Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo.
Platón.
El hombre, desde el inicio de su historia, ha aprendido a convivir con la muerte, a cuyo entorno gira toda su cultura y organización social, y las reflexiones sobre si es el fin o sólo un tránsito, si hay vida más allá de la muerte, si se enfrenta a un Juicio Final, si existe la inmortalidad, si puede volverse a la vida en el plano conocido, ya sea en la misma persona o en otra, si la esencia de una persona puede trascender a su muerte física (ya sea en espíritu o en alma), entre otras, han ocupado al ser humano en toda las culturas y momentos históricos.
El Beso de la Muerte, estatua en el Cementerio del Este, España.
En las pinturas de las cuevas de Lascaux se puede ver a un hombre tendido junto a un enorme toro, una muestra de que los hombres del paleolítico ya estaban conscientes de su vulnerabilidad física, y con ello, seguramente, de su probable muerte. Y los descubrimientos antropológicos de los entierros dedicados de los Neanderthales, parecen dar evidencia de su creencia de vida después de la muerte. Con el desarrollo de las culturas, las tradiciones, las religiones, las distintas ideologías y sus respectivas muestras artísticas han representado a la muerte y al reino de los muertos de muy diversas maneras.
En culturas antiguas se empezó a delinear el reino de los muertos alterno al conocido por los vivos, y a festejarlos, por ejemplo en China se construían templos en su honor, y en los aniversarios luctuosos se quemaba incienso, se encendían luces y se ponía comida en un altar; en Egipto creían que el difunto tenía dos espíritus, uno se iba al más allá y otro vagaba en el espacio y moraba en el cuerpo cuidadosamente embalsamado y resguardado en tumbas, los más poderosos en pirámides, éste espíritu recibía ofrendas pues se creía que necesitaba alimentarse; al igual que la egipcia, culturas antiguas del Medio Oriente como los sumerios, babilonios, griegos y hebreos concibieron un inframundo que podía ser un sitio de tránsito indefinido, como el Arallu babilonio, el Sheoll hebreo y el Hades griego, o un espacio de castigo para los que en vida tuvieron conducta reprobable, como es el Gehena para los hebreos, el Tártaro para los griegos y el Infierno para los cristianos.
El Triunfo de la Muerte, Bruegel el Viejo.
Esta concepción de un Infierno punitivo se dio a raíz de la influencia de las religiones indoiranias y la tradición griega en la judía, que empezó a creer que la justicia de Dios no dejaría sin castigo las malas acciones, describiendo un sitio de tormento, de fuego y torturas perdurables. La representación del Infierno terminó de delinearse durante la Edad Media, con los ejercicios artísticos de la literatura y la plástica, obras como La Divina Comedia de Dante Alighieri y las ilustraciones de Visión de Tundalus, por Simón de Marmión, pintaron la forma del Infierno en la mente de los creyentes, posteriormente El Bosco y Bruegel "el viejo", entre otros muchos, redondearían los círculos de tormento eterno.
El Infierno, El Bosco.
Culturas prehispánicas también desarrollaron un concepto del inframundo en relación a la dualidad vida-muerte. Los aztecas, en particular, concibieron uno en donde se iba dependiendo de la forma en que se morían, los que morían en batalla (guerreros y parturientas) llegaban al paraíso del sol (Omeyocan), lugar de gozo permanente, del que se volvía a la vida en forma de ave; los que lo hacían relacionados con el agua, iban a un lugar de descanso, considerado como el verano eterno (Tlalocan); los de muertes comunes iban a Mictlan, el noveno y último nivel del inframundo, el Señor de la Tierra de los Muertos era Mictlantecuhtli.
