Los medios de comunicación tienen un efecto de gran peso en la formación de hábitos, estereotipos y conductas aprendidas a través de ellos, que a veces complementan la formación recibida en la instrucción familiar o académica, y a veces se contraponen a ella. Especialmente en los hábitos alimenticios y en la forma en que se aprende a relacionarse con la comida, su influencia es muy marcada. No sólo por la publicidad sino también por el mensaje que se recibe a través de películas, fotografías, canciones, opiniones, artículos y programas de televisión, el público aprende de alimentos, formas de prepararlos, contexto en que pueden ser consumidos, efectos en el aspecto físico y estereotipos alrededor de ellos. Pero no siempre esta información es adecuada, en muchas ocasiones los medios de comunicación son responsables directos de la adquisición de hábitos negativos o prejuicios nocivos.
Es el caso de los trastornos alimenticios, en que la difusión de cánones de belleza alejados de la realidad impacta perjudicialmente a un público inmaduro. Así, modelos de delgadez extrema son presentados como el ideal estético, orillando a personas inseguras e insatisfechas con su aspecto, a imitarlas incluso dañando su salud e integridad, cayendo en trastornos como la anorexia, la bulimia o la vigorexia, lesionando también su autoestima o empujando hacia la depresión.
Los tipos de alimento que se consumen también se eligen por la influencia de la publicidad o modas difundidas por lo medios, así, productos light, funcionales (yoghurt con bífidus activos, leche con omega 3, etc.), orgánicos o exóticos (a los que se les atribuyen características benéficas, como el noni, las bayas del goji, tofú, alga spirulina, gluten, etc.) se incorporan a la dieta tradicional buscando optimizarla, o bien, se sustituye ésta por comida rápida, procesada o precocida, no sólo por el tiempo que ahorra evitar su elaboración sino también por la familiarización con una marca o con el estilo de vida que identifican, así, pizzas, hamburguesas, hot-dogs, papas francesas, burritos, croissants, baguettes, bagels, sopas instantáneas estilo oriental, lasagnas, café en vasos térmicos desechables, etc., son adoptados en gran parte por una motivación aspiracional de imitar el estilo de vida de países más desarrollados, que se nos muestra en series, películas y revistas, además de la publicidad. Una de las muestras más palpables es la adopción reciente de la costumbre de ver la final del campeonato de futbol americano, reuniéndose con familiares y amigos, preparando refrescos (sodas), cervezas y botanas como alitas de pollo o costillas adobadas, ordenando pizza o acercando enormes recipientes con palomitas de maíz, nachos con queso o frituras, muy al estilo estadounidense.
Pero es la publicidad la que tiene un efecto mayor al ser su principal objetivo estimular el consumo, buscando incesantemente establecer un deseo como una necesidad prioritaria. Especialmente en niños y adolescentes logra imponer apetencias, abusando de que su capacidad de análisis no está por entero fortalecida dado su natural proceso de maduración, de su credibilidad y de las necesidades propias de su etapa formativa (como la de pertenencia, por ejemplo). Dos terceras partes de los anuncios que un niño ve en televisión son sobre alimentos con alto contenido de grasa, calorías, colesterol, azúcar y sal.
Campaña para prevenir la (creciente) obesidad infantil
Entre pastelillos, frituras, refrescos y dulces, también se anuncian alimentos que se anuncian como funcionales, como néctares, yogures y cereales, adicionados con alguna vitamina o mineral,
pero cuyo nivel de azúcar o grasas saturadas rebasa el recomendable (sin que esta información
sea analizada por el público consumidor), además
de productos que no representan una verdadera opción para activarse físicamente: videojuegos, gadgets, equipos de cómputo y video, etc. Los mismos programas televisivos son también una fuente de merchandising, con productos que se ilustran con las imágenes de los personajes y que recorren todo el camino de la publicidad, incluyendo el de la comida chatarra, lo cual provoca que el televidente se vea seducido a consumirlo mientras disfruta ver la televisión, con lo que nuevamente el círculo se cierra viciosamente. Y no sólo el público infantil es susceptible de esta seducción, actualmente la publicidad se especializa en diseñar estrategias para llegar a cada segmento del mercado, cubriendo todos los targets.
