Lo esencial es invisible a los ojos
Antoine de Saint-Exupèry
¿Sí lo ves?, preguntas con mirada de mar agitado.
Y aunque tu voz viste de paz, la tormenta que se anuncia en tus ojos amenaza con inundar tus palabras, frágiles balsas de esperanza, al escuchar mi negativa.
Nunca he estado en medio del desierto ni cerca de los campos de trigo, quizá por eso no esperaba encontrar en mi camino a un gentil hombrecito de sonrisa indulgente,
anfitrión de un mundo que se agota en tres pasos.
¿Sí lo puedes ver?, insistes con esa voz que es néctar de alcatraces.
Te refieres a uno de tus sueños, o a uno de tus recelos, o a uno de tus delirios.
Pero me hace falta más que el cristal azul de tu iris para lograr ver tu mundo. Me hace falta la angustia, la ansiedad, la desolación,
y el pasón que te diste.
Justo cuando empiezo a abrirle la puerta a la conmiseración (tú, tan débil, en esta dura tierra de granito), sueltas uno de los destellos que me dejan cegada, demudada y expectante. Igual que el trueno que sigue al relámpago.
Comprendo entonces que la falla es más mía.
¿Cuántas vidas me hacen falta para alcanzarte? ¿Cuántas más aparte de las de hechicera oscurantista y de indio americano que me has enumerado?
Para rematar, aniquilas mis reservas sobando mi ego. La admiración que manifiestas me acerca un tanto a ti. Te doy la espalda antes de que notes la sonrisa que dibujas en mi cara.
Este es el momento que más atesoro.
Este en que me obligas a desprender luz. En que me haces sentir agrado por mí misma, cómoda en mi propia (escamosa) piel.
Respondo a tu llamado una vez más, y otra, y otra más. Encariñada con el ser humano que guardas en tu interior,
y domesticada ya por el niño triste, rubiecito y de ojos celestes que se asoma siempre, desdichado al descubrir los clones de su flor excepcional.
Tampoco tu renuncias a una pregunta (ni respondes nunca a la mías). Nuevamente me interrogas con voz tibia:
¿De verdad no lo ves?
Y no, no lo veo. No distingo lo que para ti es evidente.
Siempre un paso adelante, siempre en una montaña mas alta (irritado con la necedad del eco) no te conforman las respuestas lógicas.
A veces siento desmayar mi paciencia.
Y aunque tu voz viste de paz, la tormenta que se anuncia en tus ojos amenaza con inundar tus palabras, frágiles balsas de esperanza, al escuchar mi negativa.
Nunca he estado en medio del desierto ni cerca de los campos de trigo, quizá por eso no esperaba encontrar en mi camino a un gentil hombrecito de sonrisa indulgente,
anfitrión de un mundo que se agota en tres pasos.
¿Sí lo puedes ver?, insistes con esa voz que es néctar de alcatraces.
Te refieres a uno de tus sueños, o a uno de tus recelos, o a uno de tus delirios.
Pero me hace falta más que el cristal azul de tu iris para lograr ver tu mundo. Me hace falta la angustia, la ansiedad, la desolación,
y el pasón que te diste.
Justo cuando empiezo a abrirle la puerta a la conmiseración (tú, tan débil, en esta dura tierra de granito), sueltas uno de los destellos que me dejan cegada, demudada y expectante. Igual que el trueno que sigue al relámpago.
Comprendo entonces que la falla es más mía.
¿Cuántas vidas me hacen falta para alcanzarte? ¿Cuántas más aparte de las de hechicera oscurantista y de indio americano que me has enumerado?
Para rematar, aniquilas mis reservas sobando mi ego. La admiración que manifiestas me acerca un tanto a ti. Te doy la espalda antes de que notes la sonrisa que dibujas en mi cara.
Este es el momento que más atesoro.
Este en que me obligas a desprender luz. En que me haces sentir agrado por mí misma, cómoda en mi propia (escamosa) piel.
Respondo a tu llamado una vez más, y otra, y otra más. Encariñada con el ser humano que guardas en tu interior,
y domesticada ya por el niño triste, rubiecito y de ojos celestes que se asoma siempre, desdichado al descubrir los clones de su flor excepcional.
Tampoco tu renuncias a una pregunta (ni respondes nunca a la mías). Nuevamente me interrogas con voz tibia:
¿De verdad no lo ves?
