viernes, 29 de julio de 2011

De Humor, de Amor... y Cosas Peores


Humor es no tener que pedir perdón

Quería retomar el tema de la aparente inocuidad del humor y de la forma en que asimilamos estereotipos perjudiciales, pero sé que les debo un post festivo a propósito de ese bonito día en que nacieron todas las flores, tanto para agradecer las felicitaciones que me hicieron llegar por varias vías como para celebrar la vida (mi vida, aclaro... je).

"Pobre mujercita, sola!!!!!!", me dicen por correo electrónico, en un mail cargado de descalificaciones. La malintencionada frase proviene de un muy buen amigo (no mío, claro) defendiendo a otro. Lo malo que se equivoca. En primera instancia, en que no fui yo quien lo ofendió. Y en segunda, en que afortunadamente no estoy sola. Y la frase me llega justo en el día en que me lo demuestran de forma abrumadora. Tanto física como virtualmente los abrazos se suceden uno a otro. Las muestras de afecto, de simpatía y de estima me tienen con una sonrisa permanente todo el día. Lo mejor es que vengo siendo festejada desde algunos días antes y continué siéndolo unos después todavía. Por eso hasta hoy puedo venir hasta aquí a compartir con ustedes. A diferencia del año anterior, en que yo me empeciné en festejar los cuarenta años, esta vez no había planeado organizar nada, pero las iniciativas se dieron por varias partes y eso me conmovió tanto que traté de juntarlas todas, y el resultado fue una muy amena y divertida reunión con algunas de las personas más importantes en mi vida y con las que más apego tengo.

Era un grupo variopinto de amigos recientes, amigos añejos, amigos íntimos, amigos fraternos, amigos cómplices, amigos guías, amigos confidentes, amigos espejos, amigos hermanos, amigos que me dieron vida (tanto hace cuarenta y un años, como hoy día).

Amigos que me aceptan como soy, por lo que soy... y pese a lo que soy (y que no entienden que deben dejarme porque estoy pobrecitamente sola).

Mil, mil gracias a todos los que me enviaron una felicitación por Twitter, por Facebook (últimamente es en esta red en la que más retroalimentación he encontrado), y aquí en el blog. De verdad me alegraron, no sólo el dia, sino la vida misma.

Humor en los tiempos de cólera

Curiosamente, por mail no me llegó más que ese en que me dicen que no soy lo que pretendo ser y que mis letras no son sinceras. Otro error. Primero porque no pretendo ser nada. Soy (a pesar de mi propias intenciones). Y las letras siempre son sinceras, aunque incluso sea mi objetivo que no lo sean. Al final, y cualquiera que intente escribir lo sabe, nuestras letras nos reflejan. No se puede fingir tanto (lo que sí, es que hay que aprender a leer). No sé cual sea la percepción de esta persona de lo que yo pretendo ser pero esa es percepción suya, no pretensión mía. Y finaliza con una frase que intenta ser lapidaria: "Alguien que te pensó cabal, seria, honesta y decente". Y aquí empieza el verdadero problema: ¿por qué me responsabiliza a mí de no ser lo que él pensó que era?, ¿en qué parte de este blog me describo como una persona cabal, seria, honesta y decente?, ¿cabal?, ¿qué hace a alguien ser cabal?, ¿por qué pretendería yo hacerme pasar por una persona seria?, ¿o decente?... ¿o por qué ya dejé de serlo?

Me dice el diccionario que una persona cabal es una persona íntegra, y por lo que dice este amigo (de otro) yo no lo soy. Ni honesta ni decente. Y según su criterio no lo soy porque le dije arrogante a un arrogante (peor aún, lo dije sin la ambigua cortesía de decir antes: "yo te respeto a madres pero...", como si respetar a otro no implicara no minimizar sus ideas). Para quien quiera la obra completa fue más o menos así:

Acto 1. Comentarista uno no entiende el mensaje de la entrada y por ello lo califica de moralista, por lo cual exige que se vuele alto y no se traten discusiones así de pedestres y temas patychapoyescos.

Acto 2. Bloguera represora, dictatorial, autoritaria, neurótica, deshonesta e indecente exige que no se le diga qué hacer (lo cual no es lo mismo que decir que no se opine o que no se critique o se disienta de su opinión).

Acto 3. Comentarista uno ahora víctima de la deshonestidad y de la indecencia de la bloguera malvada y autocomplaciente, dice entender que no es nadie para decir su opinión y se retira dignamente (además de negar palabras que sí ha dicho y que la bloguera deshonestosa e indecensérrima recordó con impertinente tacto para ejemplificar actitud reincidente de comentarista víctima de su mala memoria y de la injustificada ira primitiva y violencia de bloguera moralina y voladora de bajos niveles).

Acto 4. Comentarista x emite comentario jocoso, políticamente incorrecto, vulgar, cobarde, miserable, pecaminoso, ignominioso, engordador y flatulento.

Acto 5. Observante -1ab poseedor de poderes psíquicos y de capacidades deductivas dignas de guionista de capítulo de estreno de Dr. House, reconoce la letra de la bloguera indecentiosa e deshonronada (y vulgarsota) y atribuye comentario x a su autoría, apuntando con dedo flamígero hacia su dirección y hacia la tecla "enter", y envía mail que no admite respuesta, discusión ni petición de clemencia por contener incorrección política que defendía cuando salía de la pantalla de televisión pero considera inadmisible si sale de la pantalla de la computadora.

