jueves, 30 de junio de 2011

Juevebes

Me dejaron una botellita de brandy medio llena (nótese el pensamiento positivo que me cargo), una laptop prendida y un caldito de gallina reconfortante en un día lluvioso y frio (creo que es el primer día frío en meses), y pues, ¿qué tanto es tantito? Por cierto, si van a hacer un caldo de gallina (o pozole), un buen tip es agregarle el ajo y la cebolla molidos en lugar de piezas enteras, le da más sabor, sólo háganlo cuando ya la carne haya soltado sus jugos y cuando ya retiraron la espuma con toxinas. Y si se van a emborrachar solos frente a la compu, varíenle a la tradicional cuba con refresco de cola (que por cierto a mí no me gusta, pero bueno, tampoco me voy a poner exigente a estas alturas de la vida... y de la noche) y mezclen el brandy con sidral, sabe chido; igual, si lo que tienen es tequila, olvídense del refresco de toronja y mézclenlo con un Jarritos de tamarindo (y nótese también mi lealtad nacionalista al evitar hacer publicidad a empresas trasnacionales y en cambio promocionar a una empresa refresquera nativa). Y como ven, esta entrada no va a tratar de nada, porque para hacer cualquier tema medianamente interesante necesito un mínimo de una hora para siquiera leer y enlazar al wikipedia, y buscar en google una imagen no tan choteada y una cita apantalladora para el epígrafe, que me permita seguir manteniendo la pose de intelectualoide que tantos años me he esforzado en pulir. Pero como sólo tengo lo que tarda en descargarse la músiquita ilegal que están bajando (y el ...che dumbphone sólo me deja ver quien no me sigue en tuiter), no me puedo dar esos lujos ahorita. Así que mejor les platico que éstas últimas dos semanas no he salido ni al mandado, así que ni películas nuevas, ni obras de teatro ni comidas exóticas que contarles, me la he pasado cuidando escuincles varicelosos... pero tan mal no me la paso y el otro día horneé un pollo al chipotle y me inventé una ensalada de pepino y piña, y ya se acerca el Día Internacional de la malbicho, que es la madre de todas las fiestas -je. Y ya llegaron pidiéndome la lap...

lunes, 27 de junio de 2011

Inteligencia Artificial VS Dislexia Informatica



En este rinconcito suele hacerse El Fanzin, pero ahorita esta compu anda malita (hay una epidemia de varicela en la casa, y yo creo que la alcanzo pues ya no puede ni abrir los ojos); el smartphone no resulto serlo realmente -no digo que sea tonto, solo que tiene capacidades diferentes-, aunque, eso si, se pasa de listo cada que puede y se cambia de conexion a la de telcel, aunque yo le digo cada que entro a un sitio, que se conecte a la que ya pago en casa. No me deja entrar al Fanzin, no me deja publicar ni guardar entradas (este es el tercer intento hoy), no puedo mandar mails largos, no me deja subir fotos (se pasma), no es tan comodo andar en las redes sociales... Moraleja?: No hay que comprar telefonitos mas inteligentes que uno, nos hacen parecer mas tontos.

viernes, 24 de junio de 2011

Gatita Suicida?




Con todo y errores, y fallas esteticas, esta es la primera entrada movil del blog. Y estrenamos con las imagenes de una gata temeraria que, a falta de balcon, se asoma a una ventana rota para preguntar por su Romeo (o sera que trata de huir de su destino?).

jueves, 23 de junio de 2011

Hoja de Diario (2)

Llueve. Casi como un llanto. Igual que yo me deshago en llovizna. Alguien escribió una novela sobre mí... y supuso, gentilmente, que podría ser amada. Pero el final estaba demasiado cercano y noté que no quedaban suficientes hojas para una historia de amor completa. Así fue. Sólo el dibujo de una felicidad posible, y ya. Sólo la felicidad bocetada.

Escribir mi propio libro... ¿para qué? Si ya todo fue dicho. Los pensamientos más privados, los temores más ocultos... fui tan íntimamente espiada que no me dejaron más que el llanto propio. Al final nadie es tan original como se cree (eso de que uno es único e irrepetible... se cae ante la primera canción que es un reflejo fiel de nuestro sentir, ante la escena en pantalla que pareció robada a nuestra memoria).

Bueno, pero no todo es infelicidad. Y el regocijo hoy regresa por un regalo material. Estreno teléfono celular nuevo, bonito y moderno, como anticipo del festejo de cumpleaños. Nunca he comprado un celular, todos me han sido obsequiados (y todos pierdo). Hace tres años, también por mi cumpleaños y también por la misma querida persona, me fue regalado otro que también era algo sofisticado. Y me fue robado el primer día que salí con él a la calle. Escamados por las constantes pérdidas, los siguientes fueron más modestos, el último lo recibí en las pasadas navidades, y hace unas semanas simplemente ya no apareció. Cuando recibí el anterior, la persona que hoy me obsequia dijo que se le adelantaron pues me tenía ya escogido el mío (sólo que pensaba dármelo el día de Reyes), pensando precisamente en mis necesidades virtuales de poder bloguear, tuitear y feisbuquear a gusto. Por eso esta vez el motivo de agradecimiento es doble: por la intención y la confianza. Y aunque el regalo es material, el verdadero obsequio es la aprobación y el interés por esta actividad que los demás ven un poco inútil (como algunos ya saben, ni tuiter ni facebook lo uso de manera estrictamente personal, son más bien una extensión del blog)... y la confianza -repito-. A esta misma persona debo la computadora fija que uso, que también fue un obsequio de cumpleaños (de hace dos). Así que si hay alguien a quien agradecer que El Fanzín siga es a esta persona, con quién comparto lazos fraternos.

Traté de hacer la primera entrada desde ese aparato móvil... pero no lo logré (soy re-sope para estas cosas de la tecnología, pero espero me expliquen o me solucionen lo que hace falta para que pueda hacerlo pronto, je).

Y mientras el futuro me alcanza, por otra parte me aferro a lo más rústico. y elemental.. cocinar a las brasas, cosechar mis propias hortalizas y frutos, y tratar de acercarme a las raíces de nuestra identidad, entre ellas, la diversidad de lenguas, de tradiciones y expresiones. Hace poco me contaban de una leyenda yucateca sobre un demonio femenino que seducía hombres, similar al que inspiró la entrada de la Fiura, he probado algunos sabores típicos de algunas regiones, y me asomo al folclor de otras, eso me invita a hacer unos posts alusivos a estos temas... y para abrir boca, les dejo una interpretación del tema Nanga ti feo, que en la actualidad descompone horriblemente un grupillo pop malísimo, que sin embargo tiene miles de adeptos gracias a sus letras ramplonas y gemiditos destemplados (Camila, muestra de lo tristes que son estos tiempos musicales); a diferencia de ellos, este otro grupo, también formado por hombres jóvenes, dan su versión al emblemático tema zapoteco (que de paso se aleja de la interpretación femenina que también se está volviendo un lugar común, pues ya también se hizo costumbre que las cantantes "alternativas" lo canten, sin variar mucho una de la otra).

