En estos días de "venida papal" (frase robada a doña TeGedora, maestra en el arte de la guarrez y la falta de clase), ayer se empalmó otro festejo menos litúrgico pero igualmente espirituoso, impuesto por no sé quien, pero que yo lo tomo con enorme gusto: el Día Mundial de la Salsa.
Derivado del son, de la rumba y del jazz afrocubano, la salsa es el ritmo que más me gusta bailar, y el primero que bailé en una fiesta juvenil, justo cuando explotaba este ritmo en México desbancando a la cumbia (temporalmente, luego este otro ritmo tropical volvió a imponerse en fiestas y estaciones de radio), alrededor de 1988. De blanco vestirá se oía en la grabadora de la casa de una amiga (¡sí, eran casetes!... y los rebobinábamos con una pluma Bic, je), hasta donde llegué con otras compañeras de escuela y en donde un chico muy amable me enseñó los primeros pasos. Desde entonces soy salsera a morir (y cumbiambera de clóset).
Llorarás (Óscar de León, venezolano) y Pedro Navaja (Ruben Blades, panameño) son ejemplos de esas salsas ochenteras que se mantienen vigentes. A principios de los noventas yo bailaba hipnotizada por las notas de las canciones de Niche, Galy Galeano y Jerry Rivera, colombianos, quienes se han adueñado de este ritmo y le han puesto un sabor especial, en redes sociales ya les puse un par de videítos en donde se ve como bailan en ese país. Además de Colombia, Venezuela y Panamá, Puerto Rico, Nicaragua y Nueva York han contribuido a este ritmo con músicos y composiciones clásicas (y hasta los españoles de Mecano y los japoneses con su Orquesta de la luz se subieron a la ola). En México, desde los años sesenta y setenta no tenemos un representante emblemático de un ritmo tropical (con la honrosa excepción de Celso Piña, acordeonista autodidacta que aprendió a fuerza de copiar las notas de vallenatos y cumbias colombianas para crear su propio estilo), la Sonora Santanera y Rigo Tovar agregaron el sabor mexicano a la música tropical en esas décadas, pero ya no hemos tenido intérpretes de ese nivel; a cambio de eso, se ha desarrollado un movimiento de difusión de la salsa y otros géneros de música tropical a través de los sonideros.
Paralelamente al mundo de las discotecas y los salones de baile, en las calles de los barrios capitalinos se gestaba un tipo de baile popular, amenizado por disc jockeys que alternaban en tocadiscos los temas de música tropical de moda, afincándose plenamente en la década de los 70´s. De la Ciudad de México saltó el estilo de bailes en calles cerradas (con los mismos equipos de audio) a las calles de otras ciudades del país, y en la actualidad, hasta las calles y salones de las comunidades latinas en Estados Unidos. Amplificadores, tornamesas, megáfonos, iluminación robótica y la característica voz masculina que se empalma a la música grabada describen al sonidero, que es actualmente el principal promotor de los ritmos latinos en México. Ritmos que han variado exponencialmente, combinándose con otros géneros y ritmos musicales propios de cada entidad. Así, la cumbia se combina con ritmos rancheros, texanos, tribales, reggae y hip-hop, formando toda una constelación musical, no siempre del gusto de todos.
Será que la constante participación en grupos de aerobics y fitness me han adiestrado para aceptar docilmente cualquier ritmo vertiginoso, pero no me molesta ni el reguetón ni el pasito duranguense ni el tribal, aunque admito que sus letras son malísimas, que la capacidad vocal de sus intérpretes es lastimosa y que los pasos de baile pueden producir un shock visual... pero cuando se está sudando y aspirando todo el aire alrededor con toda la capacidad pulmonar debido al ejercicio cardio, se agradece mucho un ritmo animoso y energetizante -je-; pero más allá de mi tolerancia a estos ritmos tengo que decirles que la manifestación del baile popular, con la gente común derrochando entusiasmo, me apasiona. Lejos de la métrica y la técnica de las academias de baile, a base de puro sabor y mística musical, el bailarín espontáneo que toma las calles sin timidez me produce admiración y envidia. Además de que sí creo que hace de su movimiento, uno cultural...
...por más que le digan naco.