Acto 6. Observante -1ab con valor moral a prueba de balas, comprueba que bloguera ofendedora no hizo tal ofensa pero mantiene posición de que no es digna de amistad, perdón, disculpa, amnistía, santos óleos, condonación de deuda ni prórrogas administrativas.

Todo porque la malbicha no sabe aceptar una crítica ni recibir una mentada. Pinche tan chillona.

Y cae el telón

Pero la realidad es que la molestia (justificada) fue porque la interpretación incorrecta de Le Cid del tema de la entrada, lo redujo a una mera exposición de chismes de farándula con tendencias moralistas, cuando en realidad se estaba cuestionando la mediatización de estereotipos sociales, así como el papel del humor como conducto. Una discusión similar alrededor del manejo del humor, desgastante, y por lo visto, infructuosa -dada la reticencia de los participantes a entender otros puntos de vista-, se dio en la entrada referente a la polémica del programa Top Gear. El cansancio se debió a que eran los mismos argumentos con los mismos comentaristas... pero la molestia fue por encontrar una lectura ligera del post y una imposición sobre los temas a tratar. Mi reacción (esa sí, injustificada) fue menos pensada de lo que debió haber sido, pues no cuidé que no pareciera agresiva ni tajante. Me molestó sobremanera que me calificaran de moralista -creo que es lo peor que me pueden decir- cuando la intención de todo este blog es alentar un pensamiento lejos de esa corriente. Se juntó con la inconformidad de que, por no tener la capacidad de entender el tema de la discusión dijeran que ésta era de bajo nivel, y que me dijeran qué temas debo o no debo tratar en este blog, pues justo lo abrí para no seguir una línea que me limitara o me condicionara, pues antes de abrirlo tuve la oportunidad de participar en blogs muchísimo más populares pero elegí empezar desde cero para poder hablar de lo que quería hablar, y de la forma en que elijo hacerlo.

Pero no debí dejar un hilo suelto que permitiera que Le Cid se sintiera ofendido. Porque es cierto que desde que llegó se notó su protagonismo y su visceralidad... pero así se le aceptó. Porque no es lo único que es él. Y se supo ver que además de eso era sumamente sensible, ameno, ocurrente, humanista, generoso, excelente amigo (y esto, para hacerle justicia debería escribirse por lo menos cinco veces seguidas), seductor, aceptablemente inteligente, aceptablemente culto, compartido, original, creativo, y un largo etcétera de cualidades que lo hacen ser tan apreciado y tan seguido. Porque en los seres humanos hay claroscuros y matices, nadie es tan diáfano ni tan opaco, a la cantidad de luz corresponde una oscuridad. Y a Le Cid se le estima y se le agradece. Porque es cierto que cuando vino trajo frescura, bríos y ánimo, además de nuevos lectores; trajo también la oportunidad de mostrar la profundidad de un mundo que se antoja frívolo, y la invaluable muestra de que la homofobia es injustificable. También por esto la inconformidad, pues trató de frívolo y de irrelevante un tema y un tratamiento, cuando en su oportunidad se abordó el ámbito de su profesión sin detenernos en el prejuicio que lo señala de la misma forma, es decir, el mundo de la farándula puede parecer superficial, pero cuando es reflejo y catalizador de conductas sociales, se convierte en un tema interesante y necesario de tomarse en serio.

You´re so vain, you probably think this song is about you. You´re so vain, I bet you think this song is about you.
(Eres tan vanidoso, probablemente piensas que esta canción es acerca de ti. Eres tan vanidoso, apuesto que piensas que esta canción es acerca de ti).
Carly Simon
Así que esta fue una lucha de egos demasiado inflados. Asumo mi parte del error. Pero también me sorprende que mi susceptibilidad molestara a los que se sienten tan cómodos con la propia. Al grado de agarrar sus canicas y anunciar que se retiran del juego; al grado de emitir un juicio severo que anula también mi propia valía como persona, hasta practicamente reducirme a escoria (líbrame señor de la perfección de cada día... y de los que la exigen mostrando su propia miseria humana. Gente así fue la que hizo posible la Inquisión), y a los que muestran un anonimato, una vulgaridad o una actitud irreverente, tan insoslayables a la red.

Los Humorosos callan...

Los comentarios anónimos son justificables y entendibles desde muchos puntos de vista, condenarlos como cobardes es una de las incongruencias más comunes. En la red casi todos somos anónimos, no hay mucha diferencia en poner un nick o un nombre. ¿Qué dice de alguien firmar como "malbicho", "periquin" o "Ulisses P. Bolón" (de entrada a mí este último nombre me da mucho miedito: ¿por qué tantas "eses"?, ¿qué se esconde detrás de la "P"?... aunque, bueno, sospecho que ha de ser un "Papacíiito", o algo así, je). Hay algo de ingenuidad también en esa exigencia de que todo el mundo de la cara (y de imprudencia, no se deben subir todos los datos ni mostrarse tanto). Hay mucho de candor en esperar que todos se comporten conforme a nuestra propia concepción de lo que es buena educación y nuestro particular código de conducta. Mucho de intolerancia y soberbia en emitir juicios de valor y descalificar moralmente a los que no lo hacen. Muchísimo más de inmadurez emocional al exigir perfección y sentirse defraudados por alguien cuando no cumplió con las expectativas propias. "Pensé que eras diferente", es un reclamo pueril, la otra persona no es responsable de complacernos en todas nuestras exigencias.

