martes, 29 de marzo de 2011

Acá en Acapulco


La Quebrada.

Acapulco es el puerto más famoso de México, y uno de los más famosos del mundo, probablemente el destino turístico con más tradición del país. Su notoriedad mundial data desde los años treinta, cuando se dice que el futuro rey Eduardo VIII de Inglaterra fue ahí en una expedición de pesca, poco antes se había construido el camino que lo comunicaba con la boyante y joven Ciudad de México.

Sus playas de fino oleaje y clima perfecto invitaron al futuro presidente Kennedy y a Brigitte Bardot a disfrutar sus respectivas lunas de miel en esta bahía. La reciente (y tristemente) desaparecida Elizabeth Taylor llevó a cabo una de sus bodas ahí; Frank Sinatra, Judy Garland, Harry Belafonte, Elvis Presley (que le dedicó una película, aunque luego dijera la tizianoferrez de que prefería besar a una negra que a una mexicana), las fiestas de Aristóteles Onassis, de los barones de Rotschild y de Portanova contribuyeron a poner de moda al puerto.

Pero sería una canción de amor la que lo haría perdurar en la memoria colectiva como el sitio romántico por excelencia: María Bonita, de Agustín Lara, dedicada a su bellísima esposa María Félix, la mítica actriz ("Acuérdate de Acapulco", le demandaba el poeta cantor).

Hace cincuenta años la misma María Félix filmaba en el tradicional hotel El Mirador, que tiene una privilegiada vista al conjunto de arrecifes bautizado como La Quebrada, donde se lleva a cabo desde 1934 el espectáculo de clavados hacia a el acantilado formado artificialmente (en esa fecha se dinamitó el cerro, quedando un paso entre los arrecifes).


El acantilado tiene una altura de 45 metros, los clavadistas son jóvenes locales expertos en calcular el momento en que la marea y el viento se combinan para que el oleaje alcance su punto más alto, de otra forma tendrían una muerte segura al no haber la suficiente profundidad en el agua para evitar su choque contra las piedras del fondo.


Los clavadistas llegan al nicho ante el que se persignan antes de saltar, escalando entre las hendiduras naturales de la roca del acantilado después de que una embarcación los llevó hasta él, y realizan clavados de diferentes grados de complejidad y vistosidad, acompañándose en algunos con antorchas encendidas en su veloz caída (les toma sólo tres segundo encontrarse con el mar). Este espectáculo es uno de los más representativos de Acapulco.


El hotel El Mirador es el que tiene más tradición entre los hoteles del puerto (justo en la zona conocida como Acapulco Tradicional), aunque ya está lejano al esplendor que tuvo entre las décadas cincuenta y setenta, que artistas como Cantinflas y Mauricio Garcés lo preferían para alojarse en la bahía.

Esta es la vista a La Quebrada y al mirador desde el lobby del hotel

Entre sus atractivos, además de la vista privilegiada hacia el espectáculo en La Quebrada, está la de la vista tanto hacia el océano Pacífico como a la Bahía de Acapulco; sus habitaciones tipo villa, que te hacen sentir dueño de tu propia vivienda en un laberinto de escaleras y jardineras (como si formara parte un cuadro de Escher tropical, dada la construcción que se adapta a la orografía del cerro), y una maravillosa alberca natural de agua salada (proveniente del mar que se cuela entre un dique de rocas), en la que se puede nadar entre peces exóticos de indescriptibles colores, a salvo del tempestivo oleaje aledaño por paredes de roca del mismo acantilado.

Este es el hotel en el que me hospedé, y la última mañana decidimos sacrificar la visita a la playa para podernos quedar a disfrutar de esa fosita, mientras los niños más pequeños gozaban el chapoteadero con agua tibia de una de sus tres albercas:


La sensación de sentarte entre rocas forradas de musgo, mientras la brisa de las olas que chocan contra la pared de roca te salpica en la espalda, viendo como peces globo salen de entre tus piernas hundidas en la arena, y centenares de cangrejos huyen por las paredes de roca, es indescriptible. Otro momento inenarrable fue la puesta de sol y el amanecer que observamos desde sus balcones (teníamos el privilegio de tener dos, uno hacia el Pacífico y otro con vista a la Bahía), viendo los diferentes matices del cielo y el mar en su baile con el sol. Durante la noche, el choque de las olas contra las rocas del acantilado era nuestro arrullo.

La Laguna

Acapulco, pese a lo que muchos creen, es mucho más que hermosas playas y noches de antro. Uno de mis recuerdos más felices de la pubertad fue una jornada entera en las aguas de la Laguna de Coyuca. Éramos los únicos ahí, y estando muy cercana a la niñez, tenía todavía la capacidad de fusionar la realidad con la fantasía, sintiéndome parte de las aventuras de La familia Robinson o del libro de Verne, Dos años de vacaciones. La guardé en la memoria como un lugar paradisíaco de un encanto exótico, esta vez pude reencontrarme con ella y me volví a maravillar, pues pude recorrerla toda a bordo de una embarcación sencilla, en los recorridos turísticos que hacen en los embarcaderos frente a la playa Pie de la Cuesta (la más recomendada para observar una puesta de sol).

La inmensidad de la laguna es deslumbrante -dicen que es más grande que la misma bahía-, y recorrerla toda llegó incluso a resultar muy cansado, pero aún así es un recorrido que volvería a hacer, con tal de volver a ver la exhuberancia de la vegetación de sus manglares, con árboles que parecen reproducir su proceso natural a la inversa: no es un árbol que se ramifica, son varios árboles que al crecer se unen en un sólo tronco. Esta vegetación ha hecho que la laguna sea escenario natural de películas que reproducen las selvas amazónicas, tailandesas o vietnamitas, como en la saga de las horribles películas de Rambo. Si se es actor de la época más triste del cine mexicano, y se llama uno Andrés García, puede tener una bella casa escondida entre los manglares, y es éste actor de mediano alcance -que además de rentar su propiedad como locación natural, incursiona en el papel de productor y director-, el que, haciendo películas de bajo presupuesto, muestra más de estos manglares y lo bello pero lo difícil que es andar entre ellos; aunque son escenarios perfectos para deportes como el esquí acuático, siendo una de las pocas actividades más lucrativas que pueden realizar sus habitantes (nuestro solecito Luis Miguel filmó aquí escenas de su videíto Cuando calienta el sol, aunque supongo que si lo han visto seguro sólo han notado las tangas de sus amiguitas).


En la Isla Pelona (o de los Pájaros) vi un árbol inmenso, coronado en cada rama por un cormorán, ave que emigra desde Canadá junto a varias especies más. También había elegantes garzas sosteniéndose erguidas sobre ramas trozadas, viéndonos pasar con la condescendencia de quien se sabe admirada.


Lamenté ver constantemente botellas de plástico flotando en la superficie de las verdes aguas, pero lo que creí un grosero y criminal descuido de los turistas, en realidad son señalamientos de bancos de algas, para alertar a los pescadores de la zona (y que pude ver en acción a lo largo de la laguna).

Después de un par de horas, llegamos por fin a lo que es uno de los tesoros mejor guardados de Acapulco: Barra de Coyuca, una franja de tierra que emerge en las épocas más secas del año, pero que en temporada de lluvia desaparece bajo la unión del río y el mar. Sin electricidad y sin otras comodidades de la urbanización, negocios en rústicas palapas ofrecen al visitante la mejor comida de la zona al precio más accesible. Esperamos que nuestra comida fuera pescada y asada en carbón, mientras nos recostamos en la arena alfombrada de musgo de las orillas de la laguna (en el centro puede medir hasta diez metros de profundidad y tiene bancos de arena traicioneros), o en las hamacas que ponen a disposición del cliente.



Y entre las aguas de la laguna y el océano, comimos el mejor pescado a la talla, la mejor mojarra al ajío, los mejores camarones a la diabla y el mejor filete de pescado de todo el viaje (y quizá de toda mi vida, pero he comido tantas exquisiteces durante ella que no podría jurarlo) mientras veíamos la mejor -esa sí, indiscutiblemente- puesta de sol frente a un mar embravecido e intimidante. El regreso nos llevó más tiempo del previsto (gracias a la mala organización e informalidad de los responsables del paseo) y la noche nos cayó cuando apenas habíamos recorrido la mitad de la laguna, pero ver el ocaso en sus aguas, y luego navegar entre su penumbra fue otra experiencia inolvidable -pese a los mosquitos que se estrellaban contra la cara-. Una noche estrellada y una luna con media sonrisa no nos dejaron en soledad.

