Siempre en domingo veíamos Siempre en Domingo, y como dice la paráfrasis famosa, siempre lo mismo. La fórmula del programa de variedades, paradojicamente, no varió en los casi treinta años que estuvo al aire por el Canal 2, bautizado como El canal de las estrellas precisamente por este programa y por el responsable del mismo (y de las mismas), Raúl Velasco, improvisado periodista terminado en conductor de televisión por el vínculo familiar que tenía con Miguel Alemán Velasco, hijo del expresidente Miguel Alemán Valdéz y ejecutivo de la televisora (para que no se extrañen de que el consorcio de Televisa ha estado siempre ligado a los intereses políticos del grupo en el poder). Ahora que hay que reconocer que el nepotismo que pudiera haber llevado a Raúl Velasco a la pantalla chica, no fue el motivo por el que se mantuvo reinando durante más de veinte años, el señor tenía olfato para cazar audiencias fieles, sabía distinguir entre los cientos de aspirantes a estrella que tocaban a sus puertas al que haría suspirar masivamente, y a quien pudiera impactar más allá de las fronteras.
Aún hay más, dice... y es que nos dejó su legado: un cielo pleno de estrellas opacas, y a la horrible y odiada Paty Chapoy |
Porque no sólo el pueblo domesticado de nuestro país, paralizado por la dictadura blanda de un partido incrustado en el poder desde el "triunfo" de la Revolución (siempre con mayúscula), adoptaba sumisamente los designios musicales de este señor, también los de las Hermanas Repúblicas de toda Latinoamérica cerraban filas ante su mandato mediático, y los luismigueles, las lupitas d´alessios, los julios iglesias, los hermanos zavala y los timbiriches eran aplaudidos en casi toda la parte baja del continente. Hermanados por el idioma y por el mal gusto, los latinoamericanos hicimos ídolos a los que recibían las pataditas de la suerte que Don Raúl daba en cada debut, dejando siempre espacio para el siguiente, porque sabíamos de antemano que "aún hay más" de donde habían salido aquellos. Y aunque también hubo artistas que tuvieron un digno nivel de calidad en sus actuaciones, ninguno fue un prodigio que ameritara la idolatría que su apadrinamiento garantizaba. Porque a la magnífica voz de José José se le unían las mediocres composiciones de un Rafael Pérez-Botija, a la autenticidad de un Rigo Tovar se le añadía un halo innecesario de linaje popular, y a las interpretaciones aceptables de una Lupita D´alessio o un Luis Miguel, se le sumaban sus actitudes nefasta, escenografías de paupérrima inventiva, efectos de cámara vergonzosos, vestuarios horribles y una investidura de misticismo brilloso que los elevaba a ídolos del pueblo y figuras admiradas.
A cambio de los buenos cantantes y las figuras carismáticas que llegó a presentar, impulsó también a la mayoría de pésimos entretenedores que inundaron la escena nacional, sin mayor talento que el de ajustarse a su particular noción de espectáculo, así, grupos como Timbiriche, Menudo, Garibaldi, Fresas con crema o Magneto se montaban en el escenario a seguir coreografías ofensivamente sencillas mientras hacían playback (a veces ni siquiera grabados por ellos mismos); o personas que juran que cantan como Ericka Buenfil, Pablito Ruiz, Verónica Castro, Lucía Méndez, Paulina Rubio y un lamentable etcétera miraban a la cámara con ojos seductores cuidando más el ángulo de su cara que la posición del micrófono.
A estos artistas imponía su mentalidad mojigata, conservadora y de burdo gusto, así, al grupo Menudo proveniente de Puerto Rico, donde ya eran muy populares, puso la condición de que se cortaran el cabello para poderlos integrar a su programa; a Joan Sebastian le vaticinó que no tendría éxito por ser feo, a Laura León lo mismo, pero por vulgar, y a Lorena Herrera por parecer "piruja" (ahora que, muy errado en sus críticas tampoco andaba, je), y es sabido que vetaba a placer a artistas que no se sometían a sus condiciones, destruyendo en muchos casos carreras incipientes o ya cimentadas. Un ejemplo es el de la cantante Ellis Regina, completa desconocida para el público mexicano pero que a nivel internacional es reconocida como una de la más importantes cantantes de bossa nova, ritmo que protagonizó las décadas 60 y 70 a nivel mundial, pero que en México no trascendió gracias al veto que Televisa y Velasco le impusieron a raíz de un conflicto con esta cantante. También Gloria Lasso, excelsa cantante española que difundió la canción mexicana a nivel internacional, fue vetada en México por un altercado con el conductor. El tenor Humberto Cravioto fue otro de los vetados por haber aceptado ayuda de Jorge Saldaña para grabar su primer álbum. Y a Jaime López no le perdonó nunca el chiste de "No hay peor lucha que Lucha Villa" (cabe decir que la cantante vernácula no estaba con las limitadas condiciones físicas que está ahora, por lo que el chiste no era inadecuado por eso... y Jaime López todavía no se autoboicoteaba artísticamente con la shalalesca canción que propuso para el festejo bicentenario, por lo que su irreverencia todavía era aplaudida). Disqueras y empresas del espectáculo también se regían por su "instinto musical", casi nadie se arriesgaba a apostar por propuestas alternativas pues no sólo el público estaba muy aleccionado y muy influido por las de Televisa, sino que se podían atraer las represalias del poderoso grupo. De esa forma, Raúl Velasco cumplía con su labor de imponer la telecracia desde el aspecto musical y de espectáculos, en conjunto con los otros esfuerzos que hacían los productores de telenovelas, de espacios informativos, deportivos y de programación infantil, limitando las opciones que el televidente podía hallar.