Lo curioso es que he tomado por costumbre, al iniciar una relación personal, de amistad o de algún otro tipo, (en un ejercicio de honestidad) presentarme como una persona de inestabilidad emocional y mental nada confiables, y siempre encuentro la misma comprensión y empatía de quienes dicen que eso no es lo importante, que todos estamos un poco locos y algunas cosas similares... y cuando ya viven mi inestabilidad entonces se dicen defraudados y quieren hacerme sentir mal señalándola (con muy poca ética, además). Afortunadamente ya estoy curada de espanto y pocas cosas pueden hacerme sentir ofendida, principalmente porque ya aprendí que para que me puedan ofender primero tengo que permitírselos. Y no nos engañemos, alguien que se me acerca es porque tampoco está del todo sano, así que si van a señalarme mi locura, no olviden que están escupiendo al cielo -je-.

El humor es una cosa esperpentosa

Ahora que, para sincerarnos, esos juicios severos bien podría merecerlos, porque quien conoce a la malbicho desde hace tiempo puede deducir que ese comentario no fue de ella, porque no es lo suficientemente vulgar, obsceno y escatológico, ya que hay un negro pasado trollero que no puedo negar y que fue abiertamente público, así que si esa es la medida, entonces es cierto: no soy una persona cabal, seria, honesta, decente... y a veces ni me baño (¡odiénme por piedad, yo se los pido!)

Habrá que precisar también, que así como el anonimato, el trolleo es también algo irreductible en la red. No sólo los anónimos son trolls, así sea con un alias o un nombre real, un troll es quien llega a desestabilizar la dinámica habitual de un sitio, puede ser incluso con excesos protagonistas, así que si apuntas a alguien con un dedo índice otros tres dedos pueden estar apuntándote a ti: todos hemos sido trolls en algún momento. Y vayan entendiendo un poco su manera de actuar para que no caigan tan fácilmente como vimos esta vez: el troll se alimenta de la atención y su objetivo y modus operandi es la provocación; si caen en ella les dan gusto y les están siguiendo el juego... y si lo hacen, más les vale tener un poco de ingenio y autocrítica. No hay congruencia si defienden la comedia y la incorrección política y luego vienen a quejarse por el nivel de agresividad o vulgaridad... y menos aún si hacen lo mismo pretendiendo aniquilar con el filo de sus palabras, en un cándido intento de ser fulminantes (no se metan con profesionales, niños, no lo intenten en casa). Así que si tienen la piel tan delgadita y el ego tan permeable, la red no es el sitio para ustedes. Ni siquiera este blog. Hagánme el favor y si creían que la malbicho era una persona decente, váyanse de puntitas a... buscar decencia a otro lado. Si venían aquí por excelencia y posts de permanentes altos vuelos, váyanse también por donde vinieron porque aquí eso no es posible. Si creen que me pueden responsabilizar a mí de sus propias expectativas, háganme el recabrón favor y déjenme en paz, que ya suficiente tengo con mis propias exigencias y frustraciones. Y si les asusta la vulgaridad, también váyanse. Y si le fastidia la frivolidad, apaguen la luz y cierren la puerta cuando salgan de aquí. Y adviertánselo a los que vean que se acercan.

Porque aquí no nos responsabilizamos de insatisfacciones ajenas... ni devolvemos las entradas.


Otro motivo de festejo: justo en el día en que yo celebraba mi cumpleaños y la malbicho se atrincheraba por los jitomatazos de los antes autoproclamados fans, el blog sumaba las 200 000 entradas leídas (¡¡¡¡wiiiii!!!!). ¡Gracias!

Por Facebook me preguntan si no me quedó nada por decir: sí, no quería hacer la entrada más larga pero ahora que veo los primeros comentarios no quiero dejarlo pasar: el tipo que envió ese mail dijo, por la misma vía, que no me preocupara, que ellos no volverían al blog y que me quedaría con las visitas y los comentarios que me gustan: "falsos, elogiosos y desprovistos de toda personalidad". No quería llamarlo así, pero... ¡pobre pendejo!, si todas sus anteriores malintencionadas palabras no hubieran sido lo suficientemente estúpidas para motivar mi lástima, estas últimas por sí solas lo hubieran logrado. Se necesita estar en su mundo para pensar así, para despojar de valor a todas las voces que aquí se han manifestado.

Sin embargo, así como yo agradecí las suyas en su momento (que esas sí que eran elogiosas y por lo que ahora se ve, también falsas), les agradezco ahora sus comentarios, es mentira que sólo acepte elogios, algunos de ustedes lo saben bien, otros pueden comprobarlo todavía. Pero, por supuesto, cuando son elogios me embriagan de felicidad, para qué lo niego: la malbicho no sólo es deshonesta e indecente, también es humana y si le dicen algo bonito ronronea plácidamente -je-.

jueves, 21 de julio de 2011

Una F True Hollywood Story: Charlie Sheen

"Estamos sacudiendo el árbol. Estamos sacudiendo todos los árboles".
Charlie Seen, en Twitter.


