Se detuvo en el umbral de la puerta, sus ojos aún no se acostumbraban a la penumbra del interior, deslumbrados por el brillante sol de afuera. Sólo el ruido guió su mirada hacia un punto de la sala desordenada. Era un ruido chicloso, grotesco, que se destacaba altanero entre exhalaciones profundas. Poco a poco fue distinguiendo el contorno de unos cuerpos enfrentados uno a otro. Sintió el latigazo de los celos estrellarse contra su pecho al mismo tiempo que el deseo laceraba su entrepierna. Reconoció la espalda delgada con finos músculos tensos, inflados por el esfuerzo. No podía dejar de mirar. El choque de las caderas, las zapatillas sobre los hombros, la suave curva de unos senos bajo el peso de él, la tenían hipnotizada y muda. El dolor opresivo en el pecho y en la boca del estómago se hacían tan profundos como el hormigueo ardiente e incómodo que inundaba su sexo. Sintió que se ahogaba. Se recargó en el muro para sostenerse y jalar aire con desesperación hasta que, inconscientemente, alcanzó el ritmo de los jadeos exhalados por ese animal embravecido, que formaban los dos cuerpos enlazados. Una lágrima resbaló aliviando el fuego de su mejilla mientras ella seguía, con morbo tortuoso, cada detalle de esa lucha frenética.
Anhelo insatisfecho
Hace 5 días.
2 ideas en tránsito:
very good malbi, hasta se me enchinaron las pestanyas!
y mira que es difícil para tí, no? -je-
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