Y les sugiero que sigan la letra (aunque sea en voz baja) mientras la escuchan, para que sientan mejor la cadencia y la tonalidad de este bello idioma; les pongo también otra traducción posible, ya que no hay una sola (la letra original es de Demetrio López, varía un poco de la que se traduce del zapoteco y contiene más versos).

Pa guini' cabe naa xpada huiine
pa guini' cabe naa neza lolu'
gudxilaacabe naa nga xpido'lu
gudxilaacabe naa nga xpido'lu

naa nga ti feu, ti feu ne ranaxii
ne guidubi ladxido'
ne zachagana (na) ne lii.

Si te hablan de mi, mi negrita
Si te hablan de mi en tu presencia
Diles que yo soy tu negro santo
Diles que yo soy tu negro santo
Yo soy un feo, un feo que sabe amar
Con todo su corazon y te quiere de verdad
Yo soy un feo, un feo que sabe amar
Con todo su corazon y te quiere de verdad.

lunes, 20 de junio de 2011

Canciones de Película


Acabo de ver un videíto sobre las mejores canciones de películas, según la selección del canal de televisión TCM, y claro, como en ese canal se les comienza y se les acaba el mundo con el cine gringo, y encima con el cine viejito, pues sólo cintas clásicas tomaron en cuenta, aunque dificilmente se le podría ganar a los dos primeros lugares de su lista (Somewhere over the rainbow y Singing in the rain). Una ausencia que se siente muy grande en el listado es As time goes by, de la película Casablanca, que también sería una innegable finalista.

Contaminados por el cine más comercial de los últimos tiempos, es difícil no acordarse de las melosas Unchained melody, de Ghost; I will always love you, de The bodyguard, y por supuesto, de My heart will go on, de Titanic (colándose en la misma categoría de Megambrea Auditiva para Llevar los temas de Robin Hood, the prince of thievs y Top gun, en las que Bryan Adams y el grupo Berlín interpretan cursis rolitas clásicas con que se puede moquear a gusto). Pero si uno deja la chilladera de lado, también se podrá recordar canciones que definieron una época, como Staying alive, de Saturday night fever; What a feeling, de Flashdance (y yo agrego la de Maniac, también); Mrs. Robinson, de The graduated, o la incluida en la lista, El rock de la cárcel, de la película del mismo nombre, con El Rey Elvis Presley. Si a uno le gusta el bailongo, también se acordará de América, de West Side Story, o de You are the one that I want, de Grease, y si a uno le cae bien John Travolta, también se acordará de él y de Uma Thurman en Pulp fiction, aunque de ahí la canción que yo retomaría sería la de Girl, you'll be a woman soon, para mi propia lista privada.

Y es que estas listas son siempre arbitrarias, pues uno tiene sus motivos particulares para engancharse a la historia y a ligarla con la música, o para apreciar mejor la escena según el fondo musical, yo, por ejemplo, recuerdo el final de Cruel intentions por Bittersweet symphony (rolononón), que ambientaba bien el momento en que la villanaza veía derruirse su reinado de intrigas; guardo en la tierna memoria el enamoramiento infantil (y aspiracional de toda una generación) de Melody y el bonito niño Mark Lester, con un fondo musical de las voces casi femeninas de los Bee gees; el poderoso ritmo del tema de Dangerous minds... o cuando Rocío Dúrcal lloraba junto conmigo al final de la canción Volver a verte, en la película Canción de juventud -je-. Porque los gabachos tendrán a Judy Garland, pero los hispanohablantes teníamos a la Dúrcal y a Marisol, para emocionarnos con la voz privilegiada de una niña prodigio; ellos tendrán a Fred Astaire, pero acá oíamos a Palito Ortega cantar y bailar a cada provocación -je, je-, y perdón, ellos tendrán a Frank Sinatra... pero acá teníamos a Pedro Infante. Y ahí la lista de las diez mejores canciones de película tendríamos que hacerla con él sólo, pues entre Amorcito corazón, Qué te ha dado esa mujer, Mi cariñito y el dueto con Jorge Negrete en Dos tipos de cuidado, tendríamos para un buen rato de debate sobre cuál encabezaría la lista (yo se la daría a la de "y este era un oso carpintero que vivía muy pobre...", con todo y chun-ta-ta chun-ta-ta incluido).

Por supuesto, en la lista nacional tendría que venir alguna de Agustín Lara, para el cine de cabaret (cantada por Toña la Negra, si no es mucho pedir), alguna bailada por Tongolele o Ninón Sevilla, y no podía dejarse de lado Allá en el rancho grande, de la película del mismo nombre, precursora del cine musical ranchero, con Tito Guízar. Y me crean o no, en su momento La niña de la mochila azul, con un Pedrito Fernández de ocho años, fue un hitazo no sólo en la radio, sino también en el cine, aunque la película valiera para dos cosas (al igual que la carrera cinematográfica de tan prolífico actor). Otro momento musical importante, más reciente, es el de la película Y tu mamá también, en donde una canción "reciclada" de El Buki lo lanzó a la predilección, ya no nada más en el gusto populachero, sino también en el de las clases más favorecidas, que lo incluyeron en su cancionero particular. El menage a trois con Si no te hubieras ido es uno de los momentos musicales más afortunados del cine mexicano, nos haya gustado o no la película de los hermanos Cuarón (o nos haya dejado indiferentes).

Pero la lista de canciones del cine mexicano no podría completarse sin una que inició un movimiento hoy censurado y renegado. Por culpa de esta canción, tanto el cine como la escena musical se vio contaminado por una actividad comercial ilícita que hoy domina la realidad nacional; mitad elegía, mitad condena, el narcorrido La banda del carro rojo dio inicio a la narcocultura que hoy prima en el país. Los Tigres del Norte, con esta rolita, iniciaron una carrera musical de pasmoso éxito, y pese a sus -notoriamente- deficientes capacidades artísticas, hoy son músicos influyentes, reconocidos, respetados y seguidos en todas las clases sociales (ya hasta la Pau "canta" con ellos... ora sí que se juntaron el hambre con las ganas de comer, je).




No podemos olvidar el cine infantil, que en su mayoría incluye temas musicales. Dominado por la influencia disneyana, los musicales suelen ser muy similares, desde el clásico Hai ho de Blanca Nieves, el "sin hilos yo puedo bailar..." de Pinocho o las de Mary Poppins, uno de estos clásicos agradables es la versión de Lo más vital, del Libro de la selva, en la voz de Tin Tán. Bajo el mar (de La Sirenita), Hakuna Matata (El rey león) y el tema de La Bella y la Bestia son otros clásicos recientes (de hecho La bella y la bestia se me hace una buena película musical, a diferencia de la mayoría de películas infantiles cuyos números musicales no parecen tan bien integrados a la trama, y sólo algunos son destacables). Y no es de Disney, pero el tema de Anastasia es otro de los que salieron bien (aun y siendo Thalía la intérprete). Aunque a mí me gustan más los temas de Do re mí, de The sounds of music y Tomorrow, de Anita la Huerfanita.