Charlie Sheen
es un mediano actor que ha obtenido reconocimiento tanto de la crítica como del público a lo largo de su carrera, que inició exitosamente al ser expulsado de la preparatoria por su mala conducta y mal aprovechamiento. Indudablemente es un tipo con suerte, pues su comportamiento errático parece siempre ser premiado, tal como sucede en la actualidad, en que nuevamente es expulsado de la tvserie que protagonizaba, y que era la sitcom de mayor éxito y que lo llevó a ser el actor mejor pagado en la historia de la televisión (casi dos millones de dólares por capítulo), por actuar un papel que era la abismación de su propia vida: un hombre adinerado, adicto al sexo, al alcohol, a la vida disipada y con una aparente facilidad para evitar las consecuencias de sus excesos.

La serie de televisión es bastante mala (no sólo por el desgastado humor de limitado ingenio, sino también por los estereotipos negativos con que delinean a sus personajes), sin embargo la aceptación del público la ha llevado a cumplir siete temporadas de arrollador éxito; el personaje de Sheen es nefasto, sin embargo, el público también lo ha adoptado como su favorito, especialmente el público masculino, que lo toma como su alter ego o como su modelo aspiracional. Misógino, machista, irresponsable, abusivo, manipulador, egoísta, promiscuo... el protagonista de la serie suma tantas carencias y defectos que es decepcionante que sea el modelo que algunos (no realmente pocos) hombres eligen, sólo porque cumple con la fantasía de un estilo de vida hedonista: dinero abundante ganado de forma por demás sencilla, sexo casual, tiempo libre y placeres frívolos. Por el contrario, el antagonista es un padre trabajador, cuyos actos responsables se voltean en su contra y jamás obtiene los satisfactores a sus necesidades mínimas (claro, las entendidas como mínimas para la sociedad estadounidense).

Es la versión masculina de Justine y Juliette, de un Sade procesado para el consumo televidente. Programación en una cajita feliz despachada por la estación de autoservicio. Televisión fast food.

Entristecidos por la muerte del personaje -irremediable ante los exabruptos públicos del actor contra la producción de la serie, y la divulgación de sus excesos con el consumo de drogas, líos de prostitución y de violencia doméstica-, las demostraciones masculinas del luto televisivo se antojan inverosímiles. Charlie Sheen y Charlie Harper comparten más que el nombre, más que el rostro, y más que el estilo de vida, comparten la admiración y la envidia de los hombres que seguían el programa, y que se veían a sí mismos cumpliendo la fantasía de una casa en la playa, por cuyo dormitorio desfilaban mujeres ansiosas por servir como objeto de placer, exageradamente hermosas y exageradamente estúpidas... o enloquecidas, pues ninguna mujer en la serie parece haber sido creada con algo de simpatía: una madre castrante, una empleada doméstica repulsiva, una acosadora ofensivamente rastrera, un par de novias manipulables (aunque aparentemente perfectas, lo suficiente para justificar que Harper se interesara en ellas más de una noche), y decenas de amantes casuales reducidas a meros entretenimientos sexuales.

Pero no sólo las mujeres repetían hasta el hartazgo estereotipos negativos, los mismos hombres son dibujados repelentemente: un seductor mezquino e inestable emocionalmente, un perdedor patético, neurótico y reprimido y un adolescente abúlico, que aunque ya no tenga la mitad de estatura de los otros dos hombres, sigue siendo la media persona que sólo atrae la mitad del interés hacia su personaje, pese a situarse en una etapa formativa por demás compleja y enriquecedora, curiosamente la producción no parece reparar que ese personaje podría presentar situaciones atractivas, y la adolescencia se ve bocetada sólo en la opacidad de un consumidor de comida y televisión chatarra, permanentemente recostado en un sillón.

El fenómeno Charlie Sheen-Harper traspasó las pantallas televisivas y no sólo sumó puntos de rating, sino también récords Guinners de seguidores en Twitter a pocas horas de haber abierto su cuenta, páginas dedicadas a recoger las frases que cimentaron el escándalo, espectáculos itinerantes del cinismo narcisista del actor, un reality show que se lleva a cabo en los espacios informativos, que no cesan de dar notas sobre su vida antes privada... y las lágrimas de duelo de cientos de hombres que vivían a través de él un paraíso machista, quizá más atractivo que el del envejecido Hugh Hefner en su mansión de Playboy, pues al parecer son más atractivas las bermudas de Charlie Harper que las batas y pantunflas del dueño de la mansión de Playboy... supongo que son menos los que quieren lucir como un abuelo depravado abrazando a sus siete novias (cuyas edades sumadas apenas se emparejan a la edad del octogenario); aunque a decir verdad, ni la edad ni los excesos se disimulan en el rostro de Sheen, antes atractivo. Y es que la elección de la producción tal vez complazca más a las mujeres que a los hombres, pues la cara del Sr. Demi Moore (es más fácil que lo ubiquen así que si les escribo su nombre) combinará más con las fantasías femeninas que con las masculinas.

