Hay pequeños detonantes que te llevan de viaje a tus años niños, secuestrándote del presente y conduciéndote a esos tiempos que ahora se antojan deliciosos, plácidos y felices (aunque no siempre fueron así, sin embargo, la memoria privilegia los momentos más risueños)
Cuando vi en un capítulo de The 70´s show una recámara ambientada en esa década, algo que me llevó a mi infancia fue un cartel en la pared con una pareja de niños desnudos, dibujados en blanco y negro.
Cuando empezó la década de los 70 empezó también la historieta de un sólo cuadro que muestra a una pareja de enamorados instruyéndonos de lo que el Amor es... Su fama creció internacionalmente al coincidir con el éxito de Love story, historia que resulta un bestseller en su versión escrita y un blockbuster cuando se lleva al cine con Ryan O´Neal y Ali MacGraw como protagonistas, siendo su lema "Amor es no tener que decir lo siento".
La historia del cómic es tan romántica como la de la película, pues su creadora Kim Casali la hizo a partir de las notas dibujadas que le hacía a su futuro esposo, quien las propone a un diario norteamericano donde cobran fama. Tras la trágica muerte de su joven marido, Kim concibe un hijo de ambos por medio de inseminación artificial, lo que en su momento provocó gran polémica e incluso la reprobación del Vaticano, y cuando veinte años después ella muere, su hijo toma en sus manos la continuación de la historieta, para que la creación de su madre perdure (muy rentablemente, por cierto).
Aunque en realidad es un dibujito feo y cursi, su éxito se prolongó durante toda la década y se reprodujo en pósters, etiquetas, calcamonías y estampas. Yo recuerdo haber visto esas caricaturas tapizando la puerta de la recámara de mi hermana mayor (en ese tiempo adolescente), así como pegada en los forros de sus cuadernos y coleccionada en álbumes, pero especialmente me acuerdo de haberla visto en una de sus playeras.
Todo el programa de The 70´s show me llenaba de nostalgia, pues habiendo nacido justo en el año 1970 me tocó vivir a plenitud toda esa época y reconocía la moda, los modelos de auto, el estilo de peinados y hasta los utensilios de cocina (fue cuando nuestras cocinas se invadieron de productos Tupperware, y en casa había unos botaneros idénticos a los de la mamá del protagonista), pero fue ese póster de "Love is..." lo que más me transportó a mi infancia, trayéndome de vuelta los estampados de los pantalones acampanados de mis hermanas, mi fiesta de seis años, los viajes en la parte trasera de la camioneta de mi papá, el "permanente" de mi mamá -sostenido a fuerza de pura laca-, la premier de King Kong (en la que me perdí en la entrada del cine), las canciones de Roberto Carlos, el reloj de gato en mi pared, mi triangulito de Boing para el recreo, y a la Señorita Cometa y a Ultramán en la televisión arriba del ropero.
Curiosamente mi principal recuerdo televisivo no es de caricaturas o de programas infantiles, y eso que me pasaba tardes enteras viendo al Tío Gamboín y toda la barra de caricaturas que nos enjaretaba (¿alguien más se acuerda de El Rey Leonardo? o de ¡Ahi viene Cascarrabias!), sin embargo, la imagen más significativa que tengo enmarcada por el televisor fue un beso entre Ofelia Medina y Enrique Álvarez-Felix. Tenía yo inocentes seis años y mi prima dos años menor estaba de visita en casa, junto a su madre, que impuso su deseo de seguir su telenovela habitual, así, en un momento dado mi prima -que sabía toda la historia- me señaló escandalizada la pantalla: "Mira: se están besando", dijo, mientras se llevaba la mano a la boca para cubrírsela, haciendo más patente su indignada sorpresa. El close-up a los rostros protagonistas que se unían por sus labios fue la escena que quedó grabada en mi mentecita tierna y sin mancha (hasta ese momento), y el nombre de "Rina", que mi prima decía con tanta familiaridad, fue el primero de muchos que guardé en mi directorio nemotécnico, de mujeres y hombres cuya historia dejaría de ser ajena para volverse propia, por lo menos en espacios de media hora, cuando sus conflictos eran también míos. Y así se abrió mi puerta a las colorinas, las vivianas, las gaviotas y las bettys las feas, hermanas de un dolor y una ilusión común.
