martes, 5 de junio de 2012

Morir para Vivir


El domingo anterior celebrábamos la vida en una cabañita de La Marquesa, parque natural del Estado de México en donde se pueden pescar truchas, andar a caballo, rentar una cuatrimoto, volar cometas, caminar entre el bosque y asar carnes al carbón. Celebrábamos los primeros cuatro años del más pequeño de la familia, yo celebraba además de eso, la reconciliación con el mejor amigo que he tenido en mi vida, una persona tan especial que la quiero en mi vida siempre, como amigo-hermano-ángel guardián. Celebrábamos, además la naturaleza, que ese día nos mostró su cara luminosa y también la gris, cuando la lluvia helada cayó con fuerza y tuvimos que partir entre el granizo, el lodo y el tremendo frío. Y entre risas, porque somos una familia muy inclinada a reír por todo y de todos. Uno de los motivos de esa tarde era la forma en que tuvimos que acomodarnos todos dentro de la camioneta, incluso los que no habíamos venido en ella, pero por la terrible lluvia se complicaba descender hasta la carretera a tomar un transporte público. Así que íbamos con sobrecupo y con sobrepeso abusando de la capacidad del vehículo, y un poco más adelante nos lo hizo saber.

Yo acababa de hacer una broma protestando sobre la música que escuchábamos y que coreaban mis hermanas (si hay un letrista más efectivo que Arjona para dar nombre común a los sentimientos que se antojaban sublimes es Espinoza Paz, ambos tienen una capacidad pasmosa para las metáforas rústicas y el simbolismo opaco), la camioneta se inundó de risas... y enseguida de azoro. 

Un zig zag violento y amplio, que se prolongó demasiado en nuestras mentes, que se detuvo un instante para sembrar el miedo, que pareció acentuarse a medida que la calma intentaba hacerse oír, que los padres abrazaban a los hijos y que las madres perdían la voz al querer brindar consuelo. A la pared tasajeada de la montaña se sucedía el límite impuesto por el guardarraíl, y ambos se alternaban ante nuestra vista con rapidez de vértigo. Una voz flotaba en el aire: "Sostenlo... cálmate", en un tono inusualmente apacible, para luego añadir, dirigiéndose al resto: "Agárrense", con un dejo de alarma imposible de camuflar, contrastando la suavidad del volúmen con lo imperativo del mensaje. 

Ahí pensé que había acabado todo (o más bien, que acababa de empezar).

La camioneta se inclinaba notoriamente hacia un lado, además de alejarse diagonalmente del camino que marcaban las líneas en el asfalto húmedo, eso era lo único que yo alcanzaba a percibir ya que me encontraba en la parte posterior de la camioneta, que normalmente se destina a las maletas; recargada en mí se encontraba una de mis hermanas; frente a mí, con sus pies sobre los míos, se encontraba la otra. Nos habíamos acomodado así para dejar los asientos a los más altos, que se encimaban entre ellos y además llevaban a los niños dormidos en sus rodillas. Mi sobrino iba al volante y en el asiento de copiloto, mi mamá. 

En mi mente se formaron tres escenarios: nos volcábamos del lado contrario al que yo me encontraba, los niños quedarían resguardados del impacto directo... no así mi mamá; mientras en mi mente pasaba eso la camioneta viró hacia la izquierda, con suave aspereza, lo que me llevó al segundo escenario: nos estrellábamos contra la montaña, teniendo el impacto justo donde estaba sentada mi mamá, a pesar de que todo esto pasó en segundos, hubo tiempo para que en mi mente se formaran imágenes de la carrocería destrozada, los cuerpos prensados, los cristales rotos ensangrentados y los gritos de dolor anunciando la magnitud del daño. El tercer escenario se impuso a esas imágenes: se va a enderezar... todo va a estar bien. Todo va a estar bien. Todo va a estar bien.

No hubo un suspiro de alivio, sólo hubo más silencio cuando comprobamos que ya íbamos de frente y que la velocidad disminuía un poco. No recuerdo quien habló primero ni qué se dijo, pero de repente ya todos estábamos hablando diciendo alguna expresión de alivio, sorpresa o desahogo, sin importar si alguien nos prestaba atención. Era una necesidad de hacerse presente, de dar evidencia de que seguíamos ahí, como un pase de lista. "¡Ay, mi amor!", dijo mi hermana a su hijo, el conductor, poniendo el énfasis más en el tono que en el volúmen, para plasmar su admiración. Vendrían luego las preguntas del qué y el cómo, las posibles respuestas, la explicación de la llanta ponchada, las soluciones propuestas. Al final nos separamos y unos decidimos esperar un transporte público bajo la lluvia que arreciaba a ratos, para liberar de peso el vehículo, mientras los más diestros cambiaban la llanta de repuesto. Y nuevamente el más diestro fue el chofer, que ignorando su agravado resfriado terminó empapado, chorreando agua de los largos cabellos, que a disgusto de su madre ha dejado crecer hasta media espalda advirtiendo que se volverán rastas en algún momento. 