En mi lista tampoco faltarían Another brick in the wall (The wall); el cántico We are the mods (y Sting, en tremenda pelea callejera en Quadrophenia); el corito de Jesus Christ Superstar (y hasta la melosa I don't know how to love him, en la bella voz de Yvonne Elliman); el tango de Roxanne, en Moulin Rouge; What is a youth? (Romeo y Julieta, de Zefirelli); Cvalda (Dancer in the dark, con la violentamente feliz Björk) y Underworld (Trainspotting).

Pero bueno, cuéntenme de su propia lista.

sábado, 18 de junio de 2011

Paseo Dominical Palaciego


Fue el erudito barón Alejandro Von Humboldt quien llamó a la capital de México la Ciudad de los Palacios, debido a la gran cantidad de mansiones palacios citadinos que encontró en ella, majestuosos edificios de estilo barroco o neoclásico, habitados por familias notables. Era usual que en estos edificios de varios niveles, con patio central (aun cuando hubiera varios, debía haber uno principal frente al portal-zaguán de inmensas proporciones), se destinara una sala o crujía independiente en el nivel superior, por si había la necesidad de alojar al rey de España en alguna visita inesperada. La remota posibilidad de que el rey visitara la Nueva España y se alojara en la casa de un hijo de vecino, por muy acaudalado que fuera, se antoja ingenua, pero no impidió que mansiones como la de Don José de la Borda, opulento minero que tuvo mucho que ver con el desarrollo de la famosa industria de la plata en Taxco (Guerrero), tuvieran habitaciones acondicionadas para la visita real, y con ellas se consideraran palacios ya.

A don José de la Borda se le debe la palaciega mansión que hoy sirve como Casa de la Cultura en Taxco, la iglesia de Santa Prisca (también en Taxco) y el Jardín Borda en Cuernavaca, donde hacía sus imperiales paseos Carlota alrededor del lago interior. Pero en su segunda racha de riqueza, y pese a que su hijo le tenía ya lista su casa de campo en Cuernavaca, animándolo a su descanso, el septuagenario se empeñó en dejar muestras de su poderío económico en la capital del país, con la que pretendía fuera la casa más grande de la ciudad, ocupando toda una manzana, con un balcón contínuo alrededor de las cuatro calles, que le permitiera caminar por toda su propiedad sin descender a la calle. Lamentablemente no cumplió su sueño y la casa Borda quedó inconclusa a su muerte. Pero sí tuvo el mayor balcón de toda la Nueva España, y a la fecha, el balcón de hierro forjado en la fachada hacia la calle Madero se extiende y dobla la esquina de la calle de Bolívar.

Cuenta la leyenda que el verdadero motivo para hacer ese balcón fue por la prohibición a su esposa de salir a la calle, debido a su desmedido celo, pero ante la necesidad de ella de salir al exterior a desaburrirse le mandó hacer ese corredor externo.

Los altos del edificio, antes destinados para la visita de la realeza, fueron ocupados a finales del siglo XIX por el Casino Español, y fue en su planta baja donde se ubicó también el legendario Salón Rojo, la primera sala de cine en México.

Siguiendo por la calle de Madero se encuentra otra casa majestuosa, que originalmente era donde vivía María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba, y si le volvemos a creer al barón Von Humboldt, era de una belleza apabullante (él dijo que era la mujer más bella que había visto en todo el mundo, y el docto barón vaya que sí viajó). Agustín de Iturbide seguro coincidió con la opinión de Humboldt, ya que se enamoró tanto de Doña Ignacia, que incluso desvió el camino del Ejército Trigarante durante su entrada triunfal a la ciudad, para pasar por frente a la casa de su amada, a quien identificarán más fácil si la llamamos por su apodo: la Güera Rodríguez, mujer a quien debemos la culminación de la Independencia sin derramamiento de sangre, pues fue ella la que convenció al futuro emperador de negociar con el virrey el fin de la gesta independentista.

Su señorial mansión, a finales de ese siglo XIX, fue convertida en la joyería más lujosa e importante de México, y al igual que el Salón Rojo, fue propiedad de miembros de la comunidad judía afincada en la capital. La joyería La Esmeralda cedió su nombre al edificio cuando éste se transformó en sede de otros negocios, alterando un tanto su estilo ecléctico, que se restauró en 2003 para su conservación.

Este domingo especialmente vale la pena que se vuelva un punto en nuestro paseo dominical, pues en la actualidad es sede del Museo del Estanquillo, y se inaugurará una sala de lectura en la que mañana se comenzará un maratón de lecturas de Carlos Monsiváis, de quien se conservarán sus cenizas guardadas en una urna hecha por Francisco Toledo, en este museo que guarda su colección privada, como homenaje en su primer año luctuoso.

Un año ya, sin el querido y admirado Monsi. Hace un año lo llorábamos y lo recordábamos así, y hoy su ausencia sigue doliendo.

