Paso muchas veces por la calle de Antonio Caso, en la col. San Rafael, antes porque cerca de ahí vivía un muy querido amigo que siempre me recibió y me invitaba un café con buen cuerpo y excelso aroma, al que acompañaba de su único e inolvidable pay de mandarina coronado de merengue; también paso por ahí para ir a los eventos culturales gratuitos (o muy baratos) en The Anglo; para sacar citas en la clínica del ISSSTE, para exámenes de laboratorio (de la mamibicha), e incluso para asistir a la agencia funeraria Gayosso, para despedir a un conocido; y siempre que paso, me detengo a ver admirada el edificio que está en la esquina con la calle José Rosas Moreno.
Tengo una debilidad por los edificios en ruinas, especialmente por los que aún muestran signos de un pasado glorioso, de una belleza que el tiempo y el maltrato o descuido humano no han podido aniquilar. Los miro como a las estrellas de cine de hace muchos años, que no pudieron detener el tiempo y este se ha ensañado alrededor de sus ojos, de sus labios o en su cuello, surcándolos de arrugas, pero que con todo y eso, siguen manifestando una belleza y una presencia arrobadora, ya sea a través de unos impresionantes ojos o de un perfil perfecto. Alguna vez en el teatro El Granero vi el magnífico perfil de Kitty de Hoyos, que volteó a verme de reojo con su mirada felina cuando escuchó a mi acompañante pedirle el autógrafo a Susana Alexander, que la acompañaba; cuando se dio cuenta que el de ella no fue requerido se volteó displicente, pero es que mi acompañante no la conocía, yo sí, y lo que ella no supo es que el resto de la obra me la pasé admirando su madura y espléndida belleza, que se imponía con gracia y dignidad al paso del tiempo (calculo que tendría alrededor de sesenta años entonces).
Así me parece que estos edificios afrontan el tiempo y el descuido: con dignidad, con orgullo de los detalles que han logrado conservar. Tengo en la mente desde hace un par de décadas un proyecto de libro con fotografías e historias de esos edificios, cuando descubri los blogs pensé que era la oportunidad de hacerlo realidad, en un inicio dudé entre comenzar este blog o hacer ese proyecto, luego los paseos dominicales fueron pensados también para eso, pero mi dispersión mental no me ha dejado concretarlo. Este sería el primero de esos posts largamente pensados.
Y este sería el edificio idóneo con que comenzar:
Desde la contraesquina de Antonio Caso y Rosas Moreno |
Fachada sobre la avenida Antonio Caso |
Entrada principal y parte del edificio aledaño |
Ventana y detalle de la puerta principal |
Ventana sobre la calle Jose Rosas Moreno |
Entrada sobre la calle José Rosas Moreno, con letrero de declaratoria de protección |
Balcón |
Ventana y balcón de la fachada principal |
Detalle de la ventana y puerta principal |
El edificio se llama Gregoire du Wollant, en honor del encargado de negocios de la embajada de Rusia en 1905, quien convivió bastante con los personajes de la escena cultural y gubernamental del porfiriato, como comprueba la nota periodística de El Imparcial, que reseña el festejo de Año Nuevo con el nombre del también escritor ruso, junto al del General Díaz, Justo Sierra y Amado Nervo, entre otros. El edificio se encuentra en la esquina de Antonio Caso y Rosas Moreno.
La colonia San Rafael fue fundada en 1882 a iniciativa del ingeniero Francisco Somera, y concebida para alojar a la pequeña burguesía de arquitectos y estudiantes de esa disciplina en la Academia de San Carlos (en ese tiempo era conocida como "la colonia de los arquitectos"), sus calles fueron nombradas como algunos de los positivistas más destacados en México. Sus habitantes eran tanto familias acaudaladas como de clase media y popular, por lo que se encontraban desde fastuosas mansiones, privadas (propiedades departamentales con calles cerradas para uso exclusivo de sus moradores) y vecindades.
Ahora la mayoría de los edificios evidencian la falta de mantenimiento, pero todavía es posible encontrar vida dentro de sus deterioradas paredes, como "documenté" en el edificio aledaño al Gregoire du Wallant, cuando un hombre de avanzada edad se asomó a ver con reprobación al ruidoso grupo de jóvenes debajo de su balcón, para luego meterse entre desesperanzado y despectivo:
El edificio Gregoire du Wallant no siempre lució así, dicen que hace décadas hubo un incendio y que desde entonces está abandonado, quizá por un litigio familiar no resuelto. Hay quien dice que ahí vivieron Renato Leduc y Leonora Carrington, cuando él se casó con ella para ayudarla a escapar de España y el yugo nazi.
Así lucía en los 70´s:
Fotografía tomada de la estupenda página de Facebook La Ciudad de México en el tiempo |
Actualización:
En los comentarios nos dejaron información muy valiosa que me permite hacer la siguiente información:
No fue la primera colonia del Distrito Federal (como originalmente puse en esta entrada, afortunadamente en los comentarios Angelitaaa me sacó amablemente del error), antes de ella se fundaron las colonias Santa María la Ribera, en 1861, y la Guerrero, en 1871. También nos recomienda el libro de Carlos Chanfon Olmos: "Historia de la Arquitectura y el urbanismo mexicanos" V.III Tomo II. Mexico: UNAM Fondo de Cultura Economica, 1998.
Y Sabina Vinyl nos regala un enlace a la página de Facebook del Proyecto Óxido, donde encontramos una versión encantadora sobre el abandono de esta casa, por favor no se pierdan de leerla, es una de esas historias que subyugan.