jueves, 15 de enero de 2009

Dossier: OUROBOROS, LA CICLICIDAD

Ouroboros como emblema de mortalidad,
George Wither's A Collection of Emblems, Ancient and Modern, 1635


El Ouroboros
por: Ulisses P. Bolón, ICrP

La imaginación humana que tantos monstruos engendra, dio vida también al "ouroboros" partiendo de una premisa casi infantil: ¿Puede una serpiente ver su propia cola e intentar morderla?. Si la respuesta es afirmativa: ¿Cómo puede ser una serpiente que se engulle a sí misma?. Bajo este símbolo - con otros nombres y representaciones más o menos parecidas - distintas civilizaciones escondieron significados relacionados a la ciclicidad: el tiempo, la eternidad, la unidad, el retorno. Ideas que tienen en común la redondez con la que el ouroboros nos remite de manera inmediata e insconsciente a formas tan primitivas como la rueda, tan sofisticadas como un reloj (¿acaso no es un reloj sino una rueda del tiempo?) y tan insondable como el cero. Resulta, sin embargo, paradójico, que con éste último pretendemos representar una idea en apariencia contraria al ouroboros: la nulidad, el vacío, la nada.

"La Naturaleza aborrece el vacío" consigna Rabelais en «Gargantúa». Un proverbio latino que no consigue explicar cómo todo surgió de la nada porque los considera opuestos y excluyentes, negándose a ver la realidad aterradora: ambos son aspectos de una misma cosa. La nada más allá de ser la simple carencia de algo, existe, es positiva y tiene una realidad física y matemática completamente demostrable. Es la figura del agujero negro, ideada por Penrose; la llamada "singularidad", un punto de densidad infinita y masa cero que se engulle a sí mismo y todo cuanto está a su alrededor. Ouroboros.

Para la Teología Cristiana las cosas no son más sencillas de imaginar. ¿Cómo pudo su dios tener un hijo sin crearlo?. Este dilema teológico presenta una solución sofisticada y elegante: Dios, antes de crear todas las cosas, se hace una imagen (digamos, mental) de sí mismo. Como el tierno infante que al descubrirse reflejado en un espejo, logra sacar de la nada aparente una imagen de sí mismo, la reconoce e instintivamente toca su nariz. Ouroboros.

¿Cómo pudieron los dioses existir antes de todas las cosas, y sin embargo sacar todo de la nada?. La Física moderna, obstinada en descubrir los minúsculos ladrillos que componen la materia se topa de frente con una realidad abrumadora. Allí dentro, en lo más profundo del átomo, sólo aguarda la más desoladora nada. Ellos lo explican así: materia y gravedad se anulan, se restan, se dividen. Materia y gravedad se aniquilan mutuamente. Si sumamos toda la materia existente en el Universo conocido más toda la gravedad que esa masa genera el resultado es cero. De tal suerte todo pudo surgir de la nada porque sigue siendo básicamente lo mismo... nada.

Srinivasa Ramanujan -un oscuro matemático de la India- puso de cabeza a sus profesores (y sigue haciéndolo con los matemáticos modernos) cuando muy niño supuso que si cualquier número que se divide entre sí mismo es igual a 1, entonces 0 entre 0 debe ser igual a 1. La paradoja que esto plantea es que de repente -de la nada- sale un todo indestructible y poderoso, capaz de sumarse y multiplicarse. De la nada a la unidad, y de ella a la ciclicidad y lo eterno. Ramanujan lo vislumbró haciendo gala de su lógica infantil y una imaginación desbordada. Esa que tantos monstruos engendra.

Ouroboros.



*El autor es Consejero de la Cámara de Comercio, Comisionado
de Investigación y Desarrollo y profesor de Comunicación.

3 comentarios:

  1. Gracias Ulisses, la verdad es que con tantas referencias bien podías haber hecho el dossier tú solo -je-

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  2. Al contrario insecto maligno, es un honor y un placer colaborar contigo y ver mis letras publicadas en este espacio.

    Me encantó la idea de los jueves de dossier. Lo que me alegra que es cada dos semanas porque todavía me duele la cabeza!.

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  3. insecto maligno?????... qué llevadito, no?

    -je-

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