de Televisa Sta. Fe para protestar por su labor de desinformación, y la concurrida Marcha Anti EPN (más de 35 mil asistentes convocados casi exclusivamente por redes sociales), que tuvo réplicas en varias ciudades del país, son el resultado de esa espontánea respuesta ciudadana, que ha insistido en desligarse de un partido en particular, y que es producto de la retroalimentación a partir de las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC).

Marcha Anti EPN (Foto compartida en Twitter)

Esta serie de eventos ha puesto sobre la mesa varios temas importantes, que se han discutido desde todos los ángulos. Desde el prejuicio con que se mira a los estudiantes de clases media y alta, catalogándolos de frívolos y poco sensibles a la problemática social de los más desfavorecidos; el hartazgo que provocan en la población las prácticas y discursos políticos en épocas electorales, al igual que el sesgo informativo de los medios tradicionales, comprometidos con los grupos de poder; de la suficiencia con que la clase política desprecia el diálogo con la ciudadanía, que se combina con el desprecio que una buena parte de periodistas y analistas especializados tienen sobre la opinión pública y sus formas de expresión, ya sea por compromisos adquiridos o por mera estrechez mental, reduciéndolas, condicionándolas y restando mérito e importancia a las que no se dan en sus restrictivos cánones; de la carga de odio, y su consiguiente falta de autocrítica que cada campaña trae consigo y que se traspola a simpatizantes o detractores de cada candidato, pero también de la oportunista denuncia de campañas de odio para deslegitimizar las expresiones ciudadas. Imposible tratarlos todos en un post, así que se irán desglosando en las entradas siguientes (además de agregar otros que considero necesarios), hoy me detengo un poco sobre los estudiantes y el efecto que tuvieron en la sociedad civil.

Los más entusiastas hablan ya de una "Primavera mexicana", los más cínicos califican de "llamarada de petate" esa posición rebelde (un infame periodista, de cuyo nombre no quisiera acordarme pero que para mi mala suerte es uno de los referentes de la red social Twitter en este país, escribió: "En fin, felicidades a los muchachos rebeldes de la Ibero, muchos de los cuales, en unos años más, si Peña Nieto gana la Presidencia, perfectamente trajeados y disciplinados pedirán trabajo en el gobierno peñista y militarán en el PRI"); los más obtusos se empecinan en reprobar terminantemente su exaltación calificándolos de intolerantes, majaderos, criminales y hasta fascistas (y, ¿quien creen que utilizó este término tan alegremente?: el hijo del gran intelectual rebelde José Revueltas, a quien le debemos el epígrafe de hoy, y que tristemente no heredó su capacidad de indignación a su hijo Román, articulista del diario Milenio, ejemplo de periodismo con descrédito, en el que publicó una columna que desde el título presumía de tendenciosa: Turbas de fascistas intolerantes en la "Ibero").


Ya sea por influencia de estos comentarios "especializados", por simpatía hacia el candidato acorralado o por simple conservadurismo, muchas voces condenaron el comportamiento de los jóvenes estudiantes, o simplemente (tristemente) lo desestimaron: alguien me "retuiteó" un comentario que más o menos decía así: "activistas de Interlomas protestando por derechos de macheteros", como si la zona postal determinara la sensibilidad social y la inclinación por la justicia. Preguntas en el mismo tono de irónica incredulidad: "¿Y desde cuando tienen conciencia social?",  leí en algún time line. Cabe recordar que la Ibero tiene un largo historial de lucha y participación social, en el básico libro de La noche de Tlatelolco, Elena Poniatowska aparecen testimonios sobre estudiantes de escuelas privadas que se unían a los contingentes del Movimiento Estudiantil del ´68; yo en particular recuerdo las notas en periódicos del tiempo posterior al Terremoto del ´85, cuando estudiantes de la Ibero y de la Anáhuac (la universidad más cara del país) participaban activamente como voluntarios para remover escombros, repartir medicamentos y productos básicos, auxiliar a damnificados y contribuir para recabar donaciones, no sólo donando sino también recolectando. Y ya que hablamos de referentes en redes sociales mexicanas, uno de ellos es Jesús Robles Maloof, destacado activista de derechos humanos, comprometido con notables causas sociales, y orgulloso egresado de la Ibero. El prejuicio nunca ayuda, ni hacia arriba ni hacia abajo. Además habrá que recordar también que historicamente en el inicio de las revoluciones tiene un rol fundamental la clase media, por tener los recursos para informarse y organizarse. Justo en situaciones como la actual, cuando las diferencias de estrato social se reducen y provocan una inconformidad generalizada.

