Apagón Neuronal

Bueno, tenía que suceder.

Años de insomnio, de abuso televisivo, de lecturas del TV y Novelas y Selecciones, de ingesta de litros de Coca-cola (incluso tibia), de café cargado y de tacos sudados de a 5 x 10 pesos en el Centro Histórico, de repeticiones de Titanic y La boda de mi mejor amigo, de seguir los pasos de Laura en América, de leer los tuiteos de Federico Arreola... tenía que pasar:

Mi cerebro colapsó.

La verdad (bueno, todo lo anterior también es en parte cierto -je-) es que estuve de parranda desde el miércoles, el sábado amanecí muy desvelada y cruda, tenía que entregar unos textos el domingo y no podía ni mantener los ojos abiertos; finalmente ayer, después de más de doce horas frente a la compu, terminé lo que tenía que hacer y me fui a entregarlo, hice un paseo dominical forzoso y vespertino en las Colonias Roma y Condesa, que es donde tenía que dejar mis trabajos, que de ser aprobados me dejarán unas tristes monedas con que irla pasando. Me perdí, me cansé, me lastimé los pies, me quedó una llaguita en la piel y otras cuantas en el alma (pinche pobreza, y no hablo de la mía que casi es intencional).

Y bueno. Apenas hoy amanecí sintiéndome entera. Pero la compu sigue malita y además ya me la están quitando otra vez. Así que regreso al rato y, ahora sí, a cranear un post.

(Y como lo mío, lo mío, lo mío es la originalidad auténtica, le robé la ilustración a marichuy, que se anda quejando de casi lo mismo).