sábado, 29 de diciembre de 2012

Tarjetas Antiguas de Año Nuevo


Han tenido tanto éxito las entradas sobre las tarjetas antiguas de Navidad (aquí y aquí), que no puedo más que traerles las que encontré por Año Nuevo, con ese encanto del diseño de principios de siglo XX:


 
 

Estas imágenes son de este estupendo y nostálgico blog, pero también encontré unas tarjetas muy curiosas con las que los prestadores de servicio solicitaban su "aguinaldo", costumbre que todavía conservan los carteros de este país:



Y sobre el aguinaldo y sobre las formas de despedir el año en nuestro folclor hablamos hace un año, en la última entrada del 2011, y hace dos años despedíamos el año recordando al autor de la canción Yo no olvido el Año Viejo.

Mis mejores deseos para este año que inicia, que, como todo ciclo, siempre lo empezamos con esperanzas, anhelos y nuevas fuerzas. Que lo disfruten y aprovechen lo más posible. Gracias por acompañarme otro año más...



...y recuerden: el 1º de enero es el cumpleaños de este blogcito, no sean gachos y vengan a darme un abrazo.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Feliz Navidad

La guerra terminó (si tu quieres). Feliz Navidad.
John Lennon y Yoko Ono (War is over. Merry Christmas, 1971)

Además del setentero anuncio de la Coca-cola, del que hablamos aquí hace un par de años, en una de las entradas que mejores conversaciones provocó entre los comentaristas, otro de los anuncios navideños que recuerdo yo en mi infancia es el del Palacio de Hierro con unos monaguillos en un trineo, arrastrados por la nieve por un sacerdote joven y guapo mientras ellos cantaban: "En la navidad todos vamos a estar contentos... el gran Santa Claus y los Tres Reyes muy contentos... regalos llegarán para hacer la Navidad feliz... laralá, laralá, laralaralaralá, lalá". La descarada invitación al consumismo con pegajosa tonadita se me quedó grabada en la mente hasta transformarse en un villancico que repito siempre en estos días. Y también en el condicionamiento pues para mí una navidad feliz es sinónimo de regalos (y de exquisita cena en compañía familiar, no concibo una celebración de navidad lejos de mi familia, sin haber pasado horas terminando una preparación culinaria complicada). Afortunadamente los míos empezaron a llegar desde unos días antes. Aunque los más valorados no son los más comerciales sino los que llevan un significado implícito, denotando que fueron pensados o elaborados buscando la complacencia del obsequiado. Procuro que los regalos que doy tengan también ese plus. 

Por eso la primera navidad en El Fanzín busqué regalarles esta singular receta navideña: La original receta de las galletas de Navidad.

La siguiente navidad nos pusimos todavía más cursis con todos los recuerdos provocados por la entrada sobre el clásico anuncio navideño de Coca-cola y un relato de mis navidades pasadas: Feliz Navidad Sra. Scrooge.

El año anterior hablamos de las posadas, recordando su origen, y relatando una, también ampliamos el catálogo de tarjetas navideñas con el encanto de diseños vintage, que pusimos aquí hace en una entrada de hace tres años, convirtiéndose en las reinas de las entradas en estos días, pues acumulan más visitas que todas las demás: Antiguas tarjetas navideñas y Antiguas tarjetas de Navidad, son los títulos de estas entradas tan populares en esta temporada.

Y así como en la entrada anterior recordamos canciones para el fin del mundo, así también hace un par de años recordamos el villancico que paró una guerra... y toda la historia resultante.

Y hoy quiero desearles una muy feliz navidad, recordando brevemente a una de las historias más representativas de la Navidad: El Cascanueces. 

Timbres postales relativos al ballet El Cascanueces

Grabado basado en el cuento El Cascanueces, de E.T.A Hoffman, 1816.