Está también la idea preconcebida que se tiene de la juventud, de la apatía, la abulia, el cinismo, el desinterés o la volubilidad que se le atribuyen (justo hace unas semanas tuvo eco en redes sociales el artículo que hablaba de la falta de compromiso de la "generación Zoé", y se hablaba ya de la "generación del desencanto", además de imponerse el perfil "hipster", que entre otras cosas también se identifica por su gran dosis de cinismo), y por otra parte la pasión, la vehemencia y el entusiasmo que también son considerados propios de esa etapa, y que también se considera nubla su juicio, radicalizándolo. Hasta los defensores de la acción de repudio justifican su conducta al decir que es parte de la condición de juventud ser explosivos e incendiarios. "Son jóvenes", se dice, a manera de suficiente explicación, como si fuera esa la única razón de su descontento. O como si realmente tuvieran a su alcance otras maneras de expresar su rechazo a siete décadas de dictadura blanda (de la que heredaron la situación actual), y a su probable regreso. El cerco y control mediático que se ha evidenciado en esta última semana es prueba de que no es posible el diálogo con los grupos de poder en igualdad de circunstancias para la ciudadanía. Los medios comprometidos con los grupos de poder, en un desesperado y descarado intento de frenar el medio de expresión que no tienen bajo su control -las redes sociales y las TIC-, lo descalifican y lo minimizan,  restándole validez, diciendo que no es representativo de la sociedad, que es irrelevante, o que está coptado y obedece a un grupo político. Hasta el día de hoy (lunes 21 de mayo) es que Televisa muestra imágenes y da información sobre las manifestaciones ciudadanas, sin descalificarlas o insinuar que son manipuladas, aunque no se dijo nada sobre las amenazas o agresiones (como las que recibieron los manifestantes en Colima). Y se entiende claramente que lo hace por la presión ejercida a raíz del reclamo estudiantil.

Las voces y plumas que reprueban la protesta en la Ibero, centrando su crítica en ser parte de un estrategia del grupo de López Obrador, con ello menosprecian la capacidad de decisión autónoma de los estudiantes; acusándolos de intolerancia, irracionalidad y maniqueísmo, de aplicar tácticas de odio y promover la violencia en detrimento del diálogo, niegan a su vez reconocerles el derecho y la libertad de expresión, de la manera en que encuentren como hacerlo. En nombre de la civilidad se escudan para negar que su manifestación de desprecio al PRI fue genuina, y que son capaces de una iniciativa y una organización independiente de un grupo político. Que tienen memoria, preocupación social y espíritu crítico. 

Esta hipócrita demanda de pulcritud en el debate no es más que un escudo para disimular que subestiman la opinión de los jóvenes. Ni la hostilidad ni la aspereza están emparentadas a la falta de inteligencia, y eso lo sabemos quienes habitamos estos mundos de la virtualidad: un troll no necesariamente es estúpido, a veces hay más presencia del ingenio en una crítica aguda, más sustento en el sarcasmo y más argumento en la ironía fulminante (a veces no, tampoco vamos a santificar a los trolls ahora), y la demanda pueril de "NETiqueta" exigiendo eterna cordialidad y buena ortografía, a veces (muchas veces) sólo encubre la inseguridad de un anfitrión cibernético que no quiere recibir la menor crítica (junto al anonimato, la palabra soez y la falta de ortografía son los chivos expiatorios favoritos para desaparecer cuestionamientos críticos en los comentarios). Y es esta la misma postura de estos "defensores de la civilidad durante la protesta": no querer la confrontación crítica, evitar el cuestionamiento incómodo. 

Qué bueno que a estos estudiantes no les importa darles gusto. Como decía Violeta Parra: ¡Qué vivan los estudiantes!

viernes, 18 de mayo de 2012

Recordar los Setentas II (en Tributo a Donna Summer)


Ayer el mundo amaneció con la noticia de la muerte de Donna Summer, cantante que nació al éxito con un orgasmo musical -literalmente-. Love to love you baby suma veintidos "orgasmos" en su versión larga, la leyenda dice que no fueron simulados, el que la cantante pidiera que bajaran las luces durante su grabación alimentó esa versión.