Y no, no lo veo. No distingo lo que para ti es evidente.
Siempre un paso adelante, siempre en una montaña mas alta (irritado con la necedad del eco) no te conforman las respuestas lógicas.
A veces siento desmayar mi paciencia.
Debiera ser más fácil,
si tan sólo caminaras un poco más cerca de la realidad. Tus preguntas, tus ensueños, tus miedos y tus distintas soledades son tan complicados. Para compartir, para comprender, para complacer.
A veces dócil, a veces inclemente. A ratos la risa. A ratos el llanto. De pronto el consuelo; la ternura, la calma. La fragilidad.
Yo soy responsable de ti.
No sólo tu zorro, igualmente tu sierpe; y cada espina de tu rosa.
De abrir tus ojos a la maldad. De devorar tu entusiasmo. Y también, ¿por qué no? de verter un poco de mi mezquindad en tu inagotable manantial de sueños.
si tan sólo caminaras un poco más cerca de la realidad. Tus preguntas, tus ensueños, tus miedos y tus distintas soledades son tan complicados. Para compartir, para comprender, para complacer.
A veces dócil, a veces inclemente. A ratos la risa. A ratos el llanto. De pronto el consuelo; la ternura, la calma. La fragilidad.
Yo soy responsable de ti.
No sólo tu zorro, igualmente tu sierpe; y cada espina de tu rosa.
De abrir tus ojos a la maldad. De devorar tu entusiasmo. Y también, ¿por qué no? de verter un poco de mi mezquindad en tu inagotable manantial de sueños.
8 ideas en tránsito:
-- me encanta esta prosa rosa azarosa! Chiro Malbi, luego regreso
Oh, lo que provoca una flor única en el mundo...
Saludos, Malbicho.
¿Cómo dice Antoine de Saint-Exupèry?
"Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección."
Y también me gusta este poema, en el que se toca el muy discutido tópico de que ningún hombre es una isla:
"Mi vida, vida mía, mi antiquísima vida,
Mi primer deseo mal curado,
Mi primer amor disminuido,
Has tenido que volver.
He tenido que conocer
Lo mejor que hay en la vida,
Dos cuerpos que disfrutan de su felicidad
Uniéndose y renaciendo sin fin.
En completa dependencia
Comparto el temblor del ser,
La vacilación de desaparecer,
El sol que azota el lindero.
Y el amor, en el que todo es fácil,
Donde todo se da al instante:
Existe en mitad del tiempo
La posibilidad de una isla."
[Michel Houellebecq. La posibilidad de una isla]
Saludos Malbi
anfitrión de un mundo que se abarca en tres pasos... ese era el mundo de él... y no será el de nosotros así también?...
en el sentido que somos aveces tan conformistas y no vemos mas alla de nuestras narices... y si deseamos salir de esa frontera nos da miedo a lo desconocido y nos quedamos con las ganas de explorar, de urgar...
que complicados y que raros somos
abrazos
=D
estoy medio "rara" el dia de hoy
sin comentarios habria sido mejor
UN TEXTO LLENO DE EMOTIVIDAD, DE ILUSION, DE AÑORANZAS!! ME ATRAPASTE!
Y E SK SUPONGO K TODOS ALGUNA VEZ, HEMOS AÑORADO UN MUNDO ASI, TAN INKRIEBLE KOMO LO DESKRIBES...
SALUDOS.. DAYANN
Siempre si ha de ser muy dificil amar a un ser de otro otro planeta, pero fue tu decisión ser zorrito domesticado, aparte no eres cualquier rosa, sólo no cometas el error de la rosa de Exupery, que alejo a su principito a otros mundos. Sólo dejate querer, aunque no veas, aunque no entiendas, que tu lógica y tu sentido común no se mezclen con tu sentir.
Saludotes
caray !!!! que emotividad en estas letras... se ve que ahora ya estás alejada de la red... no lo digo en el mal sentido de la palabra, sino que considero que por momento enajenarse con tantos bits, hipertextos y banda ancha puede llegar a desensibilizar de alguanas cosas del corazón a algunos.. bueno, por lo menos en algunas ocasiones me pasa... se le extraña mujercita !!
uyuyuy que bonito,
me quedo con esto:
De abrir tus ojos a la maldad. De devorar tu entusiasmo. Y también, ¿por qué no? de verter un poco de mi mezquindad en tu inagotable manantial de sueños.
salu2!!!!!
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