Extraídos del folclor y de la tradición oral popular, de culturas y de tiempos imprecisos, algunos en realidad no contemplan en su historia a una hada, pero sí elementos mágicos que hacen hablar y razonar a los animales, crean situaciones y escenarios irreales, otorgan propiedades fantásticas a semillas, objetos o líquidos, y una condición heroica a personajes débiles o humildes que los eleva al nivel de los de castas sociales superiores.
Recopilados con objetivos diversos, que iban desde la preservación de esas historias (así como de sus características originales), el mero lucro o la moralización con intención didáctica y formativa, no sólo se siguieron deformando en su transmisión oral o en su dramatización, sino también al ser pasados al papel, tanto para sujetarlos a una intención literaria, como para hacerlos más accesibles a un público que no era al que originalmente iban dirigidos, pues no eran historias para niños, sino historias para la evasión y el consuelo de los adultos de clases más desfavorecidas (tal como las telenovelas en la actualidad, quizá de ahí la negación a dejar de recrear la misma historia con el mismo final). Aunque también es pertinente recordar que los niños en siglos pasados, eran tratados como "adultos pequeños", a los que no se cuidaba de presenciar la violencia de rebeliones, conflictos sociales o ejecuciones públicas, ni se escondía la actividad sexual de los mayores, ni se protegía con leyes y medidas enfocadas a su condición de menores de edad, así que una realidad cruel y violenta también les era familiar y era esa la que se mezclaba con la fantasía de estas historias.
A grandes compiladores como Charles Perrault le debemos la preservación de historias como La Bella durmiente, Caperucita Roja y La Cenicienta, recogidos en el libro de adecuado título "Cuentos de otros tiempos" (también conocido con el título "Cuentos de Mamá Ganso"), y que significó la estabilidad profesional y económica del disperso -aunque muy culto- estudiante de Derecho, que antes de editar ese libro y aprovechar la popularidad de esas historias en la corte de Luis XIV, no había hallado su rumbo; a los hermanos Grimm le debemos el recuerdo de historias de origen alemán (como Hansel y Gretel y La Bella y la Bestia), que primero recopilaron intentando respetar tramas, personajes y estilos, pero que después fueron presionados para reeditarlas con versiones más accesibles, suavizando o eliminando referencias sexuales y componentes violentos. Posteriormente, en la época victoriana se agregaron intenciones de enseñanza, y es el cine y la televisión del siglo XX la que directamente las canaliza hacia un público infantil, con versiones lo suficientemente diluidas y edulcoradas para hacerlas aceptables.
Después de Disney, ni Blanca Nieves ni Cenicienta se conciben sin la feliz y cantarina participación de pajaritos alegres y ratoncitos adorables, y es mucho más difícil asimilar un final que no sea un "felices por siempre". Sin embargo, no siempre se contaron así.
Cenicienta no siempre tuvo un hada madrina (como escribe Perrault), unas veces fue un pájaro blanco que surgió de una rama sembrada en la tumba de su madre, otras, unas palomas blancas, y en la versión china (la más antigua*), los huesos de un pez, que había sido el mejor amigo de la pequeña y maltratada huérfana, y que su madrastra, en el colmo de la maldad, engaña para matarlo, descuartizarlo y servirlo en la cena. En esta versión china, la huérfana es torturada al obligarla a usar zapatos de talla más chica al realizar la inmensidad de sus labores domésticas, y es por eso que sus pies son tan pequeños, tanto que para calzarse su zapato olvidado en el baile, su fea hermanastra tiene que mutilarse los dedos del pie. Los hermanos Grimm también escriben que las hermanastras se cortan los pies, y que son los palomas las que descubren el engaño cantando sobre la sangre que escurre de los zapatos, también en su versión son las palomas las que sacan los ojos de las hermanastras; en la historia china, la madrastra y la hija mueren bajo una lluvia de piedras, pero hay otra versión en la que es la misma Cenicienta la que mata a su primer madrastra para que su padre se case con el ama de llaves que la ayudó.