Y aquí lo que resta es la pregunta: ¿por qué el público consiente la conducta licenciosa y errática de sus estrellitas mediáticas?, un ejemplo local es Gloria Trevi, actualmente vuelta a poner en un pedestal, no sólo por la manipulación televisiva, sino por el público que le perdona su pasado criminal y la vuelve a aceptar como modelo de niños artistas. En el actual reality show de Televisa, enfocado a localizar talento infantil, la Trevi funge como "madrina" de los aspirantes al premio principal, entre el cual se incluye una grabación a su lado... sólo falta que también la misma empresa televisiva incluya en sus premios el acompañamiento en sus giras, para que se vuelva a repetir el escenario en el que ella coadyuvó a que un grupo de jovencitas fueran explotadas laboral y sexualmente por un productor pederasta, con el consentimiento de los propios padres que creían enviarlas a iniciar una carrera artística. Consentida también de homosexuales y trasvestis, que le agradecen les dedique canciones y videos (así no muestre la menor evolución musical y siga cantando canciones de simplicidad irritante), y nuevamente erigida como vocera de luchas femeninas, Gloria parece haber sobrevivido al infierno de la ignominia (aunque a mí me alegra un poco el madrazo que se acaba de dar en el hocico, sé que es mezquino pero no me aguanto las ganas de levantar el índice hacia el cielo y decir: "pero hay un dios que todo lo ve", je)

¿Qué obtiene el público que apoya a figuras así?

domingo, 17 de julio de 2011

Instantáneas Perecederas


Como los celulares que he tenido fueron regalados, me conformaba con las funciones que tenían (y ya conté como escamé a mis familiares con tanta pérdida, así que no me regalaban modelos fastuosos), pensando que cuando tuviera uno con camarita podría capturar todas las imágenes que me hacían detenerme en mis paseos citadinos; sin embargo, ahora que lo tengo debo confesar que no se me antoja tanto hacerlo, es más, me siento sin derecho a invadir o a robar la presencia de los demás, se me hace una pequeña agresión adueñarme de la expresión de un rostro o de una silueta sólo porque a mí me pareció notable.

(Con todo, hoy planeaba subir el primer "fotoreportaje" en El Fanzín, pero será para el próximo paseo dominical pues mi querido dumbphone no quiso cooperar.)

Sin embargo, sí tomo fotografías evanescentes en mi cabeza. Esta semana salí mucho y justo anduve por el Centro Histórico, tomé dos pequeños talleres que tendrán mucho que ver con este blogcito, uno de encuadernación y otro de grabado, dentro del marco de eventos de la Feria del libro antiguo y de ocasión, en Palacio Nacional. Ambos muy buenos, muy enriquecedores, tanto por las personas participantes como por los que impartieron las materias (Mireya Badillo y José Rendón, dos artistas que demostraron gran amor y compromiso con las disciplinas artísticas en que se han especializado, transmitiéndolo a los participantes al acercarnos a ellas). A la salida me interné por las callecitas del centro, deteniendo algunos momentos en mi memoria:

Un hombre envejecido, más por las deudas que por la vida, perfectamente trajeado y peinado (aunque su traje planchado con esmero se notaba gastado y un poco grande para su actual volúmen), saliendo de la casa de empeño Donde, recargándose en la columna de una de las antiguas casas de Moctezuma para ver -quizá con decepción- su boleta de empeño.

Una pareja de hombres muy jóvenes, uno de ellos cargando un niño pequeño auxiliado por un portabebé, mirando hacia atrás, buscando algo. Me pareció que eran pareja, pero me asombré de tener esta percepción, casi estuve segura de que lo eran. Me dolió que parecían angustiados.

Un hombre oriental voltea y nos sonríe, a manera de disculpa por haber chocado contra nosotros en su apresurado andar. Es corto de estatura pero con un cuerpo proporcionado armónicamente, y trabajado por el ejercicio. Su sonrisa es contagiosa.

Un muy guapo Na´vi (personajes de la película Ávatar) y el capitán del Perla Negra (personaje de Los piratas del caribe), seduciendo a la multitud que les saca fotografías, en la callecita de Filomeno Mata, donde actúan como "estatuas vivas". Y mientras, Gatúbela y Blanca Nieves esperan sentadas en el piso, fumando mientras llega su turno para atraer miradas y monedas.

El perfil perfecto de una joven pelirroja, de largo cuello y espalda arqueada, que ríe con sus amigas en un café de la misma calle Filomeno Mata.

Los cuatro invidentes que se guían de un perro, avanzando en hilera posando la mano izquierda en el brazo del de enfrente, por la calle de Madero.

Una virgen de piedra irguiéndose en una jardinera, en una esquina de la calle de República de Chile.

Una flor amarilla y minúscula, encontrando espacio para florecer entre dos baldosas.

Y justo pasé a ver las imágenes que la actriz Jessica Lange (aquella rubia que tuvo un romance con King Kong en los 70´s) tomó en México. Además de estupenda actriz es muy buena fotógrafa, no sólo por la corrección en los encuadres sino por los instantes que detuvo. Es interesante lo que retuvo de su paso por nuestro país.


Y es interesante lo que cada uno retiene en su paso diario. ¿Qué instantes eternizarían ustedes de lo que vieron el día de hoy?

sábado, 9 de julio de 2011

Cabralidades (Ni de Aquí ni de Allá... de Todo el Mundo)


Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que le destruya hay millones de caricias que alimenta a la vida.

...no me pidas que me quede, si por andar te he encontrado.

...nacemos para la felicidad (fuera de la felicidad son todos pretextos)
Facundo Cabral.




