jueves, 15 de enero de 2009

Dossier (complemento): OUROBOROS, EL CÍRCULO INFINITO

El ouroboros como símbolo de la totalidad está presente en -quizá- todas las culturas, con otros nombres y representaciones gráficas parecidas. Es sorprendente y exquisita la representación del ouroboros-quetzalcóatl de los mexicas, y muy estilizados los ouroboros de tan distintas latitudes como Australia, África y América.

Diametralmente opuesto al dramatismo que encierran otras representaciones del ouroboros - como en China o India - la figura del "Enso" sintetiza la ciclicidad, la eternidad y la perfección dentro de la filosofía Zen. El Enso es para el Zen el círculo absoluto de profundo significado. Representa la naturaleza objetiva del Ser y la Existencia, donde cada uno es círculo y todos forman parte del Círculo Universal, un todo que es mayor a la suma de sus partes.

Contrario al Ouroboros, el Enso no se cierra sobre sí mismo. Sus extremos no se tocan y el círculo queda abierto a la infinidad. Es un círculo sin principio ni fin, inacabado, infinito, que a pesar de las imperfecciones existentes en su trazo, son justamente ellas las que lo hacen perfecto, porque es así como debe ser y todas las partes del Enso cumplen su propósito: la tinta que le da forma, los espacios en blanco de su trazo, su puerta al vacío y el lienzo que lo sostiene.

La misma redondez del enso-ouroboros queda de manifiesto en la poesía zen.






No busquéis el camino en los otros,

en un lugar lejano;

el camino está bajo nuestros pies.

Ahora viajo solo…

Pero puede encontrarlo en todas partes;

ciertamente, él es ahora yo,

pero ahora yo no soy él.

Así también, cuando encuentro lo que encuentro,

Puedo obtener la verdadera libertad.



Tozan, undécimo patriarca Zen (807-869)

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Cuidando de buscar la Verdad según los demás,

cada vez se retiraba más de mí …

Ahora ando sólo conmigo mismo,

y no hay otro más que yo;

no obstante, no soy él…

Una vez entendido esto,

estoy con Él cara a cara.


"Tung-shan", «Ensayos Sobre Budismo Zen»,Dr.Suzuki

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No puedes conseguirlo poniéndote a pensar;

no puedes buscarlo sin ponerte a pensar.

*

Como el cielo vacío, carece de límites,

pero está en su lugar, siempre profundo y claro.

Cuando tratas de conocerlo, no puedes verlo.

No puedes agarrarlo,

pero no puedes perderlo.

Al no poderlo tomar, lo tomas.

Cuando callas, habla;

cuando hablas, calla.

El gran portón esta abierto de par en par para dar limosnas,

y ninguna multitud bloquea el camino.

*

Los gansos salvajes no se proponen reflejarse en el agua,

el agua no piensa recibir su imagen.


«El Camino Del Zen», Alan W. Watts

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Ideas en tránsito