La Bella Durmiente (recogida en su versión más antigua por Giambattista Basile, en su obra Il Pentamerone), no duerme por una maldición sino por una profecía, el príncipe, de nombre Azul, no llega a rescatarla al final, sino mucho antes, la encuentra dormida, la viola y no se le vuelve a ver, tampoco es un beso lo que despierta a la jovencita sino el llanto de dos gemelos que ha dado a luz... este final es el más terrorífico de todos, cualquier mujer puede asegurárselos: ¿despertar dando a luz a dos gemelos?, créanme, eso sí debe ser una pesadilla; afortunadamente hay una versión "un poco más feliz": el príncipe no desaparece, se convierte en rey y regresa por ella, pero la vuelve a abandonar pues es casado, su verdadera esposa captura a los gemelos y ordena que se los sirvan en una cena al rey, casi al terminar le deja saber que son sus hijos lo que está comiendo, finalmente se sabe que el cocinero sustituyó a los niños por carne de cabra, el rey impide que su celosa esposa mate a la Bella Durmiente, y ésta al final puede ser realmente feliz por siempre junto a su considerado violador (todavía hacen novelas con este tipo de indignante final feliz, increiblemente).
Blanca Nieves cumple en éste, doscientos años de que los hermanos Grimm la inmortalizaron en papel (aunque en el mismo libro de Il Pentamerone hay una cuento sobre Lisa, una niña que al ponerse una peineta en el cabello cae inanimada y es colocada en un féretro de cristal, con el tiempo la niña crece y se vuelve hermosa, provocando la envidia de una familiar que quiere terminar con ella, al arrastrarla de los cabellos cae la peineta, y Lisa recobra el sentido), en versión de los Grimm la bicentenaria Blanca Nieves sólo tenía siete añitos; que fuera una niña no impidió que su madrastra la mandara matar, pero a diferencia de la simpática versión disneyana y de la que más se recuerda de los hermanos Grimm, la primera versión de ellos que recoge la voz popular, es la propia madre la que manda matar a la hija y ordena le sea entregado el corazón como prueba, el cazador encomendado le entrega uno de jabalí, la reina lo sala y lo come. Blanca Nieves, mientras, huye y encuentra la casa de unos enanos, pero no son como los de Disney, felices mineros que bailan con la niña y cantan ¡Hi-Ho!, ella sólo entra a la casa, come la comida que encuentra y cae desmayada, aquí es necesario hacer un paréntesis interesante -y triste-: Blanca Nieves parece tener un antecedente en la vida real. En el siglo XVI, Felipe II de España, obligado a casarse con una mujer once años mayor, recorría el continente buscando mujeres con qué entretenerse, así conoció a Margarethe Von Waldek en Alemania, poseedora de una gran belleza, el favor del rey español provocó la envidia y la intriga sobre ella, y murió envenenada. Los enanos tampoco eran entera ficción, aunque no eran enanos, eran niños explotados en una mina de hierro propiedad de la familia Von Waldek, desnutridos y envejecidos prematuramente por el arduo trabajo, y compañeros de juegos de Margarethe; lo que sí tiene veracidad en la película de Disney es el vestuario, pues así eran los ropajes de esos niños vestidos y tratados como adultos. Al igual que en el cuento de Basile, Blanca Nieves niña fue depositada en un sarcófago de cristal resguardado por los enanos, en el que completó su crecimiento, ahí la descubrió el príncipe que se prendó con ella... pero no fue un beso lo que le inspiró, sino que pidió a los enanos le permitieran tomarla, ellos cargaron el ataúd para entregársela y accidentalmente cayó el cuerpo y también el bocado que le atoraba en la garganta, con lo que volvió a la vida. Aunque ya no estaba en estado comatoso, el parafílico príncipe igualmente se desposó con ella, la malvada reina fue convidada a la boda pero sólo para recibir su castigo necesario: le colocaron unos zapatos de hierro al fuego vivo, con los que bailó hasta morir.
Otra niña adorable es Ricitos de oro, cuya curiosidad es entendible, así como su búsqueda de comfort; sin embargo, los osos originales no fueron nada benevolentes, y aunque las versiones actuales hablan de que la rubiecita huyó por una ventana, las historias antiguas dicen que los osos la devoraron después de violarla y descuartizarla... aunque hay una posibilidad de que se salvara de la violación y de esa muerte, si es que los osos tenían un sentido estético muy alto y si la versión de que no era una niña, sino una horrible anciana sea la verídica, de esa versión es que sale lo de la huida por la ventana, pero entonces no moriría devorada sino con el cuello roto.
