domingo, 20 de enero de 2013

Paseo Dominical: Sueño de una Tarde en La Alameda


Los paseos de las tardes en La Alameda son posibles desde el siglo XVI, cuando el virrey Luis de Velasco tuvo la visionaria idea de mandar construir el primer parque de América Latina, con influencias renacentistas (pero con intenciones no tan bucólicas: separar las viviendas de la población española de la indígena, aunque el virrey explicaría así sus motivos: "un paseo para darle belleza a la ciudad y que a la vez fuera lugar de recreo a sus habitantes"). 

Este jardín público fue abandonado y sus pastos servían para alimentar ganado, hasta que fue protegido por bardas (hubo un tiempo en que en uno de sus extremos se ubicó la hoguera de la Inquisición), luego se colocarían portones más grandes y fue embellecido por fuentes bajo la orden de Felipe V al llegar al poder, quien siendo de la dinastía de los Borbón conoció la belleza de los jardines de Versalles; ya siendo rectangular (con la ampliación de las calles aledañas) la refinada emperatriz Carlota la embelleció aún más con las rosas que mandó sembrar, para disfrutar sus caminatas, pero los paseantes comunes pudieron hacerlo con más seguridad cuando Benito Juárez la mandó iluminar y tumbar las bardas que la rodeaban.

Cuando aún tenía álamos, lo que justificaba su nombre

No tuvo mayor cambio hasta que en el marco de los festejos del Centenario de la Independencia, Porfirio Díaz inauguró el Hemiciclo a Juárez, cambiando de lugar el quiosco Morisco, que ahora está en Santa María la Ribera. Y ordenó también que volvieran los recitales de los domingos que iniciara el virrey Bucareli. En 1921 el gobierno alemán regaló el monumento a Beethoven, que fue colocado dando cara al Palacio de Bellas Artes.

Quiosco Morisco (y tranvía), cuando estaba en La Alameda, a principios del s. XX
(imagen de La Ciudad de México en el Tiempo)

Y desde noviembre, los paseos en La Alameda vuelven a ser posibles después de ocho meses de trabajos de remozamiento y rediseño. 

Así luce ahora,
hasta cierto punto homologándose a la explanada de Bellas Artes y al Jardín Solidaridad

Yo no había vuelto desde hace casi un año, hasta esta semana que acabó, y aunque de inicio eché de menos el piso de adoquines rojos, el aspecto antiguo de las fuentes y gran cantidad de árboles, ya en la tercera visita terminó por gustarme (por diversas cuestiones tuve que regresar a la zona dos días más, pudiéndola disfrutar desde varios ángulos y a distintos momentos de la tarde-noche). Estas son algunas de las imágenes que capturé durante esos paseos:

Los andadores son más anchos, las áreas verdes ya no están rodeadas por rejas
(al fondo, la fuente que donó Carlota: "La Venus conducida por cerafines", de Mathurin Moreau)

Con Bellas Artes al fondo

Una de las diez fuentes, algunas datan desde los tiempos de La Colonia

La fuente central, y sus magnéticos juegos de agua

Una vista nocturna de la misma fuente
(ahora La Alameda es más concurrida cuando cae la noche)

Otra de las fuentes bajo la puesta de sol 

Poseidón, en sus dominios

Tal como decía Cri-crí:
"Allá en la fuente había un chorrito... se hacía grandote... se hacía chiquito"

En esta fuente es donde la gente más se divierte
(aunque no salió ninguna de las fotos que tomé con la gente corriendo entre los borbotones iluminados, pese al frío)

Vista nocturna del quiosko, en el extremo contrario del Hemiciclo a Juárez

Durante la noche las fuentes iluminadas son un bello espectáculo

Una improvisación teatral  callejera convoca a un nutrido público,
a un costado del Museo Diego Rivera, bajo la reproducción del mural que inspiró el emblemático parque:
Sueño de una tarde dominical en La Alameda

Cinco siglos después, al hermoso jardín público se sigue dando el uso que esperaba el virrey Luis de Velasco: dar belleza a la ciudad, y recreo a sus habitantes.

(Click a cada imagen para agrandar)

3 comentarios:

  1. Te leo en los primeros parrafos y me anonado ante su grandeza, pareciera que los designios de la Historia deparaban un lugar único e inigualable en la Gran Chilangolandia.... vamos, yo hace 30 y 20 y 10 años así la sentía...

    No sé... hoy la importancia es innegable, pero siento que lo que hoy poseemos y palpamos nada tiene que ver con aquello....

    Como que se fue chafeando hasta quedar como quedó.

    Cuanto mide la reproducción del mural de Rivera?

    Lo que hubiera costado una reproducción en tamaño natural valía la pena, nuestros H. Gobiernos gastan más en otras pendejadas, como la suavicrema fraudulenta o la obra negra de la Cineteca....

    Vamos, que era el vínculo entre el Paseo de la Emperatriz con el H. Centro Histórico, no es cualquier palza...

    No me gusta.

    2046

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  2. tienes buena parte de razón, no parece el corazón verde de la ciudad, luce moderna y segura, pero a mí también me hizo falta algo al verla por primera vez ya remodelada, y ahora que lo dices, coincido en que es algo de magnificiencia, algo que te haga quedar impactado, las áreas verdes ya no lo parecen tanto, se ven menos pobladas y más secas

    lo que sí, y que me faltó poner, es que es muy amigable para las personas con discapacidad, las cuales vi disfrutando del paseo

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  3. Tú caminas por el Centro Histórico y sientes el peso y el paso de los años encima de tí, no te caben las grietas y jamás acabas de contarlas, su remozamiento embelleció y enmarcó el cuadro, su grandeza está con y sin marco. Caminas por la Zona Rosa, y aún con en lo que la han convertido y sientes esa vibra de cambio y de revoulción, de rebledia, caminas por la Condesa o por Coyoacán y vamos...sientes!

    La Alameda fue despersonalizada, que conste que no digo que es fea o que es bella, simplemente no va ni provoca.

    2046

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