Acapulco de noche

La vida nocturna de Acapulco está muy afamada, desde las fiestas aristocráticas y millonarias de hace décadas hasta los excesos de los springbreakers, pasando por los de los chilangos que mantienen la tradición del acapulcazo (estando a sólo cuatro horas del D.F. en auto, se volvió un clásico la escapada al puerto para continuar la farra de fin de semana). Siguen funcionando lugares como el famoso Baby ´O (desde la discotequera década de los 70), el Palladium y el Sr. Frogs, o el disco-yate Acaray, que es un antro flotante, entre la grande oferta, tan vasta como variada.



Pero no todo son antros, el espectáculo de los clavadistas atrae una multitud a la plaza frente a La Quebrada, que se vacía hasta la madrugada; bajando un par de calles, otra placita frente a la Iglesia y un hermoso kiosco concentra otra cantidad de personas que escuchan música, ríen ante las gracias y chistes o aplauden las acrobacias de artistas callejeros; otro centro de diversión, en sí mismo, es, el paseo de La Costera, son las diez de la noche y todavía veo familias que rentan cañas de pescar en el embarcadero; hermosas y arregladas mujeres mayores que bailan danzón frente los muelles de los cruceros, haciendo pareja con elegantes cabelleros de cabezas plateadas; parejitas que buscan la quietud y la brisa en las románticas bancas (en las que sólo cabe una pareja bien juntita) frente a los muelles de los lujosos yates, donde hay algunos propietarios que convidan cervezas a sus amigos; alrededor del bungie hay toda una actividad propia: los más temerarios se arrojan al vacío, los más prudentes sólo los ven y aplauden su arrojo, los más pesudos los ven mientras comen langosta, en un restaurante con inmejorable vista; muchas suegras consentidas paseando en caletillas adornadas con globos y tiradas por caballos, escogiendo artesanías hechas con conchas del mar y cáscaras de coco, o comiendo dulces típicos hechos de coco y tamarindo.

Los camiones.

Pero mis acompañantes no sólo quieren pasear sino también quieren beber y bailar, así que tomamos un transporte que nos acerque al Acapulco Dorado, frente a la Playa Condesa, donde empieza la zona más comercial. En contraste con el camión que nos llevó al embarcadero de Laguna de Coyuca (que tiene el pomposo nombre de Hawai 5.0, pero que más bien parece un chalet comunitario tailandés), que me recordó a los guajoloteros que llevaban a las zonas conurbadas de la Ciudad de México en los setentas y ochentas (e incluso el chofer se ambientaba con música de Rigo Tovar y se iba peleando con las señoras que le reclamaban que manejara bien pues no llevaba ganado), ya desde la mañana había notado la decoración de los camiones de la zona urbana estandarizados por el color blanco en el exterior y azul rey en el interior... pero personalizados con todo tipo de dibujos, murales, cenefas, lámparas y calcomonías. Acostumbrada a la decoración kitsch de algunos transportes defeños, como los tableros de taxi forrados de terciopelo rosa; los dados, los zapatitos de bebé y las imágenes de la Virgen de Guadalupe o de la Santa Muerte colgando de los espejos retrovisores; las calcomonías de muñequitos que indican que a bordo va una familia o los muñecos de peluche pegados con ventosas en los cristales, la ornamentación de estos camiones antiguos es una alternativa curiosa e interesante; el primer camión que abordé tenía un letrero formado con globos de unicel pintados de gris metálico y blanco fosforescente que decía "El Rey del Surf", frente a él, unas gigantescas alas de ángel -también de unicel y también fosforescentes-, además de cientos de glifos pintados con aerosol en los mismo colores en el techo y en el tablero, que con la luz neón de las lámparas tenían un resplandor verdaderamente místico, al ritmo de la música tribal que salía de la radio.

El segundo camión tenía el techo pintado con personajes infantiles, dibujos gigantescos de Bob Esponja, la Sirenita, y los pingüinos de Madagascar me miraban sonrientes, mientras a lo largo de todo el camión se enlistaban los Diez Mandamientos bíblicos; otro tenía el techo pintado psicodélicamente con figuras geométricas que parecías salir de un caleidoscopio iluminado, al centro del techo, con letras enormes, un letrero mostrando el gusto culposo del propietario: Rebelde, y para que no hubiera duda alguna, un "mural" con los rostros de los integrantes del grupo musical, salido de la telenovela del mismo nombre... pero el mejor fue ese camión que me llevaba a la zona de antros, y que en sí mismo era un lounge ambulante: sus parrillas iban iluminadas de varios colores, haciéndolo parecer más un carro alegórico navideño que un camión de pasajeros, en el interior, luces estrambóticas se encendían y favorecían un juego de reflejos en los espejos esmerilados del frente, con figuras femeninas que se antojaban desnudas y envueltas en un frenesí orgíastico, así como el baile de las mitocondrias y espirales fosforescentes pintadas en el techo, ¿la música?: las románticas de El Buki y Joan Sebastian (las más pegadoras), y el chofer y sus amigos ya iban bien ambientados con una hielera repleta de cervezas que se empezó a vaciar demasiado pronto, a medida que el coro a los estribillos de las canciones se hacía más fuerte. Fue el preámbulo perfecto para llegar al antro.

Una noche de copas, una noche loca

Pasaban ya de las diez de la noche y la ausencia de los springbreakers hizo que todos los antros abrieran su oferta a los paseantes nativos, en un intento de no ver tan mermadas sus ganancias. Recorrimos buena parte de la costera eligiendo el adecuado, pero todos estaban vacíos. La amiga que me acompaña tiene unas piernas largas y viste unos hotpants de verdad cortitos, eso hace que los camiones-antro desaceleren para gritarle piropos y los volanteros nos correteen para convencernos de meternos a sus respectivos antros. Hicimos caso de las recomendaciones del más insistente y nos metimos en uno que tenía una vista abierta a la Playa Condesa.

La música bien (para mí, ya que era una mix ochentero, pero mis acompañantes son mucho más jóvenes y no les entusiasmó), pero el lugar muy vacío, pensamos que iba a llenarse conforme pasaban las horas, pero no, la poca gente que llegaba se iba casi enseguida, practicamente éramos los únicos en la pista cuando alguna canción nos animaba de pararnos. Para cuando cambiaron de música se notó la poca habilidad del DJ para manejar los ánimos de la gente, los tragos mal, la atención deficiente (atentos, pero no eficientes), los baños sucios, sin servicios básicos (ni agua ni papel)... pero yo me sentía feliz de bailar, fumar, tomar, cantar y reir frente al violento oleaje y con la brisa refrescándome, estábamos al nivel de la playa y pude salir a pisar la arena y sentir la brisa marina nocturna mientras cantaba a voz en cuello. Algunas personas paseaban en la playa, con sus sandalias en las manos, hubo uno que incluso atravesó la playa trotando, otro se tiró a dormir... pero hubo uno que llegó a pararse frente a nosotros, con mirada desafiante. Vestido con mallas rojas, capa y máscara con cuernos: era un diablito. De su boca salía fuego. La tea que prendía con gasolina se apagaba en su boca después de dar vueltas en el aire y ser cachada por él, luego escupía fuego de la boca y de sus ojos, nos miraba inquisitivamente mientras levantaba los brazos, como retando o como preguntando. Y se iba. Y volvía. Como la marea.

Uno de mis acompañantes, aburrido y hastiado de la mala música, nos convenció de pagar más con tal de estar en la parte superior del bar, una terraza que está al nivel de la calle. Le dimos gusto, afortunadamente no hubo necesidad de pagar más, sólo de solicitarlo; el ambiente estaba un poco mejor, la música también aunque sólo era tropical y mis acompañantes no gustan mucho de ella, eso nos hizo irnos pronto y buscar algo de comer; alguien propuso tacos, en un lugar que nos hacía volver el camino que hicimos cuando escogíamos en que antro parar. Ya eran alrededor de las tres de la mañana y entonces vimos que la noche para los demás todavía no acababa, y el nuestro era el único antro vacío y sin ambiente, todos los demás estaban a reventar, podía verse a la gente arriba de las mesas, agitando globos, bailando entre espuma, coreando canciones o bailando conga, hasta el que se veía más ñoño (un bar-karaoke) tenía a todos de pie bailando y cantando a gritos una cancioncita infantil, siguiendo el juego... por lo menos los tacos estuvieron sabrosos y baratos, y la vista del blanco oleaje rompiendo la oscuridad era inmejorable.