Original del polifacético y prolífico E. T. A. Hoffman, influyente escritor, además de músico, pintor, dramaturgo y jurista alemán, este cuento se lanzó al público justo en la época del auge del cuento alemán, tras las recopilaciones de los Hermanos Grimm, pero su mayor popularidad se la debe a la adaptación musical del reconocido compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovsky, quien la realizó por encargo y sin gran entusiasmo, aunque sí puso un especial empeño para ganar una apuesta sobre la métrica musical que empleaba en una parte (un adagio posterior al Vals de las flores). Cabe destacar que Tchaikovsky no se basó en el cuento original de Hoffman sino en una adaptación literaria de Alejandro Dumas. La coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov redondearon el éxito inmediato del que se convertiría en el vals más famoso del célebre compositor ruso.


Escenografía original para el ballet El Cascanueces, diseño de Konstantin Ivanov,  1891

Este clásico navideño se volvió tal en la década de 1960, con sus representaciones anuales en Estados Unidos. Una versión con teclado eléctrico con el grupo de rock Emerson, Lake and Palmer, en 1971, lo volvería todavía más identificable entre el público masivo, y la versión televisada con el popular bailarín ruso Mijail Barýshnikov en 1976, terminó por redondear su fama, ampliada todavía más por las versiones televisadas en ballet sobre patines de hielo y de ruedas (a principios de los 80´s) . Como yo crecí en esa época El Cascanueces se volvió uno de los elementos entrañables en mi concepción de la Navidad, además que mi hermano participó en una versión de ballet escolar y me tocó hacerle su disfraz de Rey rata (quedándome divina su máscara... je); de ahí que quisiera contarles sobre él.

Les deseo muy felices fiestas (lo serán para mí: llevo a dieta estricta cinco semanas y hoy hago el primer receso, en que podré probar las dulces y condimentadas delicias de la cena... ¡yeiii!). Que el mejor regalo que reciban sea el afecto y la calidez de las personas que aman. 



Les dejo un empalagoso e inmenso abrazo. 

jueves, 20 de diciembre de 2012

Canciones para El Fin del Mundo

El mundo se va a acabar, el mundo se va a acabar... si un día me has de querer, te debes de apresurar.
Molotov.

"Diciembre me gustó ¡pa´ que te vayas!", nos decía Don José Alfredo... y como tal vez este sea el último post en la vida del blogcito, pues hay que despedirnos cantando, porque es El Fin del Mundo tal como lo conocemos (¡y yo me siento chida!):

















Y terminamos simplemente diciendo que "Este es el fin" (aunque la verdad, la canción que mejor describe este momento es una salsa que dice: "...yo no sé mañana... si estaremos juntos... si se acaba el mundo..."):



Y total, diciembre me gustó pa´ que nos vayamos todos (como si se fue doña Chavela Vargas):

Amarga Navidad by Chavela Vargas on Grooveshark

"...que sea tu cruel adios mi Navidad", dijo Don José Alfredo Jiménez y luego de él, muchas voces más, entre ellas, la de Chavela Vargas -una de las sensibles pérdidas de este año-, y también la de Jenni Rivera, que también es, por muchos, otra de las muertes más lloradas, sobretodo por las condiciones trágicas y repentinas en que sucedió su fallecimiento. No soy su fan y ninguna de sus canciones me gustaba, pero en el último año oí sus interpretaciones a varias baladas clásicas mientras viajaba en los transportes urbanos y me familiaricé con su estilo, el cual, ya en la parranda y bajo el influjo de un par de tequilas, me divertía en imitar. Es curioso como nos son dolorosas las muertes de las personas que creemos conocer y que sentimos cercanas porque los medios nos las acercan, son duelos curiosos, por gratuitos. Así sea una cantante de palenques, o un laureado escritor como Carlos Fuentes, las muertes de los notables (o simplemente notorios) nos parece tocar de cerca. 

