Fiesta en los charcos cuando para la lluvia,
caracoles y ranas y niños a jugar,
el viento empuja botecitos de estraza.
Lindo haberlo vivido pa' poderlo contar.
Pantalón cortito, bolsita de los recuerdos,
pantalón cortito, con un sólo tirador...
Chiquilladas.
José Carbajal "El Sabalero".
José Carbajal "El Sabalero".
La anterior canción en México se escuchó en una versión de Chabelo, alterada un poco la letra para que fuera familiar a nuestras expresiones, en el resto de Latinoamérica fue más popular con Leonardo Flavio o Jorge Cafrune, ambos argentinos. Con Chabelo la canción es simpática, con los argentinos es evocadora... con su autor, es un poema:
(Enlace directo para verlo en Youtube)
Si quieren un poco más de José Carbajal, él mismo dejó una entrevista-autobiografía en donde regala más recuerdos, no sólo de él sino de su gente y su barriada en el Uruguay de los años cincuenta; no se van a arrepentir si le dan al enlace, se los prometo.
La canción yo la oí con el comediante-conductor Chabelo, eterno niño de la televisión mexicana que tiene un lugar ganado a pulso en el entretenimiento del país, pero también en la cultura del consumismo y de la programación chatarra... pero no iba a hablarles de él, sino de que escuchar la canción también me trae mis propios recuerdos infantiles.
La canción yo la oí con el comediante-conductor Chabelo, eterno niño de la televisión mexicana que tiene un lugar ganado a pulso en el entretenimiento del país, pero también en la cultura del consumismo y de la programación chatarra... pero no iba a hablarles de él, sino de que escuchar la canción también me trae mis propios recuerdos infantiles.
Marichuy tiene en su más reciente entrada una pregunta brillante: ¿qué recuerdos me gustaría mantener vivos a través de las brumas del tiempo?, y aunque no es precisamente para iniciar la conversación sobre ese tema, sí logró que yo también me hiciera la misma pregunta; aquí hice ya un ejercicio de memoria de mis tiempos infantiles y juveniles a partir de las preguntas de un meme, y ahí están ya algunos de los que guardo en la mente y salen a la menor provocación. Hay otros que surgen espontáneamente a partir de una canción (hace poco escuché una setentera, de los grupos románticos de esa época, antes esa música se me hacía horrible, la nostalgia ahora hace que las escuche embelesada, porque cada frase, nota o tono de voz me trae un recuerdo... por cierto, la canción era Nada de este amor, de Los solitarios, los mismos que cantaban: "si lo hubieras heeecho antes... de partiiiir..."); a partir de una película (acabo de ver Tron: Legacy, que me llevó al estreno de Tron en 1982, en el ya finado Cine Continental, "la casa de Disney", y en cascada se me vinieron a la mente los enanos de Blanca Nieves en sus paredes, los helados en copa y las malteadas en lata); a partir de una foto o de una conversación...
...y eso me lleva al día de ayer, en que me visitó una prima que vive en la frontera desde hace décadas, y a la que no veía desde hace dieciocho años, pero con la que crecí desde a los cuatro; mi primer recuerdo con ella es viendo Rina en una televisión en blanco y negro, y ella miraba escandalizada como se besaban los protagonistas, tratando de contagiarme su asombro, pero en casa no veíamos telenovelas y yo no sabía quien era Rina ni por qué debía interesarme en su vida amorosa -je-. Pasamos toda la tarde contando anécdotas compartidas y buscándonos en fotos viejas, riendo como bobitas, emocionándonos hasta casi llorar y llenando los huecos que desconocíamos de nuestras vidas adultas. Así, volvimos a vivir un viaje a Acapulco en una camioneta repleta de adolescentes, las escapadas a la feria durante las tardes, los raspones en las rodillas cuando estrenamos patines de bota, el incendio socavado a tiempo en una habitación, las fiestas de la abuelita Lola -¡y el sazón de la abuelita Lola!-, las posadas en la calle, la fiesta de disfraces en que ella era una gata y yo una muñeca de trapo, el baile debajo la lluvia, los saltos con la reata, las idas a remar al lago, la empapada en la fuente, las peleas por la repartición de quehaceres domésticos, o por la repartición de juguetes, o por la repartición de ropa, o por la repartición de pastel...