A pesar de que a cuadro presumía su origen humilde, su contacto con el pueblo, su espiritualidad y su nacionalismo, Raúl Velasco es calificado por sus mismos subalternos y colegas como un hombre tiránico, déspota, malinchista y clasista, ganándose por compañeros y público el mote de Raúl Delasco, en obvio juego de palabras con su apellido. Su falso nacionalismo, que aparentemente promovía fiestas y tradiciones mexicanas, lo hizo manipular festividades como los carnavales de Veracruz y Mazatlán, o la Feria de San Marcos, para ajustarlas a los parámetros que su programa exigía para televisarlos. Se dice también que facilitaba el contacto entre las figuritas del espectáculo que promovía, y los políticos u hombres de negocio que requirieran su cercanía.
Sin embargo, no se puede negar que a cuadro lograba transmitir una calidez y carisma que sedujo a cientos de miles de mexicanos que obligaba a permanecer pegados al televisor durante varias horas, sin mayor oferta que su criterio y gusto personal, así, alternaba números musicales con números circenses, cómicos, de hipnotismo, o intervenciones personales cargadas de prejuicios (temeroso de la presencia de un joven en su programa, en tiempos del halconazo del ´71, le negó la oportunidad de recoger un premio de un concurso literario dicendo que "No es momento para presentar a los jóvenes"). Fiel a la pauta de su patrón Azcárraga Vidaurrieta (Nuestro negocio es la diversión, el entretenimiento y el ocio. La educación que la dé el gobierno. No nos interesa educar a nadie) y a la de su sucesor Azcárraga Milmo (Yo hago televisión para jodidos), llegó a decretar que las canciones no debían hablar más que de amor (en claro rechazo a la canción política y de protesta), a recomendar lecturas como el libro Azteca -repleto de imprecisiones históricas-, o películas "decentes" como la Sociedad de poetas muertos (ante las exitosas Sexo, mentiras y video o El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante); lloró a cuadro para defender la dignidad de la pobreza, representada por Ricky Luis y su canción "Tengo un mes con el mismo pantalón", o más inolvidablemente aún con Juanito Farías y su "Viejo caballo de palo", durante la final del 1er. Festival Infantil Juguemos a cantar, versión aniñada de su clásico Festival de la Canción OTI, que hasta eso, logró convocar a los mejores cantantes y autores de la década de los 70 (después ya no valió la pena, con honrosas excepciones como Eugenia León y Marcial Alejandro en 1985). Su "apego" por los más humildes era tal, que incluso llegó a decir, tras los sismos del ´85, que afortunadamente la mayoría de las víctimas habían sido de clase media (además de agradecer que no se hubieran visto dañadas las instalaciones para el próximo Mundial de futbol).
A diferencia de la década anterior, en que su popularidad era tanta que incluso hicieron una (abominable) película, ya en los 90s su programa y su influencia dejaron de ser tan poderosos, aunque todavía se mantuvo en pantalla hasta 1998. La misma Televisa encontró competencia, primero en Imevisión y luego en TV Azteca, que tuvieron algunos aciertos que les minó audiencias y poderío, así como en las nuevas tecnologías que diversificaron las funciones de un televisor o abrieron nuevas formas de comunicación, abriéndose, por fin, las opciones de entretenimiento. Y fue así que poco a poco los domingos fueron devueltos a la gente, para que pudiera poner una película en el VHS, conectarse a Internet, o salir a un concierto de OCESA (otro monopolio, pero en ese entonces, en ciernes)... porque algo que regresó al país cuando empezó a perder hegemonía su dictadura musical fue el rock.
