Primero lo primero: La Disculpa.
No se ha actualizado este blog porque Blogger no lo había permitido, aunque yo también fallé porque me llené de compromisos y no pude cumplir puntualmente con la promesa de una entrada navideña diaria, sin embargo sí hubo tres posts hechos que blogger se negó a publicar y a guardar, perdiéndose también todo ese tiempo invertido y arrancado a otras actividades urgentes (como el mismo 24 de diciembre, que tardé más de tres horas en hablarles de la historia del arbolito y del nacimiento, y al querer subir imágenes alusivas Blogger me cerró la página y sólo guardó la primera línea escrita, como de por sí andaba atrasada en la elaboración de la cena, ya no pude rehacer la entrada). En otras ocasiones no me deja ni abrir el escritorio, ahora veo que hicieron cambios en la plataforma y probablemente fue que estaban trabajando en eso. Pero si no hubo entradas aquí, sí las hubo en
El (micro)Fanzine, no se olviden de hojearlo de vez en vez.
Segundo: La Felicitación Tardía.
Me hubiera encantado dejarles un mensaje navideño, una hermosa imagen y alguna melodía. De hecho, otro post no publicado hablaba de anécdotas alrededor de El Cascanueces y El Mesías de Haendel, dos de las composiciones clásicas que más se identifican con la Navidad (ambas fueron hechas por encargo, Tchaikovsky hizo la suya sin entusiasmo aunque una apuesta sobre la métrica de una parte hizo que pusiera un empeño especial; por su parte Haendel compuso en sólo tres semanas su obra sobre la vida de Cristo, aunque no dejó satisfecho al autor del libro en que se basó para su composición; a pesar de que el coro Hallelujah se oye mucho en estas épocas navideñas, en realidad pertenece a la parte sobre la Resurrección de Cristo, y el mismo Haendel lo dirigía años tras año durante la Pascua, hasta su muerte). Pero espero que su fiesta haya sido memorable. La costumbre de que esta fiesta sea familiar se impuso cuando las familias de clase alta de Nueva York y otras colonias estadounidenses, quisieron "sacar" la fiesta de las calles, pues desde el medioevo la Navidad era celebrada secularmente por el pueblo de manera licenciosa y ruidosa. En América los puritanos y aburguesados habitantes intentaban proteger sus propiedades de las travesuras del populacho, que al más puro estilo "jalogüinesco", amenazaban con tirar piedras a las casas si no se les obsequiaba con algo cuando iban de puerta en puerta cantando villancicos, como en cada casa se les ofrecía ponche hecho tradicionalemente con ron y huevo, los cantores podían volverse de verdad impertinentes, y los desmanes causados con tan navideña intención podían ser cuantiosos. Así, la entrañable fiesta familiar navideña, es derivada de una medida deliberadamente planificada para arrebatarle su caracter de festival masivo.
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Navidad en una casa neoyorkina a principios de siglo |
Las mismas familias burguesas fueron las que adoptaron la moda inglesa de adornar un abeto en el interior de las casas, tal como hizo la reina Victoria un par de años antes en el castillo de Windsor, ejemplo seguido por todas las familias pudientes tras verlo ilustrado en las revistas y periódicos. Y fue otra reina la que habia introducido la costumbre en Francia: María Lescszinska, esposa de Luis XIV, quien por primera vez mandó colocar un árbol en el Palacio de Versalles (adoptando la costumbre de Alsacia, donde pasó su juventud), y no fue una reina sino una princesa la que llevaría la costumbre del árbol de Navidad a España: Sofía Sergueievna, quien al enviudar de un hermano de Napoleón se casó con un duque español.
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La reina Victoria y el árbol que instaló en el Castillo de Windsor |
En España se tenía ya la costumbre de instalar los belenes, esa costumbre también fue llevada por una reina, la esposa de Carlos III que adoptó la tradición napolitana, que tuvo su origen en la idea de San Francisco de Asís,
de esto ya hablamos en El Fanzín hace un par de años, contrario a lo que se afirma, en ese primer nacimiento no hubo personas reales, pero sí un burro y un buey de verdad. Por cierto, en la actualidad aquí en México se exhibe
el nacimiento más grande del mundo... y en mi casa el nacimiento más pobre del mundo, pues lo hice con puro material reciclado (papel amate, hojas de plátano secas y frescas, ramas que recogí durante mis caminatas matinales y piedras tomadas de la colección de un sobrino que estudia geofísica), también la corona de adviento y las botas que cuelgan en la escalera fueron hechas sin gastar un sólo peso, pero como tengo una hermana que es compradora compulsiva y que no se piensa mucho al comprar lo que está de moda, conviven con nochebuenas incandescentes que se prenden al ritmo de villancicos sajones, series luminosas con figuras de princesas disneyanas y adorables muñequitos de fieltro que invaden cada pared; la decoración se extiende hasta el jardín que es terreno creativo de un cuñado, y que tampoco se mide mucho al iluminar los árboles y los arbustos, y hasta un venado pace apacible y mecanizadamente al lado de "la cabaña de Santa" (casa de juguete de mi sobrina de cuatro años, tapizada con papel de ladrillos nevados y adoptada como refugio invernal por nuestra perra, que no entiende que ella no es Santa Claus).