La pareja de espontáneos que se adueña de la plancha de asfalto del Zócalo, durante lo que parece un descanso de un mitin político, o el grupo de chavos que levanta el polvo de un terreno baldío en el que se improvisa un concierto, me provocan una profunda envidia por la emoción con que combinan sus cuerpos con la cumbia:
La música y el baile adquieren matices y características particulares en cada región. Se adoptan y se adaptan modas. Se complementan con un vestuario y una actitud acorde. Y se sale a la calle a hacerse presente, a colocarse en la mira, bajo el reflector. Buscando distinguirse y a la vez, mimetizarse con el grupo al que se quiere pertenecer.
Al reggaeton le siguió el pasito duranguense, como los estilos de música y baile más criticados y despreciados, pero también los más difundidos. Sus críticos le niegan todo valor cultural, sin embargo, ambos géneros son resultado de un sincretismo cultural y procesos de aculturación por migraciones de un país a otro. En la actualidad hay otro género que también resulta de la multiculturalidad, y que también está siendo igualmente adoptado y rechazado: la cumbia tribal, sonidos de percusión de la música africana combinados con elementos de la música electrónica, que en el norte de México se mezcla, además, con líneas de bajos de cumbia y acentos prehispánicos... y se baila con botas norteñas (que se alargan de forma delirante):
Aunque cobran auge las coreografías grupales, tanto para bailar cumbia tribal en San Luis Potosí como cumbias clásicas en el barrio bravo de Tepito (donde se baila "de a brinquito", inspirados en los pasos de los danzantes concheros), ensayadas y pulidas para presentarse en concursos, todavía se preserva el gusto de improvisar acoplándose con el ritmo particular de una emergente pareja de baile.
Pese a que no son del gusto de todos, estos son también los ritmos que definen el México actual.
Me declaro incompetente para esto de la salsa y el bailongo. Pero ello no impide que la música del buen Rubén Blades me guste mucho. En especial, un viejo disco llamado Buscando América.
ResponderBorrarAbrazo, Bichi.
PS Ughr, bendita palabra, palabras verificadoras. Una tipografía tan barroca, mi ceguera y para colmo el autocorrector. Sufro como Precious. :P
marichuy:
ResponderBorrarlo siento mucho, siempre me molestó la palabra verificadora y hasta quería hacer campaña para que la quitaran en los blogs que me gusta leer, pero ya no me daban paz los comentarios spam, me inundan mi bandeja de entrada y eso me entorpece mucho, perdona
las salsas viejas son muy ricas, bueno, las nuevas ya no nos llegan mucho por acá, se apagó la popularidad de la salsa y volvió la de la cumbia, que es lo que más se oye
Malbi... vivo en la tierra de la salsa; mis hijos bailan salsa de la gorda (clásica... jejeje). El menor, toma clases avanzadas cada vez que aterriza en casa. Dime cuando y donde, para enviarte mis guapos muchachos de 26 y 22.
ResponderBorrarMientras, te envío un blog que quizás te interese:
http://www.elnuevodia.com/blog-salsa_virtual_-_14_(dame_5)-1218933.html
Uuuy!!! a mí me encanta la salsa... también soy cumbiambera de closet, pero la verdad es que me uno un poco con los detractores del reggaeton y pasito duranguense... En fin, con que se trate de mover el bote yo soy feliz. Todavía no bailo salsa como yo quisiera, pero mis ganitas le echo y, como tú, cuando veo a la gente ponerle enjundia al baile, me pongo de buenas.
ResponderBorrarMe gustó este post. Abrazo!!
