Si son afectos a los asuntos de la aristocracia europea y a las revistas de corazón, hace unas semanas vieron el majestuoso interior del edificio gótico de la Abadía de Westminster, durante la reciente boda del hijo de Lady Di; si además tienen buena memoria recordarán entre todos los eventos reales que se enumeraron llevándose a cabo ahí, a la coronación de Ana Bolena como reina legítima de Inglaterra (justamente el 1° de junio de 1533), tras un conflictivo proceso que culminó con la ruptura de Inglaterra con la Iglesia Católica, y la formación de la Iglesia Anglicana.
La coronación de Ana Bolena
La abadía de Westminster
Ana Bolena es la consorte más influyente en la historia de la monarquía inglesa, aunque no tenía la aceptación popular, su influencia se sintió no sólo en la moda entre las damas de la corte, sino en el escenario político y en las decisiones reales. Su historia ha sido novelada, filmada, grabada para televisión, y enemil veces reproducida y analizada por la multitud de elementos de interés, desde el encaprichamiento real de Enrique XVIII por la joven cortesana, azuzado por la negativa de ella a ceder a sus requerimientos sexuales -que muchos historiadores sostienen fue en defensa de su virtud, así como otros aseguran que fue estrategia motivada por su ambición arribista-, hasta su condena por traición, adulterio e incesto, considerada injusta por la mayoría de los historiadores, producto de una conspiración de Thomas Cromwell, su antiguo aliado; así como haber perdido el favor del rey, al no poderle dar un hijo varón. Más atractiva que hermosa, la imagen de Ana Bolena también se ha reinventado varias veces (las más recientes en la tvserie Los Tudors y en la película Las hermanas Bolena, en la que es la bella Natalie Portman quien le presta su rostro); más morena que el cánon de belleza imperante entonces exigía, su tono de piel y sus ojos oscuros eran considerados exóticos, protagonizando varios poemas dedicados a su encanto y gracia.
Fotrograma de la película Anna Boleyn, de 1920
Entre las leyendas que se cuenta de ella, es que tenía en su mano derecha seis dedos, así como un lunar en el cuello que ocultaba siempre con una joya; se dice también que su verdugo, a manera de humanista deferencia, dijo en voz alta antes de decapitarla: "Mozo, trae mi espada", para que ella pensara que tenía unos segundos más de vida y no supiera cuando la espada de doble filo (en lugar del hacha común con que se llevaban a cabo las ejecuciones) caía sobre su delicado cuello; otra de las leyendas, ésta un poco más macabra, es que su fantasma se aparece en la Torre de Londres, donde pasó sus últimos días encerrada, y de hecho es el fantasma que posee el récord de mayores apariciones (30 000, para ser exactos); otra leyenda, todavía más terrible, es que Ana, embarazada de su esposo al morir, era también su hija, pues su madre -al igual que su hermana María- había sido otra más de las amantes del rey.
Ana Bolena en la Torre, Edouard Cibot
Cuatrocientos setenta y ocho años después, leo que un día como hoy fue su coronación, y coincidentalmente encuentro una nota relacionada a ella que me llamó la atención: Sir Henry Norris, cortesano torturado hasta que aceptó ser amante de Ana Bolena, y condenado también a la pena de muerte por traición, aparece como amigo cercano al rey y a la reina en casi todas las biografías, pero algunas más completas refieren su puesto en la corte como "Groom of the stool" (novio de las heces), y su labor consistía en limpiar las partes más nobles del noble soberano después de que éste se sentaba en el "otro trono", que estaba también muy bonitamente decorado:
Cómodo real portátil de 1650
El Groom of the stool tenían tan cercano contacto con el rey que terminaba siendo el confidente real, e incluso el secretario personal, y era un privilegio exclusivo para los miembros de la nobleza.
Plus: Blog brasileño dedicado a la figura histórica de Ana Bolena, con las cartas que le enviaba el rey Enrique XVIII para conquistarla, pinturas, grabados, fotogramas y muchos hallazgos más.
Auch, una que no puede negar la cruz de su plebeya parroquia: no vi la boda, no vi nada de eso. Lo más cerca que he estado de la aristocracia british, y de las Bolena en específico, es la serie "The Tudors" y eso nomás por ver a Jonathan Rhys Meyers.
ResponderBorrarPobre Ana... de esa coronación y el aparente tanto amor que le profesaba Enrique VIII... a la decapitación.
PS El lienzo de Edouard Cibot es una belleza
ResponderBorrarUna pequeña observación: la coronación de Ana Bolena se llevó a cabo el 1º de junio de 1533 y no de 1553 como se asienta, presumo, por un involuntario "error de dedo" al escribirlo. Para ese año, ni Enrique VIII y mucho menos Ana Bolena, existían ya.
ResponderBorrarSaludos
Ricardo Pérez
endymion_mx@yahoo.com
@marichuy
ResponderBorrary qué diferente el rey enrique de las pinturas a ese rhys meyers -je-, hubiera sido un detallazo que se dejara engordar unas cuantas decenas de kilitos para que fuera más verídica su actuación, no crees? (y seguramente no le harías la concesión de verla, me imagino)
-je, je-
y tienes total razón, esa pintura es una belleza
@Ricaro Pérez
mil, mil gracias por venir a corregir la entrada, te lo agradezco de verdad, no fue un error de dedo en realidad, sino de cerebro dañado por el exceso de alcohol y la falta de sueño -admito-, leí mal la fecha, o la recordé mal al teclearla sin detenerme a corroborar su corrección, como sea, un errorsote imperdonable y agradezco que lectores como tú, tan observadores y tan cultos me corrijan, enriqueciendo la entrada, además de forma tan amable, sin hacer saña de mi torpeza e ignorancia
corregido está el dato y te doy las gracias otra vez, me encantaría leerte otra vez por aquí
saludos atentos
=)
uuuy q miedoo tener q dedicarse a limpiarles a los reyes
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