No es Love to love you baby, sino I feel love, que me gusta más

Donna Summer, considerada la Reina de la música disco, inició cantando rock, y sólo porque en ese tiempo creyó que no había un espacio para el "rock negro" fue que se inclinó por la música pop bailable, al final la música disco hizo tanto por ella como ella por la música disco, volviéndose las dos sumamente exitosas. Curiosamente los dos géneros musicales se volvieron por completo antagónicos al final de la década, y sus seguidores irreconciliables, volviéndose lema la frase: "El rock es cultura, la disco es basura"; aunque en la práctica se fusionaron años antes. En una rica plática por Facebook, justo desencadenada por el recuerdo de la Summer, Hugo! (viejo amigo del blog, excomentarista habitual y lector fanzinfan de clóset) me pone de ejemplo Superstition, de Stevie Wonder, para ilustrar ese espacio intermedio entre la disco y el rocanrol, recordando que la música disco es hija bastarda del soul. Yo por mi parte di ejemplos más burdos, como el jugueteo de Kiss con la música disco, así como el de Rod Stewart.

Crecer en los 70´s fue intercalar en el soundtrack de la infancia canciones de Silver Convention (Fly, Robin, fly; Get up and boogie) y Barry Manilow (Her name was Lola, she was a showgirl...) con canciones de la primera oleada grupera, con éxitos como Déjenme si estoy llorando o Te juro que te amo, de grupos románticos como Los ángeles negros o Los terrícolas, que marcaron el paso en la música popular con sus baladas llegadoras, y marcaron el sonido distintivo de la época, pues aunque la cumbia, la balada pop y la canción ranchera tuvieron exitosos exponentes, no igualaron el arrastre de esos dos géneros. La música disco y la moda que trajo con ella influyeron en toda la vida cotidiana.

Otra amiga en Facebook compartió un video de la canción Hot stuff, en la que las chicas que hacen coros a Donna Summer lucen el clásico look setentero que se repetía en cada oficina y escuela, uniformando a las secretarias y las maestras de escuela: faldas largas, botas altas, cuello de tortuga y saco, túnicas sueltas, maxivestidos, mascadas en la cabeza y cuello, cabelleras de Angeles de Charlie. En las calles y oficinas se veían hombres con patillas largas y peinados afros, camisas estampadas y desabotonadas, chamarras de pana o piel, botas con taconcitos, pantalones acampanados de terlenka, esa tela 100% poliester que abarataba costos y homologaba apariencias (una serie de la época lo demuestra: Starsky & Hutch).



El grito melódico de "Do the hustle"  me recuerda las tardes de los sábados, sentados en la sala viendo el capítulo más reciente de El crucero del amor o el grito deTatoo: "El avioooón... el avioooón". Disco Samba me recuerda los anuncios del "chaka chaka de Ariel"; slogans como "¿Estrenando? No, Vel Rosita", "Caramba Doña Leonor, ¡cómo se le nota!", o ¿Eres tú, Carlos?"; animaciones como las de los anuncios de Banca Serfín y Bardhal, con personajes, frases y canciones entrañables (Carrazo, el "abuelo" de Rayo Mcqueen de Cars; o los tomatitos bien contentitos de El Fuerte). Las canciones de John Paul Young (Love is in the air) me recuerdan los modelos de zapatos de El taconazo Poppys y la desaparecidas tiendas departamentales Blanco y Paris-Londres. Lady Marmalade me lleva a las páginas de la revista Vanidades, con la más reciente entrega lacrimógena de Corín Tellado y los chismes de Carolina de Mónaco reventándose en las discoteques francesas. ABBA trae de regreso la improvisada pista de baile en la sala de mi casa, donde mis hermanas mayores me enseñaban a bailar funky y boogie. Born to be alive me llevará siempre a la colonia Roma en vacaciones de mayo (dos semanas de asueto que una modificación al calendario escolar se encargaría de desaparecer), cuando visitaba a mis primas en una casona californiana de la calle de Jalapa y recorríamos el largo pasillo jugando a ser Nadia Comaneci. 

Aunque los recuerdos de mis primeros lecturas (de libros de Julio Verne, Hermann Ville y otros clásicos), mi aprendizaje del ajedrez o mis primeras emociones cinéfilas los tengo más relacionados con el rock (y es que fueron gracias a la influencia de mis hermanos, que se ambientaban siempre con música de Led Zeppelin, Black Sabath, David Bowie, Pink Floyd, Alice Cooper, Lou Reed, Queen o John Mayall), la música disco y las baladas (de grupos románticos y cantantes pop) musicalizan la mayoría de mis recuerdos infantiles, por eso la muerte de esta leyenda musical me los regresó de golpe todos (de por sí frescos por la entrada anterior), las canciones I will survive y Short cute to the end (tema de La carabina de Ambrosio) son las canciones que más me mueven las emociones y esa nostalgia, regresándome a mi primera década de vida, a los juegos pintados con gis en el patio (el avión y el "declaro la guerra..."), a los comics de La pequeña Lulú y mi lonchera de aluminio, a mi gata Melina, al Chevy Nova de mi papá, a la casa nuevita, recién amueblada.