Para estimular el consumismo, la industria de la publicidad segmenta la oferta y comercialización de alimentos en función de la capacidad adquisitiva del consumidor, siendo los alimentos de menor calidad, y con mayor cantidad de azúcares, grasas y aditivos, los dirigidos a los estratos con menor capacidad de adquisición, vendiendoselos como un producto aspiracional.
Anuncio de Coca-cola en que se recomendaba darle refresco a los bebés para que tuvieran aceptación social.
Además de la publicidad y promoción de alimentos que provocan obesidad, el otro lado de la moneda lo representa el boyante negocio que la combate, a veces disfrazado de promotor de la salud. Productos "milagro" que van desde zapatos a aparatos eléctricos que ofrecen pérdida de peso sin esfuerzo físico; suplementos alimenticios en forma de pastillas, gotas, tés, cápsulas y parches; libros, videos y audios que reproducen las dietas o las rutinas de moda; tratamientos alternativos como hipnosis, acupuntura, imanoterapia, homeopatia, hieloterapia, vendajes, masajes, etc., operaciones estéticas o médicas que van desde la liposucción a la implantación de un globo gástrico o el engrapamiento del estómago para reducir su capacidad... en fin, que la industria del adelgazamiento se expande casi infinitamente (y las más de las veces, infructuosamente), llegando a grados de surrealismo, como cuando se expandió la leyenda urbana de que se vendía un método que ofrecía la pérdida de peso constante y permanente sin necesidad de dietas o ejercicios, sólo consumiendo una única cápsula, las personas que lo habían probado en efecto perdían peso aceleradamente sin que tuvieran que reprimir su apetito ni aumentar su actividad física... hasta que un día les salía por la boca la solitaria que había crecido en su interior tras la ingesta de esa cápsula (de terror, ¿verdad?).
Y son los mismo medios los que difunden los estereotipos que limitarán a los que se dejaron captar por sus mensajes. Y si hay un estereotipo que siempre les ha servido para su escarnio, es el obeso. No en balde personajes como Porky y Piggy se han vuelto una alusión obligada cuando se trata de referirse a un gordo. En el cine mudo la pareja de Laurel y Hardy destacó por su humor basado principalmente en las exageraciones de sus físicos, sin embargo, aunque el papel del flaco Laurel era candidamente torpe y detonaba casi siempre las complicaciones cómicas, las peores situaciones las sufría Hardy, especialmente en los castigos físicos (lo cual se parecía muy natural, dada su complexión mucho más robusta). En contraparte, en la pareja de comediantes mexicanos Viruta y Capulina, que exageraba la bobalicona personalidad del personaje obeso, se encuentra ya uno de los mayores estereotipos del entretenimiento: el gordito desesperadamente tonto e ingenuo. Al igual que con las gorditas románticas que suspiran sistematicamente, vestidas con carpas color pastel adornadas con moños, o gordos que bailan sin ritmo tratando inutilmente de impresionar a una chica en el baile escolar, los personajes obesos casi siempre son utilizados para ejemplificar el ridículo, aún en producciones alejadas de la comedia. Los mismos actores obesos son encasillados en personajes graciosos, sin importar su rango actoral, si acaso protagonizan una historia de amor siempre es en situaciones con tintes de comedia, de otra forma, al parecer, no resulta creíble. Aunque hay algunos como Marlon Brando (otrora símbolo sexual), Phillips Saymour o James Earl Jones que son reconocidos por su gran nivel actoral antes que por su aspecto. Las mujeres lo tienen más difícil, así, Kathy Bates es más calificada por su físico que por su calidad interpretativa, al grado que su desnudo en un jacuzzi, junto a Jack Nicholson en About Schmidt, es considerado el más horroroso en la historia del cine (reacción muy diferente a como se aplaudió el desnudo de Helen Mirren el año pasado cuando promocionaba Love Ranch). De los actores locales, sólo Jesús Ochoa logra combinar roles protagónicos en varios géneros, y de las actrices, sólo Angélica Aragón ha sido la que protagonizó historias de amor televisivas sin que su aspecto haya sido un inconveniente, al contrario, tanto su edad como su físico fue aprovechado en la telenovela Mirada de Mujer para representar un ama de casa de cincuenta años en busca de su realización personal (incluido el aspecto sexual), aunque hay que aclarar que ni él ni ella son realmente obesos, sólo tienen sobrepeso.