Al rock Raúl Velasco lo empezó a censurar publicamente desde que llegaron The doors a México y se tuvieron que conformar con tocar cinco días en el Forum de los Hermanos Castro, siendo que habían aceptado tocar en la Plaza México ante 48 mil personas; pero todavía no pasaba ni un año de la matanza en Tlatelolco con que culminó el Movimiento estudiantil del ´68, y todas las congregaciones juveniles eran consideradas peligrosas y todos los intereses de la juventud, sospechosos, así que de ninguna manera se iba a dar permiso de que se hiciera un concierto de rock y menos aún de un grupo como los Doors que acababan de protagonizar un espectáculo indecente, lascivo y sedicioso en Miami, como los que nunca se querrían ver en el México limpio y querido que se mostró en los Juegos Olímpicos del año anterior. Así que sólo se consiguió que se pudieran presentar en un centro nocturno de lujo, con cabida para mil personas que pudieran pagar 200 pesos de esos hippiescos tiempos -una pequeña fortuna-. Doscientos pesos que no autorizaban el consumo de alcohol. Así que el público estaba conformado por una mayoría de niños popis que sorbían sus limonadas con ayuda de un popote mientras oían a Jim Morrison presentarse diciendo: "Yo soy Fidel Castro". Y Raúl Velasco reseñó para El Heraldo de México la actuación impropia de ese greñudo y barbón cayéndose de borracho. Parménides García Saldaña -junto con José Agustín el máximo representante de la literatura "de la onda"- dio su propia versión de los hechos en despiadada respuesta de la conservadora reseña, en un artículo que prometo hacer lo posible por encontrar (mientras les dejo una muestra de lo que sus crónicas roqueras eran: una reseña supergrubi que podría llamarse "La importancia fálica en la música de Led Zeppelin"). Por cierto que entre esos niños nice estaban el Perro Bermúdez, comentarista deportivo que destaca por sus metáforas churrigrotescas al narrar un partido; el (mal) periodista Jorge Berry (bueno, él era del grupo telonero), y uno de los hijos del presidente Díaz Ordaz, tal como predijera en su canción Abuso de autoridad, el Three souls in my mind (que luego, ya transformado en El Tri, y por esas vueltas que da la vida, se dejaría producir un disco por ese mismo heredero del presidente genocida). Ese mismo Alfredo Díaz Ordaz se encerraría a drogarse con Morrison en Los Pinos, un año después, con tan mal tino que los cachó su represor padre.
Jim Morrison en México, 1969 |
Durante muchos años el rock en Siempre en Domingo se limitó a los recuerdos que levantaban Enrique Guzmán, César Costa, Alberto Vázquez, Angélica María o Jhonny Laboriel al repetir sus éxitos sesenteros, o al rock obscenamente diluído de Timbiriche bajo la tutela de Luis de Llano Jr. (otro al que le debemos el mal gusto musical y la fresez "rebelde" de nuestra juventudes mediatizadas). O peor aún: Pedrito Fernández y Pedrito Aguilar queriendo pasar por rockeros, renegando de su pasado ranchero y cantando cosas como: "Coqueta... te digo cuando vas en bicicleta... te digo cuando subes la banqueta...". Ni Chac-mool, ni Botellita de Jeréz, ni Dangerous rythm, ni Iconoclasta, ni Guillermo Briseño, ni Rockdrigo, por mencionar a algunos, tuvieron jamás espacios en Siempre en Domingo, aunque hay que señalar que Luis de Llano intenta darles chance a algunos en otros programas de Televisa, pero bajo sus conceptos "artísticos" y "vanguardistas" (que eran una especie de escenografías manchadas con Kool aid y fantasmitas entre nubes de hielo seco) que jamás pegaron. Es hasta que la industria discográfica se tuvo que abrir a las propuestas de rock en español que llegaron desde Sudamérica y España, que Televisa abrió sus puertas al rock, empezando por su estación de radio WFM (la apertura al rock en español, habrá siempre que reconocerlo, se debe sobre todo a la iniciativa de Rock 101, emblemática emisora de la que ya hablamos aquí en El Fanzín). Empezaron, también, las presentaciones en vivo, tanto de artistas locales como internacionales. Pero en Siempre en domingo era el rockcito de Maná o de Hombres G el admitido, pocas veces hubo otra opción...
...y aquí llega el momento de confirmar que la excepción confirma la regla, en esos tiempos en que don Raúl partía el queso, Quiet riot fue su cliente frecuente, y alguna vez, incluso, Van Halen con un David Lee Roth todavía apetecible; era la primera mitad de los 80´s y el heavy metal era mal visto, y todavía más el hair y el glam metal, al grado que el mismo Velasco pidió tolerancia al público cuando presentó a Quiet riot y explicó que lo presentaban para "expandir los horizontes" (aunque al final dijo que no era de su agrado y para él no era música, sólo ruido)... de esas inexplicables sorpresas que da la vida.