Yo en lo particular, también lamento la muerte en este año de Miguel Couturier, a quien pude admirar y disfrutar en teatro, en obras como El último verano de Sarah Bernhardt y Festen. Excelente actor, lamentablemente poco conocido, tanto que, a diferencia de la muerte de otro buen y prolífico actor, Julio Alemán, a quien crecí viendo en la pantalla chica (aunque sus películas fueran para la pantalla grande), no se dedicaron mayores espacios para informar de su muerte.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

La Celebración Familiar de la Navidad


Pido perdón encarecidamente por esta ausencia tan prolongada como injustificable, la realidad es que no se me daba escribir, comencé varias entradas sin concluirlas y es que en realidad me absorbió por una parte la vida 1.0, y por otra parte la represión y las detenciones arbitrarias del 1º de diciembre durante las protestas por la toma de posesión del Enrique Peña Nieto, no me dejaron mucho espacio en la mente cuando me sentaba ante la computadora, y aunque sí pensé en hacer una entrada sobre eso no logré concretarla y me volqué ante las redes sociales para informarme y compartir la información encontrada.

La lucha por los derechos humanos es una lucha todavía muy incomprendida, todavía se tiene que luchar no sólo contra los abusos de autoridad, sino también contra el prejuicio y el estigma de que se están defendiendo delincuentes, cuando en realidad lo que se defiende son los derechos propios y ajenos de no sufrir una arbitrariedad injusta; cualquiera, en cualquier momento, puede estar en una situación similar a la que están los catorce detenidos, acusados sin pruebas de ataque a la paz pública, e incluso no sólo sin pruebas, sino contando con las evidencias (videos, fotografías, testimonios, testigos) de que estaban en otro lugar y sin participar en los desmanes, que también se ha comprobado, fueron iniciados por provocadores -algunos pagados- que se relacionan con los grupos en el poder. La liberación de 56 de los detenidos y la presión para que se atiendan los casos de los 14 restantes, es un logro de los usuarios de redes sociales que protestaron virtualmente, y difundieron las protestas físicas que hicieron los activistas y sus simpatizantes, aún en contra de una gran descalificación masiva por parte de quienes no sólo no comparten, sino que les indigna este tipo de lucha, desaprobándola y hasta obstaculizándola.

Pero bueno, no puedo resarcir el error de no haber informado oportunamente a través de este blog, y también es tiempo de hablar de temas más felices y, todavía, oportunos.

A mí me encanta la Navidad, así como sus tradiciones (nuevas y antiguas), sé que parece un contrasentido al ser atea, pero realmente tomo esta fiesta como lo que es: un feliz pretexto para fortalecer los vínculos con las personas que comparten con nosotros. Soy una observadora de la naturaleza social que sigue con interés casi entomológico las relaciones humanas, y puedo asegurar que esta época produce cambios interesantes en las personas, y me entusiasma cuando el cambio es positivo, lo cual en sí mismo es todo un motivo para celebrarse y bien justifica un festejo como el que se lleva a cambio en estos días. Además la figura histórica de Jesús de Nazaret me llama también mucho la atención, es mi personaje histórico favorito, en realidad; incluso hice todo un dossier sobre él, como algunos han visto, del que retomo una frase para explicar mi curiosidad sobre "el perfil histórico de Jesús, ese predicador con inclinación a los pobres, que se atrevió a cuestionar la aristocracia sacerdotal, y que dividió la historia en un antes y un después". Por lo que la celebración de su nacimiento también es un evento que me interesa.

Pero también retomo una parte de una entrada que recibió muy pocas lecturas (dada su fecha de publicación), y que me gustaría que más de ustedes la leyeran, pues es una informacíón que intenté compartir en el blog varias veces desde hace un año, pero que las fallas que Blogger tenía en ese tiempo no me lo permitieron, y es sobre como se transformó la celebración navideña y se instauraron algunas tradiciones a partir de convencionalismos y requerimientos sociales:

En la actualidad tenemos muy aceptado que la Navidad es una fiesta preponderantemente familiar, incluso cuando se comparte con amigos y conocidos, es la intención de integrarlos a nuestra familia y recibirlos en nuestro hogar lo que nos motiva. Pero originalmente la Natividad era una celebración masiva y popular. Los festivales religiosos que suplieron a los paganos, tanto en las comunidades germánicas, escandinavas, romanas y precolombinas, lo fueron también.