En televisión se transmite actualmente una versión de la telenovela venezolana Mi gorda bella, en donde, para lograr su amor, la protagonista debe perder el sobrepeso que tiene. Por televisión de paga se puede ver series estadounidenses que también usan a protagonistas obesos en historias de amor con matices cómicos, exagerando los clichés que se han formado de ellos, como Mike & Molly, o Drop Dead Diva en que la protagonista es una inteligente mujer de talla grande, sin embargo, en su cuerpo está encerrado el espíritu de una modelo rubia (al parecer, la sóla historia de una mujer gorda no es suficientemente atractiva). En cambio, en HBO se puede ver la serie La 1a. agencia femenina de detectives de Botswana (basada en el libro homónimo), en donde Precious Ramostwe, mujer de 35 años, divorciada y feliz madre por únicos cinco días, decide invertir la herencia de su padre (200 vacas) en un local con dos mesas, tres sillas y una máquina de escribir mecánica, para resolver casos de padres desaparecidos, maridos ausentes y autoridades corruptas. Mme. Ramostwe es una oronda mujer negra con evidente sobrepeso, pero eso no le impide aceptar el amor y planear su segunda boda con un hombre que no la golpeé salvajemente, como hacía su primer marido, un virtuoso pero atribulado saxofonista, que comprende tarde que la de su mujer es su mayor pérdida.
Y ya que hablamos de protagonistas con el nombre de Precious, la película protagonizada por Gabourey Sibide, en donde una jovencita de 16 años de enormes carencias (tanto económicas como de desarrollo humano), situación familiar plena de abusos y físico lejano al canon estético, se evade de su terrible realidad imaginándose exitosa, sofisticada, admirada y deseada... amada. No es más que un sueño. Ni ella misma sabe amarse.
El proceso para su propia valoración es similar al que han tenido que recorrer todas las mujeres que recibieron el mensaje de que por no ser talla 5 no son deseables ni posibles de amar, es decir: desaprendiendo. Desoyendo esas voces que las insultan, las discriminan y las hacen menos; las que las llaman gordas, cerdas, elefantitos, jamonas, cebosa, marrana parada, pelota, grasosa, puerca, ballena, botijona, albóndiga con patas o cualquier epíteto descalificativo.
Dove, en búsquede de la "Belleza Real"
En la escena blogger nacional hay dos casos que me llaman mucho la atención, de dos de las blogueras más populares y notables que lo mismo reciben halagos que insultos, ambas son carismáticas y muy guapas, inteligentes e ingeniosas, sin embargo, a la hora de insultarlas sus detractores obvian sus otras características para centrarse en su tendencia a ganar peso.
