Pelagia suspiró. Tenía razón. Bien sabía ella que la gente no tiene otro sitio que la taberna para obtener un poco de alegría. Sin embargo, respondió:
-¡Tú no bebas! Tu padre ha bebido bastante por ti. Y me ha atormentado bastante...; tú podrías tener lástima de tu madre. Paul escuchaba estas palabras, tristes y tiernas; recordaba la existencia callada y borrosa de su madre, siempre a la espera angustiosa de los golpes. Los últimos tiempos, Paul había estado poco en casa para evitar encontrarse con su padre: había olvidado algo a su madre. Y ahora, recuperando poco a poco los sentidos, la miraba fijamente.
Era alta y un poco encorvada; su cuerpo, roto por un trabajo incesante y los malos tratos de su marido, se movía sin ruido, ligeramente ladeado, como si temiera tropezar con algo. El ancho rostro surcado de arrugas, un poco hinchado, se iluminaba con dos ojos oscuros, tristes e inquietos como los de la mayoría de las mujeres del barrio. Una profunda cicatriz levantaba levemente la ceja derecha, y parecía que también la oreja de ese lado era más alta que la otra; tenía el aire de tener siempre un oído alerta. Las canas contrastaban con el espeso pelo negro. Era toda dulzura, tristeza, resignación...
A lo largo de sus mejillas corrían lentamente las lágrimas.
-¿Qué alegrías has conocido tú? ¿Puedes decirme qué ha habido de bueno en tu vida?
Ella escuchaba y movía tristemente la cabeza: experimentaba el sentimiento de algo nuevo que no conocía, alegría y pena, y esto acariciaba deliciosamente su corazón dolorido. Era la primera vez que oía hablar así de ella misma, de su vida, y aquellas palabras despertaban pensamientos vagos, dormidos hacía mucho tiempo; reavivaban dulcemente el sentir apagado de una insatisfacción oscura de la existencia, reanimaban las ideas e impresiones de una lejana juventud. Contó su niñez, con sus amigas, habló largamente de todo, pero, como las demás, no sabía más que quejarse: nadie explicaba por qué la vida era tan penosa y difícil. Y he aquí que su hijo estaba allí sentado, y todo lo que decían sus dos ojos, su rostro, sus palabras, todo aquello llegaba a su corazón, la llenaba de orgullo ante su hijo que comprendía tan bien la vida de su madre, le hablaba de sus sufrimientos, la compadecía.
No suele compadecerse a las madres.
Paul volvió del patio.
-No encontrarán nada -dijo, con acento seguro; y comenzó a lavarse.
Después, secándose cuidadosamente las manos:
-Si muestras algún temor, mamá, se dirán: algo hay para que ésta tiemble así. Vamos, comprende que no queremos nada malo; la verdad está de nuestra parte y por ella trabajaremos toda la vida, no es ningún crimen. ¿Por qué temblar?
-Tendré valor, Paul -prometió la madre; pero, llena de angustia, dejó escapar:
-¡Si por lo menos viniesen pronto!
Pero no fueron aquella noche. Al día siguiente, previniendo que iban a reírse de sus terrores, Pelagia fue la primera en burlarse de sí misma:
-¡Tenía miedo..., de tener miedo!
MADRE es una palabra que encierra un amor grandioso e incomparable.
ResponderBorrarFeliz día a las madres y especialmente a tu mamá malbicho.
muchas gracias RBC, voy a decirle de tus saludos, seguro le dará gusto tener felicitaciones internacionales -je-
ResponderBorrarotra vez, que tengas un feliz día!
Me uno a los saludos a tu madre.
ResponderBorrarEl hecho de saber que corrió la marathon, me ha impresionado para el resto de mi vida.
Espero que haya sido un gran dia para ella, por favor transmítele mis felicitaciones y reconocimiento
bueeeeno, me la van a malacostumbrar!! -je-
ResponderBorrargracias Educavent, curiosamente hoy tuvo otro pequeño logro y ya bajó con nosotros a almorzar barbacoa (carne de borrego cocido lentamente en su jugo) y a recibir sus obsequios
también le mando un abrazo fuerte a las mujeres de tu familia!!
-- malbi, aqui reportandome apenas, chido cuento! con un final prometedor y bastante liberador, gracias!
ResponderBorrar-- oye me late mucho silvio, gracias tambien por eso y felicitame a tu mami tambien!
ResponderBorrarMe hiciste acordame de una ocasión en la que estaba curioseando un cd de Serrat, leí la letra de soneto a mamá y de manera inmediata e inevitable lloré... llevaba un año fuera de casa y extrañaba tanto a mi casa, a mi mamá...
ResponderBorrarmalbi, ya van como 2 o tres veces que me pones sensible, me las pagarás!! ;)
jota pe, dale al enlace al final para que leas la novela de máximo gorki completa, se pone mucho mejor y el final es genial
ResponderBorrargracias por tus felicitaciones, también le mando un abrazo a tu mamá!
signo, vaya!, de verdad admiro tu sensibilidad, no es usual que un hombre joven se sienta tan cómodo reconociendo sus sentimientos, felicidades por eso
un abrazo a tí y a tu mamá!
(y a la Azul que debe ser toda una mami)
jota pe, también a mí me late mucho silvio, sus letras me sorprenden pues suelo sentirme muy identificada
ResponderBorrartengo como anécdota que, después de un concierto masivo en el zócalo, cuando nos retirábamos caminando a media noche por la calle madero, su camioneta pasó junto a nosotros, algunos comenzaron a correr a su paso y bajaron la velocidad del vehículo, con lo que pudimos asomarnos por su ventanilla y saludarlo, él nos correspondió muy sonriente y amable, de lo más sencillo; de hecho, había regresado al escenario como cinco veces, como que se sentía de lo más cómodo y él, al igual que nosotros, no quería que el concierto acabara