jueves, 16 de junio de 2011

Se Me Olvidó Llorar


Y tenía tantas ganas. Sentía unos diques en los ojos conteniendo un desborde inminente. Subi y bajé del transporte, pedí permiso, evadí atropellos, hice un último esfuerzo de caminar los últimos pasos hasta mi casa. Sentía la necesidad de hacer una escena digna de una película de la época del cine de oro nacional, o de telenovela ochentera: subir las escaleras corriendo, abrir la puerta de mi recámara y lanzarme a la cama, sollozante; o dejarme caer en un sillón y apoyarme en uno de sus brazos para ocultar el llanto entre los míos (sin lograrlo, claro, porque la sonoridad y la violencia de los sollozos debe exceder la protección de los brazos sobre los que uno se recarga, teatralmente). Lloro muy bonito, siempre me lo han dicho. Ya sea en silencio, dejando fluir las lágrimas con estoicismo, o bien, sollozando con suavidad casi tímida, o mejor aún, dejando salir todo el llanto sin mesura, con quejidos y espasmos que conmuevan y contagien a los que asisten a mi sufrir (no es mi culpa que mi dolor sea tan estético, que mueva a la solidaridad y a la empatía). Pero se me olvidó. Algo entre la convencionalidad de responder a los saludos e inquisiciones familiares, y la practicidad de aprovechar que la comida estaba caliente, me hizo postergar de momento mi desahogo. Una cosa siguió a la otra y de repente la plática se volvió muy entretenida. Luego la televisión también lo fue. Y la convivencia virtual. Después hacía calor, y ni modo de encerrarme con mi dolor en un cuarto que guarda toda la calidez que recibe durante el día, a través de sus ventanales. Así que mejor salir con un vaso de agua en la mano al patio fresco, y ahí entretenerse con los juegos de los niños, y con las historias que salen de las bocas de las hermanas y de las páginas de un libro. Llegó la noche y con ella cierta calma... y la cena. Y las manos de mi madre transformando el amor en bebidas espirituosas y bocadillos amorosos. Había entonces que corresponder su atención con otro tanto, y escuchar, otra vez, la historia de la tía Toña, a la que le salieron manchas en la piel de tanto temer la llegada de la noche y la consiguiente exigencia de su marido alcohólico de cumplir con su obligación de esposa. Cuando empezaba a oscurecer la tía Toña empezaba, a su vez, a restregarse las manos, nerviosa, y a tratar de distraer su terror con las agujas y los hilos de tejer, a retrasar el momento de dormir convidando a sus hijas a cenar, o con esos ataques súbitos de higiene que la hacían sacar brillo a baldosas y mosaicos en la cocina, o bañar a los nietos, o a solidarizarse con la pena de alguna vecina por un primo muerto, acompañándola a rezar el rosario. La casa de la tía Toña era la más limpia, y se veía de lo más linda con sus sillones cubiertos con carpetas, las primas eran unas mujeres de caderas amplias y mejillas generosas en sonrisas y carnes, de tanto merendar flanes y conchas sopeaditas en el café con canela, mientras los nietos tomaban su leche con los cabellos relamidos y húmedos. ¿Quién iba a decir que la tía Toña, de caminar lento y hablar pausado, que parecía retener el tiempo a su antojo entres sus pasos y entre cada verso cantado en las letanías, y cada saludo a las vecinas de las que se volvía confidente y cómplice durante las largas conversaciones en las banquetas fuera de su casa, se consumía de estrés y nerviosismo? Y de miedo. Porque no importaba cuánto tardaran los nietos en dormirse, espabilados por el baño nocturno y las fuertes restregadas a las rodillas percudidas; no importaba cuánto tardara el canto de duelo en las casas cercanas; ni cuánto tiempo se llevara en terminarse ese mantel deshilado, adornado con petunias en punto de cruz, el tío Juan siempre esperaba paciente, pero ansioso, el momento en que su esposa se metía en la cama para obligarla a cumplir con el sacramento sagrado del matrimonio y con su deber conyugal, así ella se resistiera por dolor, asco o vergüenza. Una semana después de que sus hijos festejaran en grande las bodas de oro de sus padres, la tía Toña pudo por fin descansar una noche, sin miedo y en paz. A la fecha el tío Juan sigue honrando la memoria de su esposa, llorando al recordarla y repitiendo siempre cómo luchó por darle todo lo que ella merecía, y lo feliz que fueron todos esos cincuenta años. Cuando mi madre terminó su historia ya casi era la madrugada. Yo había terminado el té con que buscó aliviar la creciente resequedad de mi garganta -que desde ahí ya se anunciaba severa-. Nos dimos las buenas noches y nos retiramos a descansar, no a dormir, pues el sueño es algo que se nos escapa siempre. Y esa noche agonizante la soledad, el desamor, la tristeza y la insatisfacción también se arroparon conmigo, acunándome, arrullándome. Pero se me olvidó llorar. Quizá por eso luego el llanto salió más amargo y agrio... no es buena idea dejar fermentar esas cosas.

martes, 14 de junio de 2011

Lo Que No Dijo Borges (y Otros Textos Apócrifos)


Con ese -a veces fastidioso- hábito cibernético de reenviar cadenitas de mails con cursis presentaciones de power point, bendiciones, avisos alarmantes sobre teléfonos celulares que explotan o latas de refresco que envenenan, se han propagado varios textos atribuidos a escritores y creadores renombrados, con mensajes edificantes y positivos, que encuentran fácil y veloz eco entre los cibernautas. Algunos de ellos utilizan también sus sitios personales para compartirlos con sus lectores.

A Jorge Luis Borges se le atribuyó el poema "Instantes" aparentemente escrito a los 80 años, en el que lamenta algunas cosas que no hizo en su vida; al aclarar que no es de Borges se ha iniciado otra confusión diciendo que es de la estadounidense Nadine Stair, aunque la misma hija de Ron Herold, cómico gringo, asegura que es de su padre y que lo publicó la Readers Digest en 1953, con algunas variantes a como lo conocemos en español, y que además tenía un contexto irónico que lo aleja un tanto del nostálgico lamento que se le atribuye a Borges*. 

Hoy le hacemos como homenaje a Borges, al cumplirse 25 años de su muerte, la reiterada aclaración de que ese poema (bonito y tierno, sin duda, pero que contrasta con su personalidad y nivel literario, y que paradojicamente, es con el que más lo identifican) no es de su autoría así como tampoco lo es otro en el mismo tono, titulado Y uno aprende, este texto no tiene un autor conocido (o si ustedes saben, díganme, no sean gachos) y la aclaración de que no es de Borges se hace con menos énfasis que con el poema anterior. Será porque unos de los que se confundieron con el poema Instantes fueron los mismos funcionarios de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Córdoba, quienes lo leyeron en presencia de la misma viuda de Borges, en un homenaje a él y a Leopoldo Lugones, siendo la misma María Kodama quien tuviera que aclarar que no era de su marido (según su esposa, sí Borges hubiera escrito algo así de cursi, ella no se habría casado con él).

Ya encarrerados, aprovechamos también para recordar otros textos apócrifos que han dado vuelta al mundo gracias a la Internet, atribuyendoselos a otros escritores y creadores notables.

El que también hizo un papelón fue un político italiano, al querer lucirse con unas frases de Pablo Neruda en un acto político, leyendo parte del poema "Muere lentamente", que la escritora brasileña Marta Medeiros, reconoce como suyo, y que junto con la Fundación Pablo Neruda se esfuerza en dar a conocer que no es del Nobel chileno. Sin mucho éxito, y es que, ¿qué se puede hacer contra el infinito poder de las cadenas de correo electrónico?, cualquiera sabe que si no se envían en los siguientes diez minutos de haberlas abierto, no sólo se corre el riesgo de no alcanzar la felicidad a la medianoche, a veces incluso recae en uno la maldición de que nuestra vida amorosa se arruine para siempre, por eso siempre es bueno tener unos quince o veinte contactos más o menos pacientes, que toleren bien recibir oraciones a las mil y una vírgenes, saludos por la semana de la amistad, alertas sobre el inminente cobro del servicio de Hotmail y fidedigna información sobre la nueva moneda Amero.