Y de la misma forma en que se sacudía el agua se sacudió las palabras de reconocimiento ante sus sorprendentes reflejos, diciendo con su sonrisa fácil: "Fue como un videojuego".

Y pensar que su madre repitió durante años, preocupada ante su alarmante afición: "Deja ya ese aparato, no deja nada bueno que te pases horas jugando ahí".

Es muy barata, muy ramplona, muy cursi y muy desgastada la reflexión de que la vida puede cambiar en un instante, y que sentir cercana la muerte cambia la manera de percibir la propia existencia... pero es así -je-. Perdonen el lugar común pero: me siento frente a una nueva oportunidad -je, je-... y no quiero dejar esta experiencia sin abrazar todo el aprendizaje que se le pueda exprimir. Ya me había tardado, ¿no?, quien sea lector de este blog sabe que siempre llega un momento de introspección en que me pregunto que qué onda conmigo, que me siento feliz o triste o a gustito y que vengo aquí a abusar de este espacio y de su atención para decirlo. Y casi siempre me llega en esta época del año, soy un animal estacional -je-. Lo dije aquí, lo dije aquí y cuando más me gustó fue cuando lo dije aquí (así que si no quieren ir a todos los enlaces, privilegien este último). Y hoy lo digo de nuevo: soy una persona con distimia crónica, con desesperante facilidad para el llanto e irredenta propensión al drama y la depresión más abismal, pero con todo eso, siempre me llega el tiempo de agradecer lo que tengo, la familia de la que formo parte, los amigos que he logrado conservar, el aprendizaje que he podido almacenar... y celebrar la vida.

Gracias por estar aquí.

7 ideas en tránsito:

Mafalda dijo...

...

Mi bichito, este texto le encantaría a mi profe Samperio. Te pondría buena calificación.
Me encanta que estés aquí para contar esto...
Besos...

Anónimo dijo...

Malbichito que bueno que solo fue una mala experiencia pero por fortuna todos están bien, saludos de la osa

malbicho dijo...

Mafalda:
qué materia daba el profe Samperio?, clases de manejo, medidas precautorias en carretera, videojuegos II con especialidad en Grand Theft Auto 5? -je-, porque así podría usar mi testimonio como método didáctico -je, je-

gracias por venir hasta acá para decirme algo tan lindo, yo también agradezco poder contarlo

besos y abrazos!

@Bertha anonimosa
pues fue una experiencia, pero no diría mala, fue innecesariamente riesgosa pero al final creo que será por completo positiva si sabemos aprender de ella, por lo pronto créeme que no volvemos a abusar de un auto así, y te diré que tuvimos gran suerte, justo enseguida venía una curva que es famosa por el riesgo que trae, además el conductor más cercano también demostró agilidad y prudencia en su reacción y eso favoreció que no le pegáramos a su auto y hubiera espacio para maniobrar

saludos cariñosos, gracias por siempre estar aquí, te mando un abrazo

Neo dijo...

Todo esto creo que ya lo sabes, peeeeero no esta de más. Bienvenida, estás de regreso y eso es lo que importa, ese día llegará para todos inevitablemente pero hoy no, la vida se resume en tres, el pasado que son los recuerdos, el futuro sueños y proyectos, pero lo más importante el regalo de estar vivos por eso se llama presente, todo es aprendizaje en esta vida, pero tambien de redireccionar los objetivos y las prioridades que realmente importan, "adelante, diviertete se feliz".

malbicho dijo...

Neo!!!
gracias!, de verdad me saca una sonrisa tu comentario, porque además creo que tú y yo nos provocamos un aprendizaje mutuamente, me da gusto leerte y te agradezco mucho tu visita y tu comentario, tomo nota de tan sabio consejo

mil gracias =)

Neo dijo...

Al contrario mi estimada, yo soy el agradecido por tener el placer de leerte y aprender en cada una de tus entradas con ese sabor "agidulce" que jamas empalaga, con ese matiz que imprimes para redactar, es como si nos llevaras de la mano y entendieramos perfectamente todo el concepto completo y no solo piezas sueltas de un rompecabezas, ¡claro! con esa sátira y sarcasmo que te caracteriza y que solo pocas y privilegiadas personas tienen el don de usar.
Pensandolo bien soy un malagradecido por no decirte todo esto antes ¡soy tu fan! jeje me escuche muy kung fu panda, ya en serio dejando de broma eso es lo que pienso y lo primero que se me vino a la mente.

malbicho dijo...

gracias Neo, perdón por no venir antes a responder, blogger no me dejaba comentar, pero leí tu comentario casi desde que lo subiste, te agradezco estas palabras, son estimulantes y revivificadoras

=)

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