El año anterior se cumplieron cien años del nacimiento de Simone de Beauvoir, en el seno de una familia burguesa con una sólida moral cristiana. En 1929, conoció a Jean-Paul Sartré en la Universidad de Sorbona, cuando ambos hacían un postgrado de Filosofía muy competitivo: Sartré ocupó el primer puesto, ella el segundo. La mujer que después titularía su autobiografía como Memorias de una joven formal (también conocida como Memorias de una joven de buena familia), escandalizaría a París con su defensa de la libertad sexual, con sus tríos y romances bisexuales; y pasaría a la historia como la compañera eterna de Sartré, con quien nunca se casó ni vivieron juntos, acordando que en su relación abierta, el amor que se tenían sería absoluto, y que sus amantes tendrían un amor secundario. Así lo hicieron. Ella aseguraría que la relación con él fue el mayor logro de su vida. Aunque al morir pidió ser enterrada con el anillo del escritor norteamericano Nelson Algren, con quien mantuvo una atribulada relación sentimental después de separarse de Sartré, y con quien conoció la verdadera pasión sexual y tuvo su primer orgasmo; la etapa más intensa de este romance, que la llevaría a alejarse temporalmente de la razón que siempre impuso sobre sus sentimientos (una amiga la calificó como "un reloj encerrado en una nevera"), coincidió con los dos años que se llevó la escritura de "El Segundo Sexo", su obra más representativa, con la que se han sentado las bases para el feminismo moderno y el análisis sobre la condición de la mujer actual. La obra fue polémica desde su aparición, la misma De Beauvoir narra que Albert Camus casi le arroja el libro a la cara, que la gente en los restaurantes se burlaba de ella, que se le calificaba de frígida, insatisfecha, reprimida, frustrada, humillada de ser mujer, y por ello quería ridiculizar al hombre. Pero no sólo este ensayo sirvió para que ella se convirtiera en inspiración para las mujeres, sus tres libros de memorias y el ensayo "La Vejez", y posiciones políticas como la firma del Manifiesto de las 343 (donde admite haber abortado), la colocan como una de las pensadoras feministas más influyentes. Aunque sus obras literarias, como Los Mandarines, y sus ensayos de tesis existencialistas (filosofía defendida por Sartré) demuestran que su aportación no se delimita sólo ahí. Tal como la foto que recorrió al mundo, y que fue tomada sin permiso cuando una puerta se abrió a su intimidad, así la lectura de sus obras nos ofrece un atisbo a la mujer más allá de la teoría, feminista y femenina, tan apasionada en la razón como en el sentimiento.
"La gente en los restaurantes se burlaba de ella, que se le calificaba de frígida, insatisfecha, reprimida, frustrada, humillada de ser mujer, y por ello quería ridiculizar al hombre"
ResponderBorrarEl precio de la inteligencia: aunque lo liquides al contado, siempre te está jodiendo con los intereses.