Le gustaba andar pero no seguir el camino, se describía como violentamente pacifista, como un vagabundo "firstclass" (aunque en una de sus canciones dijera viajar en clase turista por el mundo, en analogía por su desapego material), y se consideraba la reencarnación de Juan el Bautista. Poeta, relatador de anécdotas, dibujante y cantautor, Facundo Cabral nació un día después de que su padre abandonara a su mujer con sus cinco hijos, aunque él dijera que al escribir su propia canción de cuna, después de conocer el Sermón de la montaña en voz de un vagabundo llamado Simeón, a las doce del día del 24 de febrero de 1954, fue cuando por fin sintió que estaba naciendo.

En sus propias palabras fue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó tragicamente a los 40 y conoció a su padre a los 46. Se le reconoció como Mensajero por la Paz, en la UNESCO, se le propuso a recibir el premio Nobel por su labor pacifista. Pero la descripción que mejor lo identifica, es la que lo volvió famoso en 1970:

No soy de aquí ni soy de allá.

La misma que él eligió para su identificación en Twitter, donde lo único que dijo fue respecto a su amiga Mercedes Sosa, recientemente fallecida: "La Negra no murió, se fue de gira".

Y es precisamente en las redes sociales donde ahora se retoman sus propias palabras, para lamentar pero también para consolarse de su ausencia, recordando sus frases, sus ideas, sus canciones y su filosofía. Toda Hispanoámerica, a través de sus líderes de gobierno, artistas e intelectuales, manifiestan su duelo y admiración, así como la indignación por el ataque cobarde en que fue asesinado (que al parecer no era en contra suya, sino hacia el empresario que lo contrató y acompañaba en ese momento).

"No perdiste a nadie, el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón".

Regresaba de su última presentación en Quetzaltenango, Guatemala (alguna vez dijo que si acabara su carrera sería en México, país que lo acogió en su exilio), ahí, combinó su música, su reflexión, su poesía, y su humor:

“Un marinero le dijo a mi abuelo: 'Si me das cuatro hierros te construyo un barco.' Y mi abuelo le respondió: 'Si tú me das a tu hermana, te hago la tripulación'”.

Casi ciego, con una lucha contra el cáncer que se antojaba perdida, y con 74 años (de los cuales casi sesenta dedicados a la música), decía en su última visita a nuestro país, que estaba preparado para la muerte. Antes del final de su penúltimo concierto cantó la popular canción mexicana "Cielito lindo", sobre la que dijo: "no hay nada más bello que lo simple", para luego finalizar con su canción más popular y su más grande éxito. Y, casi premonitoriamente, se despidió diciendo: "Ya le di las gracias a ustedes. Las daré en Quetzaltenango, y después que sea lo que Dios quiera, porque Él sabe lo que hace"

Ni de aquí ni de allá, sino de todo el mundo... hasta siempre Facundo.

viernes, 8 de julio de 2011

No es bueno llegar a tiempo


El reloj marcaba las ocho en punto; esta vez no lo haría esperar. Qué bueno que el conductor era un cafre y que había tomado esos dos atajos; esta vez no la esperaría nada, la última lo encontró tan de malas. Pero mientras miraba alrededor sin reconocerlo en ningún rostro, recordó que no solo ella tenía fama de impuntual.

Tratar de encontrarlo la alentaba en su avance, y las ocho de la mañana es una muy mala hora para caminar como perdida, en la estrecha banqueta se cruzaban dos hileras de personas neuróticas y malhumoradas que buscaban reducir el retraso hacia sus centros de trabajo, y que la veían con enojo mientras ella buscaba anhelante (a excepción de dos tipos, que miraron con interés en dirección a su escote). Así que resolvió parapetarse entre un puesto de periódicos y una cabina de teléfono. Hurgó en su bolsa y se alegró de sumar tres monedas, suficientes para hablar a su casa y comprobar que ya no estaba en ella, eso le indicaría que ya estaba en camino y que llegaría enseguida (vivía a solo cinco minutos de ahí). En el peor de los casos aún estaría dormido, pero la llamada lo obligaría a salir corriendo a su encuentro... o quizá le pediría que fuera a esperarlo mientras se bañaba, quizá le ofrecería un café y le preguntaría si quería oír música. Una cosa llevaría a otra y quizá otra vez terminaría con las manos de él dentro de su escote (que otra vez se habían detenido a mirar), pero con la ventaja de que sería un espacio privado y no en un bar atestado o en una esquina oscura. Pero nadie contestó. Quizá ya venía en camino; y mientras pensaba eso miró en dirección hacia dónde él debía aparecer, sin reconocerlo en ninguno de los rostros anónimos, circunspectos y estresados.

Pero uno de esos rostros la miraba sonriente, por costumbre evitó la mirada directa pero la pregunta la hizo voltear a ver quién le hablaba. "¿No llega?", preguntaba un hombrecillo moreno y de gesto amigable. Negó con una sonrisa evasiva, con más pena que disgusto. No es nada grato que se note que la dejaron plantada. "¿Una alegría?", preguntó el tipo, solícito, mientras le mostraba un dulce de amaranto.

-No, gracias -dijo ella-.

Pero el hombre no se la estaba vendiendo, sino obsequiando. Y al insistir otras dos veces ella se sintió obligada a tomar el prisma de amaranto y miel. Obligada, también, a responder sus preguntas, tuvo que explicar que esperaba a su novio, que seguramente ya venía en camino, que no, no contestaba, pero eso quería decir que ya había salido. Se dirigió al teléfono para insistir, en parte por su misma ansiedad y en parte para evitar el incómodo interrogatorio. Pero el teléfono no fue atendido. Había pasado suficiente tiempo para que él recorriera los pocos metros que separaban su edificio de esa esquina en la que ella esperaba.