Una de ellas es Plaqueta, quien tiene el blog personal más popular del país y por cuya popularidad ha recibido ofertas de trabajo de revistas como Selecciones, Chilango y Gatopardo, de estaciones de radio como Reactor y de canales de televisión como OnceTV, así como entrevistas y artículos de diferentes medios, como la revista Expansión, el periódico El Universal y el Canal 22 (y supongo que es esta "fama" lo que la hace ser objeto de constantes críticas, agresiones y descalificaciones de quienes se sienten agredidos por su notoriedad). Como les decía, estas agresiones suelen enfocarse a los (pocos) kilos que ha aumentado, y tras estas agresiones ella respondió con un post muy honesto en que se desahogaba por la presión que ha recibido desde su adolescencia por no ser flaca, en su post pueden leerse comentarios muy ofensivos en que le reafirman que está gorda, junto a decenas que le dicen que está equivocada, pero la reacción que más sorprende es la de la revista Marie Claire, que tras esta confesión le pidió una entrevista en un número que trataría sobre la presión que reciben las mujeres por estar delgadas. Definitivamente hay gente que tiene estrella, ¿verdad? (por cierto, el día que fui a la colonia Condesa a recoger los libros que me gané en el concurso de la revista Los Suicidas, me la topé de frente en la calle y puedo asegurarles que además de ser muy bonita, jamás la describiría como "gorda").
El otro caso es de la también muy famosa Princesa Gato, un referente en el mundo blogueril mexicano. De estilo irreverente, desfachatado y por demás cáustico, esta bloguera no tiene empacho en subir fotos de sí misma y de mostrar su alta autoestima, esto suele acarrearle críticas agresivas sobre los defectos que sus detractores le encuentran, siendo el más usual el de recordar la etapa en que subió de peso. Actualmente la Princesa Gato ha bajado más de veinticinco kilos y se muestra con una silueta espigada y armoniosa, compartiendo tips para adelgazar cada que alguien se lo pide. Sin embargo, y a pesar de que se muestra sin complejos y con su habitual desfachatez, ella misma demuestra qué tanto se castiga a la mujer que se permite ganar peso, en las mismas etiquetas que utiliza para los posts en los que recuerda cuando estaba gorda ("Merecía que me metieran gansitos por el culo").
En estos severos juicios que hacen contra ellas mismas, tanto Plaqueta como la Princesa Gato ejemplifican lo difícil que es sustraerse a la condena social, y al condicionamiento que exige de las mujeres la esclavitud a la apariencia física. No importa qué tan inteligente, graciosa, eficiente, culta, capacitada o valiosa una mujer sea, el aspecto físico parece ser el factor más importante para calificarla, y la obesidad es uno de los que menos se toleran.
Queen Latifah, anunciando la ropa íntima Curvation
Aunque lentamente la publicidad y los medios intentan ampliar sus parámetros de belleza, con campañas como las del jabón Dove, en donde aluden a la "belleza real", o como las que Queen Latifah hizo para la ropa íntima Curvation, en donde contribuye a establecer un cánon estético más amplio que incluya a mujeres de curvas amplias. Realitys shows en donde los desafíos consisten en bajar de peso, ya sea por un programa de acondicionamiento físico y asesoría nutrimental, como en The bigger loser, Peso pesado y Desafió al cuerpo, o con el plus de un campeonato de baile, como en Dance your ass off, también se empieza a difundir una forma amable y estimulante de concienciar a la población con obesidad de cuidar su cuerpo por salud, a la par que se revaloriza a la persona obesa por su personalidad, capacidades y valores. Así como el estupendo programa How to look good naked, reality show en el que un estilista confronta a mujeres que no están a gusto con su cuerpo, para aceptarlo y sentirse cómodas en él, venciendo la imagen negativa que tenían de sí mismas; ha sido tanto el éxito de este programa británico que hay ya una versión canadiense, francesa, estadounidense y australiana. Aquí les dejo una probadita:
el índice del Dossier sobre Obesidad, Estigma Social:
BiBlografía:
y justo hoy se difunde este video en los medios, haciendo eco de la repercusión en redes sociales de un niño obeso defendiéndose del bullying en su escuela, tras años de abusos:
ResponderBorrarhttp://www.dailymotion.com/video/xhlepn_casey-heynes-vs-bully_fun#from=embed
:(((
ResponderBorrarah miren la chichicola era real XD
ResponderBorrarbuenos posts