martes, 6 de enero de 2009

¿Y Todavía Crees en Los Reyes Magos?



Tenía cinco años cuando, descargando su mal humor y fastidio en mí, mi padre me dijo que los Reyes Magos no existían y que eran ellos (mis padres) quienes traían los juguetes (de ahí mis traumas -je-). La compensación por tan cruel revelación, fue que en ningún año dejó de haber un obsequio para mí en la mañana del seis de enero (y hablo todavía de este año -je, je-).

Pero no tuve oportunidad de seguir creyendo en la mágica aparición de esos seres bíblicos (de paso tampoco me inculcaron más creencias similares por papás noeles, ratones de dientes, príncipes azules, gobernantes priístas honestos o más fantasías de esas); así que a pesar de toda la ingenuidad y credulidad que adolezco, ya no creo en los Reyes Magos.

Así que no me sorprende enterarme que tampoco son tan santos ni tan reyes (vaya, que sólo les hace falta salir en la portada del Hola! para emparejarse con la aristocracia europea), que tal vez ni eran tres ni de distintas razas, al parecer esto sólo fue un esfuerzo por sumarse a lo políticamente correcto y darle a la religión una imagen un poco más incluyente (quizá aprovechar el "efecto Obama" para atraer simpatizantes -je-), que sí eran magos pero tal vez no hechiceros, pues el término "mago" se aplicaba también a los hombres de ciencia.

Únicamente mencionados en el relato evangélico de Mateo, se sabe que eran magos venidos de Oriente, guiados por una estrella para postrarse ante el rey de los judíos, que acababa de nacer, obsequiándole con oro, incienso y mirra, sustancia para elaborar perfume y ungüento embalsamador, por si alguno todavía no lo sabía (yo, por ejemplo); al buscar información con Herodes, sin saberlo provocan la matanza de los niños primogénitos menores de dos años, pues aquel les pide que cuando encuentren al rey de los judios le avisen para ir a adorarlo, aunque su verdadera intención es eliminarlo para que no peligre su reino, pero, advertidos por un ángel, los magos regresan a sus países sin cumplir su promesa, con lo que Herodes ordena la masacre.

Aunque esta atrocidad no se encuentra mencionada por los historiadores que en ese tiempo relataron a detalle el reinado de Herodes, con lo que se duda de su veracidad, al igual que el del censo que obligara a los futuros padres de Jesús a desplazarse a Belén.
La tradición popular ha aderezado estas referencias a los magos santificándolos, dándoles un nombre, una procedencia, un número determinado y una encomienda: la de obsequiar a cada niño de familia cristiana con regalos, que se han vuelto casi estríctamente lúdicos y lo más costosos posible, y competir con la arrogante generosidad de Papá Noel (Santa Clós para los cuates, San Nicolás para las hojas sueltas), quien tramposamente se les adelanta un par de semanas con el doble objetivo de restarles popularidad y opacar el nacimiento del mesías. Dado que cuenta con el patrocinio de la Coca Cola, el gordito en trineo lleva la delantera en buena parte del mundo.
Pero así como cada año millones de niños dejan de creer en ellos, hay una buena cantidad de adultos que se aferran a su existencia, peregrinando hacia la Catedral de Colonia, donde se asegura resguardan sus restos y sus coronas, o simplemente perpetuando la tradición y el mito, virtualizando su buzón de correo para recibir las cartas repletas de peticiones, y repitiendo el ritual de agudizar la cuesta de enero: dilapidando pequeñas fortunas en muñecas sexuadas, juegos bélicos en video o gadgets de moda (celulares, ipods, laptos, mp3) para que sus pequeños tesoros se comuniquen al tiempo que se aislan de una realidad en la que no encajan.

Por lo pronto, yo, que ya no creo en ellos, pero sí en la infinita generosidad de mis hermanos y mi santa madre, espero que en mi zapatilla aparezca un juguetito como éste.

6 ideas en tránsito:

Anónimo dijo...

Bueno, yo lo descubrí "accidentalmente" como a los 5 años. Como tú, eso le quitó mucho "sabor" al asunto de los regalos pues descubrí que no tenía necesidad de ser buen niño, sino solamente de que mis padres no me pesacaran con las manos en la masa. Je, je.

Excelente artículo, con un montón de cosas que no sabía.

Anónimo dijo...

pues a diferencia tuya yo continué siendo una niña adorable y de lo más bien portada, prueba de ello es que esta mañana me amaneció un celular, ropa y dulces en mi zapatito -je-, de hecho disfruto más el día de reyes ahora pues me sigue sorprendiendo año con año que creen más ellos en mí que yo en ellos

muchas gracias por tus visitas, saludos!!

Anónimo dijo...

Desde siempre vi que una de las desventajas de ser judío es que no hay ni Santa Claus ni Reyes Majes... chale.

Menospausas dijo...

No, no lo puedo creer...en verdad destrozaste mis sueños Malbicho, yo pensaba que si existían, hasta ahora que vengo y leo la terrible historia de los Reyes Magos.

En fin seguiré creyendo en ellos, en Santa, en el ratón Peréz pero no en los políticos, ojo de ningún partido. Me voy triste el día de hoy ¿Qué tal que pasa un niño que aún creía? Y además de todo se entera de que eran bien traidores...en fin puse mi zapato y nada de nada, espero que cuando menos la rosca de reyes sea la neta del planeta.

Feliz día de reyes Malbicho.

Jinshio dijo...

Los niños ya saben, nada más que se hacen los disimulados ha ha

Muy buena información!
saludos a mi nada más me importa la rosca y los tamales :D

malbicho dijo...

@Menospausas
este año (como el anterior), yo misma amasé la masa -je, válgase la reburrancia- de la rosca, improvisé poniendo frutos secos en vez de niños blancos sin pañal (y sin circuncisión)

también hice chocolatito (ves, sigo siendo niña buena, por eso los reyes me adoran)

@JinshiO
tamales!!!... ya quiero que sea dos de febrero

(y no me va a tocar a mí ponerlos)

=)

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