Fue la primera participante de un reality show en tener relaciones sexuales frente a las cámaras; indignó a todo un país cuando, en otra versión del mismo programa de telerrealidad, hizo comentarios racistas sobre una actriz hindú, y fue durante ese reality que se enteró que tenía cáncer cervical; tan criticada por su ignorancia (creía que Sadam Hussein era un boxeador) como alabada por su estilo desenfadado, su decisión de televisar tanto su boda como su muerte -al saber que estaba en fase terminal- también causó polémica, pues mientras unos aplaudían que difundiera entre las mujeres la prevención de esa variedad de cáncer, también muchos criticaron su oportunismo. Finalmente ayer murió la mujer de 28 años que hizo de su propia vida (y muerte) un reality show; no hubo cámaras de televisión, pero sí una cobertura de todos los medios.
Y con esto renace la polémica sobre la ética de televisar la intimidad y la privacidad de las personas. Pionero de esta forma de hacer televisión, Big Brother (nombre extraído del estupendo libro 1984, de George Owell) se sigue presentando en varios países con éxito, la fórmula del programa no podía ser más sosa: un grupo de personas se enclaustra voluntariamente durante meses en una casa sembrada de cámaras, que registran cada movimiento y palabra en su intento de permanecer hasta la final, librándose de las expulsiones con el apoyo del público voyeur. Muy lejos de una propuesta educativa, Big Brother logra, sin embargo, exponer algunas de las conductas humanas más básicas cuando se pone a prueba la tolerancia a la frustración, la anulación del espacio personal y la vulnerabilidad ante el aislamiento y la vigilancia invasiva. Juzgados con severidad, los integrantes de los concursos son rechazados por ser precisamente quienes son. Sus compañeros los nominan, el público los expulsa, y enseguida son exhibidos en todos los medios interesados en continuar con el acto circense. Juicios de valor sobre su moral, sus costumbres y sus reacciones ante las circunstancias forzadas en que son puestos, es el único premio que algunos obtienen en su exhibicionista búsqueda de fama.
Los realitys shows han variado desde esos encierros tortuosos en hoteles, casas o academias con paredes espías; desde elegir entre prospectos de pareja, perder peso, alcanzar una meta, competir por un sueño, obtener un empleo, transformar una casa, un auto o la apariencia personal, competir viajando alrededor del mundo o en situaciones extremas, o mostrar la vida privada de los personajes públicos, los programas de realidad han invadido los canales de televisión abierta y de paga. Incluso los canales culturales tienen los suyos: Discovey Channel muestra los trabajos más pesados, otorgándole un espacio especial al de los estoicos transportadores en tierras congeladas, o juega con las falacias y las leyendas urbanas, desmitificándolas; Film & Arts hace competir a pintores, en People & Arts intercambian esposas entre familias con costumbres contrarias, y magnates buscan quien se haga cargo de sus empresas. Sin embargo la fórmula sigue teniendo la misma base: asomarnos a una vida que no es la nuestra.
malditos reality shows, hasta los del animal planet me caen gordos!!!
ResponderBorrarno sabía todas las cosas que hizo durante su estancia en la casa del big bastard
ni quería saber, pero en fin. El caso es que pobres chavitos... ojalá no sufran mucho
"ni quería saber"... ja, ja, ja, ja
ResponderBorrarnimosss, mi signo, qué? no leiste el aviso de "entre aquí bajo su propio riesgo" -je-
fíjate que el del discovery sobre los camioneros de hielo que transportan mercancía en enormes trailers, sobre las tierras heladas de norteamérica sí es de verdad interesante, esos tipos se dan un "quién vive" diario con la muerte mientras resuelven un problema de comunicación y enlace entre poblaciones aisladas; yo creo que esa es una televisión de realidad propositiva, es como los talk shows, una cosa es cristina o laura de américa, y otra el de diálogos en confianza del canal once, prueba de que, buscándole, sí se le puede quitar la etiqueta de "caja idiota" a la televisión
Así como el papel, la pantalla aguanta muchas cosas y no necesariamente todas son buenas.
ResponderBorrarSaludoss
mmm cierto, la tele podría disminuir su carga de basura si quisiera :S
ResponderBorrarsip, y es una lástima que un medio con tanto alcance se desperdicie, aún hay quien asegura que la televisión no tiene la función de educar (según quién?, o por qué la limitante?, me pregunto yo), pero aunque sólo habláramos de entretenimiento, también la programación actual deja mucho que desear, y no sólo en la televisión abierta
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