Habla bien de Aca

Dicen que a los chilangos no se nos quiere en Acapulco -y en ninguna otra parte, je-, que somos sucios, tranzas y abusivos... pero a mí siempre me han tratado bien, esta vez no fue la excepción, me sorprendió la atención de todos los servidores y de la gente en las calles, muchos espontaneamente ofrecían información o recomendaciones útiles, aunque fuimos víctimas de varios abusados que ofrecieron cosas que no cumplieron o que las cobraron hasta tres veces más caras; el acoso de algunos vendedores llega a ser fastidiante, no basta un "No, gracias", obligan a ser cortantes o se vuelven groseros cuando no se les consume, lo cual es una pena porque sí pueden restarle placer al paseo (por supuesto no todos, y se entiende que insistan en lograr su venta, sólo que hubo algunos que lo hacían excesivamente); al contrario de lo que se puede pensar, cuando preguntaban si éramos "de México" (refiriéndose al D.F.) y contestábamos afirmativamente, se redoblaba la atención y las sonrisas, se nota que somos un mal necesario -je- y que quizá están resignados a que seamos su principal fuente de ingresos, aunque se nos culpe de que por nosotros (los chilangos clasemedieros y los de extracción popular) fue que Acapulco perdió su esplendor mundial y dejó de ser un centro recreativo de lujo. Sin embargo, y con todo y la excentricidad que se puede encontrar en la Ciudad de México, sólo en Acapulco y Veracruz he visto personajes más vistosos. Desde el clásico costeñito que se acerca diciendo: "¿Te muevo la panza?" (personaje casi extinto en las playas acapulqueñas), la niña que te insiste en hacerte trencitas (estilo que popularizó en los ochentas Bo Derek, en 10, La mujer perfecta), hasta el moreno de piel casi azul que pasa con una balsa vendiendo recuerdos hechos con conchas de mar en la playa de Caleta, los personajes acapulqueños pueden ser tan pintorescos y exhuberantes como salidos de un cuadro de Gauguin. Una vez anterior vi a un músico callejero que gracias a Youtube tuvo su cuota de fama: el Grupo Lata, así, yo espero que próximamente ese diablito que echa fuego en las madrugadas frente a la playa, tenga también su reconocimiento (y que la moda de los camiones acapulqueños llegue a los microbuses chilangos, je).

Varias mantas con la leyenda "Habla bien de Aca" (jugando con el adverbio "acá" y el apócope de Acapulco) cuelgan de las paredes; Acapulco lleva décadas tratando de volver a su posicionamiento líder como atractivo turístico, pero adversidades naturales como el huracán Paulina o sociales como la contaminación y explotación indiscriminada de reservas naturales, o la actual inseguridad a consecuencia del narcotráfico, no le han permitido remontar a los niveles que tenía anteriormente. Me constan sus esfuerzos por limpiar sus aguas (todos los días vi lanchas "barredoras") y la imagen de la ciudad, los inversionistas -pese a todo- no han abandonado el puerto, las autoridades constantemente tratan de atraer turismo con festivales artísticos o tianguis turísticos... y lo más importante: el vacacionista no olvida Acapulco.


Confieso que al planear este viaje traté de convencer a todos de ir a otras playas -por el gusto de conocer nuevos lugares-, pero en cambio estamos planeando volver aprovechando las próximas vacaciones, para que puedan ir los que no pudieron ir esta vez y disfrutar todos las maravillas que encontramos.

Algo tiene Acapulco, que se te queda en la piel.

Todas la fotos, todas, sacadas de Internet.

domingo, 27 de marzo de 2011

Paseo Dominical Playero (Mi Álbum de Fotos)


Las hordas de fans (¿fanz?, ¿fanzinfans?, ¿fanzfans?... ¿cómo podrían ser llamados?) me suplican encarecidamente que les muestre fotos mías en la playa. Seguramente porque creen que nuevamente fui a las playas nudistas... pero no. Como soy una bicha decente y de una familia muy bien avenida, esta vez cumplimos con todas las normas morales y me fui a conseguirles estos modelitos a mis hermanas, pa´ que no provoquen ningún mal pensamiento:


Pero las locas no se quisieron poner esos modelos y prefirieron otros más impúdicos, así se veían las indecentes:


(bueno, creo que debí separar las bolsas de los gorros de baño y la de los condones, una de ellas como que se confundió)

Aquí andábamos bailando conga, estábamos bien contentas después de echarnos unos jaiboles y unos marr-ga-rrritas (como dirían Rick y Bob):


Pero no nos habíamos dado cuenta de que andábamos alborotando a los presentes hasta que llegó la polecía a amonestarnos por provocar tsunamis dentro de los speedos:

Aquí se ve al largo brazo de la ley midiendo la corta falda de una las malbitch´s sisters, qué vergüenza me hizo pasar esta escuincla por descocada, tuvimos que mandarla a bajar los dobladillos de su traje de baño.

Aquí otra vez la hermana-bicha haciendo su aparición triunfal, pese a que le mandamos cubrir hasta el pelo, tuvimos que alejar a palazos a los viejos morbosos que se le querían ir encima:


Otra de las hermanas a la que -literalmente- le echaron los perros:


Hasta las olas nos querían revolcar en la arena (ay, estábamos hartas de que sólo nos vean como un objeto sexual):


Una de las olas me dio un sustote arrastrándome mar adentro ("era todo un tsurimi", diría Ninelita Conde), afortunadamente un héroe andaba por ahí grabando The Return of the Baywatch)


El tipo quedó prendado de mí y ya no me lo pude quitar de encima el resto de la tarde (aunque la foto parezca indicar lo contrario, él era el que me estaba acosando y tratando de manosearme, lo bueno es que la mamibicha estaba al ladito como buena chaperona, cuidando la virtud impóluta de su hija):


Y bueno, estos son los recuerdos de mi jornada playera, el tarzán éste me anda urgiendo para que lo acompañe a ver a la virgencita bajo el mar desde una lancha con fondo de vidrio (ojalá no sea una trampa para robarme mi tesorito, tan bien guardado... ay, como se aprovechan estos gañanes de que soy bien piadosa), así que con su conpermiso, luego vengo a compartirles un poco más de recuerdos playeros (ya les llevo unos tamarindos con chile y unas cocadas, ¿eh?, no se crean que no me he acordado de ustedes).

sábado, 26 de marzo de 2011

Un Día como Hoy, en El Fanzín (Celebrando a Beethoven)

Y ya que retomamos esa buena costumbre de los Jueves de Dossiers, y ya que tuvo tan buena acogida su regreso, recordamos el dossier con que en El Fanzín celebramos el genio de Beethoven, en su aniversario luctuoso:


Y el índice de todo el Dossier:

El Hombre
La Obra
El Testamento de Heiligenstadt
Carta a la Amada Inmortal
El Funeral

Del que tomamos una trivia simpática (para que se animen a leerlo todo):

Trivia: ¿qué personaje televisivo viene a la memoria con las notas de su obra la Marcha Turca de las Ruinas de Atenas? (puntos extras a quien diga nombre y autor de la adaptación que musicaliza la serie de dicho personaje*).

*Puntos canjeables en la unidad móvil del Fanzín, estén pendientes de horarios y recorridos. Premios no acumulables con otras promociones. Se aplican restricciones. Supervisión necesaria de un adulto responsable (y sobrio). Niños mayores de cinco años pagan pasaje. Salida la mercancía no se admiten reclamaciones. Revise su cambio antes de salir. No está el que fía porque fue a partirle la madre a uno que le debía. Más barato por docena.

viernes, 25 de marzo de 2011

Un Día como Hoy, en El Fanzín



Hace dos años, en El Fanzín se daba una charla sabrosa sobre las canciones que transformaron nuestras vidas:


También se habló de la historia de Sofía, y del premio de periodismo 2008 en España:


Hace un año de lo que hablábamos es de mi posible tuitcidio (cosa que sí se dio, pero con una muerte leeenta que todavía no acaba) y de lo que la malbicho (malbixo, en ese mundillo) creía que es la red social Twitter:


(Para estas horas yo ya estoy reencontrándome con el mar, prometo no gozar mucho para no despertar su envidia, pero también les dejo lo que el mar le hace sentir a la hoy húmeda bichita).

miércoles, 23 de marzo de 2011

Este Blog se Va de Vacaciones

Y bueno, no debía ni de avisar porque a veces hasta pasan más días sin que publique nada, pero me voy del jueves al domingo a las mugrosas aguas de Acapulco (bueno, voy antes de que lleguen los vacacionistas de Semana Santa y con el alivio de que no llegaron los springbreakers, así que no las voy a encontrar tan mugrientas). Ahí les dejo mi reputación pa´ que la hagan pedazos. Estoy feliz porque hace un ratote que no veía a mi eterno novio el mar (justito hace dos años, por cierto, alguien robó mi entrada al respecto, la iba a enlazar pero no la encuentro, junto con otras que se publicaron en mi destierro citadino, la única que dejaron fue la de mi andanza en playas impudendas, ya había notado que se borraron algunos comentarios pero no le había dado importancia, pero ahora me sorprendió no encontrar estas entradas... y como este paréntesis ya se prolongó demasiado para que pueda seguir siendo correcto que sea un paréntesis, le paro a mi chilladera).