Entre esos recuerdos destacan los festejos de Semana santa, de los que ya platiqué, pero no dije que se  musicalizan con Jesucristo Superestrella, ópera rock más discotequera que roquera; curiosamente otro recuerdo ligado a la religión es la primera visita del Papa y los espejitos en la azotea con que subimos a despedirlo, y no será la bonita pero empalagosa canción de Roberto Carlos, "Amigo", la que me recuerde ese evento, sino Gracias a dios es viernes, tema de película que también musicalizará la visión fugaz del Concorde volando encima de mi casa.

Y es justo en esta película donde Donna Summer hace su única aparición cinematográfica. Justamente cantando Last dance.



Hasta siempre Donna, gracias por poner la música para mis memorias menos tristes.

Actualización: Hoy, 20 de mayo, se anuncia la muerte de Robin Gibb, fundador de Bee Gee´s, grupo que musicalizó la década entera de los años 70. Apenas en la entrada anterior nos alegrábamos que hubiera superado una crisis de salud a causa del cáncer de cólon e hígado. La música disco en luto pleno.

jueves, 10 de mayo de 2012

Amor es... Recordar los Setentas


Hay pequeños detonantes que te llevan de viaje a tus años niños, secuestrándote del presente y conduciéndote a esos tiempos que ahora se antojan deliciosos, plácidos y felices (aunque no siempre fueron así, sin embargo, la memoria privilegia los momentos más risueños)

Cuando vi en un capítulo de The 70´s show una recámara ambientada en esa década, algo que me llevó a mi infancia fue un cartel en la pared con una pareja de niños desnudos, dibujados en blanco y negro.


Cuando empezó la década de los 70 empezó también la historieta de un sólo cuadro que muestra a una pareja de enamorados instruyéndonos de lo que el Amor es... Su fama creció internacionalmente al coincidir con el éxito de Love story, historia que resulta un bestseller en su versión escrita y un blockbuster cuando se lleva al cine con Ryan O´Neal y Ali MacGraw como protagonistas, siendo su lema "Amor es no tener que decir lo siento". 

La historia del cómic es tan romántica como la de la película, pues su creadora Kim Casali la hizo a partir de las notas dibujadas que le hacía a su futuro esposo, quien las propone a un diario norteamericano donde cobran fama. Tras la trágica muerte de su joven marido, Kim concibe un hijo de ambos por medio de inseminación artificial, lo que en su momento provocó gran polémica e incluso la reprobación del Vaticano, y cuando veinte años después ella muere, su hijo toma en sus manos la continuación de la historieta, para que la creación de su madre perdure (muy rentablemente, por cierto).

Aunque en realidad es un dibujito feo y cursi, su éxito se prolongó durante toda la década y se reprodujo en pósters, etiquetas, calcamonías y estampas. Yo recuerdo haber visto esas caricaturas tapizando la puerta de la recámara de mi hermana mayor (en ese tiempo adolescente), así como pegada en los forros de sus cuadernos y coleccionada en álbumes, pero especialmente me acuerdo de haberla visto en una de sus playeras.

Todo el programa de The 70´s show me llenaba de nostalgia, pues habiendo nacido justo en el año 1970 me tocó vivir a plenitud toda esa época y reconocía la moda, los modelos de auto, el estilo de peinados y hasta los utensilios de cocina (fue cuando nuestras cocinas se invadieron de productos Tupperware, y en casa había unos botaneros idénticos a los de la mamá del protagonista), pero fue ese póster de "Love is..." lo que más me transportó a mi infancia, trayéndome de vuelta los estampados de los pantalones acampanados de mis hermanas, mi fiesta de seis años, los viajes en la parte trasera de la camioneta de mi papá, el "permanente" de mi mamá -sostenido a fuerza de pura laca-, la premier de King Kong (en la que me perdí en la entrada del cine), las canciones de Roberto Carlos, el reloj de gato en mi pared, mi triangulito de Boing para el recreo, y a la Señorita Cometa y a Ultramán en la televisión arriba del ropero.


