“Soy tan feliz apenas pueda pasear sin rumbo por los bosques, entre árboles, hierbas y rocas. Ningún hombre ama tanto la naturaleza como yo mismo.”
Algunas anécdotas que redondean el retrato del genio musical:
La tatarabuela de Ludvig Van Beethoven fue condenada a morir en la hoguera, acusada de brujería.
Queriendo emular el éxito que Mozart tuvo como niño prodigio, su padre -también músico- lo obligaba a tocar noche y día, sacándolo incluso de la cama para hacerlo tocar hasta el amanecer, y hay quien dice, amarrado al piano.
En su primera presentación al público, para acentuar su precocidad musical, el padre dijo que tenía seis años, cuando en realidad tenía siete. Por esa razón Beethoven creyó ser más joven de lo que era, incluso al leer su acta de bautismo creyó que no era de él, sino de un hermano mayor muerto siendo un bebé.
En 1787, su protector el príncipe Maximilian Franz lo envía a Viena, a estudiar con Mozart. Se dice que cuando éste lo escuchó, dijo en voz baja (para no interrumpirlo): "Recuerden su nombre, ya que este joven hará hablar al mundo!".
La Tercera Sinfonía (La Eroica) la escribió "en memoria de un gran hombre", dedicatoria expresa para Bonaparte. Pero cuando éste se proclamó emperador, Beethoven borró violentamente el nombre del francés de la primera página de la partitura.
Fue el primer artista y compositor independiente de la historia, al recibir por parte de aristócratas vieneses -quizá avergonzados por la muerte de Mozart en la más absoluta miseria- una pensión anual de 4000 florines. Antes de esto, los músicos eran parte del personal doméstico de las familias aristocráticas, sin mayores derechos que el resto de la servidumbre, y con la obligación de la ejecución y composición de música según las órdenes y deseos de sus empleadores.
Amigo personal del poeta Goethe, admirador y musicalizador de su obra, sin embargo lo juzgo siempre por su servilismo hacia la aristocracia. Se cuenta que en la alameda del balneario de Teplice, mientras Goethe se apartaba y se quitaba el sombrero ante el paso de la emperatriz, Beethoven hizo lo contrario: se caló el sombrero y no redujo su paso, obligando a la emperatriz y a su corte apartarse.
Se dice que la composición "Claro de Luna", la compuso al escuchar la respuesta de una jovencita ciega ante su lamento por su creciente sordera: "Daría lo que fuera por ver la luna".
Era tan irascible en las interpretaciones ante el público, que a veces se interrumpía sí alguien hablaba o no ponía atención a su música, se negaba a tocar si no le habían consultado antes y era especialmente despectivo con la autoridad y la aristocracia pedante. Después de varios incidentes, el archiduque Rudolf decretó unas normas básicas de etiqueta especialmente para que la corte no lo afectara.
El índice del Dossier sobre Beethoven:
El Hombre
La Obra
El Testamento de Heiligenstadt
Carta a la Amada Inmortal
El Funeral
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