El tránsito de los muertos hacia Mictlan era muy penoso, por ello en los entierros se colocaban tanto los objetos que usaron en vida, como los que podían necesitar en su largo y tortuoso viaje a través de los lugares y cielos que debían recorrer. Estas ofrendas eran colocadas también en altares, durante las celebraciones a los muertos que duraban dos meses, siendo el primero el dedicado a los niños pequeños y el siguiente a los adultos; cuando se llevó a cabo la evangelización, se hizo coincidir el inicio del mes dedicado a los niños con el Día de Todos los Santos, instituido en Europa. Así, el sincretismo entre ambas celebraciones dio origen a la celebración tradicional del Día de Muertos, el 2 de Noviembre, destinando el día 1° para dedicar la ofrenda a los niños difuntos, bajo el marco del día de los Fieles Difuntos.
El Cuarto Jinete del Apocalipsis, Alberto Durero.
Así como el Inframundo, también La Muerte ha sido representada por varias culturas mediante su obra artística, en la Edad Media, por ejemplo, era común que fuera ilustrada con una figura masculina, como Alberto Durero en Los cuatro jinetes del Apolipsis o Hans Baldung en La Muerte y la doncella. También en el Medioevo tardío es cuando empieza a identificarse a La Muerte con un esqueleto, la tradicional Danza de la Muerte, que todavía se lleva a cabo en pueblos de España, y las diversas representaciones plásticas sobre El triunfo de la muerte son muestras representativas.
La Muerte y la Doncella, Hans Baldung.
De este tiempo provienen grabados que bien pudieran considerarse los precursores de las muy apreciadas calaveras del artista José Guadalupe Posada, artistas como Holbein con su serie Danza de la Muerte, en donde ilustra escenas y personajes cotidianos, con mirada crítica y no sin cierto manejo de la ironía, son casi un antecedente para las hilarantes estampas del México de principios de siglo XX que Posada eternizó, con la Muerte como protagonista, por cierto, la popular figura de La Catrina, que se le adjudica, en realidad fue más una invención de Diego Rivera, pues es él quien la nombra así y la viste en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, Posada sólo hace una estampa con el busto de una figura femenina con sombrero, a la que llama La Calavera Garbancera, siendo los "garbanceros" los indígenas que querían parecer españoles (algo así como los mexicanos de hoy que quieren sentirse gringos en los Starbucks).
La Calavera Garbancera, José Guadalupe Posada (La Catrina, pa´ los cuates).
Posteriormente a la Edad Media, la representación de la Muerte, ya con guadaña y manto, se identifica como un ser asexuado o con una figura femenina (curiosamente, también la diosa azteca de la muerte es representada con una daga).
En siglo posteriores al Renacimiento, fue cobrando forma la representación de la Muerte ligada a un cierto enfoque erótico, así, la relación entre Eros y Tanatos, ya atisbada durante la antigüedad clásica, ha predominado con la mujer como personificación. Se da también un enfoque que relaciona a la mujer con la sexualidad y con la decadencia, aunque siempre hay intentos reivindicativos, afortunadamente.
Mictecacíhuatl, Diosa azteca de la muerte.
La muerte es celosa y es mujer.
ResponderBorrarLa muerte nos rodea, su aroma se mezcla con el nuestro. Extiende sus brazos siempre que nos ve, presta a darnos su frío abrazo, imposible de romper.
Es lo único, junto a los impuestos, que tenemos en esta vida.
Saludos Malbicho, muy bonito post. Hasta pronto
y muy bonito comentario Signo (el tema te inspira, verdad?)
ResponderBorrarsaludos =)
Malbi
ResponderBorrarPues sí, lo único seguro seguro que tenemos es la muerte. A veces como salvación, a veces una maldición... y siempre inevitable.
PS pero te faltó la mejor y mi favorita:
La petite mort.
sip, me inspira, la verdad que sí, pero también me inspira la petite mort, no más que me da un poco de pena escribir cosas inspiradas por ella
ResponderBorrar@marichuy
ResponderBorrartema para otro post (o para un dossier)
=D
@Signo
ja, ja... cosa de agarrar confianza
(esa marichuy, nomás viene a sembrar malos pensamientos)
=D
hahaha los que se sienten gabachos en el starbucks hahaha
ResponderBorrarte pasas malbichito
que emocion me encanta todo lo que tiene que ver con este tema
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