Al lado de la cabina apareció nuevamente el rostro amable y sonriente del hombrecito. Era bajito, moreno, avejentado, por lo mismo era difícil calcularle la edad, podía ser más joven de lo que parecía, pero quizá esa labor de comerciante bajo el sol y entre el tráfico lo había castigado demasiado. No era desagradable pero tampoco cautivador. Más bien, anodino, casi vulgar, de lenguaje y modales burdos. Todo lo contrario de él, con esos ojos acariciadores, con esos ademanes seductores y esa conversación interesante. Volvió a marcar para evitar las preguntas, que de todas maneras se sucedieron una tras otra, poco después. No, no vivía cerca. Sí, ella también lo había visto antes. No, no creía que la hubieran dejado plantada, seguro sí llegaba. Sí, sí era su novio... bueno, algo así. Es que... es complicado, dijo, acordándose de lo que decía su estatus en Facebook. Y dudó en dar más detalles. Ese tipo era un desconocido pero ella necesitaba decirlo: él decía que eran novios, pero... ¿se podía llamar noviazgo a eso?

No pudo evitar que su respuesta vaga atrajera más cuestionamientos. Pues no eran novios, novios... pero bueno, era de esas cosas raras que se dan. Sí, sí creía que él también sabía de eso. Y pues sí, no parecía importarle tanto si la dejaba esperando, pero es que ella siempre llegaba tarde, era lógico que él no pensara que esta vez sí estaría a tiempo. No, no lo estaba justificando, pero si él la esperaba hasta hora y media ni modo de irse ahora, que sólo habían pasado veinte minutos. Le agradecía la invitación, pero precisamente iba a desayunar con él. No, ni un café, gracias. No, no tenía tanta hambre, podía esperarlo. No, tampoco tenía frío, no era tan friolenta (aunque en ese momento sí le hubiera gustado tener un suéter con qué cubrirse de esas miradas impertinentes a su escote).

Tenía que llamar otra vez, no sólo para entretener la ansiedad sino también el fastidio ante la torpe conquista, pero eso ya no ahuyentó al tipo, se mantuvo a un lado escuchando como ella se quedaba oyendo los tonos. Ya había pasado más de media hora, ni modo de seguirse engañando. Lo miró como los náufragos a la dona de plástico arrojada al agua.

Tal vez sí tenía un poco de hambre.

miércoles, 6 de julio de 2011

Bolsita de los Recuerdos


Fiesta en los charcos cuando para la lluvia,

caracoles y ranas y niños a jugar,
el viento empuja botecitos de estraza.
Lindo haberlo vivido pa' poderlo contar.

Pantalón cortito, bolsita de los recuerdos,
pantalón cortito, con un sólo tirador...

Chiquilladas.
José Carbajal "El Sabalero".


La anterior canción en México se escuchó en una versión de Chabelo, alterada un poco la letra para que fuera familiar a nuestras expresiones, en el resto de Latinoamérica fue más popular con Leonardo Flavio o Jorge Cafrune, ambos argentinos. Con Chabelo la canción es simpática, con los argentinos es evocadora... con su autor, es un poema:




(Enlace directo para verlo en Youtube)


Si quieren un poco más de José Carbajal, él mismo dejó una entrevista-autobiografía en donde regala más recuerdos, no sólo de él sino de su gente y su barriada en el Uruguay de los años cincuenta; no se van a arrepentir si le dan al enlace, se los prometo.

La canción yo la oí con el comediante-conductor Chabelo, eterno niño de la televisión mexicana que tiene un lugar ganado a pulso en el entretenimiento del país, pero también en la cultura del consumismo y de la programación chatarra... pero no iba a hablarles de él, sino de que escuchar la canción también me trae mis propios recuerdos infantiles.

Marichuy tiene en su más reciente entrada una pregunta brillante: ¿qué recuerdos me gustaría mantener vivos a través de las brumas del tiempo?, y aunque no es precisamente para iniciar la conversación sobre ese tema, sí logró que yo también me hiciera la misma pregunta; aquí hice ya un ejercicio de memoria de mis tiempos infantiles y juveniles a partir de las preguntas de un meme, y ahí están ya algunos de los que guardo en la mente y salen a la menor provocación. Hay otros que surgen espontáneamente a partir de una canción (hace poco escuché una setentera, de los grupos románticos de esa época, antes esa música se me hacía horrible, la nostalgia ahora hace que las escuche embelesada, porque cada frase, nota o tono de voz me trae un recuerdo... por cierto, la canción era Nada de este amor, de Los solitarios, los mismos que cantaban: "si lo hubieras heeecho antes... de partiiiir..."); a partir de una película (acabo de ver Tron: Legacy, que me llevó al estreno de Tron en 1982, en el ya finado Cine Continental, "la casa de Disney", y en cascada se me vinieron a la mente los enanos de Blanca Nieves en sus paredes, los helados en copa y las malteadas en lata); a partir de una foto o de una conversación...