Tercero: La Reseña Festiva.
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Mis hermanas y yo (soy la más virginal)... bueno, en realidad es una antigua postal del archivo de la Biblioteca de Cataluña |
En mi casa la fiesta empezó desde el 23 de diciembre, día que hicimos una posada; llevábamos semanas pintando la casa para que volviera a tener la fachada blanca y el interior gris aperlado, como cuando yo era niña (aunque no fue mi decisión, por lo que fue un buen regalo para mi escuinclita interna), así que hicimos maravillas para que la casa luciera organizada y limpia, pues apenas un día antes estaba el tiradero propio de cuando se hace talacha: andamios, botes volcados, muebles fuera de su lugar... basura, basura y más basura (de dónde sale tanta?!!). Lo bueno fue que para el día 24 ya no había mucho trabajo que hacer y pudimos concentrarnos en los preparativos para la cena, que quedó deliciosa, con un chef y un barman en casa siempre hay cosas con qué sorprender al sentido del gusto, y para esto déjenme presumirles que gracias a mi feo vicio de fumar benson mentolados recibí de regalo una fina champaña (Moët et Chandon), sin embargo, por causas de logística se nos pasó la hora del brindis por andar repartiendo regalos (momento en que no fue nada molesto tener a una hermana compradora compulsiva, he de decirles), así que brindaremos con refinamiento hasta el Año Nuevo, pero lo que sí usamos fue el kit de coctelería que también fue regalo de los mismos, y dijimos salud con coctéles inéditos y versiones caseras de licores comerciales. Ya les conté que en casa siempre se cantan villancicos, se canta la letanía y se arrulla al Niño Dios antes de romper la piñata, y aunque les parezca muy ñoño es uno de los momentos que más disfrutamos, aunque el verdadero momento de risa loca es cuando se rompen las piñatas, tengo la suerte de tener una familia alegre y medio loca (incluso hubo una vez en que se improvisó una pastorela), tuvimos, además, invitados muy divertidos, y antes de darle palos a la piñata, no sólo se mareaba dando vueltas al que tenía el turno, sino se le obligaba a beber un mezcal "de hidalgo" (esto es, vaciándolo de un sólo trago), lo cual provocaba situaciones muy cómicas. Luego vendría el momento de intercambiar regalos, que también está plagado de bromas y risas, y posteriormente la cena, donde podíamos elegir entre pavo dulce o pavo adobado, además de tradicionales romeritos, ponche y ensalada de nochebuena, que es refrescante y digestiva, lo cual se agradece después de los otros platillos, y de esta quería darles la receta pues es un platillo que tristemente se está relegando, no pude publicarla a tiempo pero se las dejo ahora pues pueden acompañar su cena de Año Nuevo, o hacerla un día posterior para aligerar sus estómagos después del recalentado. Les dejo la que hace la mamibicha:
Lechuga orejona
Betabel
Jícama
Limas
Naranja
Cacahuates
Dulces de colación
Jugo de naranja
Los betabeles se limpian muy bien, se pelan y se cocen en poca agua hasta que estén suaves. Se rebanan finamente y se reserva el agua de cocción. La lechuga se corta en tiras finas y se desinfecta (una forma de hacerlo, si no se tiene una solución comercial, es agregar dos o tres gotas de cloro al agua en que se sumergen las legumbres). Las jícamas (sin piel), las limas y las naranjas se rebanan finamente. En una fuente, un bol o una cazuela (las de barro añaden frescura a la ensalada) se colocan las frutas y verduras, junto con los cacahuates pelados y la colación, se bañan con el agua en que se cocieron los betabeles, se le agrega el jugo de naranja y se endulza con un poco de azúcar (de preferencia morena... o si se quiere, el agua de los betabeles se puede volver a hervir pero ahora con un trozo de piloncillo), poco, porque la colación al deshacerse le agregará dulzor.
Espero su fiesta haya sido memorable.