domingo, 16 de junio de 2013

Imagínate despertar y recordar que eres mexicano

La frase la dijo uno de los conductores del programa Top Gear, en tono burlón y despectivo, en un diálogo sarcástico que para muchos fue más allá del humor que caracteriza al programa, hasta volverse ofensivo.

Lo dijo como algo negativo, como si se tratara de recibir un mazaso en la cabeza, una cubetada de agua fría... una realidad terrible. Como la que viven miles de mexicanos que despiertan a esa realidad de pesadilla. Aquí ya hablamos de ese episodio con Top Gear, y tuvimos la respectiva polémica. No voy a volver a eso. Es decir, a explicar el por qué aunque sea humor sigue siendo racismo. 

Porque aunque sea brevemente sí quiero volver al prejuicio de que el mexicano es flojo, ya lo expliqué esa vez, pero lo hago de nuevo: caricaturas como Speedy González nos pintaron durmiendo al sol, cubiertos con sombrero y sarape, recargados en un nopal. Lentos. Flojos. Lo que no sabían los gringuitos que vieron a esos mexicanos dormidos en zonas semidesérticas, cubiertos bajo el sol, fue que estaban viendo a trabajadores agrícolas de las difíciles tierras del norte, reponiendo fuerzas durante las desgastantes horas de mayor calor, para continuar la labor que comenzaban en las madrugadas; sin vegetación que les hiciera sombra, debían improvisar una, aunque sea soportando el intenso calor bajo su cobija, la cual era necesaria para soportar las bajas temperaturas nocturnas que existen en esas zonas de extremos climáticos; las jornadas las reanudaban cuando los rayos del sol se hacían menos severos, continuándolas hasta después del anochecer, porque de otra forma, exhaustos y malnutridos, no podrían soportarlas bajo el sol abrasante. Jornadas extenuantes que casi eran inútiles, pues eran siempre insuficientes para cubrir las necesidades más básicas.

Ese es el origen de tan injusto prejuicio. Y lo explica mejor la encuesta publicada hace un par de semanas, en donde se ubica a los mexicanos como los más trabajadores del mundo, y de los que menos ingresos reciben, y tienen una calidad de vida inferior comparada con otros países (sin embargo, seguimos siendo calificados de flojos, y lo peor, por nosotros mismos, somos los primeros en acusarnos mutuamente de que somos la razón de que el país no avanza, que jalamos para regresar al fondo a los que van sobresaliendo con esfuerzo).

Todavía sigue siendo insuficiente tanto trabajo para muchos mexicanos, porque siguen sin poder cubrir lo más básico. Algunos no tienen ni siquiera la oportunidad de trabajar, porque sus tierras no dan fruto, no hay plazas laborales disponibles, o el crimen organizado y la delincuencia le han impedido continuar con sus pequeños negocios. Y entonces hay que huir. Emigrar, según el lenguaje oficial. Huir del hambre, del miedo y de la muerte.

Y en en ese sentido que la frase burlona del conductor inglés toma un tinte trágico: Imagínate despertar y recordar que eres mexicano.

Imagínate despertar y recordar que no hay otra opción que seguir aguantando. Que tu gobierno no te protege y no te respeta. Que los medios no se abrirán para que tú digas tu propia versión. Que tus mismos conocidos serán los que se defiendan de ti o te entreguen cuando te hayas vuelto incómodo para el sistema que los absorbe. Que las armas que te agenciaste son hondas sin piedras contra un Goliat blindado. Que no tienes verdadera capacidad de decisión, porque las opciones no son tales, la información a tu alcance ha pasado por un tamiz y ha sido reducida a una verdad parcial, en el mejor de los casos, porque de otra forma es una absoluta mentira; las condiciones para actuar son limitadas y salirte de esos límites implica riesgos y costos a veces muy altos. Que has sido conducido para pensar como piensas. Que un intento de pensamiento autónomo será reprimido y reprobado. Que los demás -tus iguales- te invitarán a no seguir tratando de no pensar como ellos, y si su invitación no es aceptada serás marginado, vilipendiado. Que aunque lo intentas, tu pensamiento no consigue ser de verdad crítico. Porque sigues amordazado, ensordecido y vendado. Crees pensar, pero no piensas. Imaginas pensar, pero no piensas. Sueñas pensar... pero sólo lo sueñas.


Y al despertar recuerdas que eres mexicano.


Escribo esto mientras en la televisión se festeja el gol mexicano sobre un equipo extranjero, no cualquiera, el italiano. Ganarle a Italia. Sueño dorado. El gol precisamente es de quien se ofendió tanto por los chistes racistas de Top Gear, que participó activamente en una campaña que decía: "Sí, imagínate despertar y recordar que eres mexicano". En ese momento él era el futbolista mexicano que salvaba al emblemático equipo inglés Manchester United de un desempeño mediocre. La ironía se cuenta sola.

Pero también la mía. En otro momento me uniría al festejo por México, por el triunfo de mi país. Siempre sentí un amor especial por el país, he escrito sobre eso aquí mismo, en otra ocasiones. La cultura, la historia, el folclor, la gente... había tantas cosas que amaba de este país. Ahora ya no siento que sea un triunfo que me incluya. Que fui traicionada, entre otras cosas, por mí, por lo que me dejé enseñar y por lo que aprendí a aprender.

Pero otra cosa que incluye ser mexicano, es no poder hablar de lo que se sabe, de las verdades que uno atestigua, de la verdad que llegó a tus manos y te impide continuar como antes, ignorarla y continuar como antes. Todo el sistema está en contra de la verdad. No hay como revelarla ni luchar por ella. A menos que seas suicida, pero no sólo eso, parricida además. Porque al sistema no le basta acabar contigo.

Ingenuamente pensé que era suficiente con esforzarse por ser congruente, que lo único por trabajar era la tolerancia, el diálogo. Que el objetivo final era la equidad, y para conseguirlo, la justicia. Ahora sé que sobrevivir es lo único que basta. 

Lo demás, cualquier cosa que eso sea, es ganancia. Pero lamentablemente tampoco basta.

El equipo de futbol tampoco ganó, por cierto.

4 comentarios:

  1. Lo único, por el momento, que puedo decir después de leer esto es:

    CHALE!

    ResponderBorrar
  2. si, yo también =/

    a veces la realidad es devastante y verla de frente te deja igual de devastado

    gracias por pasar por aquí Signo, te mando un abrazo =)

    ResponderBorrar
  3. Te cito, porque es exactamente lo que siento:
    "a veces la realidad es devastante y verla de frente te deja igual de devastado"
    Un abrazo gordo Malbi

    ResponderBorrar
  4. Un abrazo profundo, mi querida Cassiopeia

    ResponderBorrar

Ideas en tránsito