Cassio:
ResponderBorrarya me asomé al blog que recomiendas y es riquísimo, no sé por qué en un principio había entendido que eras chilena, pero luego ya me di cuenta por que tienes ese gusto por la música sabrosita y supe que eras boricua, con razón tienes tanto "jícamo" en todo lo que haces -je-
te mando un abrazo rumbero
=)
Cuetz:
a mí me gusta todo lo que me haga mover los hombros, pero eso no fue siempre, hace unos años era tan intolerante como el que más, sólo la salsa admitía que me gustaba (un poco en broma por eso digo que soy cumbiambera de clóset, porque no aceptaba que me gustara), la música norteña y banda realmente me molestaba cuando se puso de moda, creo que hasta que se murió selena fue que empecé a tolerarla, y luego me hice amiga de un genial músico autodidacta que se avoca a esos géneros, y eso me hizo verlo con otros ojos... como todo: la tolerancia empieza cuando dejas de ver algo como "ajeno" o "lejano" (pero admito que no es buena música, sólo que ya no los odio y me permito sumarme a la fiesta)
gracias por tus comentarios, siempre me da gusto cuando veo en mi bandeja que me dejaste alguno
=)
En lo personal estoy out con eso de la salsa y cumbia, pero me he visto inmersa en ese mundo esporádicamente gracias a mi hermana que es FAN de lo que ella llama "zucunzeo".
ResponderBorrar¡Saludos!
Moka Mola:
ResponderBorrartú sólo déjate llevar
;)
gracias por dejar un comentario, te he visto y te he leído en google +, me gustó mucho tu post de starbucks
bienvenida al blog!!!
hoy, por cierto, es aniversario de Rigo Tovar (Righ Tower, decían los más burlones), gigante cumbiambero que yo reconozco me tardé mucho tiempo en apreciar (era bien pinche intolerante con todo lo que no fuera rock), antes de que los de botellita de jerez y los hipsters de la condesa nos enseñaran que "ser naco es chido", todo lo que no fuera aspiracional gringoide era vergonzoso, (mal)cantábamos en inglés pensando que eso nos hacía güeritos y de ojos claros, ahora es más fácil que nos sintamos a gusto con nuestra prietez, pero antes no, y rigo tovar era sinónimo de lo que no queríamos ser, por eso fue valorado hasta mucho después de lo que se merecía
ResponderBorrary... oh, qué gusto de volverte a ver!!!!!
Querida Malbi:
ResponderBorrarCuando diseñaron a los Caballitos con Cuerno, nos implantaron una especie de "anticuerpos" que nos protegerían de casi cualquier cosa que denigrara a los Avarim y a los Humanos...
...y ¿será por esta medida de seguridad que no toleramos por más de 30 segundos cualquier sonido chirriante, repetitivo, gangoso, mugidor, hastiante, rumiante, escurrido, pretencioso, delirante, estridente, ignaro y, sobre todo, denominado con mucha presunción "música popular" (como si la inocente gente del pueblo, o "popular", se mereciera tales insultos sonoros!)
Perdón, pero es como ver al amor de tu vida (la bella Música, en mi caso) mancillada, violada, golpeada, mutilada, disecada, mal desmembrada y peor reconstruida, y aparte que vieras que la gente manipulada dijera que "esta nueva versión está "mas chida" (?) que la de antes!"
Pero los Cuacos con Cuerno nos resignamos. Son señales de los tiempos. Llega la decadencia y con ella, invariablemente la esperanza de que llegará una nueva raza a reconstruir lo que es bello, a partir de los escombros que dejaron los que se extinguen.
¡Ah caray! ¿Me vi medio apocalíptico? ¡Es Culpa de los intérpretes de los mayas (je!) y de las realmente destructivas ondas sonoras (y voces petulantes) de Sonideros y Cía., S. de R.L.
(Y luego por qué no me creen que ganará la presidencia el copete de gel: digno representante de la cultura "reggae-tonera" y "hip-hopera", gulp!)
Un cariñoso saludo, de regreso (se disolvió el glaciar donde estaba, ggrrrr!!!), de parte de
El Ensordecido (han viajado en metro y sufrido los vendedores de discos sonoros?? aarrggghhhh!!) Caballo con Cuerno (y Orejeras)...
P.D. Pero no estoy enojado, mi querida Malbi, no... lo que ocurre es que me acuerdo de lo que dijo la hija de Peña Nieto acerca de la "Prole", y, caray , oyendo lo que difunden por los micros y la "Ke-Buena", pues... ¡Oh Dios, no lo permitas!
ja, ja, ja
ResponderBorrarte entiendo muy bien, yo misma sufría de lo mismo que tú, había un amigo que sostenía: esos son ritmos, no son música
pero perdona que repita y te dedique lo que cantaba rigo tovar: oh!, qué gusto de volverte a ver!!!!
es un regalo leerte de nuevo =D