A esos buenos contactos se les puede agradecer enviándoles también las bonitas presentaciones con las Trece frases para vivir de García Márquez, y por supuesto, el conmovedor poema "La marioneta", con que se asegura el Nobel colombiano se despidió de sus amigos al enterarse que tenía cáncer... aunque ya desde el año 2000 el famoso Gabo -al que no se le identifica como poeta, por cierto- dijo "Lo que me puede matar es la vergüenza de que alguien crea que de verdad fui yo quien escribió una cosa tan cursi". Gente más enterada dice que el verdadero autor es el ventrílocuo mexicano Johnny Welch, al que casi no se le ubica sino hasta que se nombra a su marioneta El Mofles, y aparece en el libro Lo que le he enseñado a la vida.

Otro texto digno de compartir vía mail es el que se le atribuye al historietista Quino, y para que no quepa duda el título es "La vida según Quino", y es un ingenioso texto que, sin embargo, ofende al creador de Mafalda quien desmiente "vehementemente" sea de su autoría (así como también desmintió que Mafalda moría atropellada por un camión del ejército, al parecer este chisme se dio aquí en México). Quino aclara que él jamás ha utilizado otro medio que no sea el dibujo, y además no le hace gracia que le adjudiquen pensamientos tan "ñoños". Hay en la red información de que el texto original se tradujo del inglés, siendo su nombre Life is Backwards y se atribuye a Suzi Parker.



Al que también se le tomó su nombre prestado es Mario Benedetti, con un par de textos, siendo el más conocido Testamento, aparentemente dedicado a su segunda mujer, pero el problema es que Don Mario sólo tuvo una, así que incluso esta atribución es una falta a su memoria. Otro texto es Me gusta la gente, y aunque la de Benedetti es una literatura no tan lograda -según los más entendidos-, estos textos son muy inferiores, comparándolos con los suyos.

Y otros a los que se les atribuyen decenas de frases, tanto por mail y por ppp´s son a los estupendos músicos y cómicos Les Luthiers, cuyos seguidores hacen esfuerzos por depurar sus frases originales de las espúreas. La próxima vez que alguien te diga que ellos fueron los que dicen que hay dos palabras que te abrirán muchas puertas (Jale y Empuje), o que tener la conciencia tranquila es señal de mala memoria, puedes, con toda autoridad, darle un zape por crédulo.

*La confusión es tal, que hasta la misma Elena Poniatowska se equivocó al atribuírselo (y se equivocó al fecharlo y al mentir sobre que se lo había leído al mismo Borges) y el poeta Alastair Reid (antologista y traductor de Borges) lo tradujo al inglés (toda la historia, aquí).

Por cierto, este artículo debe enviarse a quince de sus conocidos, ya sea vía e-mail, Twitter o Facebook, ya que Slim y Bill Gates donarán cien dólares cada uno a los que lo hagan en los primeros diez minutos, pero si no lo hacen, su vida sexual puede verse seriamente afectada, se ha sabido de un hombre que ignoró este aviso y se le pudrió el asuntito, y de una mujer que se embarazó enseguida, teniendo quintillizos... en cambio una señorita lo compartió en Facebook y le dio RT en Twitter y hoy acaba de comprometerse con su novio de la secundaria, quien después de treinta años se dio cuenta de que la sigue amando (y cuando salga de la cárcel, dentro de otros diez años, podrán vivir felices para siempre, sin depender ya de las visitas conyugales).

lunes, 13 de junio de 2011

Hoja de Diario

"No te llamo, no te pido. Me doy, te soy. Tú no me tomas, no me necesitas, no hay ganas de mí en tu mirada."
Alejandra Pizarnik, Diario 2 de agosto (1969).

Querido diario:

Es mi tercer día sin voz y ya encuentro discapacitante la situación, ayer por ratos me sentí mejor y me ilusioné pensando que estaba mejorando, no fue así y hoy incluso el dolor en la garganta es más molesto.

Por otra parte, tiene sus ventajas. En mi familia no acaban de entender que no me pueden preguntar cosas que implique una respuesta afirmativa o negativa con la cabeza, incluso mi mamá me pregunta algo y me da la espalda, insiste e insiste hasta que me paro junto a ella para susurrarle al oído o espero que voltee para que pueda leer mis labios. Así que también he desarrollado un sistema de ignorarlos olímpicamente sin que se puedan resentir por eso, cosa que es imposible en otras circunstancias. Solemos ser una familia cortés y dejar a alguien sin respuesta es mal visto. Así que hoy soy una maleducada feliz de no tener que andarme disculpando. No doy los buenos días, no digo por favor si pido que me alcancen algo (a señas) ni pido permiso.

A cambio tengo que soportar que no se acerquen a contestar el teléfono y deba ir hacia ellos para decirles con gestos que corran a atenderlo antes de que deje de sonar. Y bromas y bromas y bromas hacia mi mudez. Señalo un servilletero y me acercan una figurita de porcelana. Susurro algo y teatralmente alguien hace callar a todos para que puedan escucharme, luego fingen interpretar lo que dije diciendo cosas absurdas: "¿Qué?, ¿Qué abdujeron los extraterrestres a la perra?", ¿Qué si todavía no acaba la guerra?, ¿Qué te cortaste la mano con una sierra?, ¿Qué si sabíamos que no es plana la Tierra?", y mi aviso de que dejaron encerrada a la perra se pierde entre carcajadas.

Lo que más extraño es cantar. Hasta ahora me doy cuenta de que canto mucho y que quizá mi canto no es tan apreciado pues los demás no parecen extrañarlo -je-. También descubro que critico mucho y hago muchas bromas, de tener voz ya hubiera hecho muchas críticas burlonas y muchas evidencias de algo que se dijo mal o que sonó ridículo. Seguramente por eso ahora se están desquitando tanto.

Al final la compu no estuvo tan libre, los que habían huído a Cuernavaca regresaron huyendo ahora del intenso calor, la alberca no estaba tan bonita y los ventiladores no fueron suficientes para dejarlos dormir, así que ayer en la mañana ya estaban acá, quejándose de lo mal que durmieron. Pero a cambio trajeron mucha comida rica, con lo que no fue tan lamentable su regreso. Ayer fue un domingo que parecía fiesta (bueno, yo no canté, así que no lo pareció tanto, je).

No hablar y no teclear deja mucho tiempo para pensar, como la cabeza me duele no puedo leer ni escribir mucho. Y la mente se me va hacia asuntos menos felices, con lo que he tristeado un poco. Otra cosa que se me metió en la cabeza es que si me quedé sin voz es porque ya no tengo nada que decir. O que necesito pensar un mes las cosas antes de decirlas, para evitar decir impertinencias.