Nomás para que no me extrañen de más, les dejo unos enlaces programados en los siguientes días, para que descubran o redescubran lo que se dijo en El Fanzín en tiempos idos, pues aunque ya lo pasado, pasado, se dice que blog que no conoce su historia está condenada a repetirla.

jueves, 17 de marzo de 2011

Dossier: OBESIDAD, ESTIGMA SOCIAL

La obesidad es una enfermedad crónica, con secuelas graves en la salud corporal y en la salud emocional. En el último cuarto del siglo anterior se ha visto un incremento alarmante en los países industrializados, al grado que algunos especialistas la consideran una epidemia, sin embargo, no la consideran así por ser una enfermedad contagiosa, la epidemia se ha desatado por el estilo de vida que la modernidad ha traído.

La sociedad y los medios, paradojicamente, al mismo tiempo la alientan y la condenan. Esta contradicción es lo que nos lleva a abordar el tema en este Jueves de Dossier, no desde un punto de vista médico -aunque es necesaria e inevitable la referencia básica- sino desde el social: ¿por qué nos estamos haciendo más gordos?, ¿y por qué nos está afectando tanto serlo?

En el tiempo en que la sociedad está más preocupada por la apariencia física, la obesidad se ha convertido en un problema de salud mundial. Otro contraste que resulta en paradoja, es que mientras hay países que cuentan miles de víctimas mortales por secuelas de obesidad (al tiempo que se desata otra epidemia mortal por desórdenes alimentarios), en otros cuentan miles de muertes a causa de hambrunas.

Algo estamos haciendo muy mal.

Y con este tema, vuelven los Jueves de Dossier a El Fanzine, que presenta en el índice del Dossier sobre Obesidad, Estigma Social:


Dossier: OBESIDAD, ESTIGMA SOCIAL. ¿CUÁNTO PESA LA MODA?


Moda es lo que está en vigencia o que interesa a la mayoría en un momento determinado, usualmente bajo la influencia de un grupo hegemónico. La moda en el vestuario, en el arreglo y en el aspecto personal es tan antigua como la civilización, ha variado en parámetros y cánones estéticos, tanto como las culturas se han diversificado. Pero la interacción e interdependencia entre las naciones y sociedades ha dado paso a una estandarización en el molde estético. La cultura hegemónica dicta la tendencia. Y desde el siglo XIX se establece la delgadez como modelo corporal asociado con el éxito y la aceptación social, el corset es una prenda que demuestra la importancia de parecer más delgada y -literalmente- entrar en la talla que representaba la belleza.

Todo el siglo XX estuvo orientado a ensalzar al cuerpo esbelto, aunque a principios de siglo los cuerpos curvilíneos se posicionaron como los ideales (tomando como modelo las Gibson girls), y retomando parcial fuerza en las décadas de los 40, 50 y 60 (con íconos como Rita Hayworth, Marilyn Monroe, Sofía Loren y Raquel Welch), el resto del siglo rindió culto a la figura femenina delgada y estilizada: los pechos planos y torsos largos de los felices veintes, la frugalidad de la silueta en esos sobrios trajes sastres de los treintas, la elasticidad etérea de los setentas, la figura atlética de los ochentas, la dictadura estética de los noventa, ya rendida en pleno hacia las topmodels, dando paso al tortuoso raquitismo de los primeros años del nuevo siglo.


Lineamiento estético que en 2006 provocó la muerte de Luisel Ramos, quien llevaba tres meses alimentándose sólo de hojas verdes y Diet-Coke. Su muerte daría inicio a un movimiento que prohibe contratar modelos con un índice de masa corporal inferior a 18, iniciado en las pasarelas de Cibeles. La hermana de Luisel murió medio año después, también era modelo y también su muerte estuvo relacionada con problemas de desnutrición, lamentablemente no son las únicas muertes que se han dado por la misma causa, entre 2006 y 2007 murieron 5 modelos brasileñas en un lapso de seis meses, teniendo la última apenas catorce años de edad.


El antecendente más antiguo que se tiene de la anorexia data del siglo XVI, con la princesa Wilgenfortis, quien no quería probar alimento para su delgadez no resultara atractiva a los hombres... contradictoriamente la percepción (equívoca) de las actuales víctimas de anorexia es que quedarse en los huesos las hace atractivas. En este enlace se puede leer un blog de una jovencita que padece de anorexia, y es una de las miles de páginas "pro Ana y Mía" que fomentan los trastornos alimenticios, como puede verse, su fuente de inspiración son los íconos populares de la farándula y la moda; citándola (tras poner fotografías de Kate Moss): "¡¡ quiero este cuerpo !! Me niego a comer hasta conseguirlo , nada. Solo liquidos y fuerza , fuerza , fuerza; VOLUNTAD !!"

Y pese la creciente aceptación de modelos de tallas grandes en el mundo de la moda, todavía no son mayoría los que se pronuncian por incluir los cuerpos con sustancia entre los estéticos, una muestra demoledora es el caso de Gemma Ward, que hace unos años encabezaba la preferencia de los diseñadores con su famélica figura y sus rasgos extraterrestres. Tenía dieciseis años. Su meteórica y sorprendente carrera se colapsó cuando desfilando en un bikini de Channel se pudo ver que sus muslos y cintura empezaron a ensancharse, producto de un natural proceso de desarrollo corporal.

A los diecisiete años, los "gruesos" muslos de Gemma asustaron al mundo

Cinco años después se le descubrió caminando tanto en playas como en las calles de Nueva York y las fotografías dieron la vuelta al mundo: la pequeña niña extraterrestre estaba gorda... aunque su sobrepeso no sea realmente considerable tomando en cuenta su estatura. Todo el mundo se preguntó qué le pasó a Gemma Ward, y la respuesta es simple... creció. Nada anormal en ello.


Lo que es anormal es que el mundo de la moda pretenda que las mujeres luzcan su ropa como una niña de quince años (provocando, con eso, hordas de mujeres descontentas con su cuerpo, limitadas a la hora de disfrutar su sexualidad, torturadas ante la necesidad de alimentarse y esclavizadas del miedo a su reflejo).

Sin embargo, también el mundo de la moda se transforma según la evolución social, así como poco a poco se vencen prejuicios raciales (y las modelos de piel oscura, con rasgos no caucásicos y fenotipos físicos diversos empezaron a lucir en pasarelas y portadas), así también se podrán ensanchar los parámetros estéticos, y aceptar que también la edad, la (sana) voluptuosidad, la naturalidad y la diversidad étnica comprenden belleza.


Dossier: OBESIDAD, ESTIGMA SOCIAL. SUPER SIZE ME


Por Le Cid



SUPER SIZE ME

To Malbicho…


Lunes, 8:00 am…

Salgo apresuradamente de casa y me precipito para tomar el tren en dirección de París. Tan solo veinte minutos más tarde emerjo en plena plaza de la Concordia.

Caminando rumbo al trabajo me detengo en la librería americana W.H. Smith, y un par de minutos más tarde salgo de ella con Vanity Fair y el último número de Vogue USA. Llegando a las puertas de la casa de modas donde trabajo veo una cola interminable de modelos esperando turno para subir al estudio a pasar el casting. Debe de haber por lo menos cincuenta de ellas, todas altas como torres, no mayores de 18 años y esbeltas… ¿He dicho esbeltas? No, flacas es el término adecuado. La gente que pasa las mira con curiosidad y una pizca de admiración. En el café de enfrente, se han acomodado varios hombres en la terraza, y eso a pesar del frio, para poder admirar el desfile de creaturas descomunales. Entro en los locales y me dirijo al estudio.

– ¿Alzbetha? Vous pouvez Monter…- Así es como de repente me encuentro dentro del ascensor con una de ellas. Le sonrió y le digo buenos días. Con un aire grave responde fríamente a mi saludo. La observo: un cutis sin poros, los labios carnosos y rosados y pálida, escandalosamente pálida. Sus brazos son apenas más espesos que mis muñecas… Siento envidia. ¿Por qué? Porque de repente me siento gordo.