No es la tele que había arriba del ropero pero sí es un objeto clásico de los ´70s (¿creerán que en toda la Internet no encontré una foto de estas clásicas televisiones de marciano?, tuve que ir al desván a sacarle una foto a esta pero sólo la pude subir por Facebook con esta pésima calidad... Blogger y el Dumbphone boicotean mis posts)

Curiosamente mi principal recuerdo televisivo no es de caricaturas o de programas infantiles, y eso que me pasaba tardes enteras viendo al Tío Gamboín y toda la barra de caricaturas que nos enjaretaba (¿alguien más se acuerda de El Rey Leonardo? o de ¡Ahi viene Cascarrabias!), sin embargo, la imagen más significativa que tengo enmarcada por el televisor fue un beso entre Ofelia Medina y Enrique Álvarez-Felix. Tenía yo inocentes seis años y mi prima dos años menor estaba de visita en casa, junto a su madre, que impuso su deseo de seguir su telenovela habitual, así, en un momento dado mi prima -que sabía toda la historia- me señaló escandalizada la pantalla: "Mira: se están besando", dijo, mientras se llevaba la mano a la boca para cubrírsela, haciendo más patente su indignada sorpresa. El close-up a los rostros protagonistas que se unían por sus labios fue la escena que quedó grabada en mi mentecita tierna y sin mancha (hasta ese momento), y el nombre de "Rina", que mi prima decía con tanta familiaridad, fue el primero de muchos que guardé en mi directorio nemotécnico, de mujeres y hombres cuya historia dejaría de ser ajena para volverse propia, por lo menos en espacios de media hora, cuando sus conflictos eran también míos. Y así se abrió mi puerta a las colorinas, las vivianas, las gaviotas y las bettys las feas, hermanas de un dolor y una ilusión común.

Otro objeto que me toma de la mano y me lleva de regreso a mis pantalones con peto y mis suecos de madera es el disco de vinilo, pero no un LP (que junto al cassette lo relaciono más con los 80´s), sino al de 45 revoluciones por minuto, presentación discográfica con duración de sólo cinco minutos y que incluía apenas dos canciones, normalmente el sencillo a promocionar y del lado B una canción de relleno. Cada que veo uno de esos me acuerdo de los sicodélicos albumes de mi hermana, que guardaban sus discos de Camilo Sesto, especialmente me acuerdo del de Fresa salvaje, que era su canción favorita y la de moda en ese año.


(yo tenía un pantalón igualito a ese como uniforme del kinder... je)

Camilo Sesto era un dios para ella, y para muchas, pues aunque era más exitoso Julio Iglesias, lo era con un público más general, y Camilo, con su cabellera ondulada, sus ojos azules, sus rasgos de príncipe de cuento y su bien manejada voz varonil, lo era principalmente de las mujeres. Con el tiempo la voz y las canciones de Camilo Sesto se volvieron mi principal transporte a ese viaje al pasado, cada canción tiene una película en mi mente con recuerdos de todos sabores, mis favoritas de siempre son ¿Quieres ser mi amante? y Algo de mí, denle a los enlaces si la de Fresa salvaje les pareció de risa loca, fuera del contexto de esos años puede parecerlo, pero sus baladas de verdad son muy lindas (otro video de ese tiempo, tan curioso por la moda y por la juventud del cantante, pero igualmente asombroso por la voz, es el de José José en la final del Festival OTI con la canción El Triste, véanlo si son de ese tiempo para recordar como cantaba, pero especialmente si son muy jóvenes y quieren ver que no es leyenda urbana que alguna vez José José tuvo voz).

Y ya hablamos de Love story, una película muy representativa de esa época, pero a mí la historia de amor que me marcó la infancia fue una cuyos protagonistas eran unos niños como yo (bueno, un poco más grandes), y cuyo romanticismo estaba más a mi alcance de comprensión: Melody. El primer amor como te lo imaginas (o como te enseñan que debe ser): tierno y dulce, pero a prueba de todo. El niño que mira a la niña de reojo, con timidez; la niña que camina con su falda corta, derrochando inocencia pero arreglandoselas para enamorar a todos; los dedos que se entrelazan; la huída para salvar al amor... y todo con el marco musical de los que pondrán el soundtrack a toda la década: Los Bee Gees.

Por cierto, Robin Gibb está nuevamente cantando Stayin´ alive (♪ha-ha-ha-haa♬)... no soy fan, pero qué bueno, ¿no?