La costumbre de que esta fiesta sea familiar se impuso cuando las familias de clase alta de Nueva York y otras colonias estadounidenses, quisieron "sacar" la fiesta de las calles, pues desde el medioevo la Navidad era celebrada secularmente por el pueblo de manera licenciosa y ruidosa. En América los puritanos y aburguesados habitantes intentaban proteger sus propiedades de las travesuras del populacho, que al más puro estilo "jalogüinesco", amenazaban con tirar piedras a las casas si no se les obsequiaba con algo cuando iban de puerta en puerta cantando villancicos, como en cada casa se les ofrecía ponche hecho tradicionalemente con ron y huevo, los cantores podían volverse de verdad impertinentes, y los desmanes causados con tan navideña intención podían ser cuantiosos. Así, la entrañable fiesta familiar navideña, es derivada de una medida deliberadamente planificada para arrebatarle su carácter de festival masivo. 

Navidad en una residencia neoyorkina a principios de siglo XX

El entrañable cuento de Charles Dickens publicado en 1843 fue un elemento importante en la reinvención de la celebración navideña, haciendo hincapié en los valores como la compasión, la buena voluntad, la camaradería y los lazos familiares. 




El libro A Christmas carol (traducida como Canción de Navidad o Un cuento de Navidad) retrataba la condición en que sobrevivían los niños y jóvenes proletarios en la era victoriana a consecuencia de la industrialización y el colonialismo británico: la mendicidad, la prostitución, la situación de calle, la explotación laboral, la desatención médica y el maltrato. Para escribir su obra Dickens leyó informes del parlamento británico sobre los niños en situación de pobreza y mendicidad, abogando por una actitud más benévola, caritativa y humanitaria hacia los niños.

El éxito inmediato del libro provocó que revivieran las celebraciones navideñas en Inglaterra, prohibidas desde dos siglos antes por las políticas fundamentalistas protestantes, y que Dickens fuera aceptado por el público estadounidense, al que no le habían gustado sus ideas antiesclavistas y lo había desairado antes.

Manuscrito original de A Christmas carol


Ilustraciones de John Leech
para la primera edición de A Christmas carol

Las mismas familias burguesas fueron las que adoptaron la moda inglesa de adornar un abeto en el interior de las casas, tal como hizo la reina Victoria un par de años antes en el castillo de Windsor, (después de verlo en la corte de Francia), ejemplo seguido por todas las familias pudientes tras verlo ilustrado en las revistas y periódicos. Y fue otra reina la que habia introducido la costumbre en Francia: María Lescszinska, esposa de Luis XIV, quien por primera vez mandó colocar un árbol en el Palacio de Versalles (adoptando la costumbre de Alsacia, donde pasó su juventud), y no fue una reina sino una princesa la que llevaría la costumbre del árbol de Navidad a España: Sofía Sergueievna, quien al enviudar de un hermano de Napoleón se casó con un duque español. 

La reina Victoria y el árbol que puso en el castillo de Windsor

En España se tenía ya la costumbre de instalar los belenes, esa costumbre también fue llevada por una reina, la esposa de Carlos III que adoptó la tradición napolitana, que tuvo su origen en la idea de San Francisco de Asís, de esto ya hablamos en El Fanzín hace unos años, contrario a lo que se afirma, en ese primer nacimiento no hubo personas reales, pero sí un burro y un buey de verdad. El antecedente histórico de los belenes son las representaciones teatrales de la Edad Media en España, en las que, durante ceremonias nocturnas, niños vestidos de ángeles y pastores cantaban en honor del niño Jesús, tras lo cual aparecían al abrirse unas cortinas, la Virgen y el niño, dando paso a la celebración de la misa. Estas costumbres no se fueron del todo durante varios siglos, por lo que se puede apreciar en las postales navideñas de principio del siglo XX que se encuentran en el Archivo de Fotografía Histórica de Canarias, de donde sacamos esta hermosa imagen:


Tengo la intención de volver a los temas navideños en los próximos días, así que sólo es un adelanto este deseo: ¡Felices Fiestas!
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