Yo nací y crecí con este programucho y es hasta ahora - gracias a los últimos sucesos nacionales y a contenidos como el que tu escribes - que me "me cae el veinte" de la fuerza que desde antaño ha tenido la manipulación mediática. Es deprimente ver que pasa el tiempo y aunque este programa ya no este en el aire, aun seguimos padeciendo sus secuelas... En fin, por eso estamos como estamos!
ResponderBorrarSaludos Mabi :)
Atte. Taniux
Taniux:
ResponderBorrarera difícil elegir otra opción, el canal oficial tenía de verdad muy limitadas propuestas, el canal cultural no ofrecía una verdadera alternativa a la diversión, sólo a la información cultural (y no es pecado que la gente sólo quiera divertirse, je, tampoco es su culpa que se haya separado tanto la cultura del entretenimiento haciéndolos ver tan distantes), luego tv azteca vendría con más de lo mismo, copiándole hasta los errores... así, parecía que podíamos elegir cuando en realidad sólo estaban dirigiéndonos
pero es mentira que cada país tiene la televisión que se merece, es inhumana una tortura así -je-
saludos Taniux! =D
Me repetiré( y sé que exagero, pero igual lo pienso: la educación sentimental (Flaubert dixit) de muchos mexicanos se ha forjado en las pantallas de Televisa: desde Raúl Velasco... hasta las telenovelas. Entre otras taras, sólo así se explica que 41% del electorado femenino haya sufragado por Peña Nieto a sabiendas de que durante su gestión como gobernador del Edo Méx. fueron asesinas 941 mujeres.
ResponderBorrarBien dijo Pasolini: Junto al poder de la Tv, el poder del ejército y la iglesia se quedan chicos.
Abrazo, Bichi
marichuy:
ResponderBorrarno, no exageras, alguien debe ser responsable de nuestra inclinación al martirio, lo que comenzó con el legado de nosotros los pobres lo continuamos con maría la del barrio y las finales del festival oti: nos gusta sufrir, nos gusta crecernos al castigo y lo buscamos siempre
(sólo corrijo el error de dedo en tu última frase del primer párrafo porque seguro si la ve peña nieto la va a tomar como argumento a su favor, y dirá que no fueron asesinadas 941 mujeres sino que fueron las asesinas, je)
te mando un abrazo fuerte, gracias por tus aportaciones aquí, allá y acullá, siempre aprendo algo contigo
=)
DIOR! Qué dedazo: fueron asesinadas 941 mujeres durante el gobierno de Peña Nieto
ResponderBorrarBuscando cosas de Jaime López llegué a este texto, es excelente, es la segunda vez que lo leo y lo disfruté igual. Sentí una mezcla rara de nostalgia y horror por todo lo que narras y comentas.
ResponderBorrarSiempre lo MIsmo era malísimo, pero lo que pasan actualemnte, sobre todo en TV Azteca, hace que extrañemos un poco a Velasco y su desfile de "artistas". Yo digo que a TV Azteca le debemos el honor de que en México se haga la peor televisión del mundo.
Hola Daniel!, tienes razón, nuestra televisión debe ser una de las peores, justo cuando la televisión internacional está elevando su calidad, curioso que al día de hoy sean algunas telenovelas -producidas por Argos- las que tengan calidad de exportación, pues hasta la televisión cultural ha sido boicoteada por sus directivos... Gracias por llegar hasta aquí y dejar huella de tu paso, espero -sinceramente- que sigas visitándonos, lamento mucho no haber leído tus comentarios antes. Saludos!!
ResponderBorrarAhora se quejan, pero en su momento bien que lo vieron.
ResponderBorraruff... qué comentario tan estúpido
ResponderBorrarhaces bien, Anónimo, en no dar la cara, tu deficiente razonamiento y tu casi nula capacidad de argumentación merecen no tener nombre ni identidad... claro que lo vimos, no había muchas opciones entonces, y de otra forma no podríamos criticarlo, si a ti te gustaba deberías defenderlo diciendo algo a su favor, enlistando sus cualidades o por lo menos tus razones para gustar de él, así realmente aportarías algo al debate y sería valiosa tu participación, pero con una frase tan insustancial y vana, sólo haces evidente tu falta de ideas. Esfuérzate y deja algo más inteligente la próxima vez que comentes en alguna parte, por favor, algo que realmente aporte.
recuerdo que eran domingo interminables, no habiendo algo mas en la televisión, y es mas teniendo únicamente una tele en casa, donde los mayores querían ver a su artistas cantar, era el día mas odiado, aburrido hasta el cansancio, sin embargo tenia el merito que obligaba a los niños a utilizar la imaginación para divertirnos.
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