lunes, 13 de febrero de 2012

Mal de Amores


"Everybody hurts sometimes... sometimes everything is wrong"
REM





Decía Chava Flores que "...para curar el mal de amores, dijeron los doctores que no había solución" (en su divertida canción El gato viudo). Y puede ser cierto. A veces sólo queda esperar a que el mal de amores se acabe... o que acabe con uno. Este padecimiento es uno de los que casi no necesita explicarse, es raro aquel que no sepa cómo es sufrir de esta enfermedad del corazón; bueno, en realidad es del hígado, pero no suena tan romántico decir: "te amo con todas las fuerzas de mi hígado", ni tan poético: "me rompiste el hígado en mil pedazos". Como sea, es el corazón el que palpita, y el que parece resquebrajarse cuando el desamor toca a la puerta.

Tal vez no estén para saberlo, pero como aquí la cuestión es que yo sí para contarlo, les platico que soy una experta en ese asunto del desamor, tanto así que el primer blog que abrí fue uno titulado Desencuentros, y tenía la intención de ser temático, tratando en exclusiva el tema de superar el desencuentro amoroso. Así de grande es mi preocupación por estas cuestiones. De ese blog en la red no quedan ni registros, pues la plataforma Mexiblogs desapareció sin dejar huella, sólo el testimonio de Jaspo puede dar fe de que alguna vez existió un rinconcito en la red que quería aliviar el dolor de un corazón roto (y de que estaba bien chidito, en su corta vida recibió puras felicitaciones y agradecimientos, je). Era un tiempo en que yo misma sufría a toda mi capacidad por un amor no correspondido, y durante esas largas noches de insomnio y tardes tortuosamente eternas, sólo podía articular frases de duelo, anhelos suicidas y desesperadas maniobras por salir de ese estado.

A mi alrededor tenía a personas sufriendo por las mismas cuestiones: en proceso de divorcio, superando una infidelidad, atrapadas en una relación destructiva o hundidas en la desolación por la no-presencia de la persona amada. Platicaba con ellas y a pesar de la particularidad de cada situación, de la diferencia de escenarios para el drama amoroso, los sentimientos eran los mismos. Había siempre un momento en que me identificaba plenamente con ellas, que muy sinceramente podía decirles “te entiendo”. De ahí mi necesidad por buscar y compartir herramientas para superar ese terrible momento emocional.

Autómata

Especialmente me preocupa cómo puede ser tan discapacitante el desamor. No es motivo para una incapacidad médica ni razón para un justificante de ausencia laboral o escolar, pero debiera serlo. Realmente el cuerpo y la mente están tan enfermos durante esa etapa, se hace tan difícil continuar siendo funcional, tomar decisiones acertadas, concentrarse en los asuntos cotidianos, convivir adecuadamente, hacerse responsable de otros… continuar con una vida. Ahora la ciencia ya nos explica todo el proceso neuroendocrinológico del proceso amoroso (del que ya platicamos muy temprano aquí en El Fanzín, en uno de nuestros primeros y más visitados dossieres), pero cualquiera puede explicar cómo ese mariposeo en el estómago pasó a ser asfixia cuando el objeto de nuestro afecto se puso fuera de alcance. No sólo se va el ánimo, el hambre, la energía y el sueño, falta el aire cuando recibes –o intuyes- un “no te amo”.

Un demoledor “(yo/ya) no te amo”.

Los científicos aseguran que el dolor de un desamor es originado en los mismas zonas involucradas en el dolor físico, pero eso lo sabe cualquier adolescente que ha recibido un cortón por teléfono o por mail, cualquier ama de casa que descubre manchas de labial en la ropa de su marido, la oficinista que sufre un desaire de un compañero laboral o el novio que ve cerrarse la puerta con violencia sin dar tiempo ni oportunidad a una explicación: la herida es física y aguda como una puñalada, no importa que no sangre.

Experimentación a la Filosofía

Y también lo sabían los galenos medievales, aunque ellos descartaban que las –frías- mujeres y los pobres, que tenían tan poco acceso al placer, pudieran sufrirlo, el mal de amores, pues, era un padecer de hombres ricos y nobles, y era tomado tan en serio que incluso sus remedios se incluían en los manuales de primeros auxilios que se llevaban a viajes largos o peregrinaciones, a diferencia de los indolentes tiempos modernos, en los que se asegura que “de amor nadie se muere”, entonces sí se consideraba el desamor como causal de muerte –y locura-.

Lo que sí se ha cambiado es la idea de que las mujeres no sufren mal de amores, ahora se piensa que esas debilidades emocionales son exclusivas de nosotras, pues los hombres son más recios e insensibles, otra muestra de cómo los prejuicios y el condicionamiento social dicta nuestra forma de pensar.