Por lo tanto soy alguien normal. Peso 73 kilos por 1.78 m de estatura. Pero debo de aceptar que la visión de esa adolescente descarnada me hace sentir celoso.

Y pensar que no siempre fue esa la idea que tuvimos de la belleza…


Kate Dillon…

Kate comenzó su carrera de modelo a los 16 años. Durante cuatro años tuvo que malcomer para mantener su peso. Pero a los veinte años decidió dejar el modelaje.

Más tarde, Kate volvería a la industria de la moda como modelo “size-plus”, es decir modelo de grandes tallas. Desde entonces ha modelado para nombres tan conocidos como Chanel, Christian Dior y Gucci, además de ser la imagen de Marina Rinaldi, línea de ropa de la marca Max Mara destinada a las mujeres con curvas. En el año 2000, la revista People la puso en su lista anual de las 50 personas más bellas del mundo.

Dillon cuenta hoy 35 años y vive en su natal Inglaterra con su marido y sus dos hijos. Es abogada especializada en derecho infantil, título que obtuvo en la universidad de Harvard. Ha fundado una organización para ayudar a las niñas africanas a poder continuar con la escuela secundaria.

“No hay peor sufrimiento que el servir de blanco a los apodos que lo niños suelen ponerte en la escuela. Todos solían llamarme la gorda Kate…”


A los once años, inspirada por una película en la que el personaje principal es una adolescente anoréxica, Kate comienza a vomitar lo comido para perder peso. Incluso el hecho de que el personaje muera al final de la historia no parece asustarle. Cinco años más tarde es descubierta por un “scout” de la agencia Elite, y gana el tercer lugar en el concurso “The Look Of The Year”, que incluye entre sus premios un contrato de $75,000 con la agencia. Tan solo unas semanas después Kate se encontraba desfilando en París para los más grandes nombres de la moda francesa.

“Un día sentí que simplemente no podía continuar matándome de hambre y visité a un nutricionista”. Gracias a la ayuda de su médico, Kate gana diez kilos y pierde su trabajo como modelo. Pero dos años después, aconsejada por una amiga, Kate decide de probar su suerte como modelo de grandes tallas. Es contratada sin gran esfuerzo pues reúne todas las condiciones para ello: una piel perfecta, un rostro magnifico y el porte necesario.

Dillon, después de haber sido calificada por las revistas como “la nueva Cindy Crowford” a la edad de 16 años, cuando pesaba 15 kilos menos, es hoy la primera modelo “size-plus” a haber engalanado las páginas de la revista Vogue USA.


El ascensor se abre…

Dejo salir a Alzbetha. Cuando entro en el estudio veo que todo mundo se extasía delante de ella. ¿Que tienen estas creaturas que fascinan? Por lo tanto nuestro concepto de la belleza no siempre fue este…

Los cánones de belleza han cambiado a lo largo del tiempo y lo que hoy nos parece bello, en otros tiempos fue considerado como feo. En los siglos XVII y XVIII, una mujer gorda era una mujer bella, la única gente delgada eran los miserables. Basta con visitar cualquier museo para darse cuenta que la silueta femenina ha cambiado sin realmente evolucionar. No se puede llamar evolución a algo que pasa de un problema a otro peor.

La alta costura existía antes solo para vestir a mujeres gordas. Es cierto. Una simple visita a las reservas de maniquíes de la casa Dior nos ilustra perfectamente esta afirmación. La clienta tipo de la alta costura hasta mediados de los años ochentas era una mujer que no entraba en las tallas normales.


Con el auge del “pret-a-porter” y la fiebre deportiva de los años ochenta la mujer comenzó a tomar consciencia de su silueta. Los noventas vieron el triunfo de las “super- modelos”, mujeres que tenían aun curvas a pesar de ser delgadas, y es con el nuevo milenio que la imagen se distorsionó completamente, imponiendo mujeres esqueléticas como símbolos de perfección física.


Beth Dito…

Beth dito es la vocalista del grupo americano Gossip. Ha sido también la embajadora de las mujeres gordas, en cuyo favor no cesa de abogar, imponiéndose como una imagen positiva de las siluetas generosas y siendo fotografiada regularmente como modelo para material editorial en revistas de moda. Una de sus más recientes ha sido la portada de la revista LOVE, en la cual Ditto aparece desnuda. También ha desfilado para la colección primavera-verano 2011 de Jean Paul Gaultier. Gaultier ha sido desde sus inicios uno de los pocos diseñadores a mostrarnos la moda sobre modelos lejanas del estereotipo impuesto por las otras casas de moda.


Beth Ditto ha lanzado también su propia línea de ropa para las mujeres que como ella tienen una silueta “generosa”. Su principal argumento es que la ropa para las mujeres “redondas” es fea y aburrida, falta de detalles y más bien triste. Ditto propone ropa con un ligero toque punk de los 80’s mezclado al vintage de los 40’s, revisado y corregido al gusto de hoy.


El casting continúa…

La semana pasada me fue dicho que en el estudio nadie pesaba más de 70 kilos. Inocentemente respondí que yo pesaba 73 kilos. “No has entendido el mensaje… ¡Aquí nadie debe pesar más de 70 kilos!”

Las chicas que trabajan en el estudio y en el departamento de prensa trabajan todo el día con tan solo una manzana en el vientre, de miedo a ser juzgadas como bulímicas. Es imposible salir a comer con esta gente sin que haya una reflexión a la hora de ordenar: “¡No me digas que vas a pedir una entrada!!!” “¿Pedimos un postre para los cuatro?”

Bajo a la Boutique y veo a una mujer, que debe de ser una talla 42 normal, salir furiosa. Escucho a dos de las vendedoras hablando “Si no entra en la talla 42 es que no es un 42. ¡Aquí no vestimos obesas!” Recapacito y comprendo que en el mundo de la moda alguien que vista una talla más allá de la 42 “couture” (equivalente de la 38 normalizada) es una mujer obesa.

Por lo tanto, si las casas de moda tuvieran algo de inteligencia, se darían cuenta que las mujeres de talla fuerte son buenas clientas. Las marcas que fabrican líneas para las mujeres de talla “plus” funcionan bastante bien.

Withney Thompson, la primera modelo “plus-size” a haber ganado el concurso America’s Next Top Model, se ha manifestado contra un comentario de Karl Lagerfeld, quien dice que las únicas mujeres en vestir en las tallas “plus” son las viejas obesas, que se la viven tiradas en su sofá viendo la televisión y picando botanas. “¿Por qué lo han comisionado para fotografiar el número especial de V Magazine consagrado en su totalidad a las tallas plus? ¿Ha olvidado acaso su discurso? Incluso la casa Chanel está planeando lanzar una línea para jóvenes “plus size” y todo mundo se traga el cuento de la evolución del sistema. ¿A quién pretenden engañar?”


Brooke Elliott…

Brooke Elliot es mejor conocida por su papel de Jane Bingum en la serie “Drop Dead Diva” que cuenta las aventuras de una modelo talla cero, quien a causa de un accidente automovilístico y un error de “timing” se encuentra dentro del cuerpo de una abogada con varios kilos de mas, tratando de encontrar el significado de la belleza interior.

La actriz no se siente apenada por haber sido elegida por su sobrepeso para el papel: “No es la talla de la actriz, sino el peso humano del proyecto lo que cuenta. La sociedad nos ha condicionado a creer que la belleza viene en un paquete especifico, pero con esta serie tratamos de desmentir ese mito, intentando demostrar que la belleza se encuentra en todas partes, en cada tipo de cuerpo y en toda persona”.


También ha manifestado en recientes entrevistas su deseo de ver otros personajes con siluetas más cercanas de la realidad en otras series. Poco a poco las producciones destinadas a la difusión televisiva se acercan a la realidad humana.


De vuelta al estudio…

Dos de las “premiere d’attelier”, término que denomina al jefe de taller en la alta costura, llegan con los primeros modelos aun en elaboración, para un ensayo. La modelo es una adolescente que según dicen es la próxima gran estrella de los pódiums internacionales. Aparentemente hay un problema. “Estoy segura de que ha engordado entre el primer ensayo (¡tres días antes!) y hoy…” Dice una de ellas. Por lo tanto la única grasa que la chica tiene en el cuerpo es la de su lápiz labial.
Me piden de medir el diámetro del brazo a la altura del bíceps, el pecho y la cintura. Tomo mi metro y me aplico a ello “El brazo mide 20.5 cm… el pecho 81 cm y la cintura 54…”

¿Donde exactamente dejamos de vernos tal cual somos para comenzar a idealizar nuestro reflejo en la superficie deforme del espejo de la moda? ¿Cuánta gente más tendremos que acomplejar, deprimir y enfermar a causa de ese deseo malsano de querer parecernos a estos fenómenos?