Quisiera cerrar con algo profundo pero me urgen para que suelte la compu y así no me inspiro. Así que luego le sigo.



sábado, 11 de junio de 2011

Querido Diario


Pues tenía que pasar que este blog se volviera -aunque sea por un ratito- estrictamente personal. Y resulta que hoy no tengo con quien hablar... peor aún: no tengo cómo hablar. Desperté sin voz. No sé cómo pasó, sí me había dado cuenta de que en la mañana de ayer mi voz era un poco más grave que otros días, pero en la tarde me empezó a molestar la garganta y a cerrárseme gradualmente, en el transcurso de una hora mi voz se había reducido lo suficiente para que no fuera muy audible y por la noche ya era una proeza hacerme escuchar toda una frase. Pero hoy amanecí sin voz. Parte de mi familia se fue a Cuernavaca, una amiga de mi hermana le prestó su casa allá, vive en un desarrollo inmobiliario medio lujosito, donde hay una alberca comunitaria para que la usen las -pocas- familias que habitan en él. Ya llevábamos un par de meses retrasando el aceptar su invitación y justo hoy que decidimos irnos, yo amanezco con un resfriado monumental, que viene incubándose desde la noche infernal en que acampamos bajo la lluvia en una casa de campaña de tela tan desgastada, que había perdido su impermeabilidad -justo encima de mi cara-. Nuestra casa de campaña es ventajosamente amplia, tiene tres habitaciones y un hall -je-, pero resulta que alguien guardó parte de los tubos aparte, así que cuando se quiso armar no fue posible; nadie ha admitido el error de no incluir todos los tubos en su mochila habitual, así que es uno de esos crímenes sin resolver, que se tuvo que solucionar con un poco de improvisación. Así, mientras unos maldormían en la camioneta, otros nos apilamos en una casa rentada no muy grande, y hubo incluso quien se quedó sólo protegiéndose con nuestra casa de campaña convertida en carpa... aparentemente él fue quien más sufrió, pero no, a la larga fui yo la única que no tenía a dónde hacerse de lado cuando la casa de campaña rentada empezó a llorar, encima de mí; a esa otra víctima, humanitariamente, se le destinaron la mayor parte de las cobijas, y como se supone que yo estaría mejor guarecida sólo me quedé con una, que compartí con otra hermana mucho más friolenta, y que, ya en la inconsciencia del sueño, me arrebató a mitad de la noche, así que sólo una chamarra gruesa fue mi cobijo... y aunque no tenía verdadero frío -y por eso no peleé mi parte de abrigo- al parecer si fui vulnerable a él. La última parte de la madrugada la pasé sentada, en una posición incómoda, al no querer acostarme en un suelo humedecido, esperando a que llegara el momento en que pudiera meterme a las fositas de aguas termales, lo cual fue a las cinco y media de la mañana, en plena oscuridad pero ya con un cielo escampado. Tal vez también me afectaron esos cambios de temperatura entre una y otra alberca, en medio de un vientecillo fresco y por ratos muy fuerte, como sea, estuve días incubando el virus que hoy me deja muda (y que hoy provoca que tome este blog por asalto para narrar mis desventuras).

Ayer disfruté el desayuno con una niña encantadora y de personalidad deliciosa, una de esas cosas felices que traspasan de la vida virtual a la vida 1.0, para tan especial ocasión sugerí unos huevos benedictinos con salmón, con la vista de la Catedral Mayor al frente, ahí fue cuando pagué caro mi adicción a la coca-cola, que al no estar lo suficientemente fría pedí se me sirviera con hielos; un segundo vaso, con su respectiva dotación de hielos parece que contribuyó a que mi garganta se pusiera en huelga hoy, como sea, agradezco que ayer me dejara platicar a gustito (esa niña bella no sólo pagó el desayuno sino hasta me regaló el libro La elegancia del erizo, cuya versión cinematográfica me he tardado en ver al no querer conocerla antes que el libro, así que la coincidencia fue otra de las cosas felices que me pasaron ayer). Llegué a mi casa a media tarde, como una noche antes llegué muy tarde y en la mañana salí muy temprano, tuve que convencer a algunos de que sí había pernoctado en la casa, cosa curiosa de aclarar cuando ya se pasan de los cuarenta años, y que da pie a enemil bromas sobre mi sempiterna soltería, así como también es motivo de burlas mi mudez, pues nadie cree que no fue producto de una borrachera. Pero efectivamente, antier pedí un mojito y fue tan mal preparado que estaba intomable de tan amargo, lo que me hizo desistir de seguir consumiendo.

Esa noche había ido a la inauguración de una exposición en homenaje a Luis Granda, cuyo manejo del color y técnica me llaman mucho la atención, esto fue en el ExPalacio del Arzobispado, donde también hay una muestra colectiva de creadores varios (entre los que se encontraban Nahum B. Zazir, Daniel Lezama, Javier Marín, Rafael Cauduro, Héctor Xavier y Rocío Maldonado por mencionar sólo a algunos) teniendo al dibujo como hilo conductor, y en esta última exhibición el mayor mérito es del curador, que logró un resultado muy interesante, y en la que me perdí tanto que cuando bajé al patio central se estaba acabando el vinito de honor, y apenas alcancé la última copa de vino blanco, a la mitad de las otras.

Sobre todos, Luis Granda

Y si siguen el blog se habrán dado cuenta de que últimamente regreso mucho a este espacio cultural y es que me parece muy interesante el trabajo que están haciendo al difundir la plástica contemporánea, especialmente de artistas nacionales. La entrada es gratuita todos los días, lo cual es una gran ventaja (hace dos semanas fui a la exposición de Tutankamón en el Palacio de la Autonomía y la entrada costó 80 pesos, éramos dos personas y el pago total ya fue un pequeño golpe al bolsillo, además sólo fue válido para esa exposición, había otra más sobre los monstruos y el miedo, pero tenía su propio costo). Otra cosa buena del ex-arzobispado es que hay actividades culturales programadas a lo largo de todo el mes, tan sólo el martes anterior fui a una puesta en escena de la obra La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón, aunque quedé un tanto a disgusto ya que no es el recinto adecuado para disfrutar teatro, no voy a criticar el desempeño actoral pues no pude apreciarlo, al no ser un escenario teatral se improvisaron sillas plegables en el patio central del edificio, con lo que sólo las primeras filas tenían una visión integral de los cuerpos de los actores, y estos se auxiliaron de marionetas, las cuales quedaron invisibles para los que ocupaban las filas posteriores (en las que yo me encontraba), la acústica no ayudaba y las voces se perdían; al no poder disfrutar la obra decidí salirme pero entonces una empleadita (y perdón el diminutivo, pero de verdad era una persona muy ínfima) me impidió salir, quesque por respeto a la obra, resulta que cuando entré la ignoré en su labor de proporcionar el programa, no lo hice a propósito, realmente no la vi (entré con afán para alcanzar lugar, pues el acceso es limitado), ella explicó -con un resentimiento evidente- que en la entrada se explicaba que no se permitiría la salida hasta que acabara la obra, pero como yo no la dejé ni darme el programa no me lo pudo decir. Nuevamente la ignoré -pero ahora sí con toda intencionalidad- sin dejarla terminar su perorata inútil, pues me di perfecta cuenta de que no había una razón válida para negarme la salida, más que su necesidad de reafirmar su autoridad sobre mí, y la interrumpí para decirle "Ok, espero" y me di la vuelta, escuchando como se quejaba con la policía, todavía sin superar su pueril encono. Pude ver antes y después como había personas que se levantaban y salían, sin que se les impidiera, pero en lugar de discutir preferí situarme donde pudiera apreciar algo del trabajo actoral, pero al no tener ya seguimiento de la obra no logré interesarme, aunque creo que el recurso de las marionetas sería interesante, si tan sólo las condiciones del escenario hubieran permitido que se apreciaran, como no fue así resultaba incluso tedioso cuando las utilizaban. Al término de la obra me dirigí con las primeras personas que también iban a la salida, y me divirtió ver como la policía todavía hizo un injustificado e inútil intento de negármela -seguramente siguiendo las indignadas órdenes de la mujercilla acomplejada y resentida-, y su superior le aclaró, con fastidio ante su inoperancia, que no había motivos para no abrir la puerta de una vez.