El Silenciador

Además de todo ese proceso bioquímico, el desamor también es una enfermedad "aprendida", toda nuestra formación se compone de ideas hechas que asimilamos con docilidad: desde el "no puedo vivir sin ti" que escuchamos en el radio, hasta las incómodas preguntas en reuniones familiares sobre "¿cuándo por fin te casas?", pasando por las cursis películas de Meg Ryan y los poemas de Manuel Acuña, todo orilla a sentirnos incompletos si no tenemos esa media naranja que nos haría plenos. Las convenciones sociales sobre el matrimonio, la fidelidad, la pareja, etcétera, contribuyen a alimentar esa idea de que es necesario no estar solo, y nuestros particulares desajustes emocionales aderazarán ese mal trago que es el amor no correspondido.

Habitación en Nueva York


No se nos enseña a amar sanamente (sin dependencias y sin atavismos), y en cambio, se nos enseña que el desamor es un fracaso total e insuperable, algo de qué culpar a otro, algo que se debe temer y evitar a toda costa, sin hacernos entender que es una etapa más en nuestro proceso de vida, que debemos asumir con responsabilidad, tranquilidad, autoconocimiento y cordura... por más que sintamos que el dolor y la desolación nos vuelve locos.

Dado que el amor se ha reducido -por la ciencia- a un mero ahorro de energía para evitar esfuerzos al buscar nuevas parejas (el cuerpo segrega sustancias que nos hacen apegarnos a la persona elegida), y -por las teorías evolucionistas- al recurso con que se garantiza la preservación de la especia (se atrae a una persona con fines reproductivos y se garantiza el compromiso para la crianza de los hijos), el desamor también se reduce a un síndrome de abstinencia pues se interrumpen los estímulos para generar dichas sustancias hormonales y las sensaciones placenteras que vienen consigo; de ahí se pasa a la protesta, protestamos desde el dolor y desde la ira, y al igual que en el proceso amoroso se incluyen conductas obsesivo-compulsivas, violencia controlada, ansiedad, hormonas desatadas, excitación... y mucha vulnerabilidad. Resistencia, parece ser la única herramienta o el único ingrediente para sobrevivirlo.

Lástima que no es algo que pueda salir a comprarse.

Habitación de hotel

La sensación de que no volveremos a amar, a encontrar a alguien, de estar incompleto y sin motivo de vivir, es tan agobiante... como equívoca. Lo queramos o no, el organismo repetirá este ciclo por lo menos un par de veces: "el amor de mi vida" se nos presentará de dos a cuatro veces en nuestra vida, son las circunstancias en las que lo envolvamos las que harán que se vuelva inolvidable.

Aprender a amar también incluye aprender a soltar, aprender a vivir cada etapa del proceso amoroso, incluyendo su final. La tristeza, la nostalgia, la ansiedad, la desesperación... también son emociones inherentes a él, tal como la ilusión, el apego o la satisfacción afectiva y sexual; no hay negarlas ni saltarlas. Aprendamos que si el amor es el apego y la dependencia por otra persona, el desamor, practicamente, nos libera; es tras él que volvemos a ser una persona completa -y no nada más una media naranja-, listos para volver a entregarnos a alguien más.

Yo, por cierto, en la actualidad estoy irracionalmente enamorada... y por primera vez creo que soy capaz de dejar de negarme a estarlo.

Pinturas de Edward Hooper

3 ideas en tránsito:

malbicho dijo...

odio blogger... tuve que rehacer esta entrada porque la mostraba en htlm, sin que me dejara corregirla (y la tuve en borradores desde el 30 de enero)

definitivamente nos vamos de aquí

marichuy dijo...

¿Qué será lo que tiene Blogger? Yo pensaba que era por el cambio de interfaz, pero para eso ya fue mucho.

..........

Sobre el mal de amores, yo también creo que el desamor nos crea una discapacidad. Pero lo mismo podría decirse el amor, uno se enamora y se pone medio turulato. Amantes, amadores o amorosos con capacidades diferentes, podríamos llamarnos.

Saludos

malbicho dijo...

lo que tiene es que ya no les importa como producto, los blogs ya pasaron de moda y no han logrado pegar con ninguna red social

medidas tontas, pues un blog es una herramienta muy eficaz que no ha sido rebasada por ninguna red social, que hasta el momento lo mejor que ofrecen es su inmediatez, pero a cambio tienen una cruel evanescencia en su contenido, pero pasará como con las páginas de geocities supongo, llegará el momento en que no podamos seguir aferrados a ellos

y sobre el amor, sí te causa una imbecilidad pero también te llena de energía y te hace más positivo, lo contrario al desamor, quizá por eso es mucho más discapacitante este último

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