sábado, 7 de marzo de 2009

Una Mujer, Siete Pecados. VII

- Ya párate Prudencia.
Con el único ojo que le servía, alcanzó a ver que ya se había iluminado la pequeña estancia en que estaba. Lo volvió a cerrar, herida por la luz.
- ¿Cómo puedes dormir tanto?
No dormía. Ese era el secreto. Sólo cerraba los ojos y se daba vuelta a la pared. Para no tener que hablarles. Para que no vieran las lágrimas. Para no fingir que seguía viva.
- ¿No te vas a parar? Ah, cómo te gusta medirle el agua a los camotes, me cae.
La frase le cayó como un mazazo. Así le dijo Pafnuncio. Así comenzó todo. Con él impacientándose de nuevo y advirtiéndole amenazador. Parándose de la silla como si de veras le pesara lo que ella le obligaba a hacer. Igual que otras veces no sirvió que le pidiera que la dejara explicarse, al contrario, cada que intentaba hablar, él se enojaba más y los golpes se hacían más fuertes. Como uno de ellos le abrió la herida que le hizo con la cacha de su pistola en el cráneo, quiso defenderse, más del dolor que de él, con el tubo que estaba tirado en el suelo. Pero Pafnuncio paró el golpe y se lo arrebató, estrellándoselo en la cara con furia, mientras le gritaba que a ver si así aprendía que los patos no le tiran a las escopetas. Se le apagó la visión por la sangre que brotó, sintió como se le rompía el hueso del pómulo, los dientes y la nariz, y luego sintió cuando un desarmador penetraba en la herida, escarbándola inclemente hasta que casi se desmayó. Pero no lo hizo. Alcanzó a oir los gritos de su hija, primero pidiéndole al padre que por favor ya no siguiera pegándole a su mamá, y luego pidiendo clemencia para ella misma. Cuando los gritos se empezaron a apagar por la falta de aire, hizo el esfuerzo de levantarse y tomar el tubo, de levantarlo sobre su cabeza y dejarlo caer sobre Pafnuncio. Así fue que él soltó el cuello de su hija y ella terminó con treinta años de violencia.
- ¿Qué? ¿Está muy cansada la señorita? - preguntó con sorna la celadora, entre las risas de las otras, que se apartaron para que le clavara el tolete en las costillas-. ¡Párese, hija de la chingada! Haz de estar de vacaciones, pinche huevona -.
Una Mujer, Siete Pecados. I, II, III, IV, V, VI, VII

4 ideas en tránsito:

Anónimo dijo...

Muy bueno, muy bueno. Me ha encantado, realmente. Felicidades. Sólo una cosa: es mazazo.

malbicho dijo...

tenkius, ya se corrigió el lapsus brutus

Anónimo dijo...

Muerte a los Pafnuncios.

Hablando de intolerantes, no le has escrito al Make? sabe del Fanzine?

malbicho dijo...

sabe, pero al parecer no le interesa, ya ves que hubo un malentendido con el pase vip que pedía para mí; también el pitufo puso un enlace a El Fanzine desde el blog de blogs, así que también ahí pudo haberse enterado

me encantaría saludarlo por acá

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