Todavía sorprendida ante la estulticia de la gente que no se resigna a su opacidad, y lo fácil que es vulnerar el ego inmenso de personas mínimas, caminé hacia la plaza del Zócalo y abordé un transporte, ahí iba recordando un altercado entre dos ancianas por uno de los lugares disponibles, una de ellas había apartado un lugar y la otra insistía en sentarse en él, habiendo más lugares libres, reclamando la falta de solidaridad de la otra anciana, la cual le respondió que ella no abusaba de su condición de mujer ni de su edad para mover la lástima y aprovecharse, incongruentemente la que exigía que no se apartaran lugares, posteriormente ocupó dos, garantizando su comodidad y mejor visión, y ante la petición de que desocupara uno se resistió con argumentos absurdos (encima exigió que se sentara en él una persona chaparra, para que no le obstruyera la vista); iba instalada en ese recuerdo cuando una mujer solicitó la generosidad del chofer para que la dejara abordar gratis, ante la negativa de éste su insistencia se volvió exigente y grosera, y luego se volvió hacia los pasajeros preguntando si alguno le podía regalar cuatro pesos pues el "pinche ojete" del chofer se iba a quedar pobre sin su pasaje, un hombre cedió y proporcionó las cuatro monedas, las cuales fueron lanzadas al suelo, con ademán beligerante y provocador, la tensión en el ambiente era similar a cuando las ancianas intercambiaban descalificaciones, y a la que había cuando la mujercilla de la entrada temblaba de indignación por mi intención de "irrespetar" la obra, saliéndome (se le estremecía toda la cara a la pobrecita, mientras le preguntaba a la policía "¿verdad?", después de que me dijo que no la dejé ni entregarme el programa). ¿Qué le pasa a la gente?, pensé, aunque no sin reconocer que yo también tengo reacciones intolerantes y estúpidamente agresivas, por lo que luego cambié mi pregunta mental a ¿Qué nos está pasando?, ¿qué despierta nuestra ira primitiva?

Duré un rato en mi introspección pero la música me sacó de ella, era la estupenda salsa No le pegue a la negra, como ilustración reflexiva sobre cuándo es necesaria la ira para mover a la rebelión.

Pero eso fue el martes, el jueves después de que no alcanzamos vinito de honor, nos quisimos contentar con un mojito en uno de los barecitos de la calle de Filomeno Mata (aunque como les dije no estuvo bien preparado, así que esta afonía no se la debo a los tragos, y tristemente tampoco su remedio, pues en lugar de tomarme un caballito de tequila, como dictan las buenas costumbres y los remedios caseros, tomé un medicamente alópata). En el simpático bar, un guapo cantante venezolano complacía las peticiones de una animada mesa de jóvenes oficinistas, que celebraban el cumpleaños de una de ellas. Entre las complacencias se coló la canción que Pablo Milanés compuso en mi honor (y que la odiosa Guadalupe Pineda canta suprimiendo mi nombre). Traigo esto a colación porque ya aquí he dicho como me llamo, así que no es una revelación, pero ayer comprobé que hay amigos del blog que todavía no saben cuál es mi nick allá afuera: me dicen Yola.

Y el gusto es mío.

miércoles, 8 de junio de 2011

La Mantarraya y el Amanecer




El sábado vi el amanecer desde la carretera a Pachuca. Evitando el Hoy No Circula sabatino, salimos antes de las cinco de la mañana rumbo a un balneario en el estado de Hidalgo, y como la malbicho es una cucaracha citadina el encuentro con la naturaleza siempre le resulta asombroso y delirante. Así, los vapores que emanan de la tierra alrededor de un riachuelo, la neblina alrededor de los cerros, los rayos del sol asomándose detrás de las montañas y el cielo tiñéndose de naranja, motivaban mi contemplación admirativa. Sólo los niños más pequeños me superaban en asombro ante la majestuosidad natural de los campos hidalguenses.

Ya en el balneario, el encuentro con las aguas provenientes de manantiales naturales fue otra fuente de sorpresas. El borbotón de agua caliente que llenaba las pequeñas fosas alrededor de una alberca (que al derramarse entibiaban el agua que contenía) podía usarse a manera de relajante muscular, era tan temprano todavía que aún no había casi nadie y éramos dueños de una pequeña fosa para uso exclusivo familiar, eso nos permitió disfrutarla al máximo, hasta que, cansados del agua caliente nos arrojamos a la alberca de aguas tibias.

Aprendí a nadar a los seis años, aunque en realidad sólo flotaba y avanzaba de "a perrito", fue hasta los diecisiete que adquirí algo de técnica y destreza, desde entonces el agua es mi elemento, y mi encuentro con ella siempre tiene algo de amoroso, como el reencuentro con un viejo amante (especialmente cuando es el mar). De poder escoger, sería una criatura marina, quizá no muy estética (aunque mi cuerpo de manatí tal vez confundiría a algún marino embriagado, como la confusión que originó la leyenda de las sirenas), pero de poder elegir sería una mantarraya, para poder "volar" en el agua con ese ondear elegante. Así que este fin de semana pude volver a sentirme como pez en el agua -literalmente-.


Almorzamos en el pueblo de Ixmiquilpan, en un puesto en el mercado, probando algunos platillos locales, rodeados de vendedores que ofrecían su mercancía: un puñado de manzanilla para un té relajante; zacates para el lavado del cuerpo; palomitas tejidas de palma, para el juego de los niños; limones para el agua fresca; trapos bordados, para la cocina; pepitas asadas, para la botana; sombreros tejidos, frijoles pintos, garbanzos remojados... pero lo que más me llamaba la atención eran sus ofertantes: ancianas que cargaban su mercancía en bultos sostenidos por rebozos cruzándoles la frente, hombres de piel endurecida por la edad y el sol, mujeres con pies cuarteados por la suma de millones de pasos sobre la tierra y el agua, sin mayor protección que modestos huaraches, pasos que se volvieron lentos y dolosos, pero incansables en su diaria búsqueda de las monedas que les permitan sobrevivir el día. Ignoro cómo lo logran, y me avergonzó decirles reiteradamente "No, gracias", nada de lo que ofrecían me servía en ese momento, y debíamos administrar el dinero que llevábamos para que nos alcanzara el resto del viaje.