Las dos jefas se observan mutuamente y una de ellas dice “Tendrás que agrandarlo de un centímetro en la cintura…” La directora del estudio dice a la chica que tiene que perder los centímetros que ha ganado…


En otro mundo lejos de aquí…

El verano pasado estuve en Nueva York y tuve el inmenso placer de conocer a dos chicas bellísimas: Nicole y Beverly. Ellas son del club de las tres “B”: Big, Black and Beautiful. Tienen ojos de gacela, una piel perfecta, sonrisas seductoras, y son muy abiertas. Visten maravillosamente, no “a la moda”, pero con ropa que les va, a su imagen, colorida, moderna, alegre.

Gracias a ellas tuve el privilegio de ser invitado a un Barbecue en Brooklin, y he podido degustar la famosa “soul food” o cocina afro-americana de los estados del sur. Aquella fue una tarde muy agradable.

Me doy cuenta de que ellas son bastante populares y que los chicos se disputan para bailar con ellas. Es cierto que un “black” simplemente caminando ya está bailando. Tienen el ritmo en la sangre. Beverly me invita a bailar…

Platico con una de sus amigas, quien es modelo, y la chica me cuenta que siente envidia de ellas. ¿Por qué? Porque hacen lo que desean sin complejos alguno y viven la vida plenamente. La observo. Es bella, pero algo me dice que su extrema delgadez le pesa. Estoy seguro que desearía comerse una de las deliciosas BBQ ribbs que se están asando en la parrilla…


Queen Latifah…

Queen Latifah (su nombre real es Dana Owens) es de las celebridades que no entran en un prototipo de alta costura, pero es ciertamente la prueba de que la belleza no es solamente una cuestión de talla. Viéndola, le darían ganas a cualquiera de tener algo de carne alrededor de los huesos.

Ganadora de un Grammy por su disco Trav’ling Light, nominada al Oscar por su interpretación de Mama Morton en la película Chicago, Queen Latifah ha incluso acaparado el show en un episodio de la serie 30 Rock. Su carisma y simpatía han hecho de ella una de las actrices más taquilleras de los últimos años. Su rostro ha sido elegido para representar a la conocida marca de cosméticos Revlon, lo que le da un cierto glamur. El año pasado fue el lanzamiento de un nuevo perfume, Queen Of Hearts, del cual es la imagen y está en proyecto el lanzamiento de su propia marca de agua vitaminada. ¿No les dan ganas de parecerse un poco a ella?


11pm…

El casting ha terminado por el día de hoy. Todo mundo está fatigado y lo único que deseamos es volver a casa y poder dormir. El jornada de mañana será tan pesada y larga como la de hoy.

Virginie me invita a tomar un trago en el bar del Ritz. Platicamos de trabajo. Faltan ocho días para el desfile y no hay un solo modelo terminado. El diseñador desea enviar cinco croquis más a los talleres, pero esperamos que se le pasarán las ganas al siguiente día y que podremos terminar lo que ya tenemos sobre la mesa.

Una mujer entra en el bar acompañada de dos hombres de unos treinta años. Virginie la observa y me dice que la encuentra guapísima. Es cierto. Tiene una sonrisa preciosa y sus ojos me recuerdan los de Ava Gardner. Su pelo negro esta peinado a la moda de los años treinta, con el flequillo ondulado. Nos ve y sonríe. Virginie levanta su copa y la saluda. La mujer le devuelve el gesto.

Sonrío por dentro. En serio, el hecho de trabajar en el mundo de la moda, donde los códigos de la belleza están distorsionados y las imágenes son retocadas a fin de darles un toque irreal, no ha afectado mucho nuestro gusto por lo bello, lo real. Pensándolo bien, creo que es esa falta de gente “apetitosa” que nos hace gustar de lo que a nuestros ojos parece exótico y lejano.

Observamos a la mujer mientras cena. –Rodrigo… ¿No quieres que pidamos algo de comer? Se me ha antojado solo de verla…- Le digo que si, y ordenamos un plato de quesos y un par de ensaladas.

Virginie come vorazmente y yo, embobado, devoro a la mujer con la mirada, porque la encuentro apetitosamente bella… Como una escultura de Botero.

Por poco olvido decirlo: La mujer en cuestión es bella, pero a gran escala. Es una “size plus”.

Decidimos pedir un plato de fiambres y una botella de vino. Y comprendo porque: la belleza de esta mujer no solamente es un regalo para la vista, sino también es tranquilizante, generosa y envidiable, y al contrario de aquella de las modelos, esta es del tipo que te hace sentir bien contigo mismo.

Como solia decir la gran Chanel: “Para ser imprescindibles hay que ser diferentes”.



Dossier: OBESIDAD, ESTIGMA (Y ENFERMEDAD) SOCIAL


La obesidad es más que un problema estético, es una enfermedad crónica en la que se acumulan reservas naturales de energía en el tejido adiposo (grasa) de forma anormal o excesiva, es también un factor de riesgo pues es causal para otras enfermedades que acrecentan el riesgo de mortalidad o que minan considerablemente las funciones óptimas del organismo, siendo también causal para lesiones o accidentes.


La obesidad es una enfermedad de origen multifactorial que aún hoy día se sigue estudiando, contemplando desde predisposición genética, la acción de un virus, el estilo de vida, un modelo formativo, un problema emocional, una irregularidad metabólica o un desequilibrio neuroquímico que influye en los estados de ánimo y en la necesidad de comer ciertos alimentos. Y aunque no hay todavía un resultado concluyente sobre qué determina el peso de una persona (recientemente se estudia también el Índice de Volúmen Corpóreo, en complemente del Índice de Masa Corporal para establecer el nivel de obesidad), lo que sí es comprobable es que la causa del incremento de la grasa en el cuerpo es que la ingesta de calorías es mayor a la que gasta con la actividad física. El estilo de vida es un factor ambiental que favorece se produzca, pues el sedentarismo y los malos hábitos alimenticios la propician. En este aspecto se contempla tanto los hábitos implantados en la etapa formativa en el núcleo social, como la cultura y gastronomía local, así como la influencia del medio social y de los medios, como la publicidad.

En países industrializados, la población altera sus hábitos alimenticios de acuerdo a sus actividades laborales y sociales, incrementando el consumo de comida procesada y preelaborada, comercializada en las calles o establecimientos que fomentan su consumo mediante seductoras campañas de marketing, cuyo principal objetivo es aumentar su venta. Durante décadas se han ido imponiendo hábitos que fomentan el alto consumo calórico: la comida preparada en las calles (antojitos), la comida rápida (con su estrategia mercadológica de aumentar las raciones o venderlas en paquetes junto a más alimentos), la comida chatarra, el consumo de refrescos y bebidas altamente endulzadas (incluyendo jugos y néctares comerciales que se anuncian como más saludables), además de una cultura que sitúa a la comida como la parte protagónica de todos los eventos importantes, desde un ascenso laboral hasta una celebración mística van siempre acompañados de un festín culinario como parte medular de su festejo.


La población ha cambiado también los hábitos en su actividad física: la televisión, la Internet, los videojuegos y la tecnología informática al alcance de niños y jóvenes los incita a dejar de lado los juegos y deportes al aire libre o que implican un mayor esfuerzo físico (especialistas afirman que la obesidad infantil se duplicará al final de esta década, y que ésta es la primera generación de niños que morirán antes que sus padres por enfermedades derivadas de la obesidad); la actividad laboral en oficinas, los avances tecnológicos en maquinarias y equipos, la tecnología doméstica, el autotransporte (especialmente la proliferación de automóviles privados) y las grandes distancias que hay que recorrer en él, la mecanización del traslado en sitios cerrados mediante elevadores, escaleras y bandas eléctricas, así como la aparición y preferencia de profesiones y oficios que no implican mayor desgaste físico, la han ido convirtiendo en cada vez más sedentaria.