Hansel y Gretel sigue siendo un cuento cruel, a pesar de la hermosa fantasía de la casa de dulce -mazapán- y el perdón al arrepentido padre, cuesta aceptar que en un inicio éste último haya decidido abandonarlos en el bosque para que murieran de hambre o devorados por las bestias -lo que pasara primero-. Hay una versión que quita este elemento y dice que los niños se perdieron al recoger leña, y que es un pájaro el que los lleva a la casa hecha de mazapán con techos de chocolate; hay también un cuento más antiguo de una niña que es atraída por una casa de oro y luego se libera de un ogro haciéndolo caer en su propio horno, pero hay otra versión todavía más gore (y más ad-hoc para esa realidad durante la Edad Media, en que la escasez de alimentos y el hambre provocaron que el infanticidio fuera una práctica común): Los niños perdidos, de origen francés, es un cuento de dos hermanos que son secuestrados en un granero, no por una bruja, sino por un demonio y su esposa (aunque ella al principio los trata de esconder de él), los ceban con la intención de que sirvan de alimento, pero como el diablo es muy gordo no puede entrar y pide a la niña que le dé a probar sus dedos, para ver cuánta grasan tienen, ella lo engaña dándole una cola de rata, al descubrir el truco planea atarlos en un caballete aserrado hasta que desangren lentamente hasta la muerte, el diablo sale y ordena a su esposa ate primero al niño, y ella a su vez ordena a la niña que ate a su hermano, aprovechándose de la falta de luces de la mujer, la niña dice no entender como hacerlo y le pide se lo ejemplifique, ella se coloca en el caballete y los niños aprovechan para atarla, le cortan la garganta, les roban su dinero y el carruaje, huyendo del diablo que los persigue pero que finalmente muere ahogado en un río.
También derivando de un episodio de la Edad Media,
El flautista de Hamelin (en realidad parecía ser un gaitero, a decir de una inscripción en la ciudad, que cuenta que el 26 de junio de 1284, 130 niños fueron seducidos por dicho músico vestido de colores), como venganza por no recibir el pago por librar al pueblo de una plaga de ratas, atrajo con sus notas musicales a los niños de la ciudad y los llevó al interior de una cueva, de donde no se les volvió a ver más; otra versión dice que los llevó a un río, donde se ahogaron, a excepción de un niño cojo, que no pudo alcanzar el paso de los demás, de un niño sordo, que sólo siguió al resto por curiosidad, y de un niño ciego, que no vio por donde fueron. El hecho trágico está documentado, además de la inscripción ya referida, en la descripción de un vitral en una iglesia que ilustraba la escena, el vitral era del año 1300 y es descrito en varios documentos de los siglos siguientes, antes de ser destruido en el s. XV; en base a esas descripciones, un nuevo vitral fue reconstruido y adorna la iglesia local. Pero ni la inscripción ni las descripciones del vitral son pruebas contundentes de que el hecho realmente haya sucedido, y entre los posibles orígenes de la leyenda se contemplan desde emigraciones voluntarias para fundar nuevas ciudades o para participar en cruzadas religiosas pacíficas (
la cruzada de los niños, que ya tratamos aquí), hasta tráfico de personas -venta de niños huérfanos o abandonados- o muertes por deslizamientos de tierra o por peste, pero la hipótesis más sangrienta (aunque de las menos probables), es la de un asesino serial, un psicópata pedófilo que los secuestró y los utilizó de "indecibles maneras", dejando algunos cadáveres descuartizados entre la maleza o colgando de los árboles.
Al igual que varios cuentos de Andersen, La sirenita no tiene un final feliz, pese a que la versión de Disney haya transformado su historia en una de amor concretado, la original está llena de sufrimiento para la enamorada sirena, que cambia su voz para tener pies y aspirar al amor de un príncipe; a pesar de que siente que pisa sobre espadas afiladas, ella ignora el dolor para agasajar a su enamorado bailando todo el tiempo, pero él se casa con otra y ella muere diluida en espuma, tras quebrarse su corazón, prefiriendo su muerte a la del príncipe -la que la devolvería a su estado de sirena-. Andersen es especialista en finales terribles: El soldadito de plomo sólo alcanza el amor al fundirse en el fuego, junto a su amada bailarina de cajita de música, y La niña de las cerillas es feliz, libre del frío, del hambre, del maltrato y de la soledad, sólo hasta que muere congelada en las calles, justo en el día de Navidad.