El resto de la tarde se fue en juegos dentro del agua, en las áreas infantiles y en la alberca con olas. Y la noche llegó con una agradable convivencia, salpicada de carcajadas y anécdotas fuera de una casa de campaña rentada (la nuestra no estuvo disponible, pero fue en el último minuto que nos dimos cuenta), hasta que el cansancio y el frío nos fueron venciendo uno a uno, sólo para pasar la noche más infernal y eterna, pues el frío, la lluvia y el poco espacio, insuficiente para todos los que éramos, nos hizo estar incómodos, con excepción de los niños más pequeños que se acomodaban muy bien arriba de todos, turnándose para patear a cada uno. Antes de las cinco de la mañana ya estaba yo fuera de la horrible casa de campaña, cuyas gastadas telas dejaron transminar el agua de la lluvia, mojando parte del interior (justo en el que yo estaba). Afortunadamente el acceso a las fosas de aguas termales ya estaba permitido (más bien no hubo nadie que me impidiera meterme), y el amanecer lo vi desde el interior de una de esas piletas de baja profundidad, que se desbordan de aguas muy cálidas.


Flotando sobre el agua, con los oídos hundidos bajo ella, sin escuchar nada más que el fluir de las aguas termales, vi el cielo en todos sus matices, desde el azul más oscuro hasta el más claro. Mi cuerpo -por única vez- ligero se dejaba llevar por la corriente que el borbotón de agua cálida marcaba, girando a su voluntad. Y volví a ser esa criatura marina, esa mantarraya ondulante que obedece al océano. Y durante todo ese tiempo, fui la única criatura en el mundo... hasta que un pájaro cruzó mi cielo, un cielo aborregado con huidizas nubes en racimos, que se dejaban guiar por un viento pastoril, nubes que en un momento dado, se tiñeron de un dorado intenso, cual algodones de oro, anunciando el reinado del sol durante otro día.


Las fotos son de Sandra Critelli, fotógrafa amateur que captó una migración masiva de mantarrayas en las aguas de la península de Yucatán, cuando buscaba tiburones ballena. Esta variedad de mantarrayas es conocida como "rayos de oro", y la fotógrafa describe así las escenas que pudo retratar por un golpe de suerte:

"Era una imagen irreal, muy difícil de describir. La superficie del agua fue cubierta por cortinas calientes y diversos reflejos de oro y parecía una cama de las hojas del otoño movidas suavemente por el viento".

miércoles, 1 de junio de 2011

La Coronación de Ana Bolena


Si son afectos a los asuntos de la aristocracia europea y a las revistas de corazón, hace unas semanas vieron el majestuoso interior del edificio gótico de la Abadía de Westminster, durante la reciente boda del hijo de Lady Di; si además tienen buena memoria recordarán entre todos los eventos reales que se enumeraron llevándose a cabo ahí, a la coronación de Ana Bolena como reina legítima de Inglaterra (justamente el 1° de junio de 1533), tras un conflictivo proceso que culminó con la ruptura de Inglaterra con la Iglesia Católica, y la formación de la Iglesia Anglicana.

La coronación de Ana Bolena

La abadía de Westminster

Ana Bolena es la consorte más influyente en la historia de la monarquía inglesa, aunque no tenía la aceptación popular, su influencia se sintió no sólo en la moda entre las damas de la corte, sino en el escenario político y en las decisiones reales. Su historia ha sido novelada, filmada, grabada para televisión, y enemil veces reproducida y analizada por la multitud de elementos de interés, desde el encaprichamiento real de Enrique XVIII por la joven cortesana, azuzado por la negativa de ella a ceder a sus requerimientos sexuales -que muchos historiadores sostienen fue en defensa de su virtud, así como otros aseguran que fue estrategia motivada por su ambición arribista-, hasta su condena por traición, adulterio e incesto, considerada injusta por la mayoría de los historiadores, producto de una conspiración de Thomas Cromwell, su antiguo aliado; así como haber perdido el favor del rey, al no poderle dar un hijo varón. Más atractiva que hermosa, la imagen de Ana Bolena también se ha reinventado varias veces (las más recientes en la tvserie Los Tudors y en la película Las hermanas Bolena, en la que es la bella Natalie Portman quien le presta su rostro); más morena que el cánon de belleza imperante entonces exigía, su tono de piel y sus ojos oscuros eran considerados exóticos, protagonizando varios poemas dedicados a su encanto y gracia.


Entre las leyendas que se cuenta de ella, es que tenía en su mano derecha seis dedos, así como un lunar en el cuello que ocultaba siempre con una joya; se dice también que su verdugo, a manera de humanista deferencia, dijo en voz alta antes de decapitarla: "Mozo, trae mi espada", para que ella pensara que tenía unos segundos más de vida y no supiera cuando la espada de doble filo (en lugar del hacha común con que se llevaban a cabo las ejecuciones) caía sobre su delicado cuello; otra de las leyendas, ésta un poco más macabra, es que su fantasma se aparece en la Torre de Londres, donde pasó sus últimos días encerrada, y de hecho es el fantasma que posee el récord de mayores apariciones (30 000, para ser exactos); otra leyenda, todavía más terrible, es que Ana, embarazada de su esposo al morir, era también su hija, pues su madre -al igual que su hermana María- había sido otra más de las amantes del rey.

Ana Bolena en la Torre, Edouard Cibot

Cuatrocientos setenta y ocho años después, leo que un día como hoy fue su coronación, y coincidentalmente encuentro una nota relacionada a ella que me llamó la atención: Sir Henry Norris, cortesano torturado hasta que aceptó ser amante de Ana Bolena, y condenado también a la pena de muerte por traición, aparece como amigo cercano al rey y a la reina en casi todas las biografías, pero algunas más completas refieren su puesto en la corte como "Groom of the stool" (novio de las heces), y su labor consistía en limpiar las partes más nobles del noble soberano después de que éste se sentaba en el "otro trono", que estaba también muy bonitamente decorado:

Cómodo real portátil de 1650

El Groom of the stool tenían tan cercano contacto con el rey que terminaba siendo el confidente real, e incluso el secretario personal, y era un privilegio exclusivo para los miembros de la nobleza.

Plus: Blog brasileño dedicado a la figura histórica de Ana Bolena, con las cartas que le enviaba el rey Enrique XVIII para conquistarla, pinturas, grabados, fotogramas y muchos hallazgos más.