Me trajo de vuelta mi infancia... y la encontré igualita: yo riendo al lado de una niña impertinente, ruidosa y espontánea, tratando de seguirle el ritmo, de alcanzarla en su loca carrera. Pero hubo un momento, cuando se llevó a la boca la primera cucharada de arroz que preparó mi mamá, que tuvo que detenerse con los ojos cerrados, abriéndolos después ligeramente húmedos. Un "momento Ratatouille" -je-. "Ya no me acordaba de su arroz, tía", dijo. Y creo que fue ahí cuando realmente ella volvió a ser niña.
Al vernos y al despedirnos, nos fundimos en un abrazo pesado, intenso. Eterno... otro recuerdo que preservar de la bruma del tiempo.
...y eso me lleva al día de ayer, en que me visitó una prima que vive en la frontera desde hace décadas, y a la que no veía desde hace dieciocho años, pero con la que crecí desde a los cuatro; mi primer recuerdo con ella es viendo Rina en una televisión en blanco y negro, y ella miraba escandalizada como se besaban los protagonistas, tratando de contagiarme su asombro, pero en casa no veíamos telenovelas y yo no sabía quien era Rina ni por qué debía interesarme en su vida amorosa -je-. Pasamos toda la tarde contando anécdotas compartidas y buscándonos en fotos viejas, riendo como bobitas, emocionándonos hasta casi llorar y llenando los huecos que desconocíamos de nuestras vidas adultas. Así, volvimos a vivir un viaje a Acapulco en una camioneta repleta de adolescentes, las escapadas a la feria durante las tardes, los raspones en las rodillas cuando estrenamos patines de bota, el incendio socavado a tiempo en una habitación, las fiestas de la abuelita Lola -¡y el sazón de la abuelita Lola!-, las posadas en la calle, la fiesta de disfraces en que ella era una gata y yo una muñeca de trapo, el baile debajo la lluvia, los saltos con la reata, las idas a remar al lago, la empapada en la fuente, las peleas por la repartición de quehaceres domésticos, o por la repartición de juguetes, o por la repartición de ropa, o por la repartición de pastel...
Me trajo de vuelta mi infancia... y la encontré igualita: yo riendo al lado de una niña impertinente, ruidosa y espontánea, tratando de seguirle el ritmo, de alcanzarla en su loca carrera. Pero hubo un momento, cuando se llevó a la boca la primera cucharada de arroz que preparó mi mamá, que tuvo que detenerse con los ojos cerrados, abriéndolos después ligeramente húmedos. Un "momento Ratatouille" -je-. "Ya no me acordaba de su arroz, tía", dijo. Y creo que fue ahí cuando realmente ella volvió a ser niña.
Al vernos y al despedirnos, nos fundimos en un abrazo pesado, intenso. Eterno... otro recuerdo que preservar de la bruma del tiempo.
y ustedes qué llevan en su bolsita?
ResponderBorrarTardes de lluvia viendo desde la ventana, el olor a tierra mojada - no sé si sea mi imaginación - pero la tierra mojada de hoy no huele igual a cuando yo tenia como 5 años (remontense a la década de los 70's).
ResponderBorrarBesos :)
Taniux
Comentaba con Menospausas un artículo sobre los hábitos alimenticios que terminó en una divagación sobre los desayunos compartidos con mi bisabuela.
ResponderBorrarLa afición al café me nació de esos recuerdos. El café de olla y el pan probablemente no eran muy nutritivos corporalmente, pero la presencia y calidez de la persona que más he querido sí.
En casa existía una olla enorme de barro, que era el garrafón de agua potable. Un día, una pelota de fut le dio en toda la torre; mi bisabuela dijo que ella la había roto porque se le había resbalado, resguardándome de la furia de toda la familia.
Guardaba sus joyas en una cajita de pastillas Valda, que ahora conservo.
Ojalá hubiese preservado un cachito de esa olla en esa cajita.
