lunes, 16 de febrero de 2009

Lucien Freud y la Obsesión Obesa.

...Y ya que hablamos de tallas extras.


Lejos de la voluptuosidad naif de Botero y sus gordos lozanos, Lucien Freud, nieto del creador del psicoanálisis, se aleja de la cariñosa ironía para instalarse en la descarnada bofetada que la monumentalidad de Sue Tilley (supervisora de subsidios sociales de Londres) asesta al espectador del cuadro de 33.6 millones de dólares -el más caro de un autor vivo-.

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La cruda belleza "freudiana", belleza sin vanidad, sin pudor, sin indulgencia, perturba por su humana inmisericordia: no ignora las várices, la arruga, la imperfección. Tampoco la ternura. La vulnerabilidad. Tal como buscaba su abuelo, desnuda el interior humano.


Alternativa estética para la era del photoshop.


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Ideas en tránsito