Hay también un trasfondo político, el encarecimiento de alimentos naturales o con alto contenido nutrimental, los niveles desiguales de educación entre la población -que la limita en su elección de una dieta más saludable o en su concientización del perjuicio de los malos hábitos alimenticios-, la falta de control sobre campañas de publicidad o estrategias comerciales de las grandes empresas del rubro alimenticio y, especialmente, la falta de políticas públicas de salud integral y al alcance de toda la población. En países aún en desarrollo, especialmente sudafricanos y en las islas del Pacífico, se presenta una influencia cultural: la obesidad es una forma de mostrar poder y estatus económico

Curiosamente, en un país (en un hogar, y hasta en una misma persona) puede convivir tanto la obesidad como la desnutrición, así, a las víctimas de hambrunas o de enfermedades infecciosas por la subnutrición, se suman también las de enfermedades cardiovasculares, gastrointestinales, diabéticas, renales y osteoarticulares, entre otras derivadas de la obesidad, y que aumentan cuando la obesidad es mórbida (de 50 a 100% por encima de su peso). En contraparte, la obesidad se ha convertido también en un gran negocio para los que se "nutren" de ella combatiéndola, ofreciendo tratamientos para controlarla o reducirla.


Mención aparte merecen los padecimientos emocionales provocados por la obesidad, o relacionados con ella: la baja autoestima, la depresión, las disfunciones sexuales, la ansiedad, la distorsión de la propia imagen corporal, los desórdenes alimenticios (como la anorexia y la bulimia) y la angustia por la presión social, pues lamentablemente, la obesidad y el sobrepeso son causa de discriminación, escarnio y aislamiento social. Al mismo tiempo, la presión social puede ser también origen de un malestar emocional, que entre otras cosas también puede propiciar la obesidad o los trastornos alimenticios, especialmente en las mujeres.

La sociedad puede crear todo una estigmatización de la gordura, siendo una de las características físicas más limitantes para el óptimo desenvolvimiento social del individuo, pues por la respuesta de la cultura imperante hacia la persona obesa o con sobrepeso (de rechazo y menosprecio), se puede ver afectada su vida profesional y personal. En respuesta a esto surgen los movimientos contra la discriminación de las personas obesas, además de protestas individuales contra las políticas empresariales que fomentan una marginación, como las de aerolíneas, de compañías de outsourcing (que evitan emplear obesos por cuestiones estéticas o de costos de programas de salud) y de las cadenas de comida rápida. Y se presentan también argumentos para señalar el costo económico que la obesidad tiene para un país o una empresa, al reducir la productividad y aumentar los gastos de salud.


BiBlografía:

Dossier: OBESIDAD, ESTIGMA SOCIAL. LA INFLUENCIA DE LOS MEDIOS

Los medios de comunicación tienen un efecto de gran peso en la formación de hábitos, estereotipos y conductas aprendidas a través de ellos, que a veces complementan la formación recibida en la instrucción familiar o académica, y a veces se contraponen a ella. Especialmente en los hábitos alimenticios y en la forma en que se aprende a relacionarse con la comida, su influencia es muy marcada. No sólo por la publicidad sino también por el mensaje que se recibe a través de películas, fotografías, canciones, opiniones, artículos y programas de televisión, el público aprende de alimentos, formas de prepararlos, contexto en que pueden ser consumidos, efectos en el aspecto físico y estereotipos alrededor de ellos. Pero no siempre esta información es adecuada, en muchas ocasiones los medios de comunicación son responsables directos de la adquisición de hábitos negativos o prejuicios nocivos.

Es el caso de los trastornos alimenticios, en que la difusión de cánones de belleza alejados de la realidad impacta perjudicialmente a un público inmaduro. Así, modelos de delgadez extrema son presentados como el ideal estético, orillando a personas inseguras e insatisfechas con su aspecto, a imitarlas incluso dañando su salud e integridad, cayendo en trastornos como la anorexia, la bulimia o la vigorexia, lesionando también su autoestima o empujando hacia la depresión.

Los tipos de alimento que se consumen también se eligen por la influencia de la publicidad o modas difundidas por lo medios, así, productos light, funcionales (yoghurt con bífidus activos, leche con omega 3, etc.), orgánicos o exóticos (a los que se les atribuyen características benéficas, como el noni, las bayas del goji, tofú, alga spirulina, gluten, etc.) se incorporan a la dieta tradicional buscando optimizarla, o bien, se sustituye ésta por comida rápida, procesada o precocida, no sólo por el tiempo que ahorra evitar su elaboración sino también por la familiarización con una marca o con el estilo de vida que identifican, así, pizzas, hamburguesas, hot-dogs, papas francesas, burritos, croissants, baguettes, bagels, sopas instantáneas estilo oriental, lasagnas, café en vasos térmicos desechables, etc., son adoptados en gran parte por una motivación aspiracional de imitar el estilo de vida de países más desarrollados, que se nos muestra en series, películas y revistas, además de la publicidad. Una de las muestras más palpables es la adopción reciente de la costumbre de ver la final del campeonato de futbol americano, reuniéndose con familiares y amigos, preparando refrescos (sodas), cervezas y botanas como alitas de pollo o costillas adobadas, ordenando pizza o acercando enormes recipientes con palomitas de maíz, nachos con queso o frituras, muy al estilo estadounidense.



Pero es la publicidad la que tiene un efecto mayor al ser su principal objetivo estimular el consumo, buscando incesantemente establecer un deseo como una necesidad prioritaria. Especialmente en niños y adolescentes logra imponer apetencias, abusando de que su capacidad de análisis no está por entero fortalecida dado su natural proceso de maduración, de su credibilidad y de las necesidades propias de su etapa formativa (como la de pertenencia, por ejemplo). Dos terceras partes de los anuncios que un niño ve en televisión son sobre alimentos con alto contenido de grasa, calorías, colesterol, azúcar y sal.

Campaña para prevenir la (creciente) obesidad infantil


Entre pastelillos, frituras, refrescos y dulces, también se anuncian alimentos que se anuncian como funcionales, como néctares, yogures y cereales, adicionados con alguna vitamina o mineral,
pero cuyo nivel de azúcar o grasas saturadas rebasa el recomendable (sin que esta información
sea analizada por el público consumidor), además
de productos que no representan una verdadera opción para activarse físicamente: videojuegos, gadgets, equipos de cómputo y video, etc. Los mismos programas televisivos son también una fuente de merchandising, con productos que se ilustran con las imágenes de los personajes y que recorren todo el camino de la publicidad, incluyendo el de la comida chatarra, lo cual provoca que el televidente se vea seducido a consumirlo mientras disfruta ver la televisión, con lo que nuevamente el círculo se cierra viciosamente. Y no sólo el público infantil es susceptible de esta seducción, actualmente la publicidad se especializa en diseñar estrategias para llegar a cada segmento del mercado, cubriendo todos los targets.

Para estimular el consumismo, la industria de la publicidad segmenta la oferta y comercialización de alimentos en función de la capacidad adquisitiva del consumidor, siendo los alimentos de menor calidad, y con mayor cantidad de azúcares, grasas y aditivos, los dirigidos a los estratos con menor capacidad de adquisición, vendiendoselos como un producto aspiracional.

Anuncio de Coca-cola en que se recomendaba darle refresco a los bebés para que tuvieran aceptación social.

Además de la publicidad y promoción de alimentos que provocan obesidad, el otro lado de la moneda lo representa el boyante negocio que la combate, a veces disfrazado de promotor de la salud. Productos "milagro" que van desde zapatos a aparatos eléctricos que ofrecen pérdida de peso sin esfuerzo físico; suplementos alimenticios en forma de pastillas, gotas, tés, cápsulas y parches; libros, videos y audios que reproducen las dietas o las rutinas de moda; tratamientos alternativos como hipnosis, acupuntura, imanoterapia, homeopatia, hieloterapia, vendajes, masajes, etc., operaciones estéticas o médicas que van desde la liposucción a la implantación de un globo gástrico o el engrapamiento del estómago para reducir su capacidad... en fin, que la industria del adelgazamiento se expande casi infinitamente (y las más de las veces, infructuosamente), llegando a grados de surrealismo, como cuando se expandió la leyenda urbana de que se vendía un método que ofrecía la pérdida de peso constante y permanente sin necesidad de dietas o ejercicios, sólo consumiendo una única cápsula, las personas que lo habían probado en efecto perdían peso aceleradamente sin que tuvieran que reprimir su apetito ni aumentar su actividad física... hasta que un día les salía por la boca la solitaria que había crecido en su interior tras la ingesta de esa cápsula (de terror, ¿verdad?).