...y eso me lleva al día de ayer, en que me visitó una prima que vive en la frontera desde hace décadas, y a la que no veía desde hace dieciocho años, pero con la que crecí desde a los cuatro; mi primer recuerdo con ella es viendo Rina en una televisión en blanco y negro, y ella miraba escandalizada como se besaban los protagonistas, tratando de contagiarme su asombro, pero en casa no veíamos telenovelas y yo no sabía quien era Rina ni por qué debía interesarme en su vida amorosa -je-. Pasamos toda la tarde contando anécdotas compartidas y buscándonos en fotos viejas, riendo como bobitas, emocionándonos hasta casi llorar y llenando los huecos que desconocíamos de nuestras vidas adultas. Así, volvimos a vivir un viaje a Acapulco en una camioneta repleta de adolescentes, las escapadas a la feria durante las tardes, los raspones en las rodillas cuando estrenamos patines de bota, el incendio socavado a tiempo en una habitación, las fiestas de la abuelita Lola -¡y el sazón de la abuelita Lola!-, las posadas en la calle, la fiesta de disfraces en que ella era una gata y yo una muñeca de trapo, el baile debajo la lluvia, los saltos con la reata, las idas a remar al lago, la empapada en la fuente, las peleas por la repartición de quehaceres domésticos, o por la repartición de juguetes, o por la repartición de ropa, o por la repartición de pastel...

Me trajo de vuelta mi infancia... y la encontré igualita: yo riendo al lado de una niña impertinente, ruidosa y espontánea, tratando de seguirle el ritmo, de alcanzarla en su loca carrera. Pero hubo un momento, cuando se llevó a la boca la primera cucharada de arroz que preparó mi mamá, que tuvo que detenerse con los ojos cerrados, abriéndolos después ligeramente húmedos. Un "momento Ratatouille" -je-. "Ya no me acordaba de su arroz, tía", dijo. Y creo que fue ahí cuando realmente ella volvió a ser niña.

Al vernos y al despedirnos, nos fundimos en un abrazo pesado, intenso. Eterno... otro recuerdo que preservar de la bruma del tiempo.

lunes, 4 de julio de 2011

Gastrosexual, la Nueva Especie Masculina


"Al hombre se le conquista por el estómago", decían las abuelas... pero el dicho comienza a actualizarse, y ahora es el hombre el que conquista por esa vía. Armados con rodillos y sartenes wok, los actuales casanovas seducen ofreciendo una pizza gourmet hecha con ingredientes orgánicos, crepas de miel y jengibre, o pollo al vino blanco con papas bebés impregnadas de su mezcla propia de especias.


El término surge de un recurso de mercadotecnia: una consultora inglesa hace un estudio por encargo de una empresa de productos de cocina (que pretendía sacar un nuevo producto "para cocineros seguros de sí mismos"), sobre las nuevas tendencias de los hombres en la cocina. Pero los gastrosexuales existen desde antes. Hombres con algo más que una afición por la cocina, amantes del sabor más depurado, audaces a la hora de probar nuevas gastronomías y mezclar sus sabores, nada austeros y nada tacaños si de conseguir los mejores ingredientes se trata... y con una presa en la mira.

Al final depredadores, sí... pero delicatessen.

En el programa de realidad Queer eye for the straight gay, en el que cinco homosexuales enseñaban a un heterosexual técnicas de seducción, incluían entre éstas la elaboración de un menú elegante que pudiera impresionar a una dama. Una década antes, un no deformado Mickey Rourke daba a probar a Kim Bassinger sabores varios, que iban del dulce al picante, del sólido al líquido, y de la boca a la piel (9 semanas y media), seduciendo no sólo a ella sino a todos los espectadores en el cine, con el delicioso maridaje de comida y sexo. Desde entonces, la fantasía de bañar al cuerpo deseado con miel o con chocolate líquido, es llevada a la práctica con más frecuencia.


Por supuesto, no hablamos sólo de chefs ni de esposos que se adueñan dictatorialmente de la parrilla, encantados con batirse las manos de tiza negra al asar costillares de cerdo o res, hablamos de hombres que adecuan las cocinas de sus departamentos para ofrecer lo mismo sushi que salmón, pasta italiana o fideos chinos, ñoquis o torrejas, café tostado artesanalmente o licor marrasquino... a un paso del dormitorio que aguarda envolver entre sábanas oscuras, los cuerpos que momentos antes tenían un orgasmo culinario.

Y se añade un nuevo escaño al dicho: Barriga llena, corazón contento...

Entre concupiscencias gastronómicas y postres sexuales, la nueva masculinidad reclama más escenarios y más sofisticación sibarita para su apasionamiento, tomando por asalto los que se consideraba escenarios naturales de las mujeres.

Es la ventaja de no cocinar por obligación y con el presupuesto limitado.

viernes, 1 de julio de 2011

Un Rapidín (Pi VS Tau)




El número Pi, cuyos orígenes se remontan al Antiguo Egipto y que incluso tiene un par de menciones bíblicas, que ha apasionado a matemáticos de todas las culturas y que recientemente rompió su propio récord cuando se le calcularon 2.7 billones de cifras, tiene en estos tiempos modernos un antagonista. Y este cobra tantos adeptos que exigen sustituya al entrañable Pi, haciendo proselitismo a su favor y celebrando su día (este pasado 28 de junio, en fecha alusiva a su aproximado valor: 6.28).

¿Qué pasará en esta tremenda telenovela matemática?, ¿podrá el legendario pero inocente Pi defenderse ante su nuevo archienemigo Tau?... hagan sus apuestas.