Otro objeto que me toma de la mano y me lleva de regreso a mis pantalones con peto y mis suecos de madera es el disco de vinilo, pero no un LP (que junto al cassette lo relaciono más con los 80´s), sino al de 45 revoluciones por minuto, presentación discográfica con duración de sólo cinco minutos y que incluía apenas dos canciones, normalmente el sencillo a promocionar y del lado B una canción de relleno. Cada que veo uno de esos me acuerdo de los sicodélicos albumes de mi hermana, que guardaban sus discos de Camilo Sesto, especialmente me acuerdo del de Fresa salvaje, que era su canción favorita y la de moda en ese año.
(yo tenía un pantalón igualito a ese como uniforme del kinder... je)
Camilo Sesto era un dios para ella, y para muchas, pues aunque era más exitoso Julio Iglesias, lo era con un público más general, y Camilo, con su cabellera ondulada, sus ojos azules, sus rasgos de príncipe de cuento y su bien manejada voz varonil, lo era principalmente de las mujeres. Con el tiempo la voz y las canciones de Camilo Sesto se volvieron mi principal transporte a ese viaje al pasado, cada canción tiene una película en mi mente con recuerdos de todos sabores, mis favoritas de siempre son ¿Quieres ser mi amante? y Algo de mí, denle a los enlaces si la de Fresa salvaje les pareció de risa loca, fuera del contexto de esos años puede parecerlo, pero sus baladas de verdad son muy lindas (otro video de ese tiempo, tan curioso por la moda y por la juventud del cantante, pero igualmente asombroso por la voz, es el de José José en la final del Festival OTI con la canción El Triste, véanlo si son de ese tiempo para recordar como cantaba, pero especialmente si son muy jóvenes y quieren ver que no es leyenda urbana que alguna vez José José tuvo voz).
Y ya hablamos de Love story, una película muy representativa de esa época, pero a mí la historia de amor que me marcó la infancia fue una cuyos protagonistas eran unos niños como yo (bueno, un poco más grandes), y cuyo romanticismo estaba más a mi alcance de comprensión: Melody. El primer amor como te lo imaginas (o como te enseñan que debe ser): tierno y dulce, pero a prueba de todo. El niño que mira a la niña de reojo, con timidez; la niña que camina con su falda corta, derrochando inocencia pero arreglandoselas para enamorar a todos; los dedos que se entrelazan; la huída para salvar al amor... y todo con el marco musical de los que pondrán el soundtrack a toda la década: Los Bee Gees.
Por cierto, Robin Gibb está nuevamente cantando Stayin´ alive (♪ha-ha-ha-haa♬)... no soy fan, pero qué bueno, ¿no?
5 ideas en tránsito:
:P
Saludos I0L4
hola mi Serge!... gracias por el enlace pero justamente quería una televisión "de marciano" (más bien sería "de escafandra", pero la ubican más así), y exactamente como la que yo puse porque es la que relaciono con la época, es que no quería sacarle una foto a la mía porque sabía que se vería así de feíta... en las cortinillas de clásico TV o retro TV salía, pero no la encontré en foto, y se me hace raro porque sí fueron clásicas, no?, fue un modelo curioso que se impuso, y junto con el reloj de gato que mueve ojos y cola (como el de los simpsons) es el objeto que más me representa esa década
=)
¡Malbi!
¿Te mato ahora, o lo dejo para luego?
Cuando nacías, uo me graduaba de escuela superior, compraba discos de vinilo y usaba bellbottoms. Tuve pantalones " de carpintero" hasta cuando estaba embarazada...
¿Te imagimas? He disfrutado mucho tu entrada. La voy a subir a mi chotabook oficial...
Besos
Ah... Odio la frasesita esa del amor y el perdón. Prefiero picarle los huevos...
Pero encontraba simpáticos los muñequitos. Hasta los recortaba del periódico... Como tu hermana...
Cassio, perdóname la vida!! -je-
me has hecho reir mucho, yo tampoco prefiero perdonar, la venganza es más dulce (o aunque sea un mero desquite, je)
besos!!
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