Y son los mismo medios los que difunden los estereotipos que limitarán a los que se dejaron captar por sus mensajes. Y si hay un estereotipo que siempre les ha servido para su escarnio, es el obeso. No en balde personajes como Porky y Piggy se han vuelto una alusión obligada cuando se trata de referirse a un gordo. En el cine mudo la pareja de Laurel y Hardy destacó por su humor basado principalmente en las exageraciones de sus físicos, sin embargo, aunque el papel del flaco Laurel era candidamente torpe y detonaba casi siempre las complicaciones cómicas, las peores situaciones las sufría Hardy, especialmente en los castigos físicos (lo cual se parecía muy natural, dada su complexión mucho más robusta). En contraparte, en la pareja de comediantes mexicanos Viruta y Capulina, que exageraba la bobalicona personalidad del personaje obeso, se encuentra ya uno de los mayores estereotipos del entretenimiento: el gordito desesperadamente tonto e ingenuo. Al igual que con las gorditas románticas que suspiran sistematicamente, vestidas con carpas color pastel adornadas con moños, o gordos que bailan sin ritmo tratando inutilmente de impresionar a una chica en el baile escolar, los personajes obesos casi siempre son utilizados para ejemplificar el ridículo, aún en producciones alejadas de la comedia. Los mismos actores obesos son encasillados en personajes graciosos, sin importar su rango actoral, si acaso protagonizan una historia de amor siempre es en situaciones con tintes de comedia, de otra forma, al parecer, no resulta creíble. Aunque hay algunos como Marlon Brando (otrora símbolo sexual), Phillips Saymour o James Earl Jones que son reconocidos por su gran nivel actoral antes que por su aspecto. Las mujeres lo tienen más difícil, así, Kathy Bates es más calificada por su físico que por su calidad interpretativa, al grado que su desnudo en un jacuzzi, junto a Jack Nicholson en About Schmidt, es considerado el más horroroso en la historia del cine (reacción muy diferente a como se aplaudió el desnudo de Helen Mirren el año pasado cuando promocionaba Love Ranch). De los actores locales, sólo Jesús Ochoa logra combinar roles protagónicos en varios géneros, y de las actrices, sólo Angélica Aragón ha sido la que protagonizó historias de amor televisivas sin que su aspecto haya sido un inconveniente, al contrario, tanto su edad como su físico fue aprovechado en la telenovela Mirada de Mujer para representar un ama de casa de cincuenta años en busca de su realización personal (incluido el aspecto sexual), aunque hay que aclarar que ni él ni ella son realmente obesos, sólo tienen sobrepeso.

En televisión se transmite actualmente una versión de la telenovela venezolana Mi gorda bella, en donde, para lograr su amor, la protagonista debe perder el sobrepeso que tiene. Por televisión de paga se puede ver series estadounidenses que también usan a protagonistas obesos en historias de amor con matices cómicos, exagerando los clichés que se han formado de ellos, como Mike & Molly, o Drop Dead Diva en que la protagonista es una inteligente mujer de talla grande, sin embargo, en su cuerpo está encerrado el espíritu de una modelo rubia (al parecer, la sóla historia de una mujer gorda no es suficientemente atractiva). En cambio, en HBO se puede ver la serie La 1a. agencia femenina de detectives de Botswana (basada en el libro homónimo), en donde Precious Ramostwe, mujer de 35 años, divorciada y feliz madre por únicos cinco días, decide invertir la herencia de su padre (200 vacas) en un local con dos mesas, tres sillas y una máquina de escribir mecánica, para resolver casos de padres desaparecidos, maridos ausentes y autoridades corruptas. Mme. Ramostwe es una oronda mujer negra con evidente sobrepeso, pero eso no le impide aceptar el amor y planear su segunda boda con un hombre que no la golpeé salvajemente, como hacía su primer marido, un virtuoso pero atribulado saxofonista, que comprende tarde que la de su mujer es su mayor pérdida.


Y ya que hablamos de protagonistas con el nombre de Precious, la película protagonizada por Gabourey Sibide, en donde una jovencita de 16 años de enormes carencias (tanto económicas como de desarrollo humano), situación familiar plena de abusos y físico lejano al canon estético, se evade de su terrible realidad imaginándose exitosa, sofisticada, admirada y deseada... amada. No es más que un sueño. Ni ella misma sabe amarse.



El proceso para su propia valoración es similar al que han tenido que recorrer todas las mujeres que recibieron el mensaje de que por no ser talla 5 no son deseables ni posibles de amar, es decir: desaprendiendo. Desoyendo esas voces que las insultan, las discriminan y las hacen menos; las que las llaman gordas, cerdas, elefantitos, jamonas, cebosa, marrana parada, pelota, grasosa, puerca, ballena, botijona, albóndiga con patas o cualquier epíteto descalificativo.

Dove, en búsquede de la "Belleza Real"

En la escena blogger nacional hay dos casos que me llaman mucho la atención, de dos de las blogueras más populares y notables que lo mismo reciben halagos que insultos, ambas son carismáticas y muy guapas, inteligentes e ingeniosas, sin embargo, a la hora de insultarlas sus detractores obvian sus otras características para centrarse en su tendencia a ganar peso.

Una de ellas es Plaqueta, quien tiene el blog personal más popular del país y por cuya popularidad ha recibido ofertas de trabajo de revistas como Selecciones, Chilango y Gatopardo, de estaciones de radio como Reactor y de canales de televisión como OnceTV, así como entrevistas y artículos de diferentes medios, como la revista Expansión, el periódico El Universal y el Canal 22 (y supongo que es esta "fama" lo que la hace ser objeto de constantes críticas, agresiones y descalificaciones de quienes se sienten agredidos por su notoriedad). Como les decía, estas agresiones suelen enfocarse a los (pocos) kilos que ha aumentado, y tras estas agresiones ella respondió con un post muy honesto en que se desahogaba por la presión que ha recibido desde su adolescencia por no ser flaca, en su post pueden leerse comentarios muy ofensivos en que le reafirman que está gorda, junto a decenas que le dicen que está equivocada, pero la reacción que más sorprende es la de la revista Marie Claire, que tras esta confesión le pidió una entrevista en un número que trataría sobre la presión que reciben las mujeres por estar delgadas. Definitivamente hay gente que tiene estrella, ¿verdad? (por cierto, el día que fui a la colonia Condesa a recoger los libros que me gané en el concurso de la revista Los Suicidas, me la topé de frente en la calle y puedo asegurarles que además de ser muy bonita, jamás la describiría como "gorda").

El otro caso es de la también muy famosa Princesa Gato, un referente en el mundo blogueril mexicano. De estilo irreverente, desfachatado y por demás cáustico, esta bloguera no tiene empacho en subir fotos de sí misma y de mostrar su alta autoestima, esto suele acarrearle críticas agresivas sobre los defectos que sus detractores le encuentran, siendo el más usual el de recordar la etapa en que subió de peso. Actualmente la Princesa Gato ha bajado más de veinticinco kilos y se muestra con una silueta espigada y armoniosa, compartiendo tips para adelgazar cada que alguien se lo pide. Sin embargo, y a pesar de que se muestra sin complejos y con su habitual desfachatez, ella misma demuestra qué tanto se castiga a la mujer que se permite ganar peso, en las mismas etiquetas que utiliza para los posts en los que recuerda cuando estaba gorda ("Merecía que me metieran gansitos por el culo").

En estos severos juicios que hacen contra ellas mismas, tanto Plaqueta como la Princesa Gato ejemplifican lo difícil que es sustraerse a la condena social, y al condicionamiento que exige de las mujeres la esclavitud a la apariencia física. No importa qué tan inteligente, graciosa, eficiente, culta, capacitada o valiosa una mujer sea, el aspecto físico parece ser el factor más importante para calificarla, y la obesidad es uno de los que menos se toleran.

Queen Latifah, anunciando la ropa íntima Curvation

Aunque lentamente la publicidad y los medios intentan ampliar sus parámetros de belleza, con campañas como las del jabón Dove, en donde aluden a la "belleza real", o como las que Queen Latifah hizo para la ropa íntima Curvation, en donde contribuye a establecer un cánon estético más amplio que incluya a mujeres de curvas amplias. Realitys shows en donde los desafíos consisten en bajar de peso, ya sea por un programa de acondicionamiento físico y asesoría nutrimental, como en The bigger loser, Peso pesado y Desafió al cuerpo, o con el plus de un campeonato de baile, como en Dance your ass off, también se empieza a difundir una forma amable y estimulante de concienciar a la población con obesidad de cuidar su cuerpo por salud, a la par que se revaloriza a la persona obesa por su personalidad, capacidades y valores. Así como el estupendo programa How to look good naked, reality show en el que un estilista confronta a mujeres que no están a gusto con su cuerpo, para aceptarlo y sentirse cómodas en él, venciendo la imagen negativa que tenían de sí mismas; ha sido tanto el éxito de este programa británico que hay ya una versión canadiense, francesa, estadounidense y australiana. Aquí les dejo una probadita:








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