jueves, 1 de enero de 2015

¡Primer Sexenio!





2014 fue un año difícil, Peña Nieto seguro jamás lo olvida -je-, pasó de ser el "salvador" de México a una figura de inacción hecha de cartón para ser quemada, golpeada y decapitada por el pueblo que lo odia (que es la gran mayoría, pese a que los peñabots parezcan ser muchos, y los que prefieren que la indignación no se manifieste ni siquiera con hashtags sean todavía más).

Fue un año de cambios y despertares en este país, lo que podría ser semilla de movimientos de mayor complejidad que una marcha o un bloqueo, pese a la demanda de que las manifestaciones permanezcan pacíficas, o del lógico desgaste de la movilización popular. Lo que sí es tangible ya, es que germinó una conciencia crítica que invita a la acción organizada.

Lo cual es muy bueno.

Ni el levantamiento del Ejército Zapatista hace exactamente veintiún años, ni la protesta masiva de quienes estaban convencidos de que hubo fraude en las elecciones de 2006 (los dos sucesos que volvieron a convocar a la Sociedad Civil que se organizó espontáneamente por primera vez después del sismo de 1986, para cubrir el vacío del tibio gobierno de entonces) habían provocado las multitudinarias adhesiones solidarias que se han presentado después de la desaparición y asesinato de estudiantes normalistas de Ayotzinapa, la gota que derramó el vaso de la indignación por la impunidad y la connivencia de autoridades corruptas con narcotraficantes. Por eso la protesta y la rabia se ha dirigido hacia lo alto de esas autoridades, tomando la figura presidencial como catalizador de toda la incomodidad y disgusto populares. Sumando la mirada crítica de los medios que antes le brindaban tolerancia cómplice, y la reprobación a su gestión desde otros países, el sexenio de Peña Nieto se ve más complicado de lo que ha sido el sexenio de este blogcito cumpleañero. Aquí sólo hemos tenido un (absurdo) reclamo por el nombre, un (absurdo) pleito entre divas ególatras, y unas cuantas (absurdas) grafiteadas en un post popular, que vio pintadas sus paredes con frases escatológicas cual baño de secundaria.

Fuera de eso, pura buena vibra ha llegado por aquí. Más de la que su inconstante, (mentalmente) inestable e inconsistente autora merece. Gracias por eso, ustedes son mejores lectores de lo que yo soy como bloguera.

Yo no puedo hacer un balance objetivo de este año, personalmente me siento mejor que nunca, es decir, en una de mis etapas de mayor estabilidad en varios niveles, además de algunos logros individuales, las celebraciones recientes me han confirmado que tengo amigos sinceros con los que mantengo lazos muy firmes, además de la suerte inmensa de ser parte de una familia felizmente disfuncional, pues tal como decía Tolstói, las familias infelices lo somos de distinta manera, incluso dando cabida a una felicidad intermitente y necia, que regresa tozuda a instalarse en cualquier recoveco que encuentra, pese a las grandes tragedias que tampoco se resignan a abandonarnos. Porque a pesar de esas pequeñas y crecientes dosis de dicha, y de avances tímidos que logramos, dos sucesos añadieron el drama que la vida requiere. Dos pérdidas, dos ausencias, dos huecos en el estómago y el pecho, dos nudos en la garganta que se deben disimular con la sonrisa, pese a todo, sincera. Porque de eso se trata la vida, ¿no es cierto?, de buscar sonreír de nuevo, de intentar sonreír otra vez.




Así se iluminó Europa celebrando el cumple del blogcito. Apenas comenzó el año y luego luego se pusieron bien loquitos festejándonos hasta en Dubai, Hong Kong y demás hermanas repúblicas. ¿Qué chiditos, no?

Y hoy mi sonrisa es muy plena. Yo termino el año brindando como en La Traviata, y comienzo los años acompañando mi primer despertar con los aplausos de la Marcha Radetzky de Johann Strauss, que concluye el tradicional Concierto de Año Nuevo en Viena.

Y desde hace seis años, esta es mi celebración por El Fanzín, por todas las cosas lindas que me ha traido: el aprendizaje, las conversaciones, las amistades, la empatía, las ideas en tránsito, las puertas que se abren, las voces que escucho, los estilos que reconozco, los caminos que recorro, los puentes que se tienden, las manos que se brindan, las causas que se abrazan, las personas... sobretodo, las personas. Los avatares que se vuelven personas, los nicks que se vuelven nombres.

Carmen, Nora, Marichuy, Donají, Luis, Aurelio, Bertha, Ana, Tere, Laura, Carolina, Gisela, Max, Hugo, Carlos, Adriana, Jesús, Juan, David, Ángela, Norma, José, Sergio... nombres que se han vuelto amigos constantes, maestros y cómplices, presencias que entibian la virtualidad, y junto a todos estos nombres, hay tres que me persiguen siempre, porque sé que El Fanzín les debe mucho y necesito agradecerles: Andrés, Rodrigo y Ulisses. No fui inteligente y no supe dejarles saber la importancia que tuvieron para mí y para el blog, no supe corregir mis errores ni tuve la suficiente madurez, y lo lamento de manera recurrente, ojalá un día tenga la oportunidad de ofrecer la disculpa obligada.

Por hoy, agradezco la oportunidad de celebrar brindando y aplaudiendo así:






Feliz Año. Feliz Vida.

Adendum: releyendo la entrada de hace un año, en que transmito toda la frustración de ir contra un sistema sin mayor esperanza de provocar un cambio, hoy puedo decir que todas estas manifestaciones han servido, además, para que la esperanza se vuelva más robusta y firme, de ahí el cambio de ánimo registrado en este último año. El sistema sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso, esperando nuestro total despertar... pero somos más ahora.
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