Ya me voy o voy a chillar.
Hola Malbicho, Taniux y Aurore....ufff, es verdad Aurore me platicó un poco de sus desayunos, de ese no comer de pie...y ahora comparte un poquito más de ella, lo cuál me agrada tanto...y se suma a lo que tu escribes.
ResponderBorrarLa verdad Malbi, estaba haciendo esfuerzos para no llorar al final, no por la novela de Rina, no por eso no...sino por el arroz, e imaginar la cara de tu prima volviendo a probar la comida que nunca se olvida...mi cabeza se fue, y se fue a una cocina dónde el arroz tenía que estar en su punto, y los amigos, familia, y yo nunca más podremos volver a comer un arroz igual, canija Malbicho,....ahora si me hiciste añorarla más que nunca, quisiera ser niña, y tener a mi mamá preparando su arroz...y ver llegar al mejor amigo de mi papá diciendo: Lupe, es el mejor arroz que puedo comer en la vida...los tres ya no están.
Mi bolsita tiene, tanta comida, tantos recuerdos...y justo en julio me da por llorar, pensando tantas cosas, pensando que ayer Herr BB me recordó una fecha...que se me bloquea, por dolorosa...así que como dice Aurore...ya me voy, pero yo a seguir llorando.
Un abrazo a las tres, mejor regreso otro día....
@Taniux
ResponderBorrarcreo que la de hoy ya no huele -je-, a mi los dias lluviosos siempre me han gustado; en mi calle desde siempre se inunda, y mi mama nos abria la ventana y nos hacia barquitos de papel, que nosotros arrojabamos y veiamos hundirse o resistir la tormenta, esperando un ganador =)
@Aurore
igual que a Menospausas me conmovio mucho tu recuerdo, que bella figura la que dibujas de tu bisabuela, yo al que recuerdo es a mi abuelito Martin, que era dulcero y que cada que nos visitaba nos daba a elegir el que mas nos gustara, entre palanquetas, cocadas, alegrias, jamoncillos, mueganos y otras delicias que salian de su canasta
ya tambien desaparecio esa figura del dulcero tradicional, ahora venden chicles y botanas de marca (y cigarros sueltos)
un abrazote =)
@Menospausas
esos "momentos ratatouille" son asi de poderosos, verdad?, a mi me lo dan las enchiladas suizas (las de caldillo de jitomate, no las de sanborns) y las tortas de huevo con chorizo, las primeras me llevan a cuando visitaba al trabajo a mi papa y el nos mandaba a esperarlo en un restaurancito cercano, las segundas al patio de mi escuela, mi mejor amiga me compartia las que les llevaba su mama, recien hechas, calientitas y deliciosas, esperabamos que se las entregaran en la reja de la entrada, burlando la vigilancia de los niños a los que les tocaba "la guardia"
A veces mi bolsita me pesa demasiado. O tras no tanto. Sin duda, como dije algún día en twitter (mal citando a Rilke), son los recuerdos de la infancia, la única Patria verdadera del hombre (decía el poeta), los que más me gustaría preservar. Pero hay otros, instantes que como chispazos han pasado y dejado un pequeño fulgor que ha permanecido a través del tiempo.
ResponderBorrar@marichuy
ResponderBorrara veces los recuerdos resultan muy pesados... pero otras aligeran el paso, no crees?
y esos chispazos, como flashes que te agarran desprevenida, a veces sorprenden de tanta luz que dejan
rilke es genial, siempre me he identificado mucho con su poesía, qué bueno que nos recuerdas una de sus frases
un abrazo =)
A mi igual...
ResponderBorrarEl cine Continental, Carlos Ancira en el diario de un loco en el auditorio de la prepa dos... Rina!!!! El olor de la comida de mi madre.... y esos ratos en que tirado de panza en su cama, me ponía a leer mientras ella repasaba sus lecciones...
Y ya me hiciste chillar!!!! Pascal en la tina jugando con su patito de hule, el olor del parque de Sceaux después de la lluvia.
Y tanto mas que me niego a olvidar por miedo de dejar de sentir.
Mi morralito esta bien cargado...