Rapunzel no tiene una versión Disney todavía, pero sí una de Barbie, en donde su largo cabello la ayuda a reunirse con su príncipe en la torre del castillo, pero ni la identificación de Barbie como símbolo sexual hace que la versión se acerque a la original, basada (otra vez) en un cuento de Il Pentamerone: Petrosinella, en donde los encuentros amorosos son narrados sin gran censura. Rapunzel ha recibido varios recortes en su historia, aunque todavía es usual que se sepa de los mellizos que reconoce con el tacto el castigado príncipe (pues la ogresa que la retenía en la torre, lo arroja hacia las espinas que rodean la edificación, cegándolo). Un final dulcificado hace que los besos de Rapunzel devuelvan la vista a su amado y otro deja a la ogresa apresada en la torre, tras dejar caer accidentalmente la trenza que cortó a la chica.
Pero si hay un cuento que se ha visto privado de todas sus referencias sexuales, es Caperucita Roja (aunque los chistes populares se encargan de devolvérselo en toda oportunidad). Antes de Perrault, Caperucita hablaba francés y no usaba caperuza (por lo tanto tampoco tenía ese nombre), Perrault no la salva ni con un leñador ni con un cazador, para él es necesario el castigo de morir devorada para alertar de no hablar con extraños y no desobedecer a las madres; son los hermanos Grimm los que le dan una oportunidad más para ser obediente y prudente, pero las antiguas historias también eran más benévolas con la jovencita, además de tener intenciones más específicas, pues la historia trata de la maduración sexual femenina. El cuento de la abuela deriva de relatos de Asia, pero es en la Edad Media que en Francia toma sus rasgos más definitivos, la primera diferencia con sus versiones más infantiles es que el villano no es un lobo común, sino un bzou, un hombre-lobo. Él le da a elegir no entre un camino largo y uno corto, sino entre uno de agujas y uno de alfileres, varias interpretaciones hablan del simbolismo sobre la maduración de la jovencita a través de actividades exclusivas para mujeres como el hilado y tejido, ritos de virginidad al ser instruidas en su pubertad para su rol de esposa y mujer de sociedad, e incluso, sobre la profesión de la prostitución (hubo regiones en que las prostitutas se identificaban con una aguja en sus mangas). El episodio en la casa de la abuela era todavía más intenso: después de comer, el bzou guarda carne y sangre de la anciana y, bajo engaños, orilla a la nieta a guisar la carne y hacerla comer (hay versiones que hablan de una sopa de dientes), al igual que hacerla beber de la sangre vaciada en una botella de vino. Tras esto, le pide a la chica que se vaya despojando lentamente de cada prenda y que la arroje al fuego, y que se meta a la cama con él; ahí se da el diálogo clásico entre la supuesta abuela y la nieta, sobre los enormes brazos y dientes. Inteligentemente la chica engaña al bzou y logra salir de la cama y huir, posteriormente, unas lavanderas en el río la ayudan a cruzarlo extendiendo sus sábanas blancas, las mismas que retirarán al paso del hombre-lobo, para que muera ahogado.
Varias interpretaciones se desprenden del cuento antiguo, unas dicen que la abuela era una bruja, por eso vivía apartada en el bosque, que la nieta comiera de ella es una iniciación al conocimiento marginal, negado a las mujeres más sencillas. Otras dicen que al elegir el camino de agujas, la nieta trata de crecer más rápido, de ahí el castigo y la advertencia. Otra interpretación da otro sentido a la ingesta de los restos de la abuela, pues habla del reemplazo de una generación por otra más joven. Que el lobo sea mitad hombre, da otra connotación al apetito del bzou, así, no sólo se habla del engaño masculino para la seducción sexual, sino de la decisión de la mujer en su iniciación: es ella la que elige entre dos caminos (y al elegir el de las agujas demuestra su precocidad), la sumisión al desvestirse y al meterse a la cama también indican una elección, y el escapar a tiempo ilustran su madurez para cuidar de sí misma (y de preservar su virginidad de las tentaciones). La solidaridad femenina también es evidente, pero una lectura más profunda e interesante analiza así el rol protagonista de la mujer al dar vida y muerte, simbolizado por lavanderas que manejan pañales y mortajas, y que dan vida a la niña al tiempo que dan muerte al lobo.
Así que en estos días de Halloween y conmemoración de la muerte, si buscas terror (y si los niños te retan a que los asustes), no dudes: vuelve a los clásicos.
*Hay un relato de la antigüedad clasica, en el primer siglo de nuestra era, en que se cuenta de Rhodopis ("La de mejillas sonrosadas"), que al bañarse es arrebatada de una de sus sandalias por un águila, la que luego deja caer encima del regazo de un rey, que envía a buscar por su dueña en todo el país y al encontrarla la hace su esposa.