lunes, 25 de junio de 2012

Bestiario 2.0


La ciberfauna que uno encuentra en el mundo virtual (y de la que palmariamente formamos parte) ha encontrado hábitats generosos en las redes sociales, a las que se ha mudado desde los canales de chat y foros para establecer la dictadura de su particular estilo, algunos sin mayores variantes y otros usando técnicas por completo innovadoras para adaptarse al vertiginoso ritmo que la inmediatez de una comunidad virtual exige.

A figuras sempiternas, como el troll, el hacker o el geek, se le suman las nuevas caras de la egolatría, la intolerancia, la obsesión-compulsiva, el narcisismo, la sociopatía, el oportunismo y, a veces, una mera y simple maldad tan pueril y fortuita como insaciable. Y es en situaciones coyunturales -como la actual época electoral- que se muestran más orondas ante los demás, como cucarachas en las horas más cálidas, deshinibidas y cínicas.

Ilustración de Los trolls y la princesa, de John Bauer

El Troll, casi todos en el mundo virtual lo saben, es el elemento provocador que busca animar el debate por medio de la controversia y la polémica, ya sea con agresiones, cuestionamientos incómodos, intrigas, suplantaciones, falsas evidencias, argumentos políticamente inaceptables... y un espíritu chingativo a prueba de bloqueos, insultos y hackeo. Lo mueve la necesidad de atención y una genuina convicción de la estupidez ajena, por lo que debe evidenciarla y con eso hacerle un favor a la humanidad entera. Un troll que se precie no es sensible, no se amedrenta ni con amenazas ni con lloriqueos, no se arrepiente del daño causado y si pide perdón es sólo para bajar la guardia del contendiente y tirar otro golpe bajo; a diferencia de lo que se cree, no muere de inanición si se le niega el alimento de la atención de los demás (lo que sí es cierto es que embarnece si se la brindan), le basta con la adulación propia para sobrevivir en lo que encuentra un nuevo flanco descubierto o una nueva víctima (o una nueva identidad, si se ha puesto en evidencia la suya).

El verdadero antídoto (además de la autocrítica, para ver qué tanto de sus ofensas traen de cierto) es el humor, si no se le toma tan en serio llega a ser divertido y hasta entrañable. Habrá que decir también, que muchos usuarios de la red son calificados como trolls sin realmente serlo, cualquier crítica o disenso, cualquier visitante, follower o amigo que no se muestre complaciente y no brinde un aplauso servil ya es calificado por un anfitrión intolerante (o por sus seguidores lambiscones) como troll. 

Y habrá que decir, además, que muchos somos trolls sin proponérnoslo: nuestros enlaces spam, nuestros #FF indiscriminados, nuestras etiquetas continuas en fotos cursis, nuestra obsesión monotemática, nuestra infatigable defensa de la ortografía sin mancha, nuestro rechazo sistemático a la corrección política (hasta el grado de justificar la intolerancia y la indolencia), nuestro optimismo desenfrenado, la pesimista tozudez o el cinismo enquistado que nos lleva a rebatir cada estado de ánimo contrario que se muestra entre nuestros contactos, nos convierte también en trolls que han dejado de vivir bajo un puente, para habitar en las secciones de comentarios y líneas de tiempo de una red social.

En El Fanzín enlistamos algunos personajes que se dejan ver mucho en nuestros timelines en estos desesperanzadores pero pasionales días, y que forman parte de nuestro muy particular y muy arbitrario Bestiario de la Socialización Virtual, quizá reconozcas alguno... y con suerte, quizá te reconozcas (a tiempo) en uno:

El Fanático

Seguidor de una persona pública, rendido ante el culto de su personalidad, no sólo es un admirador devoto sino también un defensor imbatible, su lucha contra los molinos de viento que se avientan al paso de su ídolo nunca es menor, toma cualquier crítica al objeto de su veneración como una afrenta personal que no merece amnistía (mucho menos indiferencia). Presumiendo de intolerancia y autocrítica, termina con amistades, lazos sanguíneos y relaciones laborales con tal de que permanezca incólume el vínculo entre él y su admirado, que puede ser un cantantito pop con melena de muñeca, un gurú informático o un escritor de ciencia ficción, pero en estas épocas electoreras se da más que sea un candidato a la presidencia. Aunque el vínculo que lo une a su ídolo es real sólo para él, su lealtad es ilimitada, no así su inteligencia o su capacidad de diálogo, pues parte de la única premisa de que el pendejo es el otro, y su único argumento es decírselo.

El Exgroupie

Una variante del anterior es el que se declaró fan de un bloguero, facebookero, twitstar o de alguna persona medianamente pública, y que en algún momento dado se sintió defraudado por él, quizá por darse cuenta que el sentimiento no era recíproco, que su atención entusiasta no era lo suficientemente valorada, o por una grave falta a su escala de valores (de SUS valores, que decide son los importantes para todos), trastocando la admiración cuasi amorosa en odio regurgitante. El desdén, desaire u ofensa que sintió recibir se transforma en resentimiento ácido que le impide dar (y darse) un descanso en su ataque a todo lo que su antes admirado publica, en su enfermizo afán de enterarlo de cómo perdió su valioso aprecio. Ese paso de fan a hater es muy fácil de dar pues ambas posiciones pretenden que alguien responda a nuestro deseo y criterio, llenando las expectativas que se depositan en él; en el fondo quizá lo que haya es una proyección al verlo alcanzar la notoriedad que se aspira, y lo que en un principio fue identificación se volvió en rencorosa envidia.

El Hater

La envidia es también el otro alimento del hater más común, junto al reflejo. Es difícil admitirlo pero es así: cuando alguien te desagrada sobremanera es sólo por dos posibles razones: envidia o reflejo (y hazte pa´ donde quieras, pero no hay más). O tiene lo que tú quieres (y en tu opinión no lo merece o no lo aprovecha como tú lo harías), o tiene las características que menos te gustan de ti (y descubrirlas en esa persona te sacan de quicio). Incluso si esa persona te desagrada por déspota, maleducada o corrupta, y tú juras que no eres así, quizá secretamente te gustaría darte ese permiso con ese descaro que tanto te indigna. Porque de otra forma sólo reprobarías su conducta y ya, no te enfrascarías en una cruzada en su contra. Pero si te desgastas las yemas de los dedos al enumerar las razones por las que no merece tanta atención; si te ofende su falsedad evidente y sólo vives para desenmascararlo ante todos (y desde tus múltiples cuentas con avatares distintos denuncias que no es auténtica si no una poser); si para destruir su reputación has sido capaz de "aligerar" tu ética, si cada actualización de su estado te parece una oportunidad de mostrarle tu indiferencia; si el desprecio que sientes por el protagonismo de esa persona ya no te deja hablar de otra cosa... quizá la odias menos de lo que te odias tú.

Hay que hacer un inciso para el hater intolerante, este no odia por sentirse identificado, sino odia por sentirse diferente, aunque en el fondo hay un prejuicio que es lo que lo hace pensar que hay una distinción y en un inicio no había odio, sólo rechazo. Los odios más grandes son entre personas que, a simple vista, son idénticas (esta certera frase no es mía, pero no encuentro a quién debo atribuírsela).

El Spammer

Es fácil saber quién daba forward masivo a las cadenas de mails, pues ha sustituido las cursis presentaciones de power point por los #FF masivos cada viernes en Twitter y las etiquetas en las fotos de Facebook. Cuando tuvo un blog se autopromocionaba en los más populares dejando la dirección del suyo ("Que maravilloso blog tienes, me fascina como escribes. Siento una conexión especial contigo. Visita miblog.com"); en Twitter te sigue primero para que tú lo sigas (y los peores son los que enseguida te dan unfollow), si son Social Media Expert o Community Manager (que es la especie de mayor reproducción en el mundillo virtual, parecen que se multiplican con sólo echarles agua) te agradecen el follow con un mensaje personal invitándote a visitar su sitio personal, algunos sólo usan su cuenta para enlazar a las entradas de su blog, sin preocuparse por unirse a la conversación. En Facebook envían solicitudes de amistad hacia todos los puntos cardinales, te etiquetan en fotos de gatitos, flores sonrientes u ositos besucones; te mandan besos, peluches, rosas y abrazos virtuales, te invitan cervezas (también virtuales... si no no me estaría quejando, je), te invitan a su granja a ordeñar a sus vacas (virtuales, también... de otra forma qué miedo). Y en estas épocas pululan los spammers ocasionales, inundados de fervor informativo hacia su filia y sus fobias políticas; se dan todavía peor en Twitter, tan dable a compartir enlaces y a abrir la conversación mediante hashtags, pongo un ejemplo que muestra casi todos los excesos posibles:


Retweet a sus propias menciones, abuso de hashtags (generalmente los que están en ese momento en los Trending Topics), abuso de menciones, mayúsculas innecesarias, y encima, demanda de retweet urgente.


Otro ejemplo de en lo que se convierte un timeline en viernes de recomendaciones a seguir (y que es muy similar a los que mandan saludos a varios en un solo tweet, y dan retweet a las respuestas masivas que reciben):


En Facebook pasa algo similar con los que te incluyen en un comentario junto a otra docena de contactos o te etiquetan en una foto junto a otros cien; el resultado es que a tu bandeja de notificaciones te llega un aviso cada que alguien responde y cuando revisas tu cuenta te emociona ver que tienes 32 notificaciones pendientes y das enter saltando de gusto porque por fin eres popular y dejarás de sentir que estas aislado del mundo... y resulta que ninguna es para ti, sino que alguien te etiquetó en una foto con un lindo atardecer recordándote que hoy es el primer día del resto de tu vida, y sus 193 contactos están devolviéndole la atención con una frase similar, tipo: "No sé hacia donde vamos, sólo sé que quiero ir contigo..."

El Ruidoso

Muy de la mano con el anterior, el contacto ruidoso es el que habla mucho, dominando tu timeline con sus actualizaciones de estado continuas durante todo el día. En estas épocas de furor electorero se da mucho más todavía, los enlaces a artículos polémicos, a anuncios de último momento, a la más reciente encuesta o a las declaraciones más controversiales y las consecuentes reacciones a todo esto aumentan el "ruido" de una red social, pero en realidad siempre está presente con algunos usuarios que se sienten con la obligación de contar cada pensamiento, estado de ánimo, conversación, experiencia, anécdota y suceso en su vivir cotidiano; no hablamos de eventos extraordinarios, hablamos de las actividades más elementales y de los pensamientos más insustanciales registrados a toda hora durante todo el día, incluyendo reseñas de los programas de televisión que miran y de las conversaciones que están teniendo con sus amigos. 

Aquí también encontramos otras modalidades, como los inefables Social Media Experts, con sus inagotables consejos sobre como hacer social media y networking a favor de tu marca personal (aunque seguramente dirán branding personal, pues apantalla más), aunque en general son los últimos en seguir sus consejos pues pocas veces responden a las menciones o se prestan para una conversación, limitando ésta al abuso de citas edificantes y decretos de optimismo mágico. 

Están también los opinócratas, que son las segundas personas más felices con las nuevas TIC pues ahora ya no sólo torturan a sus familiares y compañeros de oficina con sus expertos análisis sobre cualquier tópico (esos familiares y compañeros laborales son las primeras personas más felices con las nuevas TIC, pues agradecen la nueva adicción del insoportable sabelotodo, ya que por fin pueden descansar de sus densas peroratas), aparentemente propician el debate siempre, así como el pensamiento crítico, pero en realidad lo único que quieren es tener una audiencia para sobar su ego hambriento y sus aseveraciones infundadas, para sentirse más listos están en contra de todo y discuten cada aseveración ajena, a todo el que los cuestiona acusan de ignorante, maniqueo o falto de inteligencia, piden se les confronte con argumentos pero son incapaces de reconocer que los suyos son sofismas, que se equivocaron o que su razonamiento es imperfecto, están tan enamorados de su propia identidad virtual que prefieren negarle la razón a su oponente con descalificaciones y alarde de sus estudios y conocimientos. Podría ser triste, porque en realidad para muchos es obvio su trastorno narcisista, pero como logran encontrar un público con el que establecen una relación simbiótica (le aplauden como focas mientras el opinócrata les dice qué pensar), en realidad es, hasta cierto punto, enternecedor: si el narcisista encuentra la atención que tanto le hace falta (y los descabezados encuentran su cabeza líder), ¿qué mas da que no se entere que en vez de admiración da pena? 

Otra modalidad son las cuentas creadas con el único objetivo de hacerse el gracioso, volverse populares e improvisar una carrera de comediante. Tras el éxito de Werevertumorro en Youtube, o de blogstars y twitstars de estilo desenfadado que incluso saltaron a los medios tradicionales (los ejemplos más notorios son Tamara de Anda y Chumel Torres), un buen número de comiqueros han tomado por asalto las redes sociales con una sucesión de frases de intención cómica, junto a memes tropicalizados y repetidos hasta la náusea. En Twitter hacen las interrupciones necesarias para sumarse al TT más frívolo del momento, en el que no aportan nada más que el retweet a las frases más ingeniosas (y si se puede, robándoselas y haciéndolas pasar por propias). Dan retweet también a sus notificaciones de Favstar y otras aplicaciones similares, para que se sepa lo populares que ahora son.


De los tres últimos su modo de operar es seguir indiscriminadamente para captar más seguidores mediante el followback, luego dar unfollow a algunos y continuar siguiendo a otros; el rey de esta técnica es también el rey del humorismo... pero involuntario: el periodista de enorme descrédito Federico Arreola, quien, pese a que muchos no lo toman en serio como periodista (ni como ser humano, je), sí ha capitalizado los beneficios de ser una celebridad en Twitter y sí logra engañar a muchos de ser una fuente confiable de información actual.

El Porro Twittero

Quizá esta es la única verdadera aportación del ya mencionado periodista Federico Arreola al mundo tuiteril mexicano, al designar así a sus trols que no desperdician ninguna de las muchas oportunidades que da para reírse a sus costillas o criticarlo sin contemplaciones. En la jerga política mexicana, los porros son elementos de desestabilización insertados en las escuelas de educación media y superior, para provocar confrontaciones violentas con grupos disidentes del régimen establecido, es decir, pseudoestudiantes que se colaban en movimientos estudiantiles de protesta, para desacreditarlos, provocar escisiones y justificar el uso de la fuerza pública. En el mundo virtual también existen, y en época electoral han proliferado de manera asombrosa. Provocadores que usan cuentas abiertas exprofeso para hacerse pasar por simpatizantes de alguna corriente política, buscando en realidad desacreditar a los verdaderos partidistas. Variantes de esta situación son los clones de algunas personalidades notorias, que opinan de forma censurable o que apoyan posturas contrarias a la persona original. También podrían entrar aquí los "huevos": perfiles falsos sin una verdadera persona detrás, sólo existentes para fingir un apoyo o una reprobación masiva hacia un partido político o un candidato.

Mención aparte, por su protagonismo en esta etapa de virulencia electoral, ameritan los bots, perfiles falsos generados a partir de un programa informático que maneja varias cuentas simultáneas, para engrosar artificialmente la participación en hashtags favorables a un candidato y dar una falsa percepción de apoyo masivo, y de la mano de éstos, los perfiles falsos que sí son manejados por personas, pero que son pagadas para participar en dicha actividad, de la misma forma y con el mismo objetivo. Los más identificables son los que favorecen al candidato priísta Enrique Peña Nieto, dada la torpeza y descaro con que han manejado su activismo virtual, resultando contraproducente. Se dice también que ofrecen pagar a twitstars para pronunciarse o iniciar hashtags a favor de algún candidato, aprovechando su popularidad y la influencia sobre sus seguidores (aquí los supuestos twitteros pagados por PAN y PRD, y  los que supuestamente pagó el PRI). También en Facebook este aparente apoyo masivo ha sido descubierto, con cuentas abiertas sin que muestren mayor actividad, además de señalar como simpatizante a usuarios que no se han manifestado a su favor, pero que así lo muestran ante sus contactos (las más de las veces sin enterarse, al parecer basta con entrar a dar un vistazo a las páginas oficiales de los candidatos para que sean señalados como simpatizantes en espacios pagados por las campañas).

El Outsider

Autoproclamado como outsider por él mismo en clara acción de curarse en salud por no poder integrarse en ningún otro grupito más, el outsider podría pertenecer a un grupo realmente grande si sólo admitiera que es tan igualmente diferente a todos los otros que se quieren diferenciar. Va por ahí señalando con tanto desprecio al estereotipo y al cliché que se convierte en otro. El outsider (el apestado, decíamos antes de que se agringara tanto el concepto) presume de iconoclasta, de antisocial, de solitario, de solitito... y lo único que los demás ven es el arraigadísimo rencor social que trae por dentro. "Es que soy antisocial", dice... y no mi rey: son los demás los que no te quieren. Y no hay incongruencia más grande que abrir un perfil en una red social para decir que prefiere estar solo, que por favor no le hablen. Y como la red social está que supura de outsiders, no falta el que encuentre la popularidad al presumir su manera de evitarla, incluso no falta el que de veras se lo cree (que la desprecia). Igualito que los hipsters se adapta a un molde tratando de ser singular, y para ello se fabrica un outfit bordado con el cinismo nihilista del que se cree superior al resto, y su amargura irónica apantalla a los que no recuerdan a Ciorán. Lo que lo convierte en troll no es esta postura, que como tantas otras posturas incongruentes no amerita mayor reprobo, sino la necedad de señalar despectivamente las actitudes ajenas como parte del sistema, del mainstream o del adocenamiento mediático desde su púlpito de superioridad moral.

El Ciberpsyco

No puede negarse, hay gente realmente enferma (perdón, denme un segundo mientras me limpio el hilito de sangre que escurre de mi lengua, je). A la gente obsesionada que es capaz de invadir la privacidad de alguien más, incapaz de vencer la compulsión por saber más de quien venera o aborrece, sólo la supera el que utiliza la información hallada en contra de la víctima de su espionaje, y junto a éste, el que la difunde a un público con animadversión hacia ella, a sabiendas de que puede ocasionar con esto un perjuicio tangible. Hay que precisar que no todos los hackers son stalkers -y viceversa-, y que en la cultura hacker hay categorizaciones de acuerdo a su código de ética. Además hay que precisar que les facilitamos mucho su trabajo de espionaje, pues voluntariamente subimos mucha de nuestra información e intimidad a las redes. 

Está también el que consiente a su odio y lo deja crecer hasta que no logra dominarlo, el que alimenta su intolerancia por la convicción de que su creencia merece imponerse a las otras, o que la diferencia justifica su odio, el que se divierte sembrando miedo -o dolor-, el que aprovecha el anonimato de la virtualidad para vulnerar a alguien y el que hace uso de las nuevas tecnologías para perjudicar a otros. El ciberbullying, el fraude cibernético, la difusión de pornografía infantil, la trata de blancas, la suplantación de identidades, el chantaje, la extorsión, el acoso y la violación de la privacidad, son delitos que tienen sus variantes informáticas además de ser conductas antisociales. Los que realizan estas actividades son, además de delincuentes, sociópatas.

Pero los hay también que no llegan a realizar el crimen, sólo a fantasearlo y a recrearlo en su mente... y a sembrarlo en la de su posible víctima. La amenaza también es un delito pero en nuestro sistema de justicia, que no logra imponerse a los crímenes ya realizados, menos esperanza hay de que lo haga en los que sólo están en proyecto. Sin embargo la amenaza puede tener efectos reales. La intimidación, incluyendo la sexual, los linchamientos virtuales, el acoso, el bullying... están presentes en las redes sociales y los espacios de la web 2.0, que idealmente eran para interactuar, compartir y crear. Propagando el silencio. Gracias a Internet se abre una gran plaza pública para el debate y la libertad de crítica, pero los más enfermos degradan la conversación no sólo con insultos y vulgaridades demasiado subidas de tono, si no también con actitudes todavía más hostiles, que inhiben la participación del resto y que impiden el sano ejercicio de establecer una postura, además de la libre convivencia social.

El resto son bestiecillas sin domar, que pueden tomarse con humor, con amor o con cafeína, para evitar corajes de más y entuertos que caen pesados.

8 ideas en tránsito:

malbicho dijo...

ignoro por qué esos párrafos en fondo blanco, blogger me juega malas pasadas otra vez =/

malbicho dijo...

perdón por el fondito color carne, fue el más amable que encontré para la lectura del post y poder cubrir ese color blanco que lastimaba la vista

ay blogger!!!, qué te hice para que sigas en mi contra? =(

marichuy dijo...

Troolles, porros tuiteros, Uff. Una que te faltó "el hater" de todo: esos que odian al mundo y sólo llegan a twitter o a blogger a escupir su veneno. O ¿qué tal el “bordado a mano”? Esos que se sienten superiores al mundo y van a twitter o a blogger a hacérnoslo saber: se sienten superiores, dan lecciones de verdad y de pureza moral y/o política y, obvio, se sienten más sabios que todos lo sabios del mundo juntos; en pocas palabras, critican a todo mundo como si ellos fueran perfectos, infalibles y moralmente impolutos. No sé cuál me resulta más detestable. Todos son nocivos, pero creo que aun cuando el “bordado a mano” pueda ser menos nocivo que un troll o un porro, es alguien que me resulta especialmente detestable.

Saludos Bichito

malbicho dijo...

marichuy

ja, ja... tienes razón, sentí su falta cuando ya había publicado y no he tenido mucho chance de actualizar (además de que por sí ya salió superlargo), y justo por alguno de esos fue que según empecé la idea de este bestiario, también se me escapó el "seguidor" como tal, es decir, el que tiene vocación nata de follower y tuiter sólo le vino a dar la oportunidad de llamarse así sin que se viera tan degradante, gracias a ellos existe ese bordadito a mano que tanto detesta(mo)s

y sí, también faltó el odiador profesional, aunque se anticipaba en la introducción faltó en las descripciones; me faltó también el experto corrector que a todo le pone pero y te manda a investigar antes o a no hablar de lo que no sabes, je... ahorita pienso si amerita una segunda parte o sólo un adendo

=D

Diana. dijo...

Excelente el bestiario 2.0

Yo odio a los que etiquetan en fotos que nada que ver con uno y otra gente comenta y a mí me viene valiendo lo que comentan.

Estoy de acuerdo con el punto de los que se creen twistars que dicen tener fans y que de sus RT´s y Fav´s se alimentan. Los odio.

Este bestiario también existe en la vida real y con más variantes.

Saludotes, buen post.

Champy dijo...

JAJAJAAJAJAJAJAJA

Oye...algun día te explicaré muchas cosas, por lo pronto tengo que irme a madres porque se me acaba el tiempo.

JAJAJAJAJAJA

Confiesote que me quede a la mitad de tus entradota porque se me acaba el tiempo, pero creo que en todas quepo!!!!

Y me hace mucha gracia....yo que nunca he intentado hacerme el gracioso.

Deverás...pudiera extenderme horas aqui contigo, pero ahora si que el tiempo se me acabo!

= (

2046

malbicho dijo...

Diana
yo creo que yo me voy a dar de baja en el feis nomás para evitar eso de las etiquetas -je-

los tuitstars son de las personas con más ego del mundo, imagínate lo que se creerían si fueran celebridades "de a deveras", tuiter es un porcentaje tan mínimo del porcentaje que usa redes sociales, que a su vez es un porcentaje menor de los que usan internet, al que accede un porcentaje tan bajo de la gente real =/

saludos =)

@Champy
ja, ja, ja... le decía a un amigo del tuiter que en yo también estoy en todas, la verdad este post sólo trata de mí -je, je-

esperaré tus confidencias =D

giaonhan247 dijo...


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