Stéphane Grappelli improvisó con su violín durante una grabación de estudio de Wish you were here, y por poco esta es la grabación que todos hubiéramos conocido desde 1975. Por poco, también, se pierde para siempre, de hecho, se dio por perdida pensando que habían grabado sobre ella, hasta que fue hallada en 2011, cuando se dio a conocer y pasó casi desapercibida, entre todas las notas sobre Pink Floyd que salen continuamente.
Stéphane Grapelli, leyenda del gipsy jazz y compañero de Django Reinhardt, colaboró con el grupo inglés cuando ellos buscaban hacer algo impresionante después de Dark Side of the Moon, y logró -como podemos escuchar-, una versión todavía más nostálgica y más abrumadora, haciendo que uno, tal como Nick Mason, se pregunte por qué no la usaron desde un principio.
Esta canción, ¿saben?, musicaliza mi duelo. Pero esta versión de plano me quiebra, si algo me hacía falta es que se le sumara un violín lloroso para que me resulte insoportablemente nostálgica. Y dolorosa. Aceptar la pérdida total de una persona amada es difícil, así se haya esperado la noticia durante casi veinte años. Uno esperaría que sería más sencillo, pero la verdad es que hasta las lágrimas que no se derramaron oportunamente pueden ahogar. Y uno va cargando una pena que se confunde con la culpa, una nostalgia que a veces parece obsesión. Se llega, incluso, a preguntar cómo se pudo seguir viviendo... y como seguir.
Al final la vida sigue y te arrastra sin que uno pueda elegir seguirla.
Perdí a alguien. Alguien, también, me perdió. Supongo algún día lo superaré pero hasta hoy ese día no ha llegado. Y casi son veinte años ya.
Creo que soy muy lenta para algunas cosas.
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Posdata: lamento mucho la muerte de Gustavo Cerati, significó mucho su música para la adolescente que fui. De música ligera sigue siendo mi canción favorita (bueno... tengo varias, confieso, todas empatadas en primer lugar). Anhelaba verlo volver, como prometió. Vine y escribí una entrada larga larga sobre él, bueno, sobre mí y su música, sobre los oscurantistas años ochenteros (en México) y su música. Pero al final ya no quise publicarla, pensé: "¿a quién le importa lo que yo pueda decir sobre él?". Y la boté a la papelera. He hecho varias veces así con otros temas, o ni siquiera comienzo a escribirlos a pesar de tener el cuadro de texto de una nueva entrada abierto y las palabras en la punta de los dedos. ¿A quién le importa que yo escriba en este blog?, ¿lo que pueda decir sobre cualquier cosa? Por ejemplo, quise venir hablar también de la muerte de Robin Williams, ahí no porque me afectara en lo personal (no me gustaba su trabajo actoral, casi lo contrario), sino por el efecto que vi en los demás, en lo que se piensa que es la depresión, y hasta en ese curioso caso de payasos tristes que lloran debajo del maquillaje (entrada planeada desde hace años que nunca vio la luz). Quise hablar también del caso de la #LadyChiles, porque me hizo reflexionar sobre el trato que les damos a las personas que nos ayudan en el trabajo doméstico y el clasismo que todos contribuimos a preservar... pero al final sólo se quedaron en ideas sin concretar. Y bueno, al final abrí (como por cuarta vez) esta otra entrada que estaba fermentándose en los borradores (entrada que también fue mutilada al ver que ya había contado demasiado, y relegada al pensar: "¿a quién le puede importar lo que yo diga sobre esto?"), le agregué las últimas frases, y luego empecé esta larga posdata para explicarles que ya no publico mis entradas, que sólo las empiezo y no las concluyo, las dejo ahí encerradas, sin luz y sin agua para que ya no crezcan, para que no florezcan. Algo me pasa... y no sólo es en este blog sino en la vida general, últimamente me guardo todo lo que pienso, me reservo mis opiniones y mis confidencias, me ha dado por callarme y jugar a la mudez... pero ya es septiembre y siempre me gusta hablar de la historia de este país -a manera de celebración-, de lo que aprendo sobre él y quiero compartir, así que tal vez lleguen más entradas... tengo además muchas fotos de esta ciudad, soy muy mala fotógrafa pero también soy muy mala escritora y de todas maneras sigo escribiendo mis historias, y lo mismo creo que pasará con mis miradas sobre la ciudad, ciudad que amo desaforadamente a ratos... o a rincones, a escalinatas, a jardines, a sabores, a rostros. Y que quiero venir a dejar por acá, porque es el México que mejor conozco y el que me toca compartir. Y porque tengo esa necesidad de hacer pública mi declaración de amor por esta ciudad. Así que aquí nos vemos nuevamente.
Al final la vida sigue y te arrastra sin que uno pueda elegir seguirla.
Perdí a alguien. Alguien, también, me perdió. Supongo algún día lo superaré pero hasta hoy ese día no ha llegado. Y casi son veinte años ya.
Creo que soy muy lenta para algunas cosas.
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En la Ciudad de la Furia |
Posdata: lamento mucho la muerte de Gustavo Cerati, significó mucho su música para la adolescente que fui. De música ligera sigue siendo mi canción favorita (bueno... tengo varias, confieso, todas empatadas en primer lugar). Anhelaba verlo volver, como prometió. Vine y escribí una entrada larga larga sobre él, bueno, sobre mí y su música, sobre los oscurantistas años ochenteros (en México) y su música. Pero al final ya no quise publicarla, pensé: "¿a quién le importa lo que yo pueda decir sobre él?". Y la boté a la papelera. He hecho varias veces así con otros temas, o ni siquiera comienzo a escribirlos a pesar de tener el cuadro de texto de una nueva entrada abierto y las palabras en la punta de los dedos. ¿A quién le importa que yo escriba en este blog?, ¿lo que pueda decir sobre cualquier cosa? Por ejemplo, quise venir hablar también de la muerte de Robin Williams, ahí no porque me afectara en lo personal (no me gustaba su trabajo actoral, casi lo contrario), sino por el efecto que vi en los demás, en lo que se piensa que es la depresión, y hasta en ese curioso caso de payasos tristes que lloran debajo del maquillaje (entrada planeada desde hace años que nunca vio la luz). Quise hablar también del caso de la #LadyChiles, porque me hizo reflexionar sobre el trato que les damos a las personas que nos ayudan en el trabajo doméstico y el clasismo que todos contribuimos a preservar... pero al final sólo se quedaron en ideas sin concretar. Y bueno, al final abrí (como por cuarta vez) esta otra entrada que estaba fermentándose en los borradores (entrada que también fue mutilada al ver que ya había contado demasiado, y relegada al pensar: "¿a quién le puede importar lo que yo diga sobre esto?"), le agregué las últimas frases, y luego empecé esta larga posdata para explicarles que ya no publico mis entradas, que sólo las empiezo y no las concluyo, las dejo ahí encerradas, sin luz y sin agua para que ya no crezcan, para que no florezcan. Algo me pasa... y no sólo es en este blog sino en la vida general, últimamente me guardo todo lo que pienso, me reservo mis opiniones y mis confidencias, me ha dado por callarme y jugar a la mudez... pero ya es septiembre y siempre me gusta hablar de la historia de este país -a manera de celebración-, de lo que aprendo sobre él y quiero compartir, así que tal vez lleguen más entradas... tengo además muchas fotos de esta ciudad, soy muy mala fotógrafa pero también soy muy mala escritora y de todas maneras sigo escribiendo mis historias, y lo mismo creo que pasará con mis miradas sobre la ciudad, ciudad que amo desaforadamente a ratos... o a rincones, a escalinatas, a jardines, a sabores, a rostros. Y que quiero venir a dejar por acá, porque es el México que mejor conozco y el que me toca compartir. Y porque tengo esa necesidad de hacer pública mi declaración de amor por esta ciudad